
El resto de sus vidas
“Diez”
La frialdad del lodo debajo de las plantas de sus pies es uno de los más grandes placeres a sentir durante la temporada de lluvias.
“Nueve”
El olor de la tierra húmeda emergiendo por todos lados invade por completo su nariz, haciéndole saber que se avecina pronto la fecha de la colecta. Su favorita.
“Ocho”
Las pequeñas gotas remanentes resonando el tradicional ‘plop’ a su alrededor se ha convertido en una de sus melodías favoritas.
“Siete”
El vaho de su calor interno haciendo contraste con la frescura del ambiente que le rodea le hace erizar la piel en una confortable sensación.
“Seis”
La limitada luz que se refleja en sus ojos cerrados a través de sus párpados cerrados le recuerda que siempre después de cada tormenta, no importa cuánto tiempo después, siempre, el sol se encarga de arropar esas colinas como una cálida cobija.
“Cinco”
La humedad de las hojas de parra entre sus manos le hacen pensar en los ciclos que la envuelven, que de la tierra vienen y que de alguna manera la vida siempre encuentra su camino.
“Cuatro”
El fresco aire que recorre su piel le rectifica entre susurros que éste es su lugar y que éste es su ahora. Que ésta es su realidad.
“Tres”
Una mezcla de dulce y acidez en el aire le hace sonreír inconscientemente. Le conoce tanto, tan bien ahora.
“Dos”
El estallido una pequeña risita no muy lejos de ella es música para sus oídos. Solo una parte de la mejor sinfonía de la que sus sentidos han sido testigos.
“Uno”
La brillante luz del atardecer le impacta en el segundo inmediato que sus ojos se abren haciendo su vista invertir otros más en ajustarse al nuevo entorno en que se encuentra.
“¡Lista o no allá voy!” Grita la peligra mujer poniendo ambas manos alrededor de su boca para hacer su voz crecer entre los campos.
Carmilla camina entre las parras de los viñedos lentamente, como si de un gran felino no queriendo despertar sospechas de su presa se tratara. Dando lentos pasos, para mantenerse estable entre el lodo y evitar caerse, se mueve agraciadamente por los pasillo cortando camino en medio de algunos de ellos.
Un movimiento en la comisura de su ojo derecho capta su atención y gira de inmediato en un rápido desplazamiento que le hace chocar contra otro cuerpo.
“¡Hey!”
“¡Hey!” Carmilla no puede evitar la sonrisa que le aparece en el rostro cada vez que tiene frente a ella a la rubia. Esa que reserva solo para ella.
“¿Buscabas algo?” Pregunta Laura con una inocencia fingida.
“Hhhm-umm. Pero, ¡Hey!, no me quejo con lo que encontré” Responde la pelinegra rodeando la pequeña cintura de la mujer que suelta un pequeño chillido entre risas cuando siente el frío de las puntas de los largos dedos de Carmilla sobre su piel.
“¡Ah! Así que soy un buen premio de consolación” Bromea la rubia mientras se abraza al cuello de la mujer que la sostiene.
“El mejor de todos” Dice la peligra antes de ir tras los labios de su esposa.
Esposa. Después de tantos años Carmilla no puede dejar de pensar lo bien que se siente decir eso. Su esposa. Tan suya como la pelinegra lo es de Laura.
Lo que había iniciado como un pequeño e inocente beso, se ha convertido ahora en un arranque apasionado; un duelo de ambas mujeres por mantener el poder de los movimientos entre ellas. Tanto Laura como Carmilla quieren demostrarle a la otra lo que su amor significa; no es que no haya momento en que no lo hagan, pero para ambas mujeres no perderán la menor oportunidad para hacerlo. Nunca.
“¡Yuuuuuuuuk!” Exclama una pequeña vocecita interrumpiendo el agitado beso.
Carmilla no suelta a Laura pero detiene el beso de inmediato posando su frente contra la de su esposa. Laura hace lo mismo con los ojos cerrados y una enorme sonrisa, esa que le da vida a la pelinegra cada vez que la ve en su rostro.
“¡Oh! Tú también quieres besos” Carmilla suelta repentinamente a Laura para levantar entre sus brazos a una diminuta niña con largos caireles color marrón que se encuentra junto a ellas y atacarla con besos por toda la cara. La niña ríe intentando defenderse del embate de su madre.
Madre. Para Carmilla es tan nueva esa palabra como si de un concepto desconocido se tratara, por supuesto que nada que tenga que ver con el desprecio de la mujer que biológicamente le dio vida. No, aprender a ser madre le ha costado tantos años y al mismo tiempo ha sido tan fácil como cuando tuvo a ese pequeño ser entre sus manos; que tener una basta noción de lo que ser madre evoca no puede tener un solo significado. Pero la manera en la que se siente, esa, esa jamás podrá ser superada por ninguna otra palabra dicha.
Laura mira maravillada a las dos mujeres que más felicidad le han dado en la vida y no puede evitar reír ante las tontas acciones de su esposa con su hija. Carmilla puede ser tan indiferente ante los demás, ir por la vida con tanta seguridad y principalmente, intimidando a cuanta persona se le pone en frente; pero se permite ser ella, la verdadera ella siempre frente a Laura y su hija.
