
Bienvenida
K no puede creer las palabras que han salido de su boca. ‘Estoy dentro’. La peliengra está a punto de retractarse pero la rubia la taclea con un fuerte abrazo y el amielado aroma de la cabellera de Cupcake le invade todos los sentidos, negándole poder enfocar su mente en otra cosa que no sea la rubia que tiene sus brazos alrededor de su cuello y la hermosa sensación de su respiración sobre su cuello.
La pelinegra no puede recordar la última vez que sintió la cercanía de una persona; al menos no tiene algún recuerdo de que que alguna vez se haya sentido igual de bien que en esta ocasión, K se encuentra a punto de encontrar el valor para envolver la cintura de la rubia cuando una falsa tos las hace saltar para apartarse.
Hay una pelirroja de corto cabello recargada en uno de los postes del porche, sus brazos se encuentran cruzados al frente y la fascinación en su rostro puede ser vista a kilómetros de distancia.
“La cena está servida; no maten al mensajero por interrumpir, fueron instrucciones de Dean”
“¡Ya estamos con ustedes! Sólo le estaba dando la bienvenida al ‘Escuadrón de los sueños’”
“La bienvenida, claro. Voy a ayudar a Dean con los últimos detalles, no tardes tanto ‘bienviniendo’ a la invitada”
Dice la pelirroja con una sonrisa complacida mientras hace su camino dentro de la casa.
“Lo siento por eso. Vas a ver que todos en la casa son buenas personas, algo fastidiosos… de hecho, bastante; pero buenas personas al fin. Vas a adorar a todos y estoy segura que todos te van a adorar”
La rubia comienza su camino dentro de la casa pero la pelinegra no la sigue por un momento hasta que Cupcake voltea a verla sonriendo y es esa magia que la rubia expira que hace a K retomar el camino detrás de ella. En cuanto Cupcake le da la espalda nuevamente, la pelinegra gira sus ojos a sí misma. ‘No seas una tonta por una cara bonita’ se repite mentalmente.
Cuando K entra a la casa no puede creer lo acogedor que se siente la residencia, piensa que la chimenea tiene mucho que ver con ello, aún cuando no está prendida; pero es algo más, algo que se respira en el ambiente, que no proviene directamente de las limpias y ordenadas piezas de mobiliario que adornan el interior de la habitación principal.
“Puedes dejar tu mochila en el sillón mientras cenamos y al terminar te llevaré a tu nueva habitación”
La rubia ofrece señalando al sofá principal de la blanca sala. La pelinegra la mira algo dudosa tomando los tirantes deshilachados de su mochila entre sus manos con fuerza. Cupcake puede notar su vacilación y regresa sus pasos para ponerse frente a K.
“¿Quieres que primero subamos a tu habitación para que dejes tus cosas ahí? Me refiero a lo que traes contigo hoy, mañana podemos regresar al motel para recoger tus otras pertenencias”
Cupcake ve a la pelinegra bajar su mirada al suelo y eso llama su atención, por lo que sigilosamente da un paso más invadiendo el espacio personal de K para toca una de sus aferradas manos; la mujer da un leve brinco cuando siente el contacto pero su rostro sigue clavado hacia abajo.
“Hey, puedo pedirle a Bookworm que vayamos esta misma noche después de cenar, si eso quieres”
“No hay nada más. Todo lo que poseo está aquí”
Dice la pelinegra apenada sin moverse ni un centímetro de su lugar.
La rubia se congela por un instante pero su corazón se estruja ante la confesión de la mujer frente a ella. Nadie debería tener que sobrevivir con su vida a su espalda, de manera literal; y se pregunta qué tanto puede contener aquella rota maleta. Ella misma sabe lo que es no poseer nada, pero aún en su austera infancia en el orfanato pudo disfrutar de ciertos privilegios que el mismo señor Vordenberg les procuraba a los niños bajo su cuidado. Al convertirse en parte del equipo Cupcake obtuvo mayores beneficios que pudo compartir con los demás y cuando comenzó a trabajar propiamente en el proyecto; además de ser capaz de comprar cosas para ella, siguió procurando a los que le rodeaban. La rubia ahora está segura de qué es lo primero que hará con su próxima paga.
Cupcake aprieta la mano de la pelinegra y quiere hacerle saber con ese dulce gesto que ya no está sola.
“¿Qué tal si subimos a tu habitación para dejar tus cosas y regresamos al comedor para presentarte a los demás? Así podemos cenar todos juntos y puedes comenzar a conocerlos”
K asiente lentamente levantando su mirada para ver una amable sonrisa en la rubia.
