
Laura y Carmilla.
“Laura Eileen Hollis, 25 años, nacida en Styria el 23 de Octubre de 1990. Egresada con honores de la carrera de periodismo en la universidad de Yale. Trabajando desde hace un par de años en LNN como host de noticias. Comprometida con Carmilla Karnstein desde dos años. Vivimos juntas en un bello departamento de Soho en Nueva York.”
Cupcake sonríe ampliamente mientras se ‘presenta’ con T.A. ensayando sus conocimientos sobre su nuevo papel a desarrollar.
“Excelente, como todo tu trabajo.”
T.A. pone una de sus manos en la espalda de la rubia acariciándola con aprecio.
Kitten debería estar concentrada en sus propios argumentos sobre Carmilla, pero en lugar de eso no puede dejar de mirar la interacción entre la pareja que está del otro lado de la sala.
“Al menos no tendrás que ensayar los ojos asesinos o las escenas de celos con Laura.”
LAF saca de su ensimismamiento a Kitten que de inmediato desvía su mirada de la pequeña rubia.
“No sé de qué estás hablando”
“Claro que no lo sabes. ¿Podemos seguir intentando con la información más básica de Carmilla? Aunque creo que, a estas alturas, sabes más la de Laura” La pelirroja masculla el último enunciado pero Kitten logra entender la insinuación.
“Sí, como sea. Carmilla Karnstein. Nacida en Ottawa, Canadá el 3 de abril de 1990. Egresada de la carrera de filosofía de la universidad de Yale. Trabajando en el departamento de ciencias sociales de la universidad de Columbia. Conocí a Laura Hollis durante nuestra estancia en Yale, dónde compartimos dormitorio y ella no pudo resistirse a mis encantos.” Dice la pelinegra levantando la voz en su última frase atrayendo la atención de Cupcake que de inmediato gira los ojos en respuesta.
“El señor Hollis está a punto de llegar, Kitten. Deberías dejar de jugar y poner más atención en tus tarjetas indexadas para tener todo en orden a su llegada.” Interviene Dean dejando una gran bandeja con galletas con chispas de chocolate en ella.
“¡Galletas!”
Grita Cupcake corriendo al otro lado de la habitación para agarrar tantas como puede entre sus manos y una en su boca regresando al lado de T.A. en un parpadeo.
“No trabajo bien bajo presión ¿Está bien? Los pastelillos horneados no funcionan como recompensa para mí; a diferencia de ‘otras’ personas que verdaderamente creo que deberían limitar su ingesta de azúcar.” Dice Kitten.
Cupcake le envía una mirada asesina a la pelinegra desde el lado contrario de la habitación para después mostrarle la lengua en respuesta.
“Muy maduro de tu parte, Cupcake.”
Kitten gira los ojos a la rubia intentando esconder la sonrisa que emerge en su rostro ante el jugueteo.
LAF hace lo propio, pero por el contrario sus ojos giran a la obviedad del coqueteo constante por parte de las dos mujeres.
“Por si no lo sabes esto también es parte de mi papel; cuando era niña, Laura amaba los postres que su abuela horneaba. Así que me estoy sacrificando por mi trabajo” Comenta Cupcake tomando otra galleta y mordiéndola retadoramente mientras ve a Kitten directamente a los ojos.
La pelinegra ha notado que la rubia hace lo mismo desde la tarde del día anterior que la vio hablar con el señor Vordenberg; como si Cupcake quisiera entrar en su mente por medio de su mirada. Como si quisiera descifrarla por completo.
Un ruido en la entrada de la cochera de la casa llama la atención de todos, interrumpiendo el duelo de miradas entre las mujeres.
“¡El señor Hollis ha llegado!”
Dice Dean aplaudiendo mientras corre a limpiar el desorden de papeles sobre la mesa rápidamente para después hacer su camino a la cocina para quitarse el delantal y los guantes para hornear apresuradamente.
Zeta aparece en la casa con un enorme contenedor entre sus brazos, haciendo malabares para poder cerrar la puerta intentando no dejar caer alguna de las cosas que vienen dentro de la pesada caja.
