
La boda
Laura ama despertar después de un gran sueño; esos sueños en los que uno parece caminar entre nubes, casi flotar sobre ellas; que hacen hasta doler la mandíbula de tanto sonreír dentro de ellos. Esos sueños que pocas veces pasan en la vida, haciendo de ellos algo digno y necesario de recordar. Esos sueños que parecen sentirse demasiado reales, tanto que provocan que la rubia deje escapar una leve risita entre ellos; sobre todo en aquellas ocasiones, como ha paso en los últimos días, en las que comparte fantasiosas historias en las que Carmilla se encuentra a su lado, mirándola con esos profunda y tierna mirada, tomando su mano mientras repasan los viñedos entre risas, esa risa que pocas veces la pelinegra deja salir, pero que siempre le regala a Laura cuando se encuentran a solas. Esos inalcanzables sueños en los que Laura puede besar los labios de su prometida mientras intercambian dulces palabras para que después la pelinegra dirija su atención a la parte más sensible de la rubia, su cuello. Esos sueños en los que los delicados labios de Carmilla recorren y succionan a la perfección su piel haciéndola soltar un pequeño gemido de placer, que en la mayoría de las ocasiones la rubia detiene en su garganta.
No esta vez, no hoy.
El sonido que emana de su boca en esta ocasión no es para nada apagado, muy por el contrario, el ruido despierta a la misma Laura de su sueño solo para darse cuenta de que su entrecortada respiración es causada por acciones que son realidad.
La rubia entrelaza sus dedos por la suave cabellera de la pelinegra e intentando lo imposible la atrae más hacia ella. El siguiente gemido que sale de sus labios es aun más intenso y parece una invitación abierta para que Carmilla lleve su mano hacia la parte media del cuerpo de Laura que cierra de nuevo los ojos para disfrutar de los dulces movimientos alrededor de su ombligo y los delicados trazos a sus abdominales que su prometida hace con apenas las yemas de sus dedos, como si estuviera intentando grabarlos en su mente. No es hasta que la tersa mano de la pelinegra se acerca peligrosamente al destino, dónde la mente de la rubia parece rogar a gritos que vaya, que Laura recobra conciencia y la detiene poniendo una mano encima de la de Carmilla.
“Kitten, no.” Dice la rubia con entrecortada voz.
La pelinegra detiene por completo todos sus movimientos y Laura se arrepiente de inmediato de sus palabras. Para remediar un poco el error, continua acariciando la cabellera de su prometida y poco a poco lleva su mano hasta el perfilado mentón de Carmilla para levantar su rostro y verla a los ojos.
“Hey.” Saluda la rubia un poco desorientada de cuál en realidad debería ser la siguiente frase a decir. La noche anterior ha sido la más hermosa que Laura ha vivido en su vida y no hay nada en ella que le haga sentirse arrepentida de lo que ha pasado; pero algo en ella le hace sentirse algo confundida respecto a si la pelinegra se siente de la misma manera.
La pequeña mujer nunca ha sido de una sola noche; y es cierto que Carmilla anoche le confesó tener sentimientos por ella más allá de un simple gusto; o al menos es lo que su esperanzado corazón ha querido entender, pero Laura no puede dar nada por sentado, nada en su vida lo ha sido.
Carmilla responde con el mismo saludo y la rubia se derrite cuando ve la enorme sonrisa de la pelinegra como el acto de buenos días más bello que Laura ha visto en su vida. Lo único que puede pensar es que es el mismo que quiere tener por el resto de su vida, día tras día. Lo relajada y feliz que se ve su prometida en estos momentos desvanece por completo cualquier tonta duda que la rubia pudo haber tenido hace unos minutos.
La pelinegra sonríe complacientemente mientras intenta volver a sus demostraciones de cariño; pero la rubia nuevamente la detiene.
“Kitten, no podemos.” Dice la rubia con voz temblorosa cuando su prometida posa sus labios tiernamente por encima de su desnudos senos para besar su piel lentamente.
“Creo que estoy recibiendo señales contradictorias, cupcake” Responde la pelinegra continuando con los pequeños besos en la parte superior del cuerpo de Laura.
“Mmmm” Murmura la rubia con placer antes de gritar con premura “¡La abuela!”
Carmilla cae de la cama pero logra mantenerse de pie milagrosamente, sí esos reflejos de gato sirven para algo por fin, con su cuerpo enredado en las sabanas mira con horror hacia la puerta de la habitación. Una cosa es que Lilita reciba abiertamente con cariño la relación entre su nieta y la pelinegra, inclusive con las pequeñas muestras de amor que tienen frente a ella; pero sabe que bajo ninguna circunstancia quisiera ser sorprendida por la abuela mientras hace el amor con su cupcake.
Afortunadamente no hay movimiento en la puerta y una confundida Carmilla mira severamente a su prometida cuestionando lo que acaba de pasar.
“La abuela dijo que nada de dormir juntas. Creo que es mejor que te vayas a tu habitación, no creo que tengamos mucho tiempo antes de que la abuela llegue a despertarnos y lo que menos necesita es ver que tu y yo… que nosotras… que, uh, pues, la desobedecimos.” Divaga la rubia sonrojándose cuando al manotear entre ellas se da cuenta que la pelinegra se ha llevado consigo todas las cobijas dejándola expuesta por completo. Las mejillas de la pequeña mujer se prenden más cuando ve la depredadora mirada de su prometida admirar cada centímetro de su diminuto ser como si fuese una presa a punto de ser devorada por completo. ¡Oh, sí! clama en sus adentros la rubia, pero sabe que no hay momento para eso. No por ahora.
