Dreams Inc.

Carmilla (Web Series) Carmilla - All Media Types
F/F
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Summary
“¿Ellos logran su felicidad? Los ‘soñadores’”“Algunos por siempre, otros por un tiempo. Lo importante es que por unas horas sus fantasías se han hecho realidad. Si no supieras de nuestra existencia, que es tan sólo una ilusión, un acto ¿No querrías disfrutar de tu mayor sueño aunque fuera por unas horas?” O en el que una alma perdida es encontrada por un especial grupo de entusiastas que le invitan a trabajar con ellos.
Note
Hola, hola a todos :)Esta es una nueva historia que traigo para su deleite. Les cuento, hace muchos años que vi esta obra en vivo, y se convirtió en una de mis favoritas; y hace algunos meses me encontré con una versión que hicieron en película. Después de verla, no pude dejar de pensar en cómo sería tener a Hollstein en la misma situación. Así que esta historia está lejanamente basada en la obra de teatro 'Los árboles mueren de pie' del dramaturgo español Alejandro Casona. Les recomiendo verla o leerla después del fic pues sino se adelantarán en saber lo que pasa; aunque, claro está, hice cambios para adaptarla al universo de Carmilla. La advertencia es, la historia se desarrollará lentamente; así que tengan paciencia porque valdrá la pena. Hollstein siempre lo vale ;)Sin más, es un gusto volver a escribir para todos ustedes Creampuffs. ¡Les quiero! xoxoMckie P.D. Sigo en shock después del full trailer y no puedo esperar a que ya salgan los primeros 17 capítulos :D
All Chapters Forward

Solo por ti

 

El pecho de Carmilla se contrae ante la aseveración de la abuela. ‘Laura no está aquí.’ ¿Dónde demonios puede estar la rubia? La pelinegra no puede más que pensar miles de opciones que imposibilitan su objetivo de ser completamente honesta con Laura respecto a sus sentimientos.

La confusión en el rostro de Carmilla no es imperceptible para la anciana que gesticula con la mano para que Carmilla regrese sus pasos y se acerque a ella.

Tomando la cara de la pelinegra entre sus manos, Lilita le brinda una tierna sonrisa.

“Laura no está aquí porque está en la cava.”

“¿La cava? ¿Por qué está allá? ¿Está todo bien? ¿Ella está bien?” Cuestiona Carmilla con preocupación en su rostro.

La abuela deja soltar una risita. Lilita sabe lo mucho que la pelinegra se preocupa por sus semejantes; pero sabe que ese sentimiento es aún más profundo cuando del bienestar de su nieta se trata.

“Ella, está perfectamente bien. Laura está allá esperándote.” Dice la anciana convirtiendo su sonrisa a una un tanto maliciosa.

Carmilla está segura que la abuela debe traer algo entre manos. Como si no fuese bastante el que las haya orillado a aceptar casarse. No que la pelinegra esté contemplando reusarse a cumplir su palabra.

“¿Esperándome?”

“Sé que durante toda esta semana ustedes no han tenido tanto tiempo para disfrutar juntas; con toda la necesidad de sentir a Laura cerca de nosotros, te la hemos arrebatado un poquito. Así que pensé que sería una buena idea que esta noche cenaran solas, como si fuese su última cita antes del gran paso que darán mañana.”

Lilita toma las manos de Carmilla entre las suyas mirándola directamente a los ojos.

“Creo que es importante que siempre recuerden ese amor que se tienen y estoy segura que tienen mucho de qué hablar antes de mañana.”

Carmilla muerde su labio inferior no pudiendo contener la sonrisa que se asoma en su rostro. Lilita Morgan debe ser el ser más puro y santo; igualado quizás sólo por la rubia que ha ganado su corazón. Es imposible para ella que no pueda pensar en la broma del destino que ha puesto al cupcake y a la anciana en su camino; como si la vida le dijera a la pelinegra que el mundo tiene mucho más que ofrecer que aquél podrido panorama lleno de inmundicia que le ha tocado vivir. Jamás podrá descifrar qué ha hecho para tan solamente merecer la oportunidad conocer a tan buenos seres humanos.

La idea de que alguien tan inocente y admirable como Laura pueda corresponder sus sentimientos  hace que en su pecho haya una aceleración que nunca en su vida había experimentado. Al diablo el miedo y la incertidumbre, esta noche será la que Carmilla se presente tal cuál ante la rubia; esta noche será la que Carmilla se juegue todo por lo que quiere.

“¡Pero qué sigues haciendo aquí! No la hagas esperar más, anda a arriba a cambiarte que ambas sabemos que mi nieta no posee la virtud de la paciencia.” La anciana suelta a la pelinegra empujándola con sus pocas fuerzas rumbo a las escaleras.

Carmilla se detiene antes de comenzar a subir al segundo piso y gira sobre sus pies para abrazar sinceramente a la abuela que al inicio parece sorprendida por la acción pero que al final devuelve el gesto con el mismo entusiasmo que la pelinegra.

“Vamos, vamos, no desperdicies más tiempo.” Lilita se separa de Carmilla y nuevamente vuelve a incitar a la pelinegra para que siga su camino.

Brindando una enorme sonrisa y asintiendo, Carmilla continúa su viaje.

