
Capítulo N°05 – La Búsqueda
El parque estaba atestado de visitantes, ávidos de entrenamiento; pocas eran las atracciones que no estaban a tope por la afluencia turística.
Y el Espectáculo Acrobático, la primera parada de Lola es su búsqueda, no era la excepción.
Charlie le había comentado que Gus y Bonnie eran mejores amigos, así que pensó que el niño estaría con ella.
Stu estaba de una sus acrobacias, y sus hijas estaban a punto de entrar al show con él, cuando Lola arribó. Lola las abordó amablemente; las chicas se detuvieron y saludaron la actriz jovialmente.
– ¡Hola, señora! – exclamó Bonnie, agitando su bracito encima de su cabeza.
Lola se tragó el enojo que le provocó ser llamada “señora”, y les dijo:
– ¿Han visto a Gus? Lo estoy buscando.
Janet negó con la cabeza, y le hizo la misma pregunta a Bonnie; su hermana también negó con la cabeza.
– ¿Por qué lo estás buscando? ¿Está bien? ¿Necesitas ayuda para buscarlo?
– La verdad es q-
La voz del presentador del show anunció, con toda la energía, que el espectáculo de Bonnie y Janet estaba por empezar.
– Tenemos que irnos, pero prometo ayudarla buscar a Gus apenas pueda – aseveró Janet.
Lola intentó disuadirla, pero las chicas la dejaron con las palabras en la boca; y para colmo, Bonnie la llamó “señora” una vez más al despedirse.
…
Su siguiente parada fue el cine. El lugar estaba atestado de personas; la mayoría hacían fila frente al puesto de golosinas para comprarse las suyas, antes de que comenzase la función. Fang y par de robots del parque estaban hasta el tope de trabajo. Aun así, y usando sus encantos, Lola consiguió abrirse paso entre la muchedumbre y llegar al mostrador.
– ¡Hola, señorita Lola! – exclamó Fang, haciendo un gesto de saludo con su gorra –. Llega justo a tiempo. En sólo diez minutos se estrena una de sus películas. Me imagino que no querrá que le arruine la sorpresa de cuál será, ¿no?
– Hoy no, Fang – le dijo ella, con deje amable –. Necesito saber si Gus está con Buster.
– ¿Gus? No – le dijo Fang después de un segundo de pensar –. De hecho, Charlie nos preguntó si podíamos cuidarlo, pero le dijimos que estaríamos muy ocupados. Buster ha estado todo el día ocupado con las proyecciones y yo no me he podido mover de aquí ni para ir al baño… Espera, ¿le pasó algo a Gus?
– ¿Por qué preguntas, cariño? – le preguntó Lola, haciéndose la coqueta.
– Porque lo estás buscando – repuso Fang –. ¿Gus está perdido? ¡Buster tiene que saberlo!
Fang miró a Lola de forma desafiante, con la intención de sacarle la verdad a pura intimidación… pero Lola se fue y ya. Fang quiso seguirla, pero el maremágnum de clientes se reanimó y exigieron ser atendidos.
…
La tercera parada de Lola fue La Mansión del Mal. Aprovechando los privilegios de su fama, Lola pasó entre la muchedumbre que esperaba al concierto de Draco. Cruzó el puente levadizo que pasaba sobre el para nada exagerado río de lava, y entró en el castillo.
Cruzó el patio principal hasta llegar al escenario. Allí estaba Draco, afinando su guitarra, y rodeado de robots que trabajaban en los preparativos finales para el concierto.
Apenas él vio a Lola subir al escenario, se levantó y se le acercó. La saludó de forma reverencial y hasta besó su mano de forma elegante.
– Es un gusto tener a una mujer tan hermosa aquí – le dijo Draco de forma caballerosa –. ¿En qué puedo servirle?
– Tan galante como siempre, pero no tengo para eso. ¿Has visto a Gus? Lo estoy buscando.
– ¿El niño de los globos que anda con Fang y Buster todo el tiempo? No, no lo he visto. ¡Pero no sé preocupe, mi lady! Yo la ayudaré a buscarlo, ¡aunque tenga que-
– Señor, recuerde que tiene que dar un concierto en diez minutos – le dijo uno de los robots.
Draco bajo la cabeza y suspiró molesto. Respiró hondo y, adoptando una vez más su carácter caballeroso, le dijo a Lola:
– No se preocupe, mi lady; la ayudaré tan pronto me desocupe.
– No te preocupes – le dijo Lola antes de irse.
…
Lola llegó al Arcade. El lugar estaba lleno de niños alborotados y salvajes. Tanto chamaco suelto sin control le daba jaqueca a Lola.
Ella no tardó en encontrar a 8-bit; tenía un niño encima suyo, jugando con un cohete de juguete. Ella se le acercó, pero sintió un escalofrío cuando 8-bit se giró e su dirección; la expresión de hastío con la vida que portaba la máquina arcade era tan única como aterradora. Lola pasó de dirigirle la palabra, y se fue a buscar a otra persona.