Laura jamás ha estado tan nerviosa como este día, quizás el día de su boda; pero sin menospreciar esa ocasión, ésta decisión tiene un significado especial. La rubia ha caminado en círculos en la habitación que se encuentra por más de media hora esperando que su esposa regrese de uno de sus viajes.
Laura sabe lo cansada que Carmilla suele regresar de cada uno de ellos, física y mentalmente pero la rubia no puede aguantar más, no puede seguir manteniendo todo esto en secreto; necesita decírselo a su esposa y solo esperar, rogando en su interior, que lo reciba de la mejor manera.
La pelinegra apenas está despojándose de su abrigo cuando Laura suelta la bomba.
“Quiero tener hijos”
Mucho para aguantar un segundo más sin que esas palabras dejen su boca.
Al instante que la frase retumba en sus oídos la prenda de vestir cae de las manos de la pelinegra, casi como lo hace su quijada.
“Lo sé, sé que es repentino, sé que jamás lo hemos hablado antes; sé que es una decisión muy importante. Pero también sé que podemos hacerlo, quiero hacerlo y quiero que tú estés conmigo en todo el camino que tengamos que recorrer para hacerlo realidad”
Carmilla mira a su estresada esposa y su sorpresa se convierte en comprensión. En un santiamén la pelinegra se acerca a Laura para tomar sus sudorosas manos entre las suyas y hacer que su vista clavada en el suelo se dirija a ella tras un pequeño apretón para llamar su atención.
Laura está casi al borde del llanto. Y no, Carmilla jamás dejará que esas lágrimas caigan a no ser que sean de alegría.
“No quisiera hacer esto con nadie más” Responde la pelinegra con una sonrisa antes de besarla.
De inmediato sus palabras hacen a su esposa copiar su gesto y las lágrimas que al final logran escapar de sus ojos son, en efecto, de alegría.
Cuando la niña suplica por respirar entre risas, Carmilla detiene la sesión de besos antes de poner a la niña cuidadosamente en el piso.
“¡Gané! ¡Te encontré y he ganado!” Grita Carmilla levantando los brazos al aire con los puños cerrados en victoria. Sí, esa es su esposa, la dork de su esposa, piensa Laura y su sonrisa se hace más grande.
“¡No es justo! Solo me encontraste porque habías tardado mucho y vine a ver por qué” Contesta la niña haciendo el puchero más grande de la tierra. Labio inferior sobresaliendo de su boca, brazos cruzados al frente y una pequeña patadita al suelo.
Carmilla ha visto muchas veces ese mismo gesto en su esposa cuando la peligra le niega algo; lo que generalmente solo suele durar unos segundos antes de que la mujer se rinda ante los deseos de la rubia. O mejor dicho, de ambas.
La pelinegra suelta un hondo suspiro porque ya desde ese momento sabe que ha sido derrotada una vez más.
“Bieeeen. ¿Una ronda más?” Pregunta Carmilla poniéndose al nivel de su hija que en abrir y cerrar de ojos vuelve a tener una sonrisa en su rostro y se avienta a los brazos de su madre. Y sí, la peligra sabe que hará cualquier cosa por poner eliminar cualquier rastro de tristeza en la cara de las pequeñas dueñas de su vida.
Laura también lo sabe.
El repiqueteo de una campana llama la atención de las tres y la pequeña salta de los brazos de su madre para moverse a pasos apresurados hacia el lugar de donde proviene el sonido; no sin antes gritar un ‘¡Carrera!’ como reto a sus madres.
Carmilla ve con aprehensión los rápidos movimientos de la niña y Laura pone una de sus manos en su hombro para reconfortarla. No es la primera vez que la pelinegra muestra su miedo porque su pequeño retoño se lastime, sobretodo con esa tendencia de sus amores por chocar contra todo y caer ante el más mínimo torpe movimiento.
“Es hora de la cena” Dice Laura llamando su atención.
La pelinegra se levanta nuevamente para besar a su esposa cuando ve a la pequeña llegar a salvo a la terraza de la casa. Si hay algo de lo que jamás llegará a cansarse es tener los labios de la rubia entre los suyos.
“Podríamos adelantar el postre” Sugiere Carmilla con su muy acostumbrada mirada seductora y la rubia no puede evitar lo frágil que se sienten sus rodillas ante ella. Aunque en realidad, no es necesario el gesto para que su esposa la haga sentir mariposas en el estómago aún con todos los años que ya han pasado juntas.
“Mmm. Tengo una mejor idea para eso, pero después de la cena” Laura corresponde el beso pero lo detiene antes de que se vuelva una situación comprometedora.
A pesar de no querer separarse de su esposa, Carmilla lo hace lentamente antes de contestar a su propuesta.
“Adelántate. Yo aún necesito encontrar mis botas y en seguida voy a la casa”
En cuanto Laura se gira para encaminarse hacia la casa, la pelinegra aprovecha para darle una pequeña palmada en el trasero a lo que su esposa grita en sorpresa.
“No tardes” Responde la rubia al gesto guiñando un ojo a su esposa.
Nunca, piensa Carmilla mientras ve a su cupcake caminar con un movimiento de cadera extra que la pelinegra está segura su esposa hace solo para embrujarla un poco más. Funciona por completo.
Carmilla limpia sus manos en sus jeans desgastados y camina hasta el viejo árbol al inicio del viñedo donde ha dejado sus viejas botas de la suerte que ahora viste solo cuando se encuentra en casa.