“¡La utilería está aquí!”
Grita Zeta cuando logra entrar a la sala y lo primero que hace es soltar el recipiente que cae con un fuerte sonido al suelo.
“¡Zeta!” Le reprimen todos los demás.
“Lo siento, dudes; quiero decir, lady-dudes y… uhm… LAF.” Zeta rasca su nunca avergonzado por su torpe acción.
“¡Pensé que era el señor Hollis! Aún debo terminar algunos detalles de la recámara de huéspedes para su estancia.” Declara Dean antes de subir las escaleras ataviada en un botas y guantes de hule mientras lleva en una de sus manos una cubeta llena con cepillos y artículos de higiene.
Kitten se pregunta en qué momento la pelirroja tuvo el tiempo para ponerse su indumentaria de limpieza y se ríe mentalmente ante el pensamiento de que así de estresada debe haber estado Dean hace unos días con su llegada a la casa.
“¿Qué es todo esto?” Pregunta Kitten en cuanto todos los demás ocupantes de la sala se acercan al contenedor y comienzan a tomar algunos de los objetos dentro del mismo.
“Son algunos artículos que necesitamos para las fotos.” LAF contesta mientras toma entre sus manos un vieja espada para limpiarla con la orilla de su camisa a cuadros.
“Uhm. ¿Qué fotos?”
“Laura y Carmilla han tenido varias ‘aventuras’ en sus años juntas; la abuela seguro querrá ver algunas fotos de ellas juntas” Interviene T.A. sacudiendo una larga capa negra con el emblema de una plateada serpiente con vivos en verde en ella.
“Ok, pero ¿Qué tipo de ‘aventuras’ han tenido que necesitan una espada épica, capas y… una almohada amarilla?”
“¿No has leído nada de las copias de las cartas que Bookworm nos dio ayer?” Grita Cupcake manoteando con las manos al aire de manera exagerada.
“Ya les dije que no trabajo bien bajo presión.”
“¿Presión? El señor Hollis está a punto de llegar ¡Tenemos dos días para preparar todo y llegar a casa de la abuela como dos personas totalmente diferentes y enamoradas!”
“No que eso último se les dificulte mucho” Masculla LAF en un susurro que intenta que los demás no lo escuchen, fallando por completo.
T.A. frunce el ceño de inmediato mirando entre Cupcake y Kitten; la boca de Zeta simula una ‘O’ por completo mientras sus cejas se alzan tanto como pueden. El rostro de la rubia se ilumina en rojo y la pelinegra por su parte levanta una de sus perfectamente esculpidas cejas.
“¡LAF! Eso no es… Kitten y yo… Es decir, nosotras no…”
El tartamudeo de Cupcake es interrumpido por otro sonido de motor que de inmediato pone a todos en alerta. La rubia está agradecida con los invitados que están por llegar por haber distraído a todos del tema sobre la mesa.
Todos se acercan a la mesa de la oficina principal para recibir a los tres hombres que han llegado a la casa.
“Buenos días, escuadrón. Me da gusto ver que han comenzado a trabajar. Les presento a Sherman Hollis.” Dice el señor Vordenberg en cuanto entra a la gran sala y señalando al hombre mayor que se encuentra a su lado.
Kitten lo puede reconocer por la foto que les fue presentada el día anterior. Lo diferente en tenerle en frente es que este hombre tiene unas pesadas y oscuras bolsas debajo de los ojos; y es un poco más delgado que el de la imagen en la pantalla. El hombre se ve cansado sin duda.
Los demás miembros les saludan desde sus lugares con un pequeño movimiento de mano, excepto la pelinegra que simplemente le ofrece un movimiento de cabeza.
El hombre regresa el gesto a todos y suspira profundamente como si el sólo hecho de dejar entrar aire a sus pulmones le pesara. La preocupación en su rostro es evidente.
“Sherman, quiero que conozcas a Laura” Cornellious toma al hombre del antebrazo y lo encamina frente a Cupcake que lo recibe con una de sus características sonrisas.
