La asombrosa SpiderJinx: El peso de las sombras

Arcane: League of Legends (Cartoon 2021) League of Legends
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La asombrosa SpiderJinx: El peso de las sombras
Summary
"Un gran poder conlleva una gran responsabilidad." -Cielos, hermana, aun muerta me sigues sermoneando.
Note
"Fanfic is a cheeseburger" ¡Y patentame esa frase, Marce!Uno no espera que una hamburguesa sea la mejor comida que probara en su vida, ni la más alta clase gourmet de Europa enfocada en ella. Ni se le puede exigir que en ella se sienta los más finos condimentos entrelazados con cautela y antelación con demás especias.No.Pero una grandiosa hamburguesa... oh, boy...Como deseo una grandiosa y rica hamburguesa. Te estoy hablando de una buena, no de cualquiera.En un día donde trabajaste y soportaste el calor y solo quieres llegar y descansar... no esforzarte mucho cocinando porque es solo para ti, ni gastar un dineral por un plato que quizás no necesitas en ese momento o la ocasión no lo amerita.Una hamburguesa y un vaso de gaseosa fresca con hielo, que tú muerdes y cierras los ojos porque esta buenísima.Solo eres tú, el mundo y esa hamburguesa, disfrutando los simples placeres de la vida.Porque está bien que existan platos más complicados y mejores, novelas más complicadas y mejores. Y está bien que aspires a eso, la grandeza llama.Pero también hay grandeza en las pequeñas cosas, en las más sencillas.No todo tiene que ser horas cocinando, escribiendo, dibujando, componiendo, cuidando el detalle hasta lo más mínimo y escribir, reescribir, editar y volver a editar, y borrar y volver a escribir para luego editar.Y yo había olvidado eso...Pero lo recordé anoche.Así que, por favor, desde que no puedo estar allí para cocinarte una buena hamburguesa que pueda mejorar tu día...Escribiré un fanfic.
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Un mal día

El sol apenas se filtraba a través de las cortinas desgarradas del apartamento cuando Jinx abrió los ojos. Su cabeza zumbaba por la falta de sueño y el estómago le rugía, recordándole que su cena de la noche anterior había sido un paquete de galletas rancias.

Se sentó en su colchón tirado en el suelo y observó el desastre a su alrededor: ropa sucia amontonada, platos acumulados en el fregadero, que no limpiaba porque no tenía comida con qué ensuciarlos más, y el polvo y la mugre colándose en cada rincón.

Su hermana siempre la regañaba para que mantuviera su pequeña vivienda limpia, pero desde que murió, no le podía importar menos.

Se puso de pie y se arrastró hasta la puerta, donde un sobre resaltaba por lo limpio y nuevo en contraste con todo lo demás.

"AVISO DE DESALOJO"

"Genial", pensó, mientras se rascaba el ombligo, donde cierta comezón, junto con el olor a transpiración, sangre y mugre, le recordaba la falta de baño.

Jinx pensó que tal vez, si vendía su vieja computadora, podría reunir algo de dinero. Un compañero de clases le había dicho que estaba interesado en comprarla por unos cuantos dólares. No era mucho, pero al menos podría pagar una parte de la deuda y ganar algo de tiempo.

Se vistió con lo primero que encontró en el suelo: una camiseta que olía a sudor y un pantalón que tenía manchas de algo que prefería no identificar. Su lavadora dejó de funcionar hace semanas cuando intentó entender su complicado sistema de botones, "matándola" en el proceso.

Las personas que caminaban ese día por las calles notaban a una chica con una pésima mueca de mal humor que, cada tanto, mascullaba algo entre dientes, inentendible, para luego seguir arrastrando su mal humor por donde avanzaba.

Esa era la verdadera identidad de su heroína más carismática: SpiderJinx.

Jinx no pudo creer que justo ese día, en el callejón donde siempre "pasaba algo", pasaba algo nuevamente.

Era el sector favorito de los malhechores de pocos códigos para hacer unas monedas. Los vecinos del lugar sabían perfectamente que les convenía agachar la cabeza y pasar rápidamente por ahí o, directamente, evitar la zona.

