
Día 12 - Jorogumo
Su vida como yokai era solitaria, llevando casi 400 años allí, en el bosque, sus días consistían en escuchar la cascada y observar el cielo en silencio.
Elegante y atractiva, como Jorogumo había recibido aquel cuerpo con la finalidad de atraer su alimento, tal y como las arañas lo hacían con sus largas patas y sus llamativos colores.
En parte, tenía relación, puesto a que ella misma era, hasta cierto punto una araña. Aun así, vivía sola en aquel bosque, usando la cueva como refugio, disfrutando del silencio siendo irrumpido, solo por aquella cascada.
No comprendía la razón total de su existencia, simplemente se encontraba allí en ese lugar.
Consideraba las vidas humanas, las cuales eran su alimento, totalmente frágiles. ¿Cómo un ser tan grande era capaz de ser tan frágil? Se dejaban engañar con facilidad, caían una y otra vez en sus redes, pese a los innumerables rumores que circulaban de ella. Sentía lastima por aquellas frágiles vidas, por lo que había comenzado a evitar matarlos, después de todo ella solo necesitaba alimentarse, eso no significaba que debía aniquilarlos.
Podría decirse que era compasión, aunque ella no conocía realmente esa palabra. Tampoco es que aquellas vidas humanas lograran vivir mucho más, muchas veces sus débiles cuerpos enfermaban por la falta de energía y perecían jóvenes, aunque ese ya no era problema de ella.
Tal vez solo no quería mancharse las manos con sangre, o posiblemente quería seguir viviendo en aquel silencioso lugar sin mayores problemas. Después de todo, al no matar a los humanos, prevenía que ellos intentaran matarla a ella, era un círculo, dejarlos vivir para poder vivir, o quizás solo era un capricho. En realidad, no lo sabía, no sabía nada más allá que, el hecho de que deseaba disfrutar del silencio siendo irrumpido por la cascada.