La cara del hombre cambia de inmediato. Su rostro se suaviza, sus ojos se llenan de lágrimas rápidamente, sus hombros se relajan y su boca se abre y cierra varias veces sin emitir palabra alguna, pero su labio inferior tiembla.
“Laura…”
El aire en el ambiente se puede cortar con un cuchillo. Todos se sienten incómodos ante la escena. El hombre está dejando salir todos sus sentimientos embotellados por años.
Kitten siente un pinchazo en el pecho ante la escena; el hombre se ve realmente conmovido por la imagen de una hija que jamás volverá a ver; pero también una ilusión de aquel amor que la verdadera ‘Laura’ nunca se dio la oportunidad de aprovechar.
“Soy Carmilla, Carmilla Karnstein.” Dice la pelinegra en cuanto ve los ojos del hombre comenzar a lagrimear y decide intervenir de inmediato extendiendo su mano al hombre, que por un instante parece confundido por la presencia de Kitten.
“La prometida de Laura” Reitera Kitten.
“Claro, claro. Carmilla. Es un gusto por fin poner un rostro a la prometida de mi hija. Es decir, de… bueno, ustedes comprenderán.” Contesta el hombre limpiando sus ojos e intentando recomponerse tomando la mano de la pelinegra.
“El gusto es para nosotros, Sherman.”
Kitten aprieta un poco más su mano mientras pone uno de sus brazos por encima de los hombros de Cupcake, que de inmediato se tensa un poco ante el contacto y trata de, sutilmente, quitarlo de encima de ella.
“En verdad hacen una linda pareja.” Dice el señor Hollis sonriendo ampliamente.
“Bueno, es por eso que Laura no quiso dejarme ir y me pidió matrimonio.” Contesta Kitten afianzando mejor su brazo encima de Cupcake mientras sonríe complacidamente.
La rubia suelta un graznido de molestia pero trata de parecer impávida ante el atrevimiento de la pelinegra.
El señor Hollis deja soltar una carcajada y eso parece relajar a Cupcake que pierde la idea de donde se encuentra poniendo recargando su cabeza en el hombro de la pelinegra.
“Señor Hollis, bienvenido. Sabemos que debe estar exhausto del viaje. Por favor sígame para que le muestre su habitación.” Dice Dean bajando las escaleras de la casa y acercándose al hombre para encaminarlo a su aposento.
Apenas el Sherman desaparece de la sala Cupcake se da cuenta de que su postura junto a Kitten no ha cambiado; en un segundo retira su cabeza del hombro de la pelinegra y sacude los hombros para deshacerse del abrazo.
“Bien, bien. Debo dejarlos ya. Tan pronto Sherman pueda descansar podrán trabajar juntos para perfeccionar los detalles. ¡Ah! Y esta tarde T.A. y Zeta tomarán las fotos que llevarán al viaje, para que Bookworm pueda trabajar con en su edición.” Dice el señor Vordenberg tomando su camino para salir de la casa.
“Uhm. Al menos dimos una buena primera impresión.” Declara Kitten metiendo sus manos en los bolsillos de su pantalón desgarrado.
“¿De verdad sabías que había sido Laura la que le había pedido a Carmilla que se casaran? ¿O fue uno de tus tantos comentarios de coqueteo?” Pregunta sorprendida la rubia.
“Jamás dije que no había leído la información de Bookworm.” Contesta la pelinegra encogiendo los hombros y mirando sus uñas de manera desinteresada.
“¿Has leído todas las cartas?” Dice una Cupcake estupefacta por el hecho.
“No es como si tuviera algo más que hacer con mi tiempo, Cupcake.”
“No, no. Es decir, sólo estoy sorprendida porque yo apenas pude llegar a la mitad de ellas y en verdad el señor Hollis tiene una imaginación muy viva y algunas de las cartas tienen más de cinco hojas… de ambos lados. Además son diez años de ellas y mi nivel de lectura está por encima de las ochocientas palabras por minutos.”