Jinx amaba ese maldito mugrero por todas las razones equivocadas. Era su coca fría en medio del desierto. Si tenía un mal día y se sentía de mal humor, simplemente se ponía el traje, esperaba en la azotea y, cuando los malos trataban de hacerle algo malo a alguien, ella descargaba su frustración contra ellos.

La sádica satisfacción de romper huesos en contra del heroísmo que se le atribuía.

Y lo amaba.

Pero justo ese día, no podía pensar tan al contrario.

Unos tipos vestidos con chaquetas de cuerina barata y rostros desagradables rodeaban a una anciana. Jinx no necesitó más que un vistazo para saber que la estaban asaltando. Consideró seguir su camino; hoy ya tenía demasiados problemas como para meterse en más, pero entonces vio algo inesperado.

Un gato oscuro, delgado y largo, saltó de un poste de luz y aterrizó junto a la anciana, arqueando el lomo con agresividad. Maulló con furia y se lanzó contra uno de los maleantes, clavándole las garras en la pierna. El hombre soltó un alarido y, sin pensarlo dos veces, le dio una patada que mandó al gato rodando por el pavimento.

Jinx sintió cómo le hervía la sangre. Podía ignorar a la anciana, pero al gato no.

Se escabulló, subió al tejado y se cambió rápidamente. En menos de cinco segundos, SpiderJinx estaba en acción.

Saltó desde lo alto de un edificio y cayó entre los maleantes, quienes apenas tuvieron tiempo de reaccionar antes de que ella los redujera. Un par de telarañas, un par de puñetazos y unos gritos de pánico después, los tipos estaban colgando de un poste como si esperaran a ser golpeados como piñatas.

—Idiotas...

Jinx vio que la anciana se encontraba bien, entonces buscó al felino, pero no lo encontró en el callejón.

Su vista se desvió a la calle más cercana, donde el gato se arañaba su propia cara con malestar mientras los autos lo esquivaban.

Las bocinas y el ruido confundieron aún más al animal, que saltó un par de veces hasta llegar al otro lado de la avenida que daba a un pequeño lago al paso. Subió al puente de mármol y trastabilló hasta caer al agua.

—¡Es el gato más estúpido que vi en mi vida!

Jinx se apuró a atravesar la avenida y subir la barandilla de mármol también. Vio cómo el gato se ahogaba mientras seguía lastimando su propia cara con malestar.

Jinx tiró un par de telarañas para agarrarlo, pero la superficie de agua y el gato ahogándose y moviéndose demasiado le imposibilitaron un tiro limpio.

Finalmente, el cuerpo del animal se hundió por completo y ya no volvió a salir.

—Pues listo, se murió... yo traté. ¡Dios sabe que traté! —se excusó, bajando del barandal para apoyar más cómodamente sus pies en el puente—. Y Dios siempre sabe por qué pasan las cosas... o eso dicen...

Se dio la vuelta y comenzó a alejarse.

—¡Mierda! —gritó mientras se lanzaba al agua.

La anciana se acomodaba su ropa mientras un oficial se acercaba a donde estaba en la acera. De forma calma, le explicó al hombre lo que había pasado, pero luego sonrió al ver cómo SpiderJinx, mojada de pies a cabeza, con un bolso escolar goteando a su espalda, se acercaba con el gato oscuro, empapado también, mientras este le clavaba las uñas y los dientes en el brazo.

—Muy simpático su... gatito —masculló con fingida amabilidad, mientras le extendía el animal para que la señora lo tomara.

—Oh, querida... pero yo no tengo ningún gato.

...

—Ey, Rick —el chico levantó la vista y vio a Jinx acercarse donde estaba—. Aquí tienes la joya que te prometí.

Rick bajó la vista y su expresión se torció de inmediato. El ordenador estaba chorreando agua, con burbujas de aire escapando de las ranuras.

—¿Qué le pasó? —preguntó, alejándose como si apestara.