Carmilla arroja al suelo las sábanas sobre su cuerpo en un movimiento nada sutil y sube a la cama seductora y lentamente. Lo siguiente que la peligra sabe es que en lugar de estar abrazando el cálido y terso cuerpo de su cupcake, se encuentra abrazando la amarilla almohada de la rubia. Con ello deja soltar un gruñido que amortigua hundiendo su cara en la estúpida almohada para evitar llamar la atención de los demás habitantes de la casa y de mala gana aceptar su derrota.
Laura levanta del suelo la ropa desechada la noche anterior y se viste en un segundo; la rubia sabe que si no pone tela de por medio entre ella y su prometida, es muy probable que termine aceptando la propuesta de Carmilla por quedarse unos minutos, tal vez más, dentro de la cama. No que el desnudo cuerpo de la pelinegra sobre la cama esté ayudando mucho en su razonamiento.
Con un enorme suspiro Carmilla levanta su cara de la almohada favorita de la rubia y mira con algo de decepción que su cuerpo ya se encuentra cubierto por su pijama. Ugh, el estúpido Cupcake no debería verse tan bien ya vestida. Pesadamente la pelinegra hace lo propio y Laura sabe que la lentitud en los movimientos de su prometida para vestirse deben ser con el propósito de que su quijada no pueda separarse del suelo; mucho menos cuando mueve las caderas de tal manera mientras sube sus desgastados jeans sin ropa interior de por medio.
El silencio es nuevamente bien recibido por ambas mujeres, ninguna de las dos sabe qué más pueden decir sin que se avienten a los brazos de la otra para volver a repetir la noche anterior.
Laura espera en la puerta de la habitación a la pelinegra y muerde su labio en anticipación. La rubia sabe que no será la última vez que vea a su prometida, no es como si Carmilla fuera a desaparecer cruzando el umbral de su recámara pero después de lo que ha pasado sabe también que cualquier minuto separada de la pelinegra es como una eternidad.
Carmilla toma la mano de Laura y la lleva a sus labios para tormentosamente besarla como acto de despedida y la rubia no aguanta más, atrayendo a la pelinegra por la nuca comienza a besarla con tanta pasión que su prometida tiene que dar unos pasos hacia atrás hasta topar con la pared. El beso lleva consigo todas las promesas aún no verbalizadas entre ambas y es hasta que ninguna de los puede respirar apropiadamente que se separan un poco manteniendo sus frentes unidas.
“Unas horas más, cupcake” Declara la pelinegra aun con los ojos cerrados disfrutando de la sensación de sus labios abatidos.
“Tan solo unas horas” La rubia responde antes de dar un ultimo beso y soltar a su prometida.
Laura detiene por un momento a la pelinegra y se asoma al pasillo para verificar que ninguno de los otros ocupantes de la hacienda estén cerca; cuando está segura que no hay peligro, asiente a Carmilla que se despide por última vez con un rápido beso en sus labios y entra a la habitación de enfrente. La rubia cierra la puerta de su propia habitación y mordiéndose el labio inferior suspira por última vez con una sonrisa que sabe que no hay nada que pueda borrar. No hoy, pues hoy se casa con Carmilla.
“¡Oh, mierda!” Murmura la pequeña mujer cuando se da cuenta del día que está por venir.
Un ‘¡Oh, mierda’ deja los labios de la pelinegra en cuanto cierra la puerta de su habitación y recarga su cabeza sobre la misma. Eso sí que ha sido un viaje, piensa Carmilla, repasando rápidamente la noche anterior en su mente.
“¡Oh, mierda, en efecto!” Dice una voz conocida y la pelinegra gira tan rápido como puede ante el sobresalto.
Sobre la cama, LAF, se encuentra sosteniendo una sonrisa complaciente y su rostro parece gritar ‘¡Te atrapé!’ traviesamente.
“¿Qué haces aquí?” Pregunta Carmilla girando los ojos y tratando de evitar la manera en la que la pelirroja la parece mirar como si supiera todo.
“Pues, vine para ayudarte a arreglarte para la ceremonia y a decirte que hemos encontrado la solución a todo esto de la inminente boda; pero imagina mi sorpresa cuando en lugar de encontrarte en tu habitación, como la abuela me hizo saber, tuve que esperarte más de media hora para que llegaras con una sonrisa en los labios que parece decirlo todo.” Dice LAF caminando por la habitación y señalando incriminatoriamente a la pelinegra.
Carmilla trata de hablar pero la pelirroja pone una mano en frente para callarla de inmediato.
“No hace falta aclarar nada, parpadea una vez si no pasaste la noche en la habitación que la abuela ha destinado para Laura.”
La pelinegra podría sencillamente mentir, qué importancia tiene ahora que añada una mentira más a todo este acto; el problema es, que por más que sabe que LAF no la dejará vivir tranquila después de esto, sus sentimientos por la rubia son tan puros y ahora tan claros que no quiere negarlos ni por un segundo más.
Así que obviamente cuando Carmilla no parpadea, la pelirroja revienta en carcajadas murmurando a gritos ‘¡Ya era hora!’ y ‘¡Lo sabía!’ repetidamente mientras se acerca a la pelinegra para darle unas palmadas en su pecho como muestra de reconocimiento a su valor.
Carmilla quiere saber a qué se refiere con esas palabras cuando LAF vuelve a interrumpir su intento por hablar.