“¡Ah! Carmilla. Todas tus cosas se encuentran ahora en la habitación frente a la que compartías con Laura.” Admite la abuela a una confundida pelinegra que detiene sus pasos a mitad de la escalera.

Al ver la cara de desconcierto en la mujer, la anciana amplía su explicación.

“Pueden divertirse todo lo que quieran en su cita; pero nada de compartir la habitación esta noche; después de todo, es la última antes de su boda y hay tradiciones con las que estoy segura uno no debe arriesgarse a jugar. Nada de ‘cupcakes’, ni ‘kittens’ esta noche.” Concluye Lilita.

Carmilla deja caer su cabeza hacia atrás impulsada por la carcajada que la insinuación de la abuela le provoca. Al parecer la anciana mujer recuerda muy bien la manera en la que supuestamente la pareja se refiere una a la otra en la privacidad de su alcoba. La mujer niega con la cabeza y termina de subir los siguientes escalones, no sin antes prometer a Lilita que sus reglas serán acatadas.

Al abrir la puerta de su nueva habitación, la pelinegra puede ver parte de su ropa encima de la cama; los objetos más personales se encuentran sobre la mesa del tocador en medio del cuarto; pero lo que más llama la atención de Carmilla es el pequeño pero bello bouquet de flores blancas situado en la mesita de noche a un lado del pulcro lecho. Hay una pequeña nota debajo del arreglo floral y la pelinegra lo toma entre sus manos para leer la inscripción en él.

‘Es descortés presentarse a una cita sin un detalle.’ Se puede leer en el pequeño pedazo de papel blanco con letras escritas a mano, bajo una bella caligrafía que demuestra algo de temblor en sus líneas; es obvio que Lilita no ha perdido el toque de sus buenos trazos aún con el paso de los años que impiden la total nitidez de los mismos.

Carmilla puede casi imaginar a la abuela guiñarle el ojo ante las palabras en la tarjeta y la pelinegra se siente invadida nuevamente por un fuerte candor que le embarga el corazón al recordar todos los detalles que la anciana ha cuidado a la perfección para esta cita; y que, si así se ha esmerado con un acontecimiento tan pequeño, está segura que su boda con Laura será única.

Caminando hacia el baño, la pelinegra se apura a ducharse y prepararse para salir en busca de su cupcake, sin olvidar antes tomar el pequeño ramillete de flores para llevarlo con ella.

Es todo o nada. Hoy o nunca.

Casi con urgencia, Carmilla llega a la puerta de la cava. Se toma unos segundos para calmar su agitado respirar y acomodar bien sus vestuario. La pelinegra ha elegido sus desgastados jeans negros, una camisa del mismo tono y su chamarra de cuero; sintiendo que con ella puede tener algo de la suerte que siempre le ha traído, aunque un pequeño recuerdo le hace pensar que después de todo no es mucha, las palabras de Lilita resuenan meditando en que en verdad hay algunas tradiciones con las que no hay que vacilar.

La pelinegra azota las puntas de sus botas contra el suelo para que el exceso de tierra se desprenda de ellas y las limpia con timidez con la parte trasera de sus jeans. Su último gesto es respirar profundamente antes de saber que va a encontrarse con su destino.

Carmilla entra a la enorme bodega y puede ver, de espaldas a ella, a Laura parada frente a una mesa arreglada hasta el más mínimo detalle. Hay un par de platillos protegido con bandejas de plata reluciente que hacen juego con los cubiertos que se encuentran situados en orden a lado de cada uno de ellos. Al centro de la mesa hay un plateado candelabro con el mismo diseño que brilla con las olas de cálida luz proveniente de las velas en él.  Algunas más están situadas alrededor de la habitación, creando una acogedora atmósfera. Apartada de la mesa central se encuentran algunos otros elementos en los que no logra poner atención porque la pelinegra por un momento pierde el aliento cuando ve la escena completa ante sus ojos; cree que ni ella misma pudiera haber elegido mejor los prolijos pormenores de esta cita.

Lo que en realidad le roba la capacidad de respirar correctamente es la bella manera en la que las perfectas ondas miel de la cabellera de la rubia relucen ante el anaranjado ambiente que les rodea; tampoco ayuda la forma en la que la línea del rojo vestido de Laura parecen acariciar la espalda ampliamente descubierta de la rubia, un escote que se desvanece en la parte baja y hacen a las manos de Carmilla ansiar tocar; mucho menos, la manera en la que los altos tacones de los negros zapatos que viste el cupcake contornean sus exquisitas pantorrillas, que sólo logran producir que la boca de la pelinegra se seque por completo.

Todo aquél impulso de confianza que la plática con el señor Hollis le había brindado, se escapa del cuerpo de Carmilla cuando Laura gira un poco su cabeza, quedando de perfil a la pelinegra que puede notar la manera en la que los labios de la rubia se mueven a cierto ritmo como si estuviera hablando consigo misma. Esos estúpidos y besables labios rosas que Laura deja de mover para morder por un segundo.

Intentando calmar sus nervios, Carmilla camina con paso tímido hacia la rubia procurando hacer el menor ruido posible para no alertar a la rubia de su presencia.