—Quise lavarlo, ya sabes, para que este presentable para su nuevo dueño —respondió Jinx, encogiéndose de hombros.

Rick lo tomó con la punta de los dedos, como si fuera material radiactivo, y lo giró de un lado a otro. Un chorro de agua cayó al suelo.

—...

—...

—Esto no sirve más, Jinx.

—Solo necesitas ponerlo al sol un par de horas y estará como nuevo. Sabes que es único. Lo sé tú, lo sé yo.

—Sí, es verdad que tiene cierto valor coleccionable de los 2000 aun no sé cómo alguien como tu consiguió esto pero... no es una computadora subacuática, Jinx.

—Pues... es una apuesta entonces. Enciéndela, si no prende te la dejo a la mitad de lo que acordamos, pero si sí lo hace, me darás el doble.

—No voy a darte una moneda por algo inservible, Jinx.

—Sí sirve.

—Como pisapapeles quizás.

—Vamos, Rick, acepta la apuesta. Hazme ese pequeño favor ¿Te diré que? Te la daré de todas formas a mitad de precio, solo con la condición de que guardes las expectativas de si enciende o no en tu casa.

—... tú ya trataste de encenderlo ¿No es así?

—...

—...

—¡Claro que no! ¡Me ofendes que estés insinuando que-!

Rick tomó el ordenador de las manos de Jinx. La chica sonrió complacida, pero su expresión cambio al ver como el chico extendido sus manos al tacho de basura y soltaba el computador para que cayera allí.

—Listo... hice un favor...— comentó de mala gana—. El favor a cualquier idiota que trataras de estafar con esto en el futuro.

—Oye, no trataba de estafar a nadie...

—Lo que tú digas, Jinx.

Rick salió del salón, al igual que el resto de sus compañeros.

Vi le había regalado esa cosa con su primer sueldo como policía. Ekko la ayudó a llenarlo de juegos ilegales hasta que el pobre aparato apenas podía respirar, pero jamás le había fallado en ese tiempo.

—Mierda... —murmuró, arremangándose la camiseta.

Se agachó para sacarlo de entre los restos de papeles arrugados y envases de comida cuando una voz dulce la hizo sobresaltarse.

—¿Qué haces?

Jinx se giró de golpe, con el portátil aún en la mano.

Lux estaba aún allí. Su cabello rubio brillaba bajo la luz que se colaba por la ventana, y su sonrisa curiosa le revolvió el estómago, pero esta vez de una forma agradable para variar.

—Eh... ¿Sabías que estos aparatos tienen componentes súper dañinos para el medio ambiente?— preguntó, pensando rápido como contestar— Si los tiras así nomás, contaminan. Yo... solo trato de hacer mi parte como ciudadana responsable...

—¿De verdad?— preguntó la rubia.

—Sí, sí, claro. Es una causa importante... que siempre me ha importado muchísimo... porque nuestro mundo importa... mucho... —siguió con la poca elocuencia que tenía cuando la otra estaba cerca—. La gente no le da la importancia a cosas tan importantes como estas... y me... molesta...

Lux sonrió con entusiasmo.

—¡Eso es genial! Estoy en el comité ambiental de la escuela y siempre intento concientizar a la gente sobre esto. Es bueno ver que a alguien más le importa.

—Oh, woah... ¿De verdad? No tenía ni idea...— mintió, recordando que tenía en uno de sus cuadernos el recorte de la revista del instituto, donde Lux salía junto con el comité ambiental de la escuela.

—Sí, organizamos campañas de reciclaje y charlas sobre impacto ambiental... Deberías acompañaron alguna vez. Nos reunimos después de clase los jueves y-

La rubia se interrumpió al ver y recordar lo que realmente quería decir.

—En realidad solo me acerque para recordarte que... no se permite traer mascotas a clases

Jinx soltó una risa nerviosa y trató de ocultar su bolso a un costado, pero al verlo de nuevo notó como la peluda cola oscura sobresalía de allí.