“¡Bien! Ya habrá tiempo para celebrar esto; por ahora debemos ajustarnos al programa de Lilita sobre la boda.” Dice la pelirroja sobándose las manos en concentración.
“Espera, espera. ¿Cómo es que la abuela te ha dejado pasar tan fácilmente?”
Es momento de que LAF gire los ojos en respuesta.
“La abuela sabe que soy tu ‘chofer’ ¿OK? Y cuando el señor Hollis me vio supuso que era buena idea decir que ayer nos encontramos y que tú misma me habías invitado a tu boda y asistirte en lo que necesitaras.”
“Así que básicamente eres mi padri… mi mad… uhm, mi ¿testigo?” Tartamudea Carmilla no sabiendo cómo se sentirá la pelirroja con el término.
“Preferiría un término más neutral” LAF lleva sus manos a su barbilla “¡Acompañante de honor! Hoy seré tu acompañante de honor.”
Carmilla asiente con una leve sonrisa sintiéndose más relajada cuando ve que sus palabras no han cruzado el límite del respeto que tiene por su persona. La pelinegra nunca ha sido un ser considerado ni cerca de lo amigable; pero tras haber convivido con estas personas, y seguramente la mayor culpable de todo es la rubia al otro lado del pasillo, sabe que de todo el escuadrón de los sueños, LAF es su persona consentida, quizás, con el tiempo, la única capaz de considerar una amiga; después de Laura, obviamente.
“¡Manos a la obra!” Grita la pelirroja con un entusiasmo que hace a Carmilla girar los ojos nuevamente.
Las horas han pasado como segundos, la última prueba del vestido ha sido todo un éxito y Laura no puede evitar sentirse como una princesa con aquél bello atuendo. Mucho menos cuando la abuela pone sobre su cabeza una bella tiara plateada que la rubia no tiene la menor idea de dónde sacó y prefiere no interrogar a la anciana sobre ello.
El trabajo del Señor Colantoni es tan preciso que cualquiera que vea a Laura usando el vestido de boda de Eileen, podría creer que en realidad ha sido una prenda hecha a la medida para ella. Y en cierta forma lo ha hecho, la rubia no ha parado de agradecer al equipo de costureras con ojeras tan profundas como el cabello de su prometida, su futura esposa, su Carmilla.
Y ‘¡Ugh! Laura eres una cursi, aún un detalle tan tonto como las ojeras en el rostro de unas cansadas mujeres te hacen pensar en ella’
Laura no sabe cuanto tiempo ha pasado en su habitación mirando a la nada y repasando las palabras que dirá en unos minutos frente a estas personas, profesando su amor eterno a la pelinegra. Y ella sabe, lo sabe, sabe que no debería sentirse tan nerviosa por una boda que es solamente un farsa, la última parte de un gran esquema de mentiras que han tejido para hacer feliz a una cansada Lilita. No debería sentir pánico de pararse frente a Carmilla y desahogar todo su corazón porque en el fondo cada frase que ha repetido mentalmente en las últimas horas van revestidas por completo de verdad. Que no debería sentir sus manos sudorosas porque ‘actuar’ lo ha hecho mil veces antes, aunque esta vez no se compara para nada con las anteriores.
Es un leve sonido en la puerta de madera lo que saca a la rubia de su ensimismamiento y cuando gira puede solo apreciar una mirada de adoración de parte del señor Hollis. ‘¿Así se sentirá tener un padre?’ se pregunta.
“¡Oh, Laura!” Dice el Sherman caminando con sigilo hacia su hija “Te ves verdaderamente hermosa.” Prosigue tomando ambas manos de Laura entre las suyas. “Cuando vi a Eileen caminar por el pasillo con ese vestido pensé que no había manera en que otra novia pudiera verse igual de hermosa; pero verte aquí, luciendo como toda una princesa, debo aceptar que me he equivocado.” El señor Hollis lleva el reverso de una de sus manos, sin soltar las de la rubia, hasta su rostro para limpiar las lágrimas que recorren sus mejillas. “Te ves igual a tu madre.”
Antes de que la pequeña mujer pueda decir algo el hombre asiente sabiendo bien lo que va a salir de sus labios e interviene nuevamente.
“Lo sé, lo sé. Déjame disfrutar de esta fantasía por hoy; después de todo, será el último día.” Explica Sherman con decepción en su cara.
Laura asiente sin saber qué más puede decir que pueda hacer sentir mejor al señor Hollis, la rubia sabe que no este no es su lugar, por más que su corazón deseé con todas sus fuerzas que todo aquello sea real. Kitten y ella son solo piezas de un gran acto contratado por Sherman y no hay nada que se pueda hacer para cambiarlo. ‘Así es la vida’ se dice Laura como un mantra, el mismo que se ha repetido toda su vida para no ser afectada por las cosas que no puede controlar.
La rubia, para entonces, ha ya soltado un par de lágrimas que de inmediato el hombre borra cuidadosamente después de sacar del bolsillo de su negro traje de etiqueta un blanco pañuelo y murmura una disculpa mezclada con un ‘Este viejo tonto’.
Laura toma el pañuelo mientras se ve en el espejo de la cómoda para evitar que su maquillaje se arruine más de la cuenta y cuando intenta devolver el pedazo de tela, Sherman insiste en que se quede con él, pues ‘Estoy seguro que hoy lo necesitarás más que yo’ asegura con una sonrisa.