Casa. Carmilla jamás pensó que algún día podría llamar a un solo lugar suyo; mucho menos, que algún día tendría un espacio que pudiese brindarle todo lo que esa idea significa. Pero la pelinegra está segura que ello tiene más que ver con el hecho de las personas que le rodean, mucho más de lo que físicamente representa.
Lo sabe, cuando después de limpiar sus pies y ponerse los viejos zapatos se recarga un minuto sobre el tronco de ese árbol para ver a lo lejos a Laura cargar entre sus brazos a su hija.
Es ahora Carmilla la que no puede con la ansiedad que le recorre el cuerpo e intenta expulsarla con el constante movimiento de su pierna izquierda.
Es ahora Laura la que pone su mano sobre la rodilla de la pelinegra para detener la actividad y resarcir a su esposa.
Después de hablar al respecto, ambas mujeres decidieron que su mejor opción sería la adopción, por más que el sueño de tener una pequeña Laura o una pequeña Carmilla corriendo alrededor de ellas es atractivo; las dos prefieren darle la oportunidad de una familia a uno de esos pequeños e indefensos seres que no merecen más que una vida llena de amor. Y lo saben, ambas saben que una familia no proviene de compartir la sangre, sino del cariño y protección que hay entre las personas que la conforman.
“Laura, Carmilla; pasen por favor”
Es la señorita Ouaknine, sucesora de la señora Jordan en el hospicio donde Laura creció, la encargada de llevarlas hasta los pasillos del inmueble.
“El señor Vordenberg me ha puesto al tanto en todo, así que el papeleo no será ningún problema. Ha sido una verdadera bendición que su solicitud llegara en este momento; hace apenas unas semanas hemos recibido una pequeña de apenas ocho meses. La policía la ha encontrado abandonada en un apartamento después de que los vecinos llamaron a emergencias al escuchar su llanto. Al parecer llevaba días ahí, sin comer y sin vigilancia. No hay rastro de sus padres, no hay registro de su nacimiento, lo más probable es que haya nacido en casa”
La señorita Ouaknine abre la puerta de una pequeña habitación y el corazón de Carmilla lo sabe inmediato, sabe que la pequeña morena recargada en los frágiles barrotes de la blanca cuna balbuceando sin cesar tiernos ‘glu,glu,glu’s’ es su hija.
Cuatro años han pasado ya desde que la pequeña llegó a sus vidas y ni un solo día, ni Carmilla, ni Laura se han arrepentido de la decisión.
“Es difícil verle crecer ¿No?”
Carmilla salta un poco cuando escucha la grave voz a un lado de ella. Con una tímida sonrisa, que el hombre regresa, asiente mirando de nuevo a los amores de su vida.
“Y no sabrás lo duro que será cuando comience a pedir permiso para salir a romper corazones” Bromea Sherman dándole pequeños golpecitos en el hombro.
La pelinegra no puede evitar el gruñido que sale de su garganta y el hombre se ríe a carcajadas ante la reacción.
“Yo no reaccioné mejor que tú, pero para eso estamos los viejos; para que ustedes jamás cometan nuestros errores. Ama y cuida a esa niña sin empujarla a alejarse de ti”
La tristeza en el tono de voz del señor Hollis le recuerda a Carmilla la historia que comparten juntos. Viendo la línea recta que los labios de la pelinegra forman en respuesta el hombre continúa.
“No me malentiendas, no cambiaría a mi Laura y ni a ti por nada del mundo” El hombre abraza a Carmilla dando un pequeño beso a un lado de su cabeza. “Quizás habré perdido una hija, pero la vida me recompensó con dos en consecuencia. Es un trato que firmaría cualquier día”
El señor Hollis jala a la pelinegra para comenzar a caminar hacia la casa pero a medio camino Carmilla lo detiene para abrazarlo fuertemente.
“Vamos, vamos. Que no queremos hacer esperar más a la familia” Dice Sherman con unas palmaditas en la espalda de la mujer “Aunque estoy seguro que no nos salvaremos de un buen regaño” El hombre concluye con una risa que Carmilla imita.
Sherman Hollis es un hombre muy sabio, por los años y las experiencias en su vida ha aprendido muchas cosas; una de las más importantes es jamás llegar tarde a la cena. Tal como lo predijo esa misma sabiduría, la pelinegra y el señor Hollis son recibidos con un regaño.
“¡Ya era hora! ¿Pero dónde andaban ustedes? La comida está a punto de enfriarse ¡Siéntense ya!”
Entre toda esa riqueza de conocimientos que posee Sherman Hollis, la que ocupa la primera posición es nunca poner resistencia a las órdenes de Lilita Morgan.
El señor Vordenberg se encuentra sentado en su característica silla en el pórtico de la casa cuando la camioneta de la pareja se estaciona en la entrada.
Es la rubia la primera en descender del vehículo y rápidamente le da un abrazo al hombre que la recibe con los brazos abiertos.
“Cupcake, Cupcake. Tranquila” Dice el hombre cuando siente las lágrimas de la mujer sobre su hombro.
Cornelious Vordenberg sabe lo difícil que son algunas de las misiones para la rubia; por eso siempre que espera su regreso hace que Dean haga sus horneadas delicias para reconfortarla.