Sabiendo que no tenía sentido discutir más, abrió el cierre, solo para encontrar al gato boca arriba, con la mandíbula abierta y tensa y la lengua afuera mientras le salía una burbuja pegajosa de la nariz.

—¡Ay, no! ¡¿Se murió de vuelta?!

Jinx tomó al animal entre sus manos y lo sacudió con fuerza, haciendo que este despertara y de mala gana volviera a clavarle las uñas en su brazo.

—¡¿Cómo puede ser que duermas así?! ¡Parecías un maldito cadáver pidiendo incineración!

—¿Es... es tuyo?— preguntó Lux viendo la interacción.

—¿Eh? No, no... no es mío... Lo encontré en la calle esta mañana...

—¿Qué le pasa en su ojo izquierdo?

—Creo que lo perdió...

—Parece infectado, deberías llevarlo al veterinario, no se ve nada bien.

—No tengo dinero para pagar-es decir, no traje dinero conmigo hoy— se corrigió sintiendo una ligera vergüenza por su situación actual— pero veré que puedo hacer cuando salga del instituto.

—Recién es el primer periodo, aún falta para que termine la jornada escolar.

—Lo sé, no es como si este animal se hubiera aferrado odiosamente a mi brazo o como si le debiera algo, no... solo... me pareció cruel dejarlo a su suerte en la puerta y todo eso...ya sabes...

—Oh, eres tan considerada y atenta.

Jinx sonrió más ampliamente al gato, sin pensar en este realmente. El felino le devolvió una mirada calcina mientras parecía tratar de estirar más sus uñas.

—¡Tengo una idea! ¡Ven conmigo, Jinx!

...

El profesor Viktor observó el ojo del gato con atención. Con mucho cuidado, desinfectó la herida del animal, que se mantenía tranquilo, pero tenso.

—Este ojo ya está cicatrizado —dijo el mayor con seguridad, mientras limpiaba la herida con algodón y una solución antiséptica—. Probablemente se lastimó hace algún tiempo, pero la herida ya está cerrada. Quizás se hizo un rasguño reciente, pero nada grave...

Jinx observaba como el felino parecía cómodo en los brazos de Lux mientras el profesor le curaba la cara. El animal ronroneaba y estiraba su cuerpo para que la rubia lo tocara más, como si hubiera encontrado su lugar en la calidez y suavidad de su cuerpo, y Lux parecía completamente encantada con esa atención.

"Que suerte tienes, infeliz" pensó, sintiendo un pinchazo de celos.

El profesor se apartó para buscar más soluciones, dejando a Lux y Jinx solas con el gato. Mientras tanto, Lux seguía acariciando suavemente al felino, quien cerraba los ojos de placer.

—¿Cómo lo vas a llamar? —preguntó Lux, mirando al gato con una expresión pensativa.

—¿Qué? ¿Me lo voy a quedar ahora? ¡Claro que no! Que fastidi-

—¿...?

—Es decir... es una gata encantadora, pero... como la chica responsable que soy, no creo que sea una buena idea quedármelo.

—¿De qué hablas? No puedo pensar en una mejor persona para cuidarlo.

— ¿Ah sí?

Lux asintió con una sonrisa cálida, que hizo que Jinx imitara el gesto sin pensarlo demasiado.

—Pero debe tener un nombre ¿No es así?— insistió la rubia.

—Eh... bueno... ¿Qué te parece "Tuerta"?

Lux soltó una risa suave, pero negó con la cabeza.

—No bromees con esas cosas, Jinx —respondió, aunque su sonrisa no desapareció—. Es gracioso, pero un poco cruel...

La rubia miró con atención al animal de nuevo.

—Es curioso —dijo finalmente—. Este gato... me recuerda a alguien, pero no sé a quién. Y su ojo azul... es como el Zafiro. Es tan hermoso.

—Tus ojos también son hermosos— susurró Jinx.

—¿Mmm?

—Oh, bueno... también son celeste ¿No es así? Casi del mismo tono que Tuerta... ¡Solo que tú tienes los dos ojos! ¡Lo que te hace doblemente hermosa! Eso... eso creo...