Después de que la rubia ha retocado nuevamente su rostro, el señor Hollis le ofrece su brazo para escoltarla al altar y antes de salir la pequeña mujer toma un último y profundo respiro para darse valor a lo que viene a continuación. La rubia siente alivio llenar su cuerpo cuando su padre le da un apretón a la mano que lo toma del brazo y le da un pequeño beso en la frente para partir a su destino. ‘Sí, así se siente tener un padre’ piensa la rubia antes de continuar su camino con una enorme sonrisa.
El carmesí del cielo por encima de las verdes montañas del viñedo pareciera pintado por un verdadero artista y Carmilla piensa que es como si los mismo dioses en el Olimpo se hubiesen empeñado en hacer de este día uno que jamás olvidará en su vida. Y no, no es posible que lo haga cuando está a punto de casarse con su cupcake. ‘Dios, Carmilla eres un pudín de cursilerías’
“¿Podrías dejar de mover la pierna? Me estás poniendo los nervios de punta” Exclama con exasperación LAF “No es como si Laura fuera a fugarse antes de la boda” remata con una conocedora sonrisa en los labios.
“No es eso lo que me preocupa.” Responde la pelinegra sin poner alto a su compulsivo e involuntario movimiento.
“¡Te dije que lo tenemos todo bajo control! ¿Ok?” La pelirroja se acerca a Carmilla poniendo sus manos sobre sus hombros para mirarla a los ojos “Lo único que tienes que enfocarte hoy es en Laura.” Asegura LAF con una sonrisa.
Y la pelinegra puede notar que no hay burla en el gesto, muy por el contrario se ve completamente sincero ‘Sí, una verdadera amistad’ piensa Carmilla antes de sonreír de regreso.
“No que te cueste mucho hacerlo”.
¡Oh! ahí está la verdadera personalidad de LAF mostrándose al por mayor, la pelinegra gira los ojos pero continúa sonriendo.
“¡Wow, Carmilla”
La pelinegra y la pelirroja giran para ver a una abuela con lágrimas en los ojos acercarse para tomar entre sus manos el rostro de Carmilla.
“Abuela ¿Todo bien?” Pregunta la nieta con un poco de preocupación, la anciana parece un poco agitada y la pelinegra ofrece tomar asiento a Lilita que con un leve gesto con la mano desestima por completo.
Carmilla lo único que puede sentir por esta mujer es admiración, su fortaleza a pesar de los años, su entereza a pesar de los golpes de la vida. ‘¿Será así como se siente tener una abuela?’ se pregunta.
“Todo excelente, solo estamos esperando al juez para que la ceremonia comience.” Dice la abuela acariciando con sus pulgares el rostro de la peligra “Pero mírate, te ves en verdad hermosa con ese traje. ¡Laura no va a poder evitar babear por ti en el altar! No que necesite verte en este traje para hacerlo” continúa Lilita mirando con adoración a la pelinegra “O con con ropa en absoluto”. Murmura la anciana con una sonrisa complacida.
La pelinegra puede sentir su rostro incendiarse de inmediato ante el comentario de la abuela y la ronda de carcajadas provenientes de LAF a su espalda parecen no ayudar en nada.
“Lamento la demora, hubo incidente en la alcaldía, pero ya estoy aquí.” Una voz no tan desconocida dice interrumpiendo el momento embarazoso.
Carmilla está aliviada por un instante con la intervención de la masculina voz hasta que dirige la mirada al cortés hombre ataviado con un traje marrón y un corbatín de moño color rojo encendido.
“¿Pero qué demonios…?” Exclama la pelinegra.
“¡Ah! Usted debe ser la señorita Karnstein” Responde el hombre con un extraño acento afrancesado.
“Debo ser.” Contesta Carmilla con el ceño fruncido y de inmediato llevando su mirada hasta LAF que parece actuar inocentemente.
“Permítame presentarme. Mi nombre es Jean Paul Armitage, pero puede llamarme J.P. El alcalde lamenta no poderse presentar él mismo en persona para llevar a cabo esta bella ceremonia” dice un Bookworm inmensamente seguro de sí mismo, tan seguro que la pelinegra casi olvida que es aquél temeroso hombre que siempre tartamudea cuando se dirige a ella “Al parecer mi llegada no había sido avisada con anterioridad al alcalde y ya sabe cómo pueden ser todos estos tramites burocráticos, como sea, soy el nuevo juez encargado del registro civil de Styria y conmigo aquí podemos iniciar la ceremonia en cuanto lo deseen.” Concluye el hombre
“Todos los papeles se encuentran listos, señor Armitage” Se escucha una voz femenina que hace girar a todos los presentes.
“¡Oiu, señorita Perry! Pase, pase.” Dice J.P. con su extraño acento francés.
Carmilla mira a LAF de inmediato y lo único que puede hacer es levantar su mentón con una mano y mirarle de manera juguetona. Así que, no es la única que no puede evitar mostrar sus verdaderos sentimientos por otra persona. ‘LAF jamás escuchará el final de esto’ se dice la pelinegra en su mente.
“Les presento a Lola Perry, mi asistente.” J.P. hace una seña a la pelirroja que tiene su cabello levantando y viste un traje sastre de color azul marino que Carmilla tiene que reconocer con honestidad resalta muy bien el propio azul de sus ojos. El hombre toma los papeles entre sus manos y se disculpa por un momento para revisarlos detenidamente.