Laura sigue balbuceando cuando comienza a caminar como si estuviera ensayando un discurso para la escuela, las manos de la rubia se mueven de un lado otro y a veces mueve la cabeza asintiendo y otras tantas niega con ella. La pelinegra no puede evitar pensar en que esos modos tan ‘de Laura’ son los que le han hecho caer por este pequeño ser humano; mientras la incontrolable sonrisa que emana de sus labios siempre que, tan siquiera, piensa en ella se hace presente en su rostro. ¡Dios, la ruda e inalcanzable mujer se ha convertido en un pudín de cursilería gracias a esta rubia! ¡Desagradable!

Carmilla siente que ya ha tenido suficiente sin escuchar la voz de su persona favorita y aclara su garganta para llamar la atención de Laura que de inmediato detiene sus pasos y se gira a verla con los ojos abiertos en sorpresa como si fuese un pequeño venado asustado en medio de la carretera.

La pelinegra quiere reírse de la cómica manera en la que los ojos de Laura amenazan con salirse de sus órbitas y el rojo color que tiñe sus mejillas; pero algo en ella le dice que esa no es la mejor manera de iniciar esta cita, por lo que prefiere detenerse y simplemente sonríe a la rubia.

Un ‘Hey’ se desliza entre los labios de la rubia como saludo cuando trata de recomponerse del impacto de haber sido atrapada en plena práctica de su monologo que ha estado preparando toda la tarde desde su charla con la abuela. Monólogo que se borra por completo de su mente cuando ve a la pelinegra frente a ella y la rubia termina sonriendo tontamente en respuesta.

“Hey” Carmilla responde igualando el gesto de la rubia y se acerca con paso tímido mostrando el ramillete de flores en su mano “Esto es para ti” dice la pelinegra sintiendo su rostro incendiarse.

Laura por dentro chilla de la emoción pero en su exterior trata de contenerse, no queriendo verse como una ridícula adolescente derritiéndose a los pies de su crush con tan sólo un detalle. ‘¡Pero qué detalle!’ grita la voz interna de la rubia.

“Gracias, son mis favoritas ¿Cómo supiste?” Pregunta Laura asombrada mientras lleva las blancas flores a su nariz para absorber su aroma.

“En realidad, Lilita me las dio; la abuela creyó que sería un buen detalle.” Confiesa la pelinegra rascándose la nuca apenada.

“Oh, así que por eso fue todo el interrogatorio de esta tarde.” Comenta la rubia mirando con entendimiento al ramillete. Aún, a pesar de saber que la acción no ha venido por completo de Carmilla, no le quita la emoción que le embarga el gesto.

“Deberíamos.” Comenta la pelinegra extendiendo la palma de su mano hacia la mesa. Laura asiente girando sobre sus talones para caminar delante de ella. La pequeña mujer da un pequeño salto cuando siente la fría mano de Carmilla delicadamente posarse en su espalda para acompañarla hasta su asiento. Nuevamente el interior de Laura grita en éxtasis ante el contacto, deteniéndose decepcionada cuando roce termina.

Muy a pesar de las ganas que la pelinegra tiene de seguir tocando la satinada piel de la rubia, Carmilla retira su mano para apartar la silla de la mesa y ayudar a Laura a tomar su lugar antes de caminar al otro lado de la misma.

Laura aprovecha el momento para retirar la cubierta de su platillo y asombrarse por el elaborado ensamble de la comida frente a sus ojos. La abuela sí que ha tomado muy en serio esta cita.

Carmilla hace lo propio con su plato, teniendo en su mente la misma línea que la rubia, Lilita se ha esforzado tanto, que no hay forma en que la pelinegra pueda arruinar esta noche.

La rubia ve a su prometida dar un largo trago de saliva haciéndole saber lo nerviosa que la mujer debe sentirse y sintiendo la urgencia de calmarla, Laura mueve su mano hasta ponerla encima de la de Carmilla para asegurarle que todo estará bien. Es lo único que la rubia quiere hacer desde que comenzó a conocer a la verdadera persona detrás de la máscara de apatía.

“¿Y cómo estuvo tu día hoy?” Pregunta Laura intentando desviar la conversación hacia un terreno no tan escabroso como el hecho de que sus sentimientos por la pelinegra se incrementan a cada minuto que pasa. Esta noche será honesta con Carmilla, lo será; pero tal vez, no por ahora.

Los hombros de la pelinegra se relajan y no está segura si es por el hecho de que Laura acaba hacer una pregunta fácil de contestar o por el pequeño movimiento circular que el pulgar de la rubia hace en el dorso de su mano. Todo se siente tan natural. Debe decírselo, debe hacerlo; pero quizás, no por ahora.

“De locos, estuve horas intentando no pincharme con todos los alfileres que colgaban del traje y al parecer, no somos la pareja gay del pueblo de la que todos hablan.” Dice Carmilla en broma.

“¡Qué! ¿No habrá pueblerinos con trinchetes y horcas intentando detener nuestra boda?” Responsa Laura continuando con el ligero tono de burla.

“Al parecer, nos llevan mucha ventaja. Sospecho que el servicial William es hijo del señor Colantoni y su pareja. Así que no parece ser una sorpresa para el pueblo.” Comenta Carmilla inclinándose sobre la mesa para brindar mayor aire de misterio a sus palabras.

“¡Oh! Así que, debemos apurarnos con los hijos también.” Exclama Laura con un tono juguetón pero tan pronto la frase deja sus labios se arrepiente de ello. No es que el impacto en la pálida cara de su prometida le ayude a pensar diferente, lo que la hace retirar su mano de la de la pelinegra.