Lux le dedico una sonrisa que hizo que su pecho se sintiera cálido, al mismo tiempo que se quedaba sin palabras.

Jinx agradeció que desviara su atención de nuevo al animal.

—Zafira... —murmuró, pensativa—. Sería un bonito nombre para ella.

En ese momento, Viktor regresó con un pequeño botiquín y un par de medicinas. Le explicó a Jinx que debía seguir cuidando del gato con un par de indicaciones para mantener su ojo limpio y evitar que se infectara.

—Asegúrate de darle estos cuidados por los próximos días —dijo el profesor, entregándole a Jinx las instrucciones.

De repente, Zafira se tensó y sus orejas se levantaron, su cuerpo se puso rígido. Jinx frunció el ceño al ver cómo el gato comenzó a mostrar signos de agresividad, incluso arañando levemente a Lux.

—¿Y ahora qué le pasa? —preguntó Jinx, sintiéndose molesta al ver la incomodidad en Lux hasta que el gato saltó desde sus brazos a la mesa y arqueó su espalda con ferocidad perfilándose a un costado.

—¿Quería verme, profesor?

Los tres tiraron su mirada a la puerta del salón, donde Caitlyn esperaba ahora silenciosamente.

—Ah, señorita presidenta ¡Perdón! Expresidenta— trató de bromear al profesor, sin conseguir un cambio significativo en la pesada calma que traía su recién llegada alumna—. Pasa, por favor. Señoritas, si ya solucione su problema, les pediré la atención de-

—Por supuesto, profesor, lo dejamos tranquilo ¡Y muchas gracias por todo!— se apuró a contestar Lux, sonriéndole e inclinando su cabeza un par de veces en una simpática reverencia—. Vámonos, Jinx.

—Eh... sí...

Jinx titubeó por unos segundos, sabiendo que si agarraba al animal en ese estado de estrés y amenaza se llevaría nuevos arañazos.

Optó por tomarlo del lomo con ambas manos, haciendo que sus patas cayeran hacia abajo pesadamente. Lo alejo de su cuerpo lo más que pudo, y en esa posición, comenzó a caminar hacia la salida, seguida de Lux.

Una vez afuera, luchó un poco para meter al gato adentro de su bolso, pero finalmente logró acomodarlo de una forma que este no se resistiera.

Suspiró y miró a su compañera, ya con una ocurrencia en su mente, pero se quedó callada al ver lo enfocada que esta estaba mirando al interior del aula desde el pasillo.

Siguió su vista y corroboró que seguía mirando al profesor Viktor y Caitlyn mientras hablaban.

—Ella se ha vuelto aún más reservada ¿No crees?— soltó de repente la rubia, tomando desprevenida a Jinx—. Ah... es verdad que siempre ha sido una chica muy reservada y misteriosa pero últimamente... su presencia... es más sombría y... triste...

—...

—Mis amigos dicen que sigue igual de rara, "La misma anormal tragalibros de siempre, igual de bonita que de engreída, solo que ahora quiere dar lastima."— citó Lux, llevando una sonrisa que no trasmitía que el chiste le hiciera gracia alguna—. Dicen que los profesores la están ayudando más ahora que nunca pero... estoy convencida que empeoro bastante desde que-

—...

—¡Oh! Lo lamento, Jinx. Debo estar sonando como una verdadera imbécil— se disculpó rapidamente—. Por supuesto que nadie sufrió la muerte de tu hermana más que tú. No sé qué demonios estaba diciendo, lo lamento tanto.

—¿Qué? Oh, no, descuida... ya paso un tiempo... no es nada— le quito importancia de inmediato—. No sabía que la presidenta y tú eran amigas ¿Desde cuand-?

—No lo somos— la interrumpió de inmediato, aunque manteniendo una sonrisa en su rostro que Jinx consideró demasiado fría en comparación con cualquiera que le haya dado ese día.

El ambiente se puso un poco incómodo por unos segundos pero rápidamente Lux suspiro cortamente y volvió a su habitual calidez.