Una agotada Laura es llevada en brazos por Zeta hasta su recámara y aunque Kitten quiera hacer algo al respecto, sabe que lo mejor es que la rubia descanse para sacar toda agitación mental.
“Ellos estarán bien ¿Verdad?” Pregunta Carmilla en cuanto toma asiento junto al señor Vordenberg que no ha abandonado su lugar.
“Vivirán su vida con más tranquilidad gracias a ustedes, sí.”
El señor Vordenberg mira al cielo con tal pasividad que la pelinegra quiere gritarle por ello.
“¿Es así de difícil siempre?”
“Siempre es difícil alejarte a alguien que amas, siempre es difícil alejarse de tu familia.”
Kitten no sabe qué mas puede decir, es cierto que en los últimos días ha sentido el amor de una familia que jamás había tenido antes, pero esa familia no es suya.
“Ellos no…”
“Es mi turno de preguntar,” Dice el señor Vordenberg poniendo un alto a las palabras de la pelinegra “¿Se siente bien?”
“¿Ayudar a otros? Supongo.” Responde Kitten encogiendo los hombros en un todo un tanto relajado, o al menos quiere aparentar que así se siente.
“No. Tener a alguien que te importe tanto como no querer irte de su lado jamás.”
“Teníamos qué, para eso nos contrató el señor Hollis.”
“No hablaba de ellos.”
La mujer sabe muy bien a lo que se refiere el señor Vordenberg. Cupcake.
“No sé a donde nos llevará todo esto.” La pelinegra masculla las palabras.
“Yo sí,” Exclama de inmediato el señor Vordenberg con una sonrisa en los labios “ A su verdadero destino, a dónde pertenecen. De regreso a la familia que se han ganado.”
“Ella no es Laura, yo no soy Carmilla.”
“¿En verdad es tan importante el nombre?” El hombre mira por primera vez a Kitten “¿Amarías más a Cupcake si su verdadero nombre fuese Laura? ¿Crees que ella te amaría más si tu nombre fuese Carmilla?”
La pelinegra no puede contestar esa pregunta. Ninguna de ellas.
“Te enamoraste de ella por quien es, se enamoró de ti por quien eres y ese par de viejos las aman por los días de amor y alegrías que les entregaron. Un nombre no dicta lo digna que eres del amor que los demás te demuestran.”
Las palabras del señor Vordenberg golpean profundamente a kitten. No, un nombre no importa.
“Así que creo que ya tienes tu respuesta, Kitten, o mejor dicho, Carmilla. Ellos estarán bien porque ustedes estarán ahí para ellos.”
Carmilla toma asiento junto a su esposa mientras los platos comienzan a recorrer la mesa.
“¡Hey!”
“¡Hey!” Responde Laura tomando la cara de su esposa entre sus manos atrayéndola para darle un pequeño beso de bienvenida.
“¡Ugh! Se acaban de ver hace cinco minutos” El tierno gesto es interrumpido por una extraña voz proveniente del asiento frente a la pareja.
La pelinegra sigue besando a su esposa brevemente y mira a su hija lo suficientemente distraída como para poner atención al breve movimiento que su dedo medio hace como respuesta a la burla.
“Siempre desbordando clase.” Contesta la pelirroja.
“¿De qué nos perdimos?” Cuestiona la alta policía mientras su compañero, de trabajo y vida, entra detrás de ella como el cachorrito enamorado que es.
“Nada nuevo, Laura y Carmilla succionando sus caras en plena mesa”
“¡Oh, dios! ¿No pueden esperar al menos a que todos terminemos de comer?” Pregunta la alta mujer poniendo el gran plato con puré de papas al centro de la mesa antes de sentarse “No, esperen, creo que eso saldría peor.”
“¡Ah, claro! Como si tú y el cachorro se comportaran mejor.” Provoca Carmilla a la mujer que de inmediato siente sus mejillas pintarse de rojo.
“Oh, oh, oh. ¡Ahí nos tiene D-Bear!” Grita el alto hombre obteniendo una carcajada de todos en la mesa.
“Basta, basta de tanta charla. Lilita y yo no nos esmeramos tanto en la cocina como para que la cena se arruine.” La pelirroja de rizos aplaude poniendo orden en la mesa mientras mira en complicidad a su pareja que se levanta de su asiento tomando una copa para golpearla delicadamente con un cuchillo y atraer la atención de todos.
“Antes de iniciar, queremos compartir algo; seré breve porque sé que todos tenemos hambre” La pelirroja toma la mano de la pelirroja de rizos para besarla antes de mostrarla al centro de la mesa “¡Anoche Perry dijo que sí!”
La mesa de inmediato estalla en aplausos y gritos de emoción. Laura se levanta de inmediato para felicitar a la pareja y Sherman es el primero en levantar su copa e invitar a todos a hacer un brindis por la felicidad de las pelirrojas.
“Los voy a extrañar a todos ¿Sabes?” Cupcake y Kitten se encuentran recostadas en el cuarto de la pelinegra, la rubia tiene su cabeza encima del pecho de Kitten mientras ésta juega con su cabellera.
“Lo sé, pero vendremos a visitarlos y el mismo señor Vordenberg dijo que habrá algunas misiones en las que podremos participar aún” Responde la pelinegra dándole un pequeño beso en la frente.