“Ajá. Supongo que iguala a tu capacidad para hablar. Bien, Cupcake disculpa que no sepa los números en mi habilidad lectora, pero el hecho de que haya vivido en la calle y no tenga educación no quiere decir que sea ignorante.” Dice Kitten realmente ofendida antes de separarse de la rubia para caminar hacia donde una anonadada LaFontaine se encuentra intentando no poner atención a lo que acaba de pasar.
“Yo nunca…” Masculla la rubia antes de soltar un gran suspiro lleno de remordimiento.
Las siguientes horas pasan entre cambios de atuendos y poses estereotípicas de ‘estúpidas parejas’ como la pelinegra lo hace saber en cada una de las fotos.
El señor Hollis baja justo para la hora de la cena y todo transcurre sin ningún contratiempo.
Al terminar, Kitten sale a respirar un poco de aire para calmarse. La última discusión con Cupcake le ha dejado un sabor amargo, aunque toda la tarde han estado juntas trabajando en las fotos y ha habido algo de contacto entre ellas; en general abrazos, manos tomadas o pequeños roces; es difícil para la pelinegra no sentir ira contra la pequeña mujer.
Era fácil para Kitten sentirse menospreciada por el entorno en el que vivía antes de llegar a esa casa; era fácil porque generalmente de quienes venían esas insinuaciones y palabras de que no valía nada eran personas que no tenían la menor importancia para ella. Incluso muchas veces le parecía irónico que gran parte de esa gente tenía mucho menos inteligencia que ella; así que cualquier insulto que proviniera de ella no dolía. Al menos, no como lo hizo el comentario de la rubia.
Y lo que más le enojaba a Kitten era precisamente haberse permitido eso; darle tanta importancia a Cupcake como para sentirse lastimada por una insignificante observación, que quizás había leído una intención que ni siquiera era correcta.
“Sabes que cuando escribí sobre Carmilla siendo una romántica nostálgica sobre las estrellas jamás pensé que encontraría a alguien que le representara tan bien.” Se escucha la voz del señor Hollis acercándose a las escaleras del porche donde se encontraba sentada la pelinegra.
“Debo decir que encuentro un poco tedioso el que Carmilla esté nostálgica en cada una de tus cartas.” Contesta la pelinegra con un tono de broma.
“Cierto, cierto. Pero Laura siempre tuvo esa atracción por las mujeres misteriosas… y al parecer, mi hija no era la única que lo encuentra atractivo.” Explica Sherman golpeando el hombro de Kitten con el suyo.
“No tengo la menor idea de qué hablas.”
El hombre se queda callado evitando comentar lo que realmente está en su mente.
Después de una larga pausa continúa.
“¿Sabes? Laura no siempre fue así. Es decir, mi verdadera hija. Hubo una ocasión en la que tuvimos un accidente, aún con todas las precauciones que tenía después de la muerte de mi Eileen, hay cosas que no se pueden controlar; como un conductor distraído. Mi Laura se quedó ahí conmigo, dentro del auto hasta que llegó la ambulancia y yo recuerdo que sólo podía pensar en lo mucho que deseaba que se fuera y me dejara ahí, que se salvara; pero mi mente estaba tan revuelta por el golpe que las palabras no podían dejar mi boca de manera coherente. Esa era mi Laura.” Relata Sherman evitando mirar a la pelinegra y observando a las estrellas en su lugar.
“Hoy cuando vi a Laura, es decir, a Cupcake; bueno tú debes entender. La manera en la que te miraba cuando estábamos cenando, o las pocas fotos que ese extraño chico Bookworm me mostró, esa era la vida que yo siempre había soñado para mi Laura. Feliz y enamorada de una buena mujer. Pensarás que es tonto porque sé que no es verdad; pero por un instante, y por los siguientes días, puedo permitirme pensar que así es. Y por ello, gracias.”
El señor Hollis se levanta lentamente de su lugar y golpea suavemente el hombro de la pelinegra antes de entrar a la casa.
Kitten se queda unos minutos más contemplando el cielo estrellado. Pensando seriamente que, después de todo, quizás Carmilla tiene razón al estar enamorada de ellas.
Siempre tan brillantes, siempre ahí; y tal vez no tan lejos como lo aparentan.