—Sera mejor que encuentre una buena excusa para el Profesor Macley por llegar tan tarde a su clase— comentó con nuevo ánimo—. No creo que acepte como excusa el rescate de un gato, por más lindo que este sea ¿No crees?

—Sí... lamento haberte hecho perder esa clase.

—No, no, no, yo me ofrecí a ayudar ¿Cómo podría no hacerlo? Zafira es tan linda... cuida bien de ella ¿De acuerdo?

—De acuerdo...

Lux se acomodó su mochila y le dio una última sonrisa antes de apurar su caminar por el pasillo.

"Qué raro fue eso..." pensó.

Una vez sola, Jinx notó como la gata sacaba su cabeza por el bolso, viendo con tristeza como la persona que le había dado tan cálidas caricias se alejaba también de ella.

...

—¿Y por qué no te sacaste el bolso antes de tirarte al agua?

—... Porque soy imbécil.

—... Hoy no tengo cómo debatirte eso, Jinx.

Ekko examinó de nuevo el ordenador portátil antes de meterlo en su propio bolso.

—Veré qué puedo hacer.

—¡Gracias! Ah... y llévate esto también.

—¡No me voy a llevar a esa gata!

—¡Oh, vamos! ¡Tienes afinidad por los gatos! ¡Eres un gato negro! ¡Las gatas se te tiran encima con esos pectorales de neg—!

—¡Shhh! ¡Cállate! ¡Dios! —se quejó, revisando que nadie en la salida los hubiera escuchado—. Y no puedo llevarme a ese animal. Ya tengo demasiados en casa... y esta no parece lo suficientemente dócil como para llevarse bien con los demás.

—¿De qué hablas? Si es un amor de gata.

Para contrastar lo que Jinx decía, el animal clavó sus garras en el bolso de esta, desgarrando todo el costado mientras jugaba con una expresión amargada y desinteresada.

Ekko le acarició la cabeza, y el animal se dejó consentir, pero siguió arruinando la tela del bolso.

—Tiene toda una personalidad, ¿eh?

—No lo sé, no me importa... y aunque lo hiciera, no puedo quedármela.

—Te vendría bien un poco de compañía en tu hogar.

—Dentro de poco no tendré ningún lugar al cual llamar hogar... —murmuró más para sí misma.

—¿Qué?

—Nada, que... tú me conoces. ¡No tengo madera de madre!

—Al juzgar por sus cicatrices, diría que es una gata muy independiente, no te preocupes.

Ambos dejaron de hablar cuando escucharon el escándalo cerca de la entrada del instituto.

El director, un hombre alto y delgado, con una mirada serena pero severa, dejaba que un irascible joven, de no más de treinta años, discutiera de forma acalorada mientras otra mujer lo tomaba del brazo para frenar su exabrupto.

—¡Lo juro por mi padre! ¡Demandaré a esta maldita institución si no me dan el cuello del enfermo que le hizo esto a mi perro!

—Señor, como ya le expliqué —comentó con una calma sepulcral el director—, nada tenemos que ver con el incidente de su mascota.

—¡Está encubriendo al psicópata que tiene por alumno! ¡Pero yo sé muy bien que fue uno de esos degenerados adolescentes que alberga aquí!

—¿De qué va todo eso? —preguntó Jinx en voz baja, dirigiéndose a Ekko.

—El fin de semana, un hombre sacó a pasear a su perro de noche cerca del campus. El perro olfateó algo o quién sabe, entró a la institución... y no lo encontraron hasta el día siguiente... hecho pedazos.

—¿Oh?

—Supongo que ese sujeto es el dueño...

—¿Creen que un alumno atacó al perro?

—Lo estamos investigando. De hecho... no es un caso aislado.

—Uy, el grupito de héroes persiguiendo a un ejecutor de canes... cómo se nota que las prioridades en esta ciudad están mejorando, ¿eh?