“Es solo que ellos siempre han sido mi familia”
“Y siempre lo serán, cupcake” Kitten levanta el rostro de la rubia para besarla. El beso se convierte cada vez más apasionado y las manos de ambas mujeres comienzan a recorrer sus cuerpos.
“¡Estamos todos listos!” LAF abre la puerta con tanta rapidez que Cupcake termina golpeando a la peligra cuando intenta sacar su mano de los pantalones de la pelinegra. Estúpidos y apretados pantalones de cuero. “¡Aaaaaarrrrgghhh, Mis ojooooooos!” De inmediato la pelirroja pone ambas manos encima de sus ojos como si de algo tóxico se tratara la escena.
“Bueno eso y más te mereces” Responde Carmilla sobando la parte inferior de su quijada dónde está segura pronto habrá un gran moretón multicolores. “Creí que después de tantas veces ya habrías aprendido a tocar.” Jadea la peligra girando los ojos cuando ve a Laura sonrojada.
“Cinco minutos, abajo, todo está listo.” Apresura las palabras LAF saliendo del cuarto casi chocando con la puerta pues no ha quitado las manos de su rostro.
“Uh, es mejor que bajemos de inmediato; no quiero ni imaginar qué será lo que LAF les diga a los demás.” Dice la pequeña rubia intentando levantarse de la cama.
“Pero dijo cinco minutos.” Gimotea Carmilla tomando a Laura de una mano y con un rápido movimiento se posa encima de ella poniendo sus manos por encima de su cabeza.
La rubia se derrite en el momento en que los ojos seductores de la pelinegra se centran en sus labios y lentamente se acerca para comenzarla a besar. Laura devuelve el gesto de manera automática.
“¡Es hora!” Se escucha la voz de T.A. mientras golpea con tanta fuerza que hace a la rubia aventar a la pelinegra lejos de ella.
“¡Ugh! Juro por Dios que los odio tanto” Masculla Carmilla mientras mira el techo del cuarto. Aunque sabe que no está ni cerca de la verdad.
Ambas mujeres bajan las escaleras y se dirigen afuera de la casa tomadas de la mano.
“¿Pero qué es esto?” Pregunta la pelinegra levantando una de sus perfectas cejas en cuanto llegan a la puerta principal.
“La mudanza.” Responde Zeta pasando a un lado de ella con una caja llena de balones y banderines deportivos.
“¿Y para qué necesitamos un camión tan grande?” Es Laura la que también confundida cuestiona.
“Porque todas las cosas no caben en la camioneta.” Contesta ahora Dean caminando con otra pesada caja de cartón rebosante de moldes para hornear. En un santiamén LAF se acerca a ella para ayudarla, a lo que la pelirroja contesta con un ‘Gracías, cariño’ que hace que la primera casi tropiece en el camino.
Aunque el gesto no pasa desapercibido por la pareja en la puerta ambas piensan que ya habrá tiempo para hablar respecto a ello. Carmilla en realidad piensa que será material suficiente para molestar a LAF toda su vida. Lo importante ahora es saber qué hace el gran camión de mudanza estacionado en el garage.
“¿A qué se refieren con ‘todas las cosas’?” Insiste Carmilla.
“¡Oh!, Miss Carmilla, no habrá pensado que dejaríamos que se fueran de aquí sin nosotros.” Bookworm es ahora el que interviene pasando una caja con libros a T.A. que la toma como si estuviera llena de algodón. “¡Oh, si lo pensó!” continúa el hombre frunciendo el ceño.
“¡Oh, no! No, no, no, no. No hay manera en que Lilita y Sherman acepten que vivan con nosotros.” Responde la pelinegra con una mirada retadora que hace que el hombre se tambalee unos pasos atrás.
“Ellos no vivirán con ustedes” La voz del señor Vordenberg se escucha detrás de la pareja y ambas giran perplejas al hombre.
“Pero la casa…” Comienza a cuestionar Laura.
“Esta casa es simplemente un inmueble, Cupcake. Lo que nos hace el escuadrón de los sueños no tiene que ver con dónde residimos, sino lo que podemos hacer juntos.” El hombre sonríe tiernamente a la pareja. “Así que si están todos listos, es hora de partir.”
“¡Vaya! Veo que la buena noticia ya ha sido anunciada” El señor Vordenberg entra a la habitación descansando en su bastón.
“Lamento que nos hayamos perdido el momento, pero ya sabrán ustedes lo difícil que es terminar una charla con el Señor Colantoni” Declara J.P.
“Aja, y más cuando Will se encuentra con él en la sastrería en su día libre.” Bromea LaFontaine subiendo y bajando sus cejas de manera cómica, haciendo al hombre sonrojarse furiosamente.
“LaFontaine, Perry. ¡Muchas Felicidades!” Exclama Cornelious intentando auxiliar a su protegido y abriendo sus brazos para que la pareja de inmediato se funda en un abrazo con él.
“¡Bueno, bueno! Bienvenidos y todos a comer que la cena ya ha se ha enfriado lo suficiente.” Dice Lilita aplaudiendo para llamar la atención de todos. Los habitantes en el comedor rompen en carcajadas mientras comienzan a intercambiar platos para servir los deliciosos manjares.
“Ok, entiendo lo de la casa y entiendo que vivir en Styria nos ayudará a seguir con las misiones; lo que no entiendo es cómo lo tomarán Lilita y Sherman.” La rubia rompe el silencio que invade la camioneta.