“Pueden llamarme solo Perry.” Responde la mujer extendiendo su mano para saludar primero a Lilita, después a Carmilla que lo hace con poco entusiasmo y por último a la otra pelirroja que toma su mano más tiempo de lo necesario y de inmediato se ofrece ‘voluntariamente’ a mostrarle los detalles sobre la ceremonia.
“¿Nerviosa?” Pregunta la señora Morgan en cuanto el par de pelirrojas se aleja de ellas.
“¿Se nota mucho?” Responde Carmilla con una leve sonrisa.
“¡Oh, créeme! No eres ni la mitad de la pelota de nervios que era Sherman cuando se casó con Eileen.” Aclara la abuela limpiando una de las solapas del traje de su nieta “Aunque mi hija no estaba mejor. Estoy segura que Laura no debe sentirse muy diferente tampoco; después de todo, esta es una decisión para el resto de sus vidas.” Dice la abuela mirando de reojo la reacción de la pelinegra.
“Sí, para siempre.” Suspira Carmilla ampliamente.
“¡Bien! Todo parece en orden y repito, en cuanto ustedes me lo indiquen, la ceremonia puede comenzar.” Dice J.P. con una amable sonrisa.
“¿Estás lista?”
“Tanto como lo puedo estar.” Asiente la pelinegra a la abuela.
“¡Tengamos una boda!” Dice la abuela sonriendo.
Carmilla está segura que nunca en su vida sus manos habían sudado tanto como en este preciso momento. Todo parece un alivio cuando la abuela toma una de sus manos para apretarla y mirarla a los ojos con esa mirada que dice ‘todo estará bien’ y la peligra sabe, sabe que ‘Sí, es así como se siente tener una abuela’.
LAF está a su lado mirando como idiota a la pelirroja que se encuentra junto a J.P. intentando arreglar el arreglo de flores encima de la mesa central.
El tiempo es nada, el tiempo es relativo, pero en este momento el tiempo es inexistente cuando Carmilla gira para ver a una Laura caminando por sobre la roja alfombra que hace un pasillo central en medio de los viñedos que les abrazan con sus matices de verde fauna.
La pelinegra jamás ha sido aficionada de aquellas melosas películas románticas que muestran historias de amor que son imposibles en la vida real, esas escenas ridículas que presentan a un par de enamorados verse y todo lo que está a su alrededor se desvanece como por arte de magia, la gente que les rodea parece detener hasta su respiración inclusive y no hay nada en lo que se puedan enfocar sus sentidos que no sean uno en el otro.
Pero aquí está, mirando a su Cupcake con tanta adoración, con tanta admiración, con tanto amor; porque no hay otra forma de llamarlo, que no hay otra cosa en la que su mirada no pueda determinar en centrarse. Desde la manera en la que el cabello de Laura cae por sobre sus descubiertos hombros haciendo un halo que cualquier ángel del cielo envidiaría, hasta la manera en la que los avellanados ojos de la rubia parecen brillar como nunca.
Sus ojos se nublan un poco y es hasta ese momento que se da cuenta que está llorando y por primera vez en su vida, Carmilla puede decir que por fin conoce lo que son las lágrimas de felicidad.
La pequeña mujer no se encuentra en mejor situación pero afortunadamente el pañuelo de su padre le ayuda a limpiar sus propio llanto mientras camina. La pelinegra parada frente a ella es como una ilusión en medio de un desierto, un verdadero oasis en el que la rubia quiere perderse por completo, al demonio el mundo si Laura puede prometerse amor eterno con esta mujer.
En la mente de Lilita la ceremonia es casi tan bella y perfecta como el amor que se tienen sus nietas, la una por la otra. Haciendo una verdadera representación digna de sus sentimientos.
Las palabras de J.P. han llegado tan fuertemente al corazón de los pocos presentes que todos tienen ahora lágrimas amenazando por brotar. La abuela no puede estar más complacida y recargando su peso en el señor Hollis, entrelaza sus brazos para ver a sus pequeñas jurarse amor eterno.
“Y ahora, las novias dirán sus votos” Declara J.P. seriamente.
Es Carmilla la primera que toma la palabra.
“Laura…” Carmilla tiene que tomar un segundo para aclarar su voz que se entrecorta al final del nombre de su futura esposa “Cupcake,” recompone de inmediato y los ojos de la rubia se abren tanto como pueden. La abuela parece dejar pasar el sobrenombre sabiendo que es la dulce manera en la que se dirigen entre ellas “En mi vida he conocido solo decepción, o era lo único que había conocido hasta aquél día que te conocí. Y aunque al principio, nos odiábamos,” dice la pelinegra con una sonrisa y todos los demás dejan escapar una risa “gracias por no rendirte conmigo, por darme el tiempo necesario y el espacio necesario en momentos que los necesitaba; gracias por estar ahí sin que tuviera que pedirlo, gracias por tomar mi mano cuando menos lo esperaba y sobre todo gracias por esa sonrisa que ilumina mis días. Es mi vida esa sonrisa” Carmilla limpia las lágrimas que vuelven a recorrer sus mejillas “En ti he encontrado todo lo que la palabra amor significa de verdad. Por eso siempre estaré agradecida, por eso jamás me cansaré, ni un solo día de mi vida dejaré de demostrarte todo lo que significas para mí.” La peligra toma la mano de la rubia “Hoy es el inicio de la mejor aventura de nuestras vidas y es un verdadero honor que hayas aceptado compartirla conmigo, como tu esposa.”
La rubia aprieta la mano de su futura esposa limpiando su propia cara.