“Cupcake…”

“¡Comida!” Grita la rubia en un intento por regresar la banalidad a la charla.

“¿Qué?” Pregunta Carmilla confundida.

“Deberíamos comenzar a comer o nuestra comida se enfriará y sería una verdadera pena porque la abuela ha puesto mucho empeño en esto y todo se ve realmente apetitoso,” la rubia toma el tenedor para pinchar un espárrago que lleva a su boca “ves, delicioso.” continúa entre bocados que le hacen recordar por qué odia los vegetales.

La anonadada pelinegra aprieta sus labios para detener la complacida sonrisa, sabiendo lo mucho que le está costando a la pequeña mujer tragar su comida. ‘Quizás, no ahora’ se repite mentalmente Carmilla dejando de lado sus verdaderas intenciones mientras toma sus propios cubiertos para comenzar a comer.

La cena es en verdad un manjar y el tiempo pasa volando entre un confortable silencio.

Para el postre la abuela no se ha quedado atrás, enviando una bandeja llena de pequeños y azucaradas delicias que para el deleite de Laura no llevan nueces en ellos. La rubia arrasa con casi la mitad de ellos ante la satisfecha mirada de su prometida.

Laura está en el cielo del azúcar mordiendo una de sus galletas favoritas, chispas de chocolate obviamente; cuando siente apenas un suave movimiento de la yema del pulgar de Carmilla sobre la comisura de sus labios. La pelinegra sostiene el rostro de su prometida mientras sutilmente intenta eliminar los pequeños restos de galleta de éste. La rubia detiene sus acciones, o el mundo se detiene ante ella, no sabe cuál es la verdadera aseveración; lo que sabe es que cuando su mirada se levanta y mira a Carmilla a los ojos su capacidad de reacción se desvanece; sin pensarlo su mirada se enfoca rápidamente a los delicados labios de la pelinegra para engancharse nuevamente en sus ojos; no sin antes notar a la mujer frente a ella haciendo lo mismo.

Carmilla intenta ser lo más cuidadosa posible al tocar a la rubia, es como si la pelinegra tuviera miedo de estar en un sueño y al alcanzar el rostro de Laura ésta fuera a desvanecerse por completo. Sin la menor intención consiente de por medio, el pulgar de Carmilla repasa el labio inferior de la rubia en un reflejo espontáneo; a lo que su prometida cierra los ojos por un instante para saborear la sensación. La respiración de ambas se vuelve pesada y lo siguiente que Carmilla nota es que Laura inclina lentamente su cuerpo hacia delante y ella está haciendo lo mismo. Como dos polos opuestos que no puede evitar atraerse.

La pelinegra cierra sus ojos también y se impulsa un poco a la orilla de su asiento para acercarse aún más a Laura. Las dos están tan cerca que pueden sentir la respiración de la otra sobre sus labios y la mano de Carmilla se escapa a la nuca de la rubia de manera un tanto posesiva acercándola un poco más, tanto que sus labios se rozan suavemente.

El beso es inevitable, o parece serlo hasta que un ‘cling’ resuena por la cava rompiendo el encantamiento en el que la pareja estaba inmersa. Uno de los cubiertos de plata de Carmilla cae de la mesa interrumpiendo la magia.

Ambas mujeres saltan ante el inesperado sonido y Laura rompe en risas ante la ridícula situación. La pelinegra por su parte, sonríe sintiendo un poco de decepción; misma que es eliminada en cuanto la cálida melodía que es la risa de la rubia invade todos sus sentidos.

Carmilla termina riendo al mismo tiempo, rascándose la nuca de manera apenada y con un leve movimiento levanta el ofensivo artículo de metal que se atrevió a impedir el fascinante momento.

Ninguna de las dos sabe que más decir o hacer; lo único que la pelinegra sabe es que no quiere que esta noche acabe así; en realidad, no quiere que acabe nunca. Aún hace falta lo más importante, hablar con el cupcake sobre sus no tan sutiles sentimientos por ella.

De repente la mirada de Carmilla se enfoca en uno de los artefactos que se encuentra en un apartado de la cava. Levantándose agraciada y confiadamente de su asiento y camina hasta detenerse frente al aparato; el mismo que hace unos días la abuela tenía decorando la sala principal de su casa.

Laura mira confundida a la pelinegra cuando ésta se levanta de su silla y su mente le grita que diga o haga algo para detenerla; pero sus pensamientos son interrumpidos cuando una delicada melodía comienza a sonar y su prometida camina hasta ella extendiendo su mano a la rubia.

“¿Me concederías esta pieza?” Pregunta Carmilla casi inocentemente y en el interior la Laura adolescente vuelve a gritar y hacer un happy-dance mental.

La rubia toma la mano de su prometida y Carmilla la guía hasta un lado de la mesa dónde pueden moverse a gusto.

No que Laura le moleste la proximidad con la pelinegra pero ‘¿Quién elige un waltz como opción de baile? Carmilla. Por supuesto’ dialoga la rubia mentalmente traída a la realidad en cuando la pelinegra pasa una de sus manos por su cintura y vuelve a tocar la desnuda espalda de su prometida. El movimiento se siente tan innato, como si la mano de Carmilla supiera por cuenta propia dónde posarse y sus cuerpos tuvieran una comunicación basada en años de estar juntas. Es estúpido y Laura lo sabe; no es posible que esta mujer le haga sentir tanto en tan poco tiempo.

