
Día 9 - Baku
Considerado un ser sagrado, muchos lo veneraban con la intención de que velara sus sueños.
Los Bakus eran yokais que se alimentaban de los sueños de las personas y seres sobrenaturales, principalmente de las pesadillas. Por ese