“Carm…” Dice Laura después de un enorme suspiro “Kitten,” asiente la mujer “La vida me ha llenado de sorpresas todo el tiempo, no puedo decir que todas han sido buenas; pero a pesar de ello, siempre soñé con terminar mi vida con alguien que me retara continuamente y día a día por ser una mejor persona; y aunque a veces me el reto es más de lo que puedo soportar” continúa la rubia soltando una leve risita que los asistentes repiten “quiero que sepas que cada parte de ti me hace querer ser una mejor persona para ti, para nosotras. Eres la mejor sorpresa que la vida me ha dado y te prometo hoy aquí que no habrá día que no destine a demostrarte todo el amor que me haces sentir y que tengo por ti, que no importa si la vida nos depara nuevos rumbos, algunos de ellos quizás con pequeños tropiezos, cuando estoy contigo me haces sentir que nada es imposible y no habrá día que no disfrute de esta nueva aventura a tu lado, como tu esposa.”
La sala queda en silencio ante ambas declaraciones de amor y la pareja se encuentra mirándose tan intensamente que algunos de los presentes, o todos, se sienten como interviniendo en una escena que tan íntima de la que no debieran ser testigos.
Pero el momento es interrumpido cuando un ruidoso y lento aplauso se hace presente en el viñedo.
Todos los asistentes, incluyendo a la feliz pareja giran para ver de donde provienen.
“¡Bravo! ¡Bravo! ¡Wow! ¡Realmente son unas excelentes actrices!” Dice una pequeña rubia que se encuentra caminando hacia el altar por la misma alfombra que Laura caminó hace unos minutos.
“¿Quién es usted?” Lilita es la primera en preguntar.
“¡Abuela! Los años no han sido justos si ya no puedes ni reconocer a tu propia nieta”. Dice la demacrada figura en el efímero pasillo.
“¿Qué es esto?” Cuestiona la abuela mirando entre la pareja de sus nietas y esta horrible visión que es la persona desconocida.
“Esto es otro de los intentos de mi padre por alejarme de lo que me pertenece. De lo que mi madre siempre quiso que fuera mío. Es otro de los elaborados planes de Sherman Hollis por arruinar mi vida.” Dice la mujer señalando severamente al pálido hombre que se encuentra a punto de desfallecer.
“¿Laura, me puedes explicar?” La anonadada anciana se dirige a Cupcake que de inmediato trata de moverse a su lado pero su acción es intervenida por la nueva mujer que de en un parpadeo se encuentra abrazando a la abuela.
“Ella no es Laura, y ella,” dice señalando a Carmilla cuyo cuerpo se encuentra tan congelado como el de los demás “obviamente no es alguien con quien yo me casaría” concluye la rubia un tono de burla mientras mira de arriba a abajo a la pelinegra.
“¿Qué es lo que pretende?” Exclama el señor Hollis con un hilo de voz, pero con veneno en ella. Su forma de referirse a la mujer frente a él, aún sabiendo quién es en realidad, es como si tratara de romper con todo vínculo que tiene con ella. Maldiciendo por dentro que por sus venas corra la misma sangre, porque hace muchos, muchos años que esa mujer ha dejado de ser su hija. Su Laura.
“¡Oh, padre! Te he creído capaz de todo, hacer que me arresten, intentar alejarme de Danielle,” dice la mujer dirigiéndose con odio en su mirada al hombre “Pero mira que montar todo este numerito para engañar a la abuela. ¡Esto sí que jamás me lo hubiera esperado!”
“¿Sherman?” Lilita mira con tristeza a su yerno, su casi hijo, eso es lo que significa Sherman Hollis en su vida, desde que su Eileen murió, y Laura desapareció, Sherman Hollis ha sido su única familia.
“Lilita, yo…”
“Abuela, no lo escuches.” Dice la mujer atrayendo el rostro de la anciana hacia ella con una mano sobre su mejilla, movimiento que en un segundo la abuela rechaza retirando su cara de ella “Te necesito, abuela. Necesito lo que me pertenece de la Finca Hollis. Mi vida corre riesgo y sé que a mi padre eso no le importa, abuela, pero sé que a ti sí. Sé que tu eres a la única que le importo.”
Lilita Morgan ha tenido el corazón roto un sin fin de veces antes en su vida, cuando su amado esposo murió repentinamente, cuando su querida hija partió de este mundo de la misma manera en aquél trágico accidente, cuando su nieta perdió el camino y se convirtió en un ser que no reconoció como parte de ella. ‘Una vez más es demasiado’ se dice la abuela para sí.
“¡Alto ahí!” Grita una alta pelirroja con apresurado paso hacia el altar.
La mujer es seguida por un hombre que iguala su altura como si de un pequeño cachorro se tratara.
“¡Janae Bauman, quedas arrestada por falsificación de documentos, fraude y usurpación de identidad!” Expresa la mujer mientras muestra una placa con una mano sosteniendo con la otra un arma que apunta a la rubia junto a la abuela.
La mujer suelta a su abuela y por un momento intenta ponerla como escudo frente al arma, pero de inmediato Carmilla interviene tomando a la abuela entre sus brazos. Es el punto en el que la alta policía aprovecha para detener a la mujer y esposar sus manos por la espalda.
“¡Abuela! No escuches nada de lo que dicen, todos son mentiras, perdí mi vuelo y cuando llegué a Styria lo único de lo que hablaba la gente era de esta boda, entonces supe que mi padre tenía que estar detrás de todo esto y que yo…”
“¡Basta!” Grita la anciana con una entrecortada voz “La única nieta que conozco es mi Laura,” dice mirando a Cupcake a los ojos y en un suspiro, la rubia correo a sus brazos para sostenerla entre ella y la pelinegra.
