Día 19 - Tennyo
Tennyo, las cortesanas de los cielos. Aquellas bellas doncellas que servían a los Dioses con sus dulces melodías y atractivos bailes. Musas del palacio celestial, están solo a un paso de considerarse divinidades en si misma.
Mujeres con una belleza inexplicable para cualquier ser humano. Enamorando tanto a hombres como mujeres por igual, las jóvenes doncellas muestran con gracia sus talentos, permitiendo ser cautivadas por algún humano en una que otra ocasión.
Pero, no todas las Tennyo eran de esta forma. Entre ellas había una chica en particular, quien salía de toda norma. Si bien dentro de las Tennyo ella era la más talentosa y educada, siendo comparada con la belleza de una delicada mariposa, su personalidad era diferente.
Kiyomi, frente a los dioses era educada y servil, después de todo era a los señores a quienes servía. Fuera de ello, frente a humanos y yokais, su actitud era diferente, arrogante y orgullosa, consideraba su estatus superior que las otras especies sobrenaturales, después de todo ella era considerada casi una divinidad por vivir en el templo celestial junto a los dioses y servirles diligentemente.
Su bellea era exótica, sus cabellos adoptaban el hermoso negro nocturno y la pura y fría nieve al mismo tiempo. Ella lo sabía, el hecho que su atractivo captaba miradas tanto de humanos como de yokais, pero los ignoraba de forma evidente. No se casaría con nadie que no considerara digno de estar a su lado y claramente, desde sus ojos, los humanos, sobre todo los hombres, no lograban estar a su altura.
Los consideraba grotescos y vulgares, aunque solo había estado observando desde los cielos donde, solo era capaz de ver la tierra en las guerras y calamidades. Por otro lado, los yokais, si bien tenían una vida más longeva y presentaban una belleza más exótica, la personalidad arrogante y despreocupada le molestaba, ignorando que ella misma presentaba una actitud similar. Los yokais ante sus ojos solo tenían ojos codiciosos por poder, y deseaban acercarse a sus brazos con tal de poder acceder a los dioses.
Definitivamente no contraería matrimonio hasta encontrar a alguien digno de estar a su lado, por más tiempo que pasara. Prefería ser una bailarina eterna, una doncella cautivadora, solo al servicio de los dioses.