No tardó en encontrar a Rico y a Brock, que reparaban una máquina arcade; Rico trabajaba en la máquina mientras Brock leía las instrucciones.
– Tiene que ser un problema con una conexión… – masculló Brock.
– Muchachos, necesito su ayuda – les dijo Lola cuando se les acercó.
– ¿Qué quieres? – le preguntó Brock; su actitud era poco amena hacia Lola.
Lola ignoró el disimulado desplante y les dijo:
– Estoy buscando a Gus. ¿Lo han visto por aquí?
– No – espetó Brock de forma cortante.
– ¿Están seguros? – repuso Lola, conteniendo su fastidio.
– Claro – le dijo Rico después de dejar la máquina –. Es como un “invitado especial“ aquí, así que siempre estamos pendientes si viene, como con los otros niños… Lola, ¿le preguntaste a 8-bit si lo ha visto?
Lola se descolocó con la pregunta. Sintió una repentina vergüenza por la forma en que huyó de 8-bit; como una niña que ve a un adulto más serio de lo normal.Ella ocultó sus pensamientos, y negó con la cabeza.
Rico tomó un walkie-talkie y llamó a 8-bit. Sin embargo, no obtuvo respuesta y pensó que el aparato estaba descompuesto. Lola no disimuló ni por un momento la molestia que le provocaban las demoras. Rico estuvo examinando el walkie-talkie durante dos eternos minutos, hasta que la explicación del problema arribó, a máxima lentitud.
8-bit, a su habitual paso de tortuga, llegó con Rico, Brock y Lola. Tenía a dos niños encima, quienes simulaban una batalla campal con sus juguetes. Su expresión de hastío estaba más acentuada todavía.
Brock intuyó lo quería 8-bit; sobornó a los niños con unas monedas, para que se fuesen a jugar con una de las máquinas inanimadas. Entonces Rico le preguntó si había visto a Gus, y 8-bit hizo aparecer un enorme “no” en su pantalla a modo de respuesta. Y sin más, se dio la vuelta y se marchó, tan lento como vino.
– Lo siento – le dijo Brock, menos arisco –. Podemos ayudarte a buscarlo después de terminar con la máquina.
– No hace falta – les dijo Lola cansada –. Pero avísenme si lo ven.
Ellos asintieron, y Lola se fue.
…
Lola se detuvo después de salir del arcade. Estaba frustrada por sus esfuerzos infructíferos, y pensar que tenía que seguir recorriendo el parque acentuaba su jaqueca.
Pero tenía que hacerlo. Por Charlie.
Estaba revisando su mapa del parque, para fijar su próximo destino, cuando oyó una voz gritaba su nombre. No una voz cualquiera, sino su propia voz mitigada.
Lola tomó su espejo; en su apremio casi lo dejó caer al suelo. Lo abrió con torpeza, y vio a su ego. No era el reflejo de Lola, sino el ego en su manifestación física, comunicándose con su propia versión del espejo.
– ¿Por qué tardaste tanto en responder? – espetó el ego malhumorada –. Hace rato que encontré al niño.
– ¡¿Qué?! ¿Y qué estás esperando? ¡Dime en dónde está!
– Está en el tercer muelle de la atracción del Barco Pirata. Mejor date prisa; no sé cuánto tiempo se quede aquí.
– ¿Cómo que irse? ¡No lo dejes! – espetó Lola molesta.
– Te he ayudado en muchas cosas a lo largo de tu vida, pero esto está más allá de mis capacidades – le dijo Lola desentendida –. Mejor apúrate.
Lola estuvo a punto de regañar a su ego, pero ella desapareció y el espejo volvió a reflejar el rostro de Lola, marcado por el enojo.
Después de contener su rabia, Lola respiró hondo. Ya estaba resignada a caminar hasta el Barco Pirata, cuando, una vez más, una voz, que venía del cielo, llamó su atención. Al levantar la mirada, en lugar alguna clase de entidad celestial, vio a Janet, que buscaba a Gus. Lola llamó su atención y Janet descendió.
– ¡Cómo me alegra que estés aquí! – exclamó Lola cuando Janet aterrizó –. Ya sé dónde está Gus. Necesito-
– ¿Qué te lleve con él? ¡Por supuesto! – exclamó Janet.
– ¿Llevarme…?
– ¡Eso mismo!
– Pues, está en el Barco Pirata, pero-
Mientras Lola hablaba, Janet se colocó detrás de ella. Janet la sujetó a la altura de las axilas y despegó. Lola se sobresaltó; dobló las piernas tanto como pudo y se aferró a los brazos de Janet. Una vez se sobrepuso al susto inicial, Lola reparó en la fuerza de Janet.
– No sabía que podías cargarme – masculló Lola.
– Es que hago pilates – le dijo Janet orgullosa.
Janet oprimió el botón de su micrófono y voló a máxima velocidad, provocándole otro susto a Lola; inclusive lastimó a Janet al aferrarse con más fuerza a ella.