“No que me moleste, pero ¿Dónde aprendiste a bailar waltz?” Pregunta la rubia después de dar algunos pasos incómodos hasta que su prometida delicadamente la atrae más hacia ella y la guía paso a paso por la composición musical.

“Tengo mis métodos… y no voy a revelarlos. De otra forma, perdería mi aire misterioso.” Responde la pelinegra con una susurro que hace sonar su voz aún más grave y sensual.

Laura no puede negar el escalofrío que le recorre la espalda cuando escucha la exquisites que el sonido de la pelingra emanando de sus labios es; y no sabe cómo es que sus piernas pueden seguir sosteniéndola en pie cuando sus rodillas se sienten como agua. Quizás sea la misma Carmilla la que esté soportando su peso. De cualquier manera Laura toma el valor suficiente para llevar ambas manos por detrás del cuello de la pelinegra y entrelazar sus dedos para sujetarse mejor a ella. Está segura de que si su prometida sigue hablando así sus piernas darán de sí, llevando a ambas al suelo.

La rubia se deja llevar por la cadencia de los movimientos de Carmilla hasta que la música en el reproductor cambia a otra melodía; Laura no quiere separarse de la pelinegra, por lo que apoya su cabeza en su hombro reclinando su frente en su cuello mientras la pelinegra rodea por completo su cintura. La pequeña mujer comienza a jugar con el pequeño cabello que nace de la nuca de Carmilla y escucha en respuesta un tenue gruñido placentero que proviene de lo más profundo de la garganta la pelinegra.

Probablemente sea el destino, ese en el que Carmilla nunca ha creído, o no lo hacía antes de conocer a la rubia entre sus brazos. La pelinegra se mueve una vez más hasta la consola para cambiar el vinilo y sonríe complaciente cuando encuentra exactamente lo que estaba buscando.

La siguiente canción que la pareja se encuentra bailando es ‘The way you look tonight’ y cada palabra de la letra comienza a tomar sentido dentro de la pelinegra.

“Necesitamos hablar” dice en un suspiro mientras se balancea lado a lado; por un instante Laura detiene su paso haciendo que las dos pierdan el ritmo de la música, pero Carmilla la ayuda a regresar en segundos.

“Claro, sabes que puedes decirme lo que quieras.” Le asegura la rubia no pudiendo esconder el tono de inseguridad en su voz.

“Mañana” Es todo lo que tiene que decir la pelinegra para hacer que Laura levante su cabeza para mirarla a los ojos; y por más que Carmilla adore observar esos avellanados ojos, no cree que pueda soportar la inquisitiva mirada de la la rubia en estos momentos.

Deteniéndose por completo unos segundos, la pelinegra se aferra a la cintura de su prometida para que no se aleje más de ella; Laura sabe que Carmilla está evitando su mirada y prefiere darle el confort que estaban disfrutando segundos antes colocándose nuevamente en su posición anterior abrazando con más fuerza a la pelinegra para hacerle saber que va a escuchar cualquier cosa que quiera decir. Si lo que Carmilla quiere expresar le da alguna idea de que sus sentimientos no son correspondidos, a la rubia le reconforta que al menos no tenga que verla a la cara cuando se lo diga; sería inevitable que algunas lágrimas escaparan de ella cuando su corazón se rompa ante el rechazo.

“No quiero presentarme mañana sin que sepas esto.” Reinicia la conversación la pelinegra después de unos segundos más de tomar valentía. ‘Aquí va’ piensa antes de continuar “Tú me haces sentir cosas que jamás imaginé que sentiría por alguien. Nunca. Ni en mis más locos sueños.”

Laura siente su corazón saltar como maniaco en su pecho y quiere creer que no está imaginando cuando puede escuchar el mismo sobresalto provenir de la pelinegra. Por más ganas que la rubia siente por mirar a los ojos a su prometida, sabe que no puede hacerlo porque eso haría que Carmilla se sintiera vulnerable de nuevo. Una pequeña parte en la mente de Laura le dice que tampoco tenga muchas esperanzas, que quizás la pelinegra no esté planeando una confesión amorosa, sino un alto a sus crecientes sentimientos. Lo que sea que Carmilla quiera decir ahora, la rubia va a dejarla terminar.

“No puedo negarlo más; no hay manera de hacerlo aunque quisiera. Sé que debemos hablar cuando todo esto acabe. Pero aún si la boda de mañana es una farsa, no quería pararme frente a ti sin que supieras lo que me haces sentir.” La pelinegra se detiene y es ella misma la que se separa de Laura para tomar su rostro entre sus manos y mirarla a los ojos. “No sé cómo has podido estar tan dentro de mí en tan poco tiempo, pero no me importa más; ya no tengo miedo. Tú, Cupcake, me haces sentir que todo está bien cuando estoy a tu lado.” Concluye Carmilla con una intensa mirada.