—La semana pasada, un alumno se quejó de un ataque al salir de la institución. No sabe qué lo atacó, pero le dejó unas marcas en el brazo. Parecían cuchillas que trataron de desgarrarle el hombro. El sereno también comentó que escucha ruidos y teme que unos vándalos quieran robar cosas de valor de la escuela... y ahora esto.

—Pff... Seguramente es un drogadicto viendo con qué divertirse. ¡Pero hey! Ustedes saben más que yo del tema.

—De hecho, nos vendría bien una mano en esto. Alguien que sea también un alumno de aquí y que no levante sospechas mientras investigamos. ¿Qué dices?

—Paso —descartó de inmediato.

—Te pagaremos.

—¡Ja! ¿Y ser un empleado del Estado? Lástima mi orgullo gay... Prefiero vender tacos en la esquina de mi casa, gracias.

—Sé que necesitas dinero... No es como si nos pagaran fortunas, pero es suficiente para cubrir algunos gastos.

—¿Y quién te dijo que necesito su mugroso dinero controlador de voluntades... financieras? Prefiero morir antes que trabajar con ustedes, de verdad... qué asco...

—Oye... No somos tan malos.

—¡Son peores! ¡Te tienes que reportar todo el tiempo! ¡Y como si lo necesitaran! Con el rastreador que seguro te metieron en el culo...

—Piénsalo, ¿de acuerdo? Sí, la asociación donde estoy tiene sus normas y reglas, pero... Jinx... llevas la misma ropa desde hace cuatro días...

—No es la misma ropa. Tengo el mismo pantalón dos veces... y las mismas camisetas... tres veces...

—¿En serio?

—Es algo que solo los genios como yo entendemos. ¿No sabes de Einstein? El tipo tenía todo un ropero con los mismos pantalones y las mismas camisas.

—Mmm...

—Él estaba convencido de que así ahorraba miles de horas y esfuerzo para dedicarse a cosas más prioritarias. ¡Y él sí que las tenía!

—¿Cómo dedicarse a la física?

—Y maltratar y engañar a su esposa con cuanta zorra de la noche se le cruzara, sí... prioridades...

Ambos vieron cómo el hombre terminaba su charla con el director, con más amenazas pero sin conseguir nada de él. Finalmente, se subió a su vehículo y se fue, aunque la escena ya había sido registrada por todos los alumnos allí cerca.

—No hay nada más que ver, jóvenes —habló con claridad el director—. No retrasen más el regreso a sus respectivos hogares... o creeré que hay voluntarios para la limpieza de los instrumentos de nuestra querida orquesta.

El director era alguien respetado, al igual que temido por el cuerpo estudiantil, así que todos se tomaron en serio sus palabras y se apresuraron a volver a sus asuntos.

...

El pasillo del edificio olía a humedad y cigarro viejo, pero eso no le importó a Jinx mientras subía las escaleras. Quería llegar a su apartamento, quitarse la ropa aún húmeda y meterse a la cama.

Pero cuando llegó a la puerta, algo no estaba bien.

Sus cosas estaban apiladas junto a la entrada en una bolsa negra. Papeles arrugados, un par de camisetas viejas asomándose por el plástico roto, sus botas gastadas de repuesto, y el colchón que le quedaba, doblado y encintado a un lado.

Frunció el ceño y metió la mano en su bolsillo, sacó la llave, tratando de abrir la puerta como si todo esto fuera un error. Giró la manija y esta no se movió.

Volvió a intentarlo con el mismo resultado. Nada.

Jinx sintió el nudo en su garganta antes de darse cuenta. La desalojaron.

Apoyó la frente contra la puerta por un segundo, respirando hondo. Luego, sin pensarlo, le dio una patada a la puerta, lastimándose torpemente en los tres primeros dedos.

—¿Así es como le pagan al héroe de la ciudad? —soltó con resentimiento.

Se quedó ahí, mirando la madera desgastada de la puerta. Aun podía ir a hablar con el encargado, pero sabía de sobra que ambos ya estaban cansadas de las mismas excusas de siempre.

—Sí, bueno... igual no me gustaba este lugar de mierda —murmuró.