Cuando ambas llegan a la recámara, la pelinegra no puede creer lo que ven sus ojos, la blanca y ordenada habitación posee al menos el triple del tamaño de su viejo cuarto en el motel ‘Silas’. Al centro de la misma, se encuentra una enorme cama nueva que, aunque K no la ha probado, puede apostar que acostarse en ella será como dormir entre las nubes de lo acolchonada que se percibe.
La rubia camina hacia uno de los laterales y abre una puerta que lleva a otro pequeño cuarto.
“Puedes guardar tus cosas aquí”
La pelinegra le agradece que tenga el cuidado de decir ‘cosas’ como si se tratara de muchos objetos y no una simple y vieja mochila.
K hace su camino y mientras pasa junto a la cama no puede evitar tocar el negro edredón que le adorna, sus expectativas no son derrumbadas, por el contrario; el sedoso material cosquillea debajo de las yemas de sus dedos.
La rubia sonríe ante la acción, sabe lo impresionante que debe ser para la mujer el reconocer este nuevo espacio como suyo. Algo que le pertenece realmente por primera vez, desea que la pelinegra lo pueda sentir así.
K camina hacia el otro espacio y pone su mochila sobre uno de los estantes del closet mientras puede ver algunas prendas de ropa nueva en los gabinetes de un lado, unos jeans, algunas playeras y un par de pijamas. La rubia camina para abrir la puerta contigua y le llama con la mano para que se acerque también.
“Este es tu baño. Dean no estaba segura de qué te gustaría tener así que puso muchas cosas diferentes; con el tiempo podrás comprar tus propios productos”
La pelinegra entra al cuarto y ve el baño más limpio que ha visto en su vida. Todo el blanco mobiliario resplandece como si no hubiera sido utilizado nunca; K no puede creer que algo así exista. Hay una puerta divisoria cuyo material no deja ver lo que se encuentra del otro lado.
Cuando dirige su mirada al gabinete alcanza a notar pequeñas barras de jabón de diferentes colores, toma algunas y cada una huele diferente; la que tiene un tono lila es su favorita hasta ahora. Junto al contenedor puede ver botellas de shampoo que parecen imitar las mismas tonalidades de los jabones. K se siente en una tienda de productos de baño, o al menos se imagina que así sería entrar a una pues nunca en su vida ha podido hacerlo.
Lo siguiente que llama su atención es una pequeña cesta que contiene esferas de colores, no está segura de qué se traten los objetos pero parecen grandes bolas de dulce de tonos pastel.
Al ver la confusión en su cara la rubia se acerca a ella y toma la pequeña esfera verde entre sus manos para olerla por sí misma.
“Son sales para baño. Esta debe ser de limón ¿Quieres olerla?”
K acerca su nariz al objeto y confirma la información de la rubia, el redondo objeto de hecho huele a limón, pero las sales le provocan cosquillas a su nariz y no puede evitar el estornudo que emerge de ella.
“Lo siento”
Dice de inmediato intentando cubrir su nariz y boca. La rubia limpia parte de su rostro que ha sido salpicado por la saliva de la pelinegra pero rompe en risas ante la situación. K se siente aliviada cuando escucha la risa de Cupcake; pero también puede sentir un calor recorrer su cuerpo al oír el melodioso sonido salir de los labios de la rubia.
“¿Quieres oler alguna otra?”
“No lo creo. No pondré nada de eso en mi cuerpo, si me hizo estornudar no sé qué le hará a mi piel”
La rubia ríe nuevamente, camina hacia la puerta para abrirla y mostrar lo que se encuentra del otro lado. K se acerca sigilosamente y su quijada cae al suelo cuando puede ver una enorme tina que contrasta con su color negro de las blancas paredes.
“Las sales se ponen primero en la tina para que deshagan y después puedes tomar un largo baño para relajarte. Mi favorita es la amarilla, de vainilla; pero la de canela también tiene su encanto. No le digas a Dean pero la de ‘rosas’ es mi menos favorita”
Dice Cupcake encogiendo la nariz en desagrado y K encuentra el gesto adorable. No que se atreva a decirlo en voz alta. La pelinegra sonríe sin pensarlo, eso ha pasado cada vez más seguido en las horas que tiene conviviendo con esta pequeña mujer.