Laura siente su garganta cerrarse y quiere decirle lo mucho que le corresponde, de verdad quiere; pero la emoción es demasiada, tanta que sus ojos se llenan de lágrimas de alegría. Lo único que la rubia quiere hacer es gritar, gritar que ella también siente algo por la pelinegra, asegurarle que también quiere un mañana, que por más incierto que parezca su futuro juntas lo único que le da paz es saber que Carmilla quiere compartirlo también.

La pelinegra sonríe retraídamente nerviosa por la respuesta de Laura; y aunque la rubia no ha salido corriendo, todavía, lo cuál debe ser una buena señal, no quiere dar por sentado nada; necesita una palabra, necesita una sola palabra salir de los labios de la mujer frente a ella para sentir que en verdad todo estará bien.

“Yo siento lo mismo por ti, Carm…” Dice Laura entre sollozos y es lo último que la pelinegra esperaba escuchar, su corazón detiene su danza en su interior, si no es porque Carmilla sigue respirando agitadamente pensaría que de hecho se ha detenido por completo.

“No.” Responde firmemente la pelinegra retirando sus manos del rostro de la rubia dejándola completamente en el limbo. “Yo no soy Carmilla, tú no eres Laura.” Explica con amargura en su tono. “Si lo que sientes es por un persona que no soy yo, entonces no tiene sentido que sigas hablando.”

Laura muerde su labio inferior y se regaña mentalmente por arruinar el momento. Tiene la urgencia de seguir hablando pero no sabe cómo referirse a la pelinegra sin que aumente su enojo. Quiere explicarse, quiere explicarle, quiere decirle que sus sentimientos son por la persona que es, por esa persona que siempre ha intentado ocultar pero que la ha dejado ver en todos esos días que han convivido juntas; por esa fuerte persona con un doloroso pasado que ha superado a pesar de todos los golpes que la vida le ha dado, que se ha enamorado de ella. ‘¿Amor?’ se pregunta la rubia intentando evitar ir a ese lugar en su mente, o su corazón.

“Quizás, quizás debamos dejar esta plática para cuando todo esto termine; para cuando sólo seamos tú y yo, fuera de esta fantasía de vida que no nos pertenece.” Le asegura la pelinegra con una triste y casi inexistente sonrisa. “Mañana cumpliremos con la misión, después encontraremos la respuesta que ambas buscamos.”

La rubia quiere decir algo más pero el rostro de decepción en la pelinegra es suficiente para detenerla. Se castiga mentalmente porque la tuvo en la palma de sus manos y ahora se desliza como agua entre sus dedos. Por más que quiera arreglarlo en ese instante, la pelinegra tiene un fuerte argumento a su favor. No quiere ser más la causante de la incertidumbre y el dolor en la persona que en tan poco tiempo ha tomado un lugar tan importante en su vida. Si es por la paz de la pelinegra, Laura puede esperar. ‘Un día más’ se dice. Mañana.

Carmilla camina hasta la mesa para detener la música y toma el celular entre sus manos; cuando la pelinegra regresa hasta el punto donde el cupcake no se ha movido ni medio centímetro, la única diferencia es que sus manos se aferran a su propio diminuto cuerpo que está temblando. Carmilla no puede evitarlo y de inmediato se quita su chamarra para ponerla sobre los hombros de la rubia que quiere protestar pero que se contiene cuando la pelinegra niega con la cabeza.

El camino de regreso a la casa es en total silencio, y por primera vez en mucho tiempo ninguna de las dos se siente cómoda con ello.

Cuando llegan al pasillo frente a sus habitaciones, Laura se ha recompuesto un poco del impacto de los sucesos de la noche y encuentra su voz.

“Gracias por esta noche. En verdad fue una muy linda última… primera cita” Dice la rubia mordiéndose los labios con inseguridad mientras se recarga en el marco de la puerta de su habitación. La habitación que ha compartido con la pelinegra por días y que ahora está segura no se sentirá tan bien dormir en ella sin su presencia. Laura evita también mencionar que a pesar que no salió como lo había planeado mentalmente, adiós las horas de práctica de su discurso, la noche no fue un total desastre después de todo.

Carmilla toma entre sus dedos el mechón de dorado cabello que cae sobre el rostro de la rubia para ponerlo detrás de su oreja cálidamente; quizás dejando que sus dedos repasen de manera casi imperceptible el contorno de la cara de Laura, que suspira fuertemente ante el contacto. La pelinegra retira de inmediato su mano ofreciendo una sonrisa con un sentido de disculpa.

“Lo resolveremos, Cupcake. Un día más.” dice Carmilla aún sonriendo. Lo que le da algo de esperanza a la rubia. ‘Un día más. Mañana’ se repite Laura en su interior mientras aprieta las manos alrededor del ramillete entre sus manos antes de asentir con a las palabras de la pelinegra.

Lentamente Carmilla da dos pasos hacia atrás para darle más espacio a la rubia chocando un poco con la puerta de su nueva habitación. Laura entra a la suya no sin antes desearle buenas noches.

En cuanto la puerta de Laura se cierra, Carmilla respira hondamente antes de hacer lo propio; recargándose en la puerta dejando caer su cabeza hacia atrás contra la madera. Eso no salió para nada cómo lo había planeado. Hay un sabor amargo en su boca. ‘¿Qué es exactamente lo que acaba de pasar?’ se pregunta la pelinegra llevando sus manos entre su ondulada cabellera.