“¡No, abuela, soy yo, soy Laura, mírame!” Responde la mujer manoteando “Soy la hija de tu hija Eileen y ese hombre” vocifera en desesperación.
“Yo no tengo otra hija que esta Laura.” Contesta Sherman acercándose a las tres mujeres en el altar. “Uh, bueno, sí. Carmilla es como una segunda hija para mí, pero nada más.”
La pelinegra no puede evitar girar los ojos ante la aseveración del hombre ‘No es el momento para sentimentalismos’ piensa, aunque masculla un ‘Gracias’.
“Tienes mucho que responder ante la justicia. Hay órdenes en tu contra en varios países. ¡Así que camina!” Exclama la pelirroja empujando con su cuerpo a la rubia que intenta seguir hablando y forcejeando con ella.
“Uh, lamentamos la interrupción, Janae Bauman, siempre usa este modus operando,” Por fin interviene el alto policía, que se sonroja cuando LAF le corrige diciendo que el término correcto es ‘Operandi’ “Eh, ¡Eso! Busca familias adineradas para hacerse pasar por algún familiar y despojarlos de sus posesiones” el hombre se rasca la nuca penosamente “Pues creo que pueden seguir con lo que estaban… ya saben… eh… nosotros nos haremos cargo. Felicidades, por cierto.” dice sonriendo a la pareja mientras chasquea con boca y pretende hacer una pistola con sus dedos al mismo tiempo que les guiñe.
La abuela sigue temblando entre los brazos de sus nietas y es Carmilla la primera que se separa de ellas.
“Denme un momento.” Y antes de que Lilita o Laura puedan contestar camina hacia la patrulla donde se encuentra una exaltada rubia.
La policía le pregunta si está segura cuando la pelinegra le hace saber su intención de hablar con la mujer y Carmilla contesta fríamente que sí.
La rubia sigue viendo con vehemencia a la pelinegra que se asoma a la altura de la ventanilla.
“¿Vienes a regodearte de haber engañado a una anciana? ¿O a reírte porque mi familia nuevamente me ha dado la espalda y las ha escogido a ustedes? ¡Unas viles farsantes!” Brama la mujer.
“Nada de eso. Vine a decirte que te lo siento.” Dice la pelinegra con una calmada voz.
“¿Qué?”
“Lamento que jamás hayas podido ver todo el amor incondicional que esas dos personas te han tenido; porque por más que no lo creas, tu padre te amaba mucho más de lo que te imaginas. Ambos te aman tanto que te dieron múltiples oportunidades por que te dieras cuenta de cuánto les hacías falta en su vida, cuánto te querían en ella y que harían lo que fuera para ayudarte y verte feliz.” Carmilla voltea hacia el lejano altar y puede ver a Sherman abrazando a Lilita y a Laura aún “Esas dos, tres, personas que ves allá me han enseñado en tan solo unos días lo que una verdadera familia significa; el amor, el apoyo y la protección que una familia de verdad es.” La pelinegra mira severamente a la mujer que se ríe venenosamente “Y esto es lo último que te diré, si alguna vez te atreves a regresar, no sabes de lo que soy capaz de hacer por proteger a mi familia. Si hay un solo minuto en que se te ocurra volver a perturbar la paz de alguno de ellos desearás haber tomado aquél vuelo y muerto con la tranquilidad que yo no te daré.”
“¡Me estás amenazando!”
“Es una advertencia nada más.”
“¡Todo esto me pertenece! Ellos no pueden hacer como que no existo.”
“Esto es todo lo que tengo, pero si hace que te vayas de aquí no tengo reparo en dártelo y que jamás vuelvas a poner un pie cerca de Lilita o de Sherman.” Dice Carmilla tomando un sobre blanco de su bolsillo interior en su saco.
El mismo sobre que hace unas semanas el mismo señor Vordenberg le había dado como ‘pago’ por si no deseaba quedarse con el escuadrón y la pelinegra piensa en lo irónico que es la vida, pues de aquél dinero no pudo tomar ni un solo billete. Pero si perderlo significa proteger a aquél par que solo ha tenido amor para Cupcake y ella, lo puede dejar ir sin titubear ni por un segundo.
La mujer abre los ojos cuando ve la cantidad de dinero que hay en el sobre y asiente lentamente sin apartar su vida de los billetes. Carmilla siente enojo que sea tan fácil para esta mujer olvidarse de su familia, su amorosa familia, por tan solo unos cuantos papeles sin verdadero valor más que el monetario. Igual, la peligra lo arroja a su regazo y le da la indicación a la alta pelirroja y al pastel de carne para que se lleven a la mujer lejos de ahí; no sin antes murmurar ‘Amazona’ y sonreír un poco cuando la policía masculla un ‘Vampira’ de regreso.
Es cuando la pelinegra está a mitad del pasillo que ve a la abuela caminar del brazo de Sherman en su dirección.
“Abuela…”
“Necesito hablar con esa criminal.” Dice la abuela con determinación. Y como es usual, lo que Limita Morgan dice, se hace. Carmilla asiente a mirando al señor Hollis que asiente con tristeza en sus ojos.
Cuando la anciana llega hasta la patrulla, Sherman pide a los oficiales un momento y dubitativamente los dos caminan con él para darle espacio a Lilita.
“¿A qué has venido?”
La mujer dentro del auto no mira a la anciana.