“Creo que es hora de que bajemos a cenar; si no lo hacemos rápido no te aseguro que quede mucha comida”
“No sería la primera vez en irme a la cama sin comer”
La pelinegra no puede detener las palabras salir de su boca en un tono muy casual y el rostro de la rubia se cae de inmediato. K se regaña mentalmente por causar pena en la mujer frente a ella y Cupcake no tiene palabras para decir lo mucho que siente escuchar lo que ha sufrido la pelinegra.
“Puedes estar segura que a partir de ahora, eso no volverá a suceder jamás”
Dice la rubia tomando tocando el antebrazo de K para darle un ligero apretón, la peliengra cree que se puede acostumbrar a este constante toqueteo por parte de Cupcake.
“Entonces muéstrame el camino, Cupcake”
No es la primera vez que la rubia escucha su sobrenombre en la voz de K, pero siente un escalofrío recorrer su cuerpo; tiene años escuchándolo, años no siendo llamada por su nombre real y aún así, jamás se ha sentido tan bien oír el sobrenombre brotar de los labios de alguien más; no como se siente con esa rasposa y sensual voz. Cupcake tiene que detener sus pensamientos al instante, apenas lleva unas horas conviviendo con esta desconocida y no es correcto aplicarle tales adjetivos, por más que su cerebro le diga que es así.
“Uh, ¿Cupcake?”
“Cena. Claro”
La rubia gira en su talones para salir, casi corriendo, del cuarto de baño y de la habitación de la pelinegra. K hace un esfuerzo en seguirla pero no hace ningún comentario sobre la velocidad de los pasos de la mujer delante de ella.
“¡Ya era hora! Supongo que la ‘bienvenida’ se alargó más de la cuenta”
Grita la corta pelirroja que K vio interrumpirles hace unos minutos atrás. La pelinegra deja salir una pequeña sonrisa ante la implicación de sus palabras y está segura que, aunque aún no conoce a los demás, podría permitirse una amistad con la pelirroja.
La rubia gira sus ojos ante la frase pero aunque intenta evitar la mirada con la pelinegra, K puede ver sus mejillas tornarse rosas; sabe también que se convertirá en una de sus cosas favoritas. Casi tanto como escuchar su risa.
“Bien, lo importante es que ya están aquí. Pueden lavarse las manos antes de comer y servirse lo que les apetezca. Hay un poco de carne al horno con tocino, puré de papás con gravy y ensalada con fresas y queso de cabra. Tenemos un poco de vino tinto para acompañar o si lo prefieres aun queda algo de naranjada o agua”
La pelirroja con cabello rizado interviene mientras mueve las manos alrededor de la mesa para señalar los manjares sobre ésta. K siente su paladar hacerse agua con las delicias que tiene frente a sus ojos, nunca había visto tanta comida junta; su cena por lo general consta de algún frío emparedado que compra camino al motel o, muchas veces, algunas sobras que podía tomar a escondidas de los restaurantes y cafés en los que trabajaba.
La mirada de la pelirroja se ablanda cuando ve a la pelinegra frotar sus manos al frente en anticipación del banquete que está a punto de probar.
Cupcake toma su muñeca para arrastrarla hasta la cocina con el afán de cumplir las reglas de higiene de Dean, la rubia sabe que no es bueno desafiar a la pelirroja.
K siente la misma electricidad que trae consigo Cupcake cada vez que la toca.
Después de tres enormes platos rebosantes de comida; dejando boquiabiertos a los demás ocupantes del comedor por la capacidad de la pelinegra para comer, y en el caso de Dean por sus modales; todos se levantan de la mesa para ayudar a llevar sus platos al fregadero. K no hace ningún intento por ayudar, por el contrario se reclina en su silla y pone los brazos detrás de su cabeza para descansar lo lleno que se siente su estómago en mucho tiempo. Quizás nunca en su vida.
Cupcake lo deja pasar porque cree que es su primera noche con ellos y debe ser tratada como invitada especial. ‘Sólo por hoy’ se dice la rubia en sus adentros.
“Entonces ¿Qué se supone que haga en este nuevo trabajo?”
Dice la pelinegra antes de dar un sorbo a su quinta copa de vino, el más delicioso que ha probado; nada que ver con aquella botella barata que de vez en cuando ha compartido con Spencer algunas noches.
“Lo primero que debemos hacer es encontrar un sobrenombre que funcione para usted”
Es la primera vez que K logra escuchar al hombre de barba hablar después del incómodo momento que compartieron en el viaje de esa tarde. La pelinegra se siente extraña por la manera tan educada en que se dirige a ella, nadie le ha tratado como una persona de verdad en años; al menos no antes de pisar esa casa.