Bookworm va piloteando el vehículo, mientras que junto a él se encuentra un sonriente Cornelious Vordenberg. El asiento trasero va lleno de la pareja pelirroja, Carmilla y Laura.
“Cupcake, ellos no saben nada más que su propia verdad” Responde el señor Vordenberg mirando sobre su hombro hacia el asiento trasero. “Para Lilita, LAF es su chofer LaFontaine, Dean es Perry es la asistente del nuevo Juez de Styria Bookworm o mejor dicho, J.P. Armitage; y la pareja manejando nuestra mudanza son los policías Danny Lawrence y Wilson Kirsch.”
“Uh, eso tiene… sentido, en realidad.” Responde Carmilla asintiendo lentamente.
Terminada la cena, y después de que Perry ha hecho a todos ayudar a levantar la mesa, todos se dirigen a la sala de estar.
Kirsch se encuentra perdiendo una partida de ajedrez ante una sonriente Danny.
Lilita y Perry se encuentran intercambiando más recetas, y después de tantos años uno creería que ambas mujeres habrían ya revelado todos sus secretos, pero no.
El señor Hollis y el señor Vordenberg están junto al viejo tocadiscos recordando viejos tiempos y anécdotas mientras J.P a su lado ambienta toda la habitación con sus discos de acetato.
Laura se encuentra con la pequeña niña en su regazo leyendo el tercer libro de la saga de Harry Potter, el favorito de ambas.
“¡Pero mira nada más qué ojos! Es como si los hubiera heredado de Laura.” Lilita se encuentra haciendo unas divertidas caras a la bebé que ríe sin parar entre los brazos de su rubia nieta.
“¡Y las cejas! Esas definitivamente las sacó de Carmilla.” Interviene Sherman moviendo una colorida sonaja entre sus manos para llamar la atención de la criatura que de inmediato detiene la carcajada para mirar detenidamente el objeto. Y sí, aún con ocho meses pareciera como si levantara esa ceja de la misma manera tan característica de su pelinegra madre.
Carmilla sonríe ante las aseveraciones de ambos, es ridículo como el par de abuelos intentan encontrar parecido con ella y su esposa, aún cuando saben que no hay ni un solo gen de ellas en la niña.
“¡Dios, hijas, es hermosa!” Dice la anciana tomando a la bebé de los brazos de Laura.
“Nuestra pequeña… uhm… pero estamos tan enamorados de ella con solo un minuto de conocerla que ni siquiera hemos preguntado su nombre.” Exclama el señor Hollis entre risas.
Laura mira a su esposa con esa enorme sonrisa que significa todo para la pelinegra y Carmilla de inmediato asiente respondiendo con el mismo gesto.
“Hemos decidido llamarla Eileen.” Dice Laura haciendo que ambos adultos la miren con lágrimas amenazando salir de sus ojos.
La abuela mira a los ojos a la bebé quien tiene uno de sus diminutos puños en su mano.
“Bienvenida a casa, Eileen” Declara la mujer con una entrecortada voz antes de besar su frente. “Espero que no nos des tanta lata como tu abuela.” Bromea Lilita intentando aligerar el ambiente.
“¿Pero de qué hablas, Lilita Morgan? Su abuela era un ángel” Sherman dice tomando a la niña entre sus manos “¡Y tú lo serás también, ¿Verdad?” el hombre agita un poco a la bebé que de inmediato comienza a quejarse y a gimotear.
“¡Oh, eso definitivamente lo heredó de Laura.” Concluye la abuela.
Carmilla está en la puerta de la terraza de la hacienda mirando la escena frente a sus ojos. Su familia, toda su familia se encuentra en aquella habitación y la peliengra no puede más que sentirse plena por completo.
Familia. Carmilla jamás pensó tener personas a las que pudiera referirse como ello. Pero eso es lo que son ese conjunto de humanos ahí. Los que han dado sus días por convertir sus penas en alegrías. Los que han compartidos tantas experiencias, buenas y malas pero siempre han estado ahí. Los que le han querido y aceptado por todo lo que es, con sus grandes virtudes pero también con sus grandes defectos. Por los que cada día por las mañanas al despertar agradece tener en su vida.
Dentro de todo el desorden que la sala es, su mirada parece siempre encontrar a la dos razones principales de tanta felicidad en su vida. Laura y Eileen parecen tan envueltas en la lectura como si un aura celestial las rodeara y sí, Carmilla concuerda con Sherman Hollis en que Eileen es como un ángel; no que su esposa sea muy diferente, pues entre ambas son el cielo personal de la pelinegra.
“Esperaba que algún día dejarás de babear por Laura”
Carmilla voltea a un lado girando los ojos mientras toma la copa de vino que LaFontaine le ofrece amigablemente. La pelirroja sostiene una igual entre sus manos.
“Será el mismo día que tú dejes de babear por Curly Sue.” Replica la pelinegra con una sonrisa complacida antes de beber un sorbo del vino.
“¡Ja! Brindo por eso.” Exclama LaFontaine chocando su copa con la de Carmilla.
Laura suelta una gran carcajada gritando algo como ‘¡No, Hufflepuff es mejor!’ que hace a Carmilla sonreír ante la acción. La rubia a tenido acaloradas discusiones con su hija desde que descubrieron que Eileen era una Ravenclaw de pies a cabeza.
