
Día 14 - Inugami
Se encontraba curando las heridas de una pequeña ave, la cual había sido lastimada por unas piedras. Chasqueó la lengua en ese momento, frunciendo un poco el ceño, hace un tiempo que había mantenido su odio calmado, pero esta situación solo lo hacía resurgir.
El haber encontrado lastimada a la pequeña ave le había traído malos recuerdos, recuerdos que deseaba enterrar ahora que era capaz de vivir una vida un poco más pacífica, pero que, en el fondo, siempre permanecerían con él.
Yashamaru era un Inugami, un yokai creado a través del sacrificio de su cuerpo físico. En su caso un Shiba inu. Al ser utilizado en un ritual, Yashamaru acumuló odio hacia los humanos, criaturas que no dudaban en lastimar a los más débiles con tal de cumplir sus egoístas objetivos.
Dio un gruñido al recordar el momento en que su alma y el odio hacia la humanidad se fusionaron logrando materializarse en su forma actual. Notó al ave inquieta en sus manos, regresando al presente, parpadeando un poco y observando al ave.
- Lo siento, no era mi plan asustarte – asumió, puesto a que era evidente que el gruñido le había alterado. Suspiró y bajó sus orejas cansado, bajando al ave con cuidado de su mano.
- estás muy tenso~ – una voz tras de él irrumpió el momento y antes de que volteara se cargó en su espalda sintiendo como el inugami se tensaba – definitivamente muy tenso – dio una ligera risa - ¿Qué hacías? –
- … estabas ocupado… así que intenté curar el ala de esta ave – murmuró con el ceño ligeramente fruncido un tanto apenado al admitir que su gesto era con la intención de aligerar su carga.
- eres muy lindo Yashamaru~ - volvió a reír con suavidad – me gusta este detalle de ti – besó su mejilla, notando como la cola del inugami se movía, demostrando su felicidad por sus palabras – permíteme ayudarte ¿sí? – dejó de abrazarle y se puso a su lado, tomando a la pequeña ave y curando su herida, logrando que volara nuevamente y se alejara del lugar.
- … creí que bailarías y cantarías para curarle – comentó un tanto confundido Yashamaru al ver que solo curó al pequeño animal.
- Era algo pequeño, no era necesario ¿querías verme bailar? – preguntó con una sonrisa risueña, feliz de saber que su pareja esperaba eso.
- … supongo – apartó un poco la mirada al admitirlo, pero nuevamente su cola le delataba, provocando que el Tengu, riera – Hibiki no te rías – le miró tratando de mostrarse serio, aunque tanto él como el tengu sabían que era imposible estando solos.
- Es que realmente me pareces lindo – mencionó con una sonrisa, mientras hacía que el chico se sentara en el suelo y él se sentaba sobre sus piernas.
- No puedo contigo – suspiró rendido, escondiendo su rostro en el hombro del chico ocultando una sonrisa mientras movía su cola. La forma en la que había conocido a Hibiki había sido un tanto extraña, su relación no había iniciado de la mejor manera, pero en cierto punto la tensión se convirtió en amor, y Yashamaru lo agradecía, puesto a que se había vuelto alguien muy indispensable para su vida.