“¿Sobrenombre? ¿No estamos algo grandes como para jugar a los espías? No tengo problema con que me llamen por mi nombre, soy K…”
“¡No!”
Grita Cupcake corriendo a la mesa con el plato que estaba secando en la cocina entre sus manos.
“Nadie aquí usa su verdadero nombre. Es una regla, no nos importa su pasado o cómo se referían a usted en su antigua vida, ni su origen. A partir de ahora es parte de nuestro equipo y como tal nos referiremos a usted con un nombre que hable por sí mismo”
“¿Ustedes ponen los sobrenombres? ¿Cómo se llama ella? ¿Clifford?”
La pelinegra pregunta asombrada asintiendo hacia la alta pelirroja que se encuentra acomodando los platos en los gabinetes más altos. Junto a ella el alto hombre suelta una risa al escuchar el comentario no sin quejarse de inmediato cuando la pelirroja le da un golpe por detrás de la cabeza en venganza.
“¿Y el pastel de carne de allá?”
Es turno de la pelirroja reírse de regreso y el hombre pone su tierna cara de cachorro a la que la mujer gira los ojos.
“¿Quien sigue? Curly Sue y su ayudante, la científica loca”
Señala K con una sonrisa complacida en los labios.
“Me gusta ese nuevo sobrenombre ¿Puedo cambiar el mío?”
La pelirroja de pelo corto ríe.
“No lo creo, cariño”
Declara Dean ganándose una sorprendida mirada de todos los habitantes de la casa, incluyendo a K, y la pelirroja gira de inmediato para ocultar su avergonzado rostro por el desliz.
“Nuestros sobrenombres no tienen que ver con nuestra apariencia física, por más adecuadas que sean sus observaciones”
El hombre de barba indica seriamente y los señalados con un nuevo sobrenombre le ven con enojo.
“Adecuadas, pero nada amables; le pido no se refiera así a mis amigos”
“Bien, pero antes quisiera saber ¿De qué siglo sacaron a este lord inglés?”
Acepta la pelinegra subiendo los hombros primero y después cuestionando al hombre de barba con toda seriedad mientras pone una mano debajo de su mentón.
La rubia gira los ojos ante los comentarios de la pelinegra y dándole el último plato a la alta pelirroja camina hacia el comedor nuevamente.
“Él es Bookworm, obviamente ama los libros y es como una biblioteca andante; ella es T.A. ama la literatura y ayudar a los demás; él es Zeta, muchas veces no tiene idea de lo que pasa pero siempre enfrenta todo con valentía, es un buen amigo también. LAF está por allá y en realidad jamás he entendido su sobrenombre pero sabe todo sobre ciencia y Dean es la mamá de nuestro grupo, siempre cuidándonos y regañándonos cuando es necesario”
K tuerce un poco la boca pensando en la información que la rubia le hace saber, aún piensa que sus sobrenombres son mejores que los que tienen pero lo deja pasar cuando algo más llama su atención.
“El único que tiene sentido es el tuyo. Cupcake. Puedo ver por qué lo dulce y delicioso”
Concluye la pelinegra relamiéndose los labios de manera exagerada después de dar un sorbo más a su copa de vino.
La rubia abre los ojos tanto como puede y su cara se ilumina del rojo más intenso que K le ha visto; la pelinegra disfruta cada segundo de ello hasta que el hombre de barba aclara su garganta para llamar su atención.
“Uhm. Ciertamente, Cupcake es la persona más dulce que conozco; pero lo importante ahora es pasar a su propio sobrenombre”
Dice el hombre algo nervioso y evitando hacer un comentario sobre el segundo adjetivo.
“¿Por qué no ‘reina de las sombras’?”
Interviene la pelirroja haciendo su camino a la mesa con sus brazos cruzados al frente.
“Dijimos que nada que aluda al físico. Sin ofenderla”
K desestima el comentario del hombre con la palma de su mano.
“Además es demasiado largo T.A. ¿Cierto, Bookworm? Mejor, uh, algo como… Hottie”
“Nada físico, Zeta”
Dice la rubia y los demás la miran asombrados mientras la pelinegra sonríe complacida ante la implicación de sus palabras. Nuevamente Cupcake siente sus mejillas incendiarse.
“¿Por qué no nos dices algo más acerca de ti?”
Interviene la pelirroja de rizos en ayuda a desviar la atención en su amiga.