Recogió un par de bolsas sin molestarse en revisarlas. Sabía que el resto de sus cosas, si es que extrañaba algo, estarían en algún basurero cercano, y que podría recogerlas una vez encontrara donde dormir.

La gata, que la había seguido hasta ahí, olfateó las bolsas, luego miró la puerta cerrada y, sin dudarlo, dio media vuelta y se marchó por las escaleras.

—Ah, claro, por supuesto, ahora te das cuenta de que soy pobre —le gritó con sarcasmo—. ¡Qué considerado de tu parte largarte antes de que te pida que me mantengas, Zafira!

El animal ni siquiera miró atrás.

...

La azotea de un viejo edificio abandonado era lo más cercano a un refugio que tenía ahora.

Se acomodó sobre su bolsa de ropa, usando una chaqueta vieja como almohada. Miró las estrellas mientras el aire fresco le hacía cosquillas en la piel.

—Lux jamás buscaría tener una novia como yo.

Por más estúpido que le pareciera, ese era su único pensamiento en esos momentos.

Y agradecía que así fuera.

Había otras cosas que resonaban en su cabeza, como su futuro ¿Que comería? ¿Qué pasaría si se enfermaban? ¿Quién cuidaría de ella? ¿Dónde caería muerta si no se recuperaba? ¿Quién pagara su universidad? ¿Cómo hará siquiera para terminar la preparatoria? ¿Quién le daría trabajo a una desastrosa chica como ella?

Todas esas cosas eran más preocupante, pero prefería pensar en Lux y como, quizás, ese problema se solucionaría si consiguiera un par de entradas para el siguiente concierto de Pentakill.

Soñaba despierta con salvar a uno de sus integrantes como SpiderJinx y estos, agradecidos, le daban dos boletos para su siguiente concierto.

Podía invitar a Lux y esta le sonreiría con esa sonrisa tan cálida que a Jinx tanto el gustaba.

—... y pensé... a ti te gusta Pentakill... soy amiga de uno de ellos ¿Sabes?— murmuró, practicando mientras el sueño la alcanzaba—...sí... sí... me dio dos boletas... primera fila... ¿No es genial? Sí... es genial... vamos juntas... genial...

Se acomodó entre las bolsas, abrazándose a su chaqueta, el cielo estrellado comenzó a difuminarse mientras cerraba finalmente los ojos.

—Todo esto... es... es... una mierda...

...

El brabucón pateó una lata de refresco vacía mientras salía del edificio.

—¡Maldita sea! —gruñó. Lux había cancelado su cita porque tenía que estudiar. —Para qué demonios estudia tanto? Si ya es la más lista de la clase...

Con su mal humor a cuestas, sacó un cigarro arrugado del bolsillo y lo encendió con el encendedor barato que había robado de una tienda de conveniencia. Dio una calada larga y dejó que el humo se mezclara con la brisa nocturna mientras se alejaba de la escuela. Se metió las manos en los bolsillos de su chaqueta y siguió caminando sin un rumbo fijo, mascullando insultos para sí mismo.

Fue entonces cuando lo vio.

A un lado de la acera, bajo la luz trémula de un poste, una figura se erguía de forma extraña.

El brabucón frunció el ceño, poniendo atención a lo raro de la escena pero terminó por largar una carcajada burlona.

—¿Y tú de qué demonios te disfrazaste, perdedor? ¿Hay una convención de fenómenos por aquí cerca y no me entere? ¡Avisa! Con las ganas que tengo de dar unos buenos golpes esta noche— comentó mientras hacía sonar sus nudillos.

La figura no respondió. Solo se quedó quieta por un segundo, como si lo estuviera analizando.

Cuando finalmente se movió, no lo hizo caminando o corriendo, sino deslizándose a una velocidad inhumana.

—¡¿Pero qué cosa eres?!

No tuvo tiempo de gritar más que eso.

La oscuridad se tragó su voz, su cuerpo y todo rastro de él. Solo quedo su cigarro, caído en el suelo, que se consumió poco a poco hasta apagarse.

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