Laura le acaba de confirmar que sus sentimientos son de alguna manera correspondidos, pero Carmilla ha entrado en pánico en cuanto el nombre ha salido de los labios de la rubia. ¿Podría Cupcake estar ‘enamorada’ del personaje más que de quien en realidad es ella? ¿Podría estarle pasando lo mismo a ella? ¿Estar ilusionada por la fantasía de esta gran relación más que por quien en verdad es la rubia?

‘No’ se contesta de inmediato. La pelinegra sabe que sus sentimientos son por la persona, por lo cariñosa, respetuosa, inteligente e incluso por esa terquedad del cupcake. Sería una estupidez pensar que sus sentimientos se aferran a un nombre, es la persona, es de ella de quien está enamorándose, de quien se ha enamorado cada día. Con cada pequeña sonrisa, con cada pequeña caricia, con cada pequeña acción que la rubia tiene para ella y para los demás. Por los besos que no necesariamente han sido estipulados o cuando la toma de la mano sin siquiera tener a la abuela cerca de ellas o en el confín de su habitación dónde no hay el menos motivo para estar cerca o tener las charlas que han tenido. A corazón abierto. Ese corazón que ahora le dice que si ella ha podido ver más allá de un simple ‘personaje’; ¿Por qué Cupcake no podría hacer lo mismo?. Porque no ella no está enamorada de una idea, de la Laura de las cartas, está enamorada de Laura, su Laura.

“¡Oh, qué demonios!” Exhala Carmilla aventando las manos a los lados de su cuerpo en determinación.

Laura ha terminado de cambiarse en sus cómodas pijamas; la rubia no ha dejado de pensar en qué es lo que ha pasado esa noche. Una parte de ella, la adolescente con el crush, se siente feliz de confirmar que no sólo eran ideas suyas; que la pelinegra en realidad siente algo por ella. La otra parte quiere entender por completo su argumento, es cierto, ha sido difícil separar el personaje de la verdadera persona; pero Laura está segura que sus sentimientos nada tienen que ver con el guión que las cartas impusieron. La pelinegra es en realidad una persona excepcional, con fallas y defectos como todos; muchos de ellos que le vuelven loca, muchos de ellos que la rubia ha comenzado a comprender y apreciar, porque al final de todo, cada parte de Kitten la ha hecho ser la mujer que es ahora.

No, la rubia no está confundidamente enamorada de un personaje ficticio; no es la persona de las cartas la que le hace saltar su corazón a mil por hora; es la esencia de Kitten en Carmilla, es lo que hace cada día, desde aceptar dormir en el suelo por la comodidad de Cupcake, de Laura; hasta los pequeños detalles como siempre cuidar de ella cuando caminan por los viñedos. Las actitudes que tiene con Sherman y con la abuela, cómo se preocupa por ellos, por más que quiera decir que lo hace por el bien de la misión. Laura sabe que no es cierto, que es ella, Kitten, Carmilla; su Carmilla.

Laura pone las flores en uno de los vasos del baño y está colocándolas en la mesita de noche cuando un leve sonido en la puerta de su habitación llama su atención. Cuando abre la puerta Laura puede ver a Carmilla, su Carmilla, parada frente a ella.

Antes de que Laura pueda decir algo más, la pelinegra entra a la habitación en un arrebato pateando la puerta para cerrarla detrás de ella; y evitando que su mente le dicte lo contrario, toma el rostro de la rubia entre sus manos para colisionar sus labios.

Por un segundo la mente de Laura hace corto circuito no sabiendo qué está pasando; pero al instante que siente los labios de la pelinegra mordisquear tierna pero pasionalmente su labio inferior, su boca parece tomar vida propia devolviendo la misma intensidad.

No es que sea su primer beso, pero se siente casi como si así fuera; al menos, es el primero con sus sentimientos involucrados abiertamente y eso hace que todo pequeño movimiento se sienta correcto.

Ninguna de las dos sabe cuánto tiempo llevan besándose pero es hasta que ninguna de las dos puede respirar correctamente que se sus labios se separan pero sus frentes se quedan unidas, respirando agitadamente una de la otra.

“Lo siento” inicia Laura entre suspiros intentando recuperar su capacidad pulmonar.

“Está bien…” Responde Carmilla con la misma dificultad queriendo decir más pero la rubia niega con la cabeza haciéndole saber que necesita ser escuchada.

“Lo siento, sé que debí decir algo antes. Debí decir que esto” dice la rubia tomando la mano de Carmilla y posándola en su pecho por encima de su acelerado corazón, “lo siento por ti” Laura besa nuevamente a la pelinegra antes de confirmarle por completo sus sentimientos “sólo por ti”. 

Carmilla sonríe tontamente ante la aseveración de Laura sintiendo que están en la misma sintonía, es como si la rubia pudiera leer su mente y eso le extasía, le embarga de la misma emoción de la que la mujer frente a ella está hablando.

La rubia se separa de Carmilla tomando su mano para jalarla hacia la cama y se arrodilla en ella para comenzar a desabotonar la camisa mirando a los ojos a la pelinegra para ver alguna muestra de inconformidad pero cuando no la hay la rubia continúa sus movimientos lentamente; pues aún a pesar de la silente aprobación de Carmilla, Laura puede notar lo nerviosa que ésta se encuentra.