“No hay mucho que decir. He vivido sola casi toda mi vida; me gusta la noche y las estrellas, son reconfortantes; me gusta leer, leo lo que encuentro, pero no he leído muchos libros diferentes desde que era pequeña, el único libro que he leído desde entonces es ‘El libro de la selva’”
La pelinegra deja fuera mencionar sobre el maltrato de su madre o la muerte de su padre; pero ella misma se sorprende al poder hablar un poco sobre ella de manera tan fácil. Ni siquiera con los años que tiene de conocer a Spencer ha podido hacerlo con él.
Por otro lado, siente un poco de vergüenza aceptar que su libro favorito es uno que refiere a un tema algo infantil; pero la leve sonrisa en el rostro de la rubia le da la confianza suficiente para sobreponerse.
“¿Qué tal ‘Bagheera’? Así se llama aquella pantera del libro y además del parecido con el color de tu ropa, es fuerte y solitaria”
Todos los demás asienten pensando en el sobrenombre excepto la rubia que vuelve a encoger la nariz en un gesto pensativo. K se siente cada vez más atraída a esos gestos. Aunque tampoco se encuentra del todo convencida del sobrenombre.
“Es muy específico, pero me gusta la idea final. ¿Por qué no simplemente ‘Kitten’? Además inicia con la letra de tu antiguo nombre”
Declara la rubia.
La pelinegra piensa por unos segundos, repasando el sobrenombre en su mente. ‘Kitten’, el corazón de K se estruja al recordar que en su infancia su padre le llamaba ‘Kitty’ por la misma razón; no entiende cómo esta pequeña rubia ha podido dar en un punto tan delicado e importante en su vida sin siquiera conocerle.
“Creo que ese me gusta más”
Dice la pelinegra sonriendo un poco avergonzada de la situación.
“Por supuesto que escogería el sobrenombre de Cupcake”
Resopla la pelirroja de cabello corto de manera molesta al no ser elegida su propuesta. Dean le da una palmada en la espalda para reconfortarla y por supuesto, LAF olvida la decepción con el solo toque de su mejor amiga.
“Bien, estando eso claro, podemos ahora pasar a nuestros aposentos para descansar y mañana temprano nos reuniremos nuevamente con el señor Vordenberg para nuestra siguiente misión. Y solamente me resta decirle en nombre de todo ‘El escuadrón de los sueños’: ¡Bienvenida, Kitten!”
Dean aplaude efusivamente con una amplia sonrisa, mientras LAF hace lo propio haciendo bailar sus cejar de arriba abajo. T.A. aplaude con pereza hasta que Zeta le da un ligero codazo en las costillas para que muestre más ánimo.
El hombre comienza a gritar ‘¡Kitten!’ repetidamente girando su puño al aire.
Propiamente K no le pone suficiente atención porque está completamente enfocada en la rubia frente a ella. Cupcake aplaude y le ofrece una enorme sonrisa a la pelinegra mientras murmura un ‘Bienvenida’ que hace que la pelinegra sienta mariposas en el estómago. K quiere convencerse que en realidad es efecto de toda la comida que ha ingerido esa noche; pero en su interior sabe que mucho tiene que ver con sentirse realmente ‘bienvenida’ a un lugar que por primera vez tiene la posibilidad de convertirse en un verdadero hogar.
Todos hacen su camino hacia sus dormitorios y en el momento en que la rubia se detiene justo en la puerta frente a la suya es cuando se da cuenta que Cupcake duerme del otro lado del pasillo.
“Buenas noches, Kitten”
Dice la rubia mordiéndose el labio inferior. El mismo revoloteo regresa al estómago de la pelinegra. K piensa que es tonto sentir entusiasmo por escuchar su nuevo ‘nombre’ deslizándose por la boca de Cupcake.
“Buenas noches, Cupcake”
Responde K con una sonrisa; y la pelinegra piensa que es patético lo mucho que ha sonreído en unas cuantas horas, es mucho más que lo que lo ha hecho a lo largo de su vida.
Cupcake abre la puerta lentamente pero no hace un intento firme por entrar a su cuarto y la pelinegra copia su acción.
“Lo sabía”
Dice la pelinegra antes de entrar a su cuarto, la rubia la mira confundida.
“Que tú también piensas que soy hot”
Aclara K con un guiño ante la confusión en el rostro de la rubia, que de inmediato gira los ojos ante la frase pero la pelinegra puede ver que aún tiene una sonrisa en su rostro mientras mueve la cabeza en negación y entra a su cuarto sin decir nada.
La pelinegra deja soltar una breve risa antes de entrar a su nuevo cuarto. No sin antes repetir en su mente un ‘Buenas noches, Cupcake’.