Día 15 - Kirin
Su vida había dado un giro de 180 grados a su corta edad. Había pasado de viajar junto a su padre de posada en posada, conociendo diversos lugares debido al trabajo de él, a de pronto vivir en un ostentoso palacio, debido al verdadero origen de su padre.
Quien en un momento fue un samurai errante, ahora era el nuevo emperador y por ende, ella pasaba a ser la princesa heredera.
Joven y sin tener un lazo real de sangre con su padre, quien la encontró a ella desde que era un pequeño huevo, los conectaba algo de mayor fuerza, el lazo de amor entre ellos. Su padre no había hecho diferencias con ella, pese a ser un Kirin, la crio con amor, convirtiéndose en su verdadero padre.
Lo cierto era que, pese a elevar su estatus, le había sido bastante difícil el acostumbrarse a los nuevos cambios. El aprender de etiqueta y estudiar todo lo necesario para ser una princesa era un desafío, que al menos había logrado superar.
Su padre, el ahora emperador, había sido muy benevolente. Antes de presentar cualquier compromiso, se le otorgó a la joven princesa la posibilidad de recorrer el reino, como una plebeya, y así aprender más del mundo. Momoka aceptó de inmediato, incluyendo aquella condición establecida por su padre de tener un guardia. Sabía que tomaba dichas medidas porque le amaba y quería protegerle.
El elegido para dicha misión fue un dragón europeo que había llegado a tierras orientales. La joven Kirin se había preparado toda la noche, debía ocultar el hecho de ser una princesa, por lo que preparó lo justo y necesario antes de encontrarse con quien sería su guardaespaldas, sin saber lo que el futuro realmente le deparaba.
Arsnot era el nombre del joven dragón que estaría a cargo de la princesa. Aquel día estaba en el punto de encuentro que se le había solicitado. Había sido contratado de una forma un tanto extraña, para trabajar como guardia personal de una joven. Asumía que debía tratarse de una hija de algún mercader, después de todo, no todos los padres eran capaces de contratar a alguien que actuara de guardaespaldas para proteger a sus hijas.
- De seguro solo ha decidido pagarle sus caprichos para recorrer las tierras. Una niña mimada – chasqueó la lengua un tanto incomodo, pero de todas formas trabajo era trabajo, y había aceptado aquello por lo que debía dar lo mejor al respecto.
Esperó pacientemente a que su, ahora señorita, llegara al punto de encuentro. Suspiró al sentir que tardaban, hasta que a la distancia notó que alguien se acercaba. Al momento en que vio a la chica, su cuerpo se tensó, haciendo todo lo posible por no mostrar desagrado o incomodidad. El punto de encuentro era poco concurrido, por lo que eso explicaba que la muchacha haya llegado solo con una sombrilla y nada más para cubrir su rostro, permitiendo ver sus evidentes rasgos. Un Kirin.
El joven dragón había tendido malas experiencias con dicha especie, por lo que servir ahora a una se volvía un tanto controversial para él. Aun así, la chica no parecía notar su incomodidad, o bien decidía ignorarle, acercándose a él con una sonrisa.
- Buenos días – habló educadamente, dejando escuchar su acento oriental – tu debes ser… A-Ar..Arsnot ¿verdad? – preguntó teniendo algo de dificultad al pronunciar su nombre.
- … Solo Ans – chasqueó su lengua, molesto no por el hecho de como ella pronunciaba su nombre, sino la situación en sí, sin importar si la chica se ofendía en esos momentos.
- Es un placer, soy Momoka – Aun así, ella amablemente le sonrió presentándose – gracias por aceptar ser mi guardia, espero que nos llevemos bien –
- realmente lo dudo niña… – le miró indiferente – pero realizaré mi trabajo como corresponde –
La relación de indiferencia era unilateral por parte de Ans. Momoka lo había notado, pero había sido educada para respetar a todas las criaturas, grandes o pequeñas, puesto a que cada uno traía consigo un pasado, y no era correcto realizar juicios al respecto.
Aun así, ninguno de los dos sabía, que el destino les había reunido en esos momentos, enlazando sus destinos.