Antes de que Laura pueda completar su misión la pelinegra la toma de la nuca para besarla nuevamente con un renovado aire de confianza; es la misma rubia la que comienza a moverse hacia atrás para recostarse por completo en la cama trayendo consigo el cuerpo de Carmilla por encima de ella, tratando de evitar romper el beso entre ellas.

Carmilla siente el desplazamiento y consiente seguir a la rubia en ello. Por más tonta que parezca la declaración, la pelinegra seguiría a su cupcake a donde fuera.

Lentamente ambas se acomodan en la cama y el Carmilla aprovecha el momento para comenzar a llenar el cuello de la rubia con pequeños besos y mordidas que hacen que Laura suelte pequeños gemidos de placer; y la pelinegra está segura que ese es ahora su nueva melodía favorita.

La rubia lleva sus manos a la tersa cabellera de Carmilla para atraerla más hacia ella, como si eso fuese posible; mientras que la de la pelinegra que no se encuentra sosteniendo su peso por encima de Laura se aferra a su cadera generando más de los sonidos que Carmilla ahora adora escuchar.

Después de unos minutos, Carmilla regresa a los labios de la rubia cubriendo todo su camino con sus labios.


“Quiero saberlo” suspira la pelinegra entre besos.

“¿Qué?” Pregunta Laura y es posible que su cerebro se haya dejado de ser funcional por completo porque, bueno, tiene a la pelinegra encima de ella, besando y mordiendo sus labios; así que no es como que el mejor momento para que sus neuronas hagan la sinapsis correcta.

Carmilla recarga su peso sobre el antebrazo que la sostiene para mirar a la rubia directamente a los ojos, “Dime que quieres esto” dice con sinceridad “Dime que  lo que quieres es… a mí” concluye.

Y Laura puede notar la vulnerabilidad de la pelinegra en su mirada; la rubia sabe que tiene que asegurarle que así es, que no hay nada más que quiera que entregarse a ella. Las palabras no serían suficientes para demostrarlo pero si eso es lo que Carmilla necesita en este momento, la rubia jamás le negaría nada.

“Sólo a ti” Respira Laura mirando la preocupación en los ojos de la pelinegra desvanecerse por completo y lo siguiente que hace es que a pesar de las palabras quiere demostrarle a Carmilla que es verdad, así que la atrae nuevamente hacia ella para besarla con toda la pasión que su pequeña humanidad contiene. Esta vez es la pelinegra la que suelta un pequeño gemido que se amortigua por la unión de sus labios; pero que Laura sabe que jamás se cansará de oírlo.

Es la mañana de la boda y Lilita Morgan es la primera persona en despertar en la hacienda; teniendo en cuenta todo el trabajo que viene por delante en ese día tan especial, lo primero que la abuela hace es comenzar el desayuno.

Algunos minutos después el joven William se une a ella en la cocina para ayudarla a terminar el par de bandejas que contienen las abundantes delicias que sólo Lilita puede hacer con tanto detalle para sus pequeñas nietas. Suyas, ambas, porque no existe Laura sin Carmilla, ni Carmilla sin Laura.

A pesar de la insistencia de William por llevar las bandejas una por una, la abuela insiste en que puede con el peso de una de ellas no queriendo hacer dos viajes ahora que sus nietas se encuentran en dos habitaciones diferentes.

Lentamente la anciana camina por delante del hombre con paso lento pero seguro intentando no derramar la taza de chocolate caliente para Laura. La abuela con algo de dificultad, pero sin faltar la voluntad, sube las escaleras y se dirige sigilosamente al pasillo de las habitaciones. Lilita quiere ser la primera en despertar a ambas mujeres así que entre murmullos le pide a William esperar en el pasillo mientras entrega el desayuno a su rubia nieta, antes de dirigirse a la habitación en la que se encuentra Carmilla.

O al menos, eso cree la abuela hasta que con la ayuda de William abre lentamente la puerta de la habitación de Laura para encontrarse con una escena que no esperaba encontrar.

Lo primero que la abuela nota es la desnuda espalda de Carmilla, lo que por un momento agradece que al menos no esté de frente a ella; lo segundo que nota es que el cuerpo de su nieta está debajo de la pelinegra, al menos las sábanas ocultan su propia desnudez.

Después del impacto inicial, el rostro de la anciana no puede evitar la sonrisa que se asoma en él; sus nietas están durmiendo juntas nuevamente; y por el desastre de ropas alrededor de la habitación anoche hicieron mucho más que propiamente dormir.

La abuela se retira del cuarto no queriendo invadir más el espacio de la pareja y apura a un confundido William a que regresen juntos a la cocina.

Lilita deja la bandeja de comida en una de las barras de la cocina y mira hacia los viñedos que apenas comienzan a iluminarse con la luz de la mañana; suspira con alegría viendo que el futuro que siempre había deseado para su nieta no esté tan lejos de convertirse en realidad por completo.

Aún a pesar de sus severas advertencias, Laura y Carmilla han encontrado el camino a los brazos de la otra; porque la abuela ha sabido desde el inicio, con los pequeños detalles, las miradas y los besos frente a ella, que Laura y Carmilla son inevitables.

 

Que por el bien de ambas y por su felicidad, hay veces que las tradiciones pueden romperse en nombre del amor.

 

 

 

 

 

 

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