“Aún después de tantos años tu esposa sigue siendo toda una nerd” Declara la pelirroja entre risas.
Carmilla frunce el ceño ante la oración. Esposa. Sí, Laura es su esposa; pero en tantos años aún hay una pequeña vocecita dentro de la pelinegra que le grita que a pesar de saber que un papel no dicta lo que siente por la rubia, sería diferente si su unión fuese de verdad y no parte de todo el elaborado plan que orquestaron para la abuela.
“¿Qué está pensando esa loca cabecita tuya?” Pregunta LaFontaine cuando ve la concentración de la pelinegra.
“Ahm. Nada.” Masculla Carmilla antes de dar otro trago a su copa.
“¡Vamos! Creí que por todos los años que tenemos de conocernos ya podríamos considerarnos amigas.” Dice la pelirroja chocando su hombro contra el de la pelinegra.
Amigos. Aunque no era algo que planeara, todo el Escuadrón de los Sueños se han convertido ahora en sus amigos. Sí, incluso con todos los sobrenombres de por medio que siguen habiendo entre ella y Danny. Clifford sigue siendo su favorito.
Carmilla suspira hondamente.
“Quizás te suene tonto lo que diré,” la pelinegra gira los ojos cuando ve a LaFontaine asentir tomando un trago de su copa pero la sonrisa detrás del cristal le hace continuar “amo a Laura y sé que a pesar de todo no cambiaría nuestra vida juntas; solo que, hay veces que quisiera que nuestra boda, nuestro matrimonio, no hubiese sido mentira. Que no hubiera sido un simple papel sin valor que firmamos por hacer feliz a Lilita y a Sherman, que tuviera verdadera validez y fuera mi esposa de verdad.”
La pelirroja mira ahora a Carmilla como si a la mujer le hubiera brotado otra cabeza de repente.
“¿De qué demonios estás hablando?”
La pelinegra intenta moverse de su lugar pero LaFontaine le cierra el paso de inmediato.
“No, Karnstein, no estoy intentando hacerte sentir mal porque al parecer, uh, eres aún más cursi de lo que pensaba” Carmilla gira ahora por completo su cabeza en fastidio pero la pelirroja corta la acción poniendo una de sus manos sobre su antebrazo “pero no puedo creer que después de tantos años sigas pensando que tu matrimonio con Laura es falso.”
“Pero… tú dijiste que ustedes habían encontrado la solución a la boda y fue J.P. quien se encargó de la ceremonia haciéndose pasar por el Juez.” Dice una anonadada pelinegra.
“Carmilla, Carmilla; sí encontramos la solución. J.P. estudió leyes y tiene todo el poder para casarlas legalmente.”
La quijada de la pelinegra cae por completo ante la nueva información no entiendo cómo es que tal detalle se ha escapado de su conocimiento.
“¿En verdad creías que durante todos estos años la gente de Styria simplemente dejaría trabaja a J.P. como juez en sus oficinas sin pedir sus credenciales para ejercer?”
“Pero el señor Vordenberg tiene mucho poder y siempre estamos haciendo papeles ‘falsos’ para trabajar y…”
“Oye, no. Rompemos algunas reglas pero jamás quebrantaríamos la ley.” La pelirroja frunce el ceño visiblemente ofendida “Creí que el señor Vordenberg te había aclarado que no hay nada ilegal en nuestras acciones.”
Carmilla asiente lentamente recordando su primera plática con Cornelious; el señor Vordenberg le dijo en verdad que nada de lo que hacían era ilegal.
“Así que…” Murmura la pelinegra saliendo poco a poco de su atónito estado.
“Yup. Laura y tú han estado casadas legalmente desde que se dieron el sí.”
Los hombros de Carmilla caen de manera exagerada pues un sentimiento de alivio le embarga de manera extraordinaria. Casadas. Ella y su cupcake han estado casadas desde hace años y por dentro esa estúpida vocecita por fin puede callarse por completo para dejarle de molestar.
“Espera, ¿Cómo creíste entonces que Laura y tú pudieron adoptar a Eileen?” Pregunta intrigada LaFontaine.
“Uh, la señorita Ouaknine dijo que el señor Vordenberg se había encargado de todo… yo pensé que…”
“Ajá. Claro que se encargó de todo, él y J.P. enviaron el acta de matrimonio y todos los papeles que fueron requeridos.”
La pelinegra asiente nuevamente hasta que algo le golpea.
“Un momento, dentro de los demás papeles deberían estar nuestras actas de nacimiento y quizás Sherman haya podido dar la de Laura pero no hay forma de que hayan podido entregar la mía.” Cuestiona Carmilla a su amiga con severidad.
“¡Ah, sí! Respecto a eso, eh, puede que una despistada asistente del abogado que llevaba su caso de adopción perdiese algún papel haciendo el trámite justo cuando chocó contra otra pelirroja alta y ruda; y dicha asistente haya tenido que llorar por la desesperación de que su jefe quizás la corriera de su trabajo causando que el agente que recibió los papeles pasara por alto el detalle cuando vio el nombre del señor Vordenberg entre los testigos respaldando la adopción y omitió la falta en agradecimiento de haber sido uno de los niños que vivió en su orfanato antes de encontrar una familia.”