“¡Mírame, Laura!”
El uso de su nombre llama su atención y la rubia mira a su abuela a los ojos por primera vez. Por primera vez desde que abandonó a su familia por drogas y una vida en la calle, lejos de su hogar.
“Necesito dinero. Debo algunas cuentas y gente que no quieres saber están detrás de mi cabeza.”
“¿Cuánto?”
“Millones.” Murmura la mujer.
“Búscalos mañana mismo con el señor Clark. Mi abogado te dará lo que te pertenece de esta familia.” Dice la abuela con una fría mirada.
La rubia mira con admiración a la anciana.
“Pero después de eso, no quiero volverte a ver. No quiero que te vuelvas a acercar a nosotros, ni a tu padre, ni a ese par que bajo ninguna circunstancia ha pedido la cantidad que tú para hacerme feliz por unos días. Después de eso, no quiero volver a saber nada de ti, no volverás a causarnos este dolor nunca más.” La abuela mira el sobre en las piernas de la mujer “Si veniste por lo que ‘te pertenece’ eso mismo obtendrás, pero esto no es tuyo,” dice Lilita tomando el sobre “Si no pude salvarte a ti, si no pude protegerte como querías, haré todo lo que esté mis manos para proteger a mis dos nietas.” Explica la abuela con lágrimas en los ojos antes de darle la espalda a la mujer que jamás podría ser su nieta.
La mujer siente la necesidad de asentir aunque la abuela ni siquiera esté mirándola ahora. “Gracias, abuela” decide decir antes de que Lilita esté lo suficientemente lejos de su alcance.
“Tú no eres mi nieta.” Finaliza la abuela.
Los oficiales se despiden de la pareja antes de continuar con su camino.
“¿Lo sabías?” Camino de regreso al altar pregunta con una leve voz el señor Hollis.
“Lo sospechaba.” Murmura Lilita.
“¿Se los dirás?” Pregunta con preocupación Sherman.
“Jamás” Con voz entrecortada responde la abuela “Ellas son mis nietas y jamás deben saberlo. Eso no cambiará”
“¿Y si decide regresar?”
“No lo hará. Le he dado suficiente dinero como para que pueda comprarse la vida que quiere lejos de nosotros y no volver nunca más”.
El señor Hollis detiene sus pasos.
“¡Lilita! ¿Pero cómo?”
“El dinero de los nuevos inversionistas, es todo suyo. Ya encontraremos la forma de recuperarnos Sherman, siempre la hemos encontrado.” Dice la abuela palmeando el antebrazo de su yerno y casi arrastrándolo con ella. Lo que Lilita Morgan dice, se hace.
Tras recuperarse un poco de todo el sobresalto, la ceremonia prosigue y cuando Laura y Carmilla dicen sus ‘aceptos’ los asistentes cierran con un gran aplauso y más lágrimas; las de la abuela quizás no por las mismas razones que las de los demás.
Unas horas después la abuela se encuentra en la misma entrada de la casa en la que dio la bienvenida a este amoroso par de mujeres que no le han entregado más que paz y felicidad en sus últimos días. Las mujeres se han despedido de todos ya, quedando solo la abuela y Sherman por decir ‘adiós’.
“No olviden escribirme” Dice la abuela no pudiendo detener el temblor en su voz.
“Nunca, abuela.” Responde Laura tampoco conteniendo la emoción en su tono y arrojándose a los brazos de la anciana que la sostiene entre los suyos.
Carmilla está intercambiando unas palabras con el señor Hollis a un lado de ellas, algunas de las que la abuela logra escuchar como ‘Espero tener noticias de ustedes pronto’ y ‘Yo también necesito nietos’. A lo que de inmediato Laura suelta a la abuela para ir a regañar a su papá.
La pelinegra se para frente a Lilita con preocupación en su mirada.
“¿Vas a darme un abrazo o no?”
“¡Abuela!” Dice Carmilla antes de abrazar a la anciana con todas sus fuerzas y recargar su mejilla sobre su hombro como una niña indefensa.
“Ya, ya, que esto no es un adiós definitivo y me haces creer que pronto moriré y no volveré a verlas” dice la abuela acariciando la negra cabellera de su nieta.
“Abuela, no digas eso,” Dice la pelinegra levantando su rostro para mirar a Lilita a los ojos una vez más “Volveremos.”
“Lo sé, hija. Lo sé.” Contesta la abuela que no parece creer en sus propias palabras “Pero lo que quiero que me prometas por ahora es que cuidarás de tu Cupcake con todo el amor que le tienes.” Carmilla asiente “Y que jamás olvidarás que somos tu familia” concluye la anciana entre sollozos.
“Jamás, abuela.” Exclama con completa sinceridad viendo a los ojos a la mujer frente de ella para hacerle saber que sus palabras son ciertas abrazándola de nuevo.
Las parejas se despiden por última vez y los ancianos esperan unos minutos más en el pórtico para ver el auto alejarse de su vista.
“Las volveremos a ver.” Dice el señor Hollis con una esperanza en su voz que no sabe si es para reconfortar a su suegra o a él mismo.
“No cuento con ello.” Responde Lilita con determinación.
“¿Por qué no decirles?” Pregunta Sherman después de unos minutos cuando el vehículo ya no es visible y se han quedado solos nuevamente.
“¿Y arruinar a las únicas personas que nos han dado tanta felicidad en estos últimos años? No, Sherman. Que no me vean caída. Muerta por dentro, pero de pie. Como un árbol.”