Día 11 - Tanuki
Su vida en la isla era tranquila, hacía todo lo que quería en aquel lugar. El hecho de que vivieran más yokais en ese lugar hacía que todo fuera más cómodo, después de todo, siempre era difícil vivir solo con humanos, las diferencias que hacían eran evidentes y la situación incómoda, sobre todo para él, un Tanuki, puesto a que su especie era conocida por ser ladrones y estafadores.
Aun así, era feliz donde vivía, y ahora incluso más luego de lo que le había sucedido hace un tiempo atrás. Mientras caminaba por la orilla de la isla, se topó con una botella, divertido de la posibilidad de que aquello fuera “el mensaje en una botella” como contaban las historias la tomó, llevandose la sorpresa que sí tenía un mensaje en su interior, para ser más específicos una carta.
Curioso leyó el contendido, sorprendido de que la carta viniera desde aquella pequeña isla que se veía a la lejanía; al parecer este ser, que no estaba seguro si era yokai o humano, buscaba un amigo por correspondencia. No lo pensó mucho más allá, le parecía interesante experimentar aquello, por lo que decidió responder la carta y hacer uso de sus habilidades para que la botella llegara hasta la otra isla. De ese momento habían pasado ya bastante tiempo y Tanuki se había hecho amigo de este ser, del cual aun no sabía quien era o como era, ni siquiera su nombre, solo eran cartas en anonimato.
Tenía curiosidad por saber la identidad de su amistad por correspondencia, por lo que al momento en que le escribió una carta, anunciando que iría a visitarle, sintió una extraña emoción abordarle. Se volvió impaciente, esos días se convertían en una tortura, hasta que llegó el momento en que conocería a con quien intercambiaba cartas.
Un segundo bastó para saber que ella era la dueña de las cartas y, ese mismo segundo bastó para que se enamorara. Un amor a primera vista. Su corazón se aceleró y se sintió inquieto al momento de presentarse a ella, sintiendo de inmediato una cierta distancia ¿es que ella no había sentido los mismo que él? Poco después, supo que el dueño del corazón de Kappa-chan no era él, sino otro, pero aun así tenía su amistad, mantendría en silencio sus sentimientos, puesto a que solo con verla animada era más que suficiente para él.
— ¡Mira Tanuki! Aquí tienen muchos dulces — exclamó kappa con una sonrisa apuntando a un puesto de dangos a lo que él sonrió ante lo animada que ella podía ser con tan pequeñas cosas.
— Es cierto ¿Quieres probar? — preguntó él, riendo un poco al ver como ella asentía emocionada — ven, vamos yo invito — le ofreció. Sí, definitivamente para él, era más que suficiente con verla feliz.