LaFontaine toma una enorme bocanada de aire después de todo el relato que ha salido de su boca para después refrescarla robando la copa de la mano de Carmilla pues la suya se encuentra ya vacía.
Carmilla parpadea un par de veces queriendo entender lo que la pelirroja le ha hecho saber.
“Papeles perdidos… así que… nada fuera de la ley.”
“Nope.” Responde LaFontaine sonando de más el pop al final.
La pelirroja se disculpa por un momento diciendo que necesitan más vino y la pelinegra se queda en su lugar mirando nuevamente a su alrededor.
En su plática con LaFontaine, Carmilla había pasado por alto que William había llegado a la hacienda y se encontraba ahora platicando en un rincón con J.P. quien tímidamente le tomaba de la mano.
Danny y Perry se encuentran jugando una tranquila partida de poker y por la cara de la alta pelirroja se nota que va perdiendo ante la astucia de Lola.
Kirsch se encuentra ahora entre el señor Vordenberg y Sherman quienes tienen una acalorada riña sobre quién ganará la siguiente copa en Austria. Honestamente, Carmilla ni siquiera sabía que había una liga oficial en el país; pero es divertido verlos cada fin de semana ataviados en sus camisetas, verde la de Cornelious y morada la de Sherman, gritando a la enorme pantalla que la pequeña Eileen ha convencido a su abuelo de comprar para ver sus dibujos animados favoritos. En realidad es ahora el señor Hollis el que pasa más tiempo viendo sus deportes; eso, hasta que Lilita lo corre de la sala para ver sus series de Netflix. El mejor invento de la humanidad como lo ha bautizado la abuela.
Una exaltada Danny avienta las cartas en la mesa mientras Perry sonríe ampliamente en señal de victoria. La alta pelirroja se disculpa diciendo que va al baño y cuando pasa junto a los tres hombres platicando, el cachorro le toma del brazo para jalarla hacia él y darle un tierno beso en la frente con ánimo de calmarla. Funciona a la perfección, una sonrisa vuelve al rostro de la mujer antes de continuar su camino.
LaFontaine aprovecha la soledad de su prometida y se acerca a ella para servir más vino en su copa, pero es Lola la que le toma de la mano para atraerla y darle un beso en los labios.
Lilita está ahora sentada junto a Laura platicando tranquilamente, la pequeña Eileen se encuentra totalmente dormida entre los brazos de su madre. La abuela tiene una de las manos de su nieta entre las suyas y ambas mujeres visten sonrisas tan parecidas que no hay el menor rastro de la carencia de adn entre ellas.
Carmilla imita la misma sonrisa pensando en que en ese pequeño sillón en la sala contiene las tres mujeres que le cambiaron la vida.
Todos se despiden después de que LaFontaine, con más copas de vino de las que debería haber tomado, insiste en cantar la canción de Laura y Carmilla en un pésimo francés.
La pelinegra ayuda a su esposa a llevar a Eileen hasta su cuarto y después de cambiarla en su pijama, de Ravenclaw por supuesto, ambas se dirigen a su habitación. La misma habitación que compartieron en su primera visita a la Finca Hollis.
“Ugh, amo a nuestra familia; pero estas noches me dejan completamente exhausta.” Dice Laura dejándose caer en la cama después de cambiarse de ropa y lavar sus dientes.
Ya habiendo hecho lo propio, la pelinegra se encuentra leyendo uno de sus acostumbrados libros para antes de dormir. No es cierto, Carmilla no ha podido pasar de la misma oración pues desde su lugar ha visto embelesada cada uno de los movimientos de su esposa.
La mujer retira los lentes de lectura de su rostro para ponerlos en la mesita de noche antes de cerrar su libro y buscar que su esposa se acurruque junto a ella.
Laura sonríe ante el gesto y se acomoda entre los brazos de la pelinegra, aunque por un instante hace puchero al ver desaparecer los lentes de su cara. Carmilla con lentes se ha convertido en su Carmilla favorita en los últimos años. A pesar de haberla visto en situaciones mucho más sexuales y comprometedoras, esa siempre será la que más reacciones causa en ella. Quizás es porque cuando la ve así le recuerda todos los años que han pasado juntas, todo el camino que han recorrida de la mano y todo el gran amor que hay entre y alrededor de ellas. Quizás porque su esposa jamás los usa en público y eso la hace sentir privilegiada de que, inclusive después de tantos años, ella siga siendo la única que vea a la verdadera Carmilla, con todo y su vulnerabilidad; porque a pesar de contar con una belleza física de Diosa, lo más hermoso que tiene su compañera de vida es su alma.
Carmilla suspira contenta cuando las caricias de su esposa sobre sus abdominales comienzan a sentirse no tan inocentes. El PG-13 ha salido volando por la ventana en segundos.
“Uh, Cupcake, pensé que estabas muy cansada después de hoy.” Dice la pelinegra con una agitada voz entrecortada.
“Mmmm. Nunca para ti, Kitten.” Responde Laura besando y mordiendo el cuello del amor de su vida disfrutando cada pequeña reacción. “¿Tú?”
“Jamás, Cupcake.” Suspira la pelinegra antes de besar apasionadamente a su esposa.
Y la declaración de Carmilla no puede ser más honesta. Jamás estará lo suficientemente cansada como para no demostrarle a su cupcake lo mucho que le ama, por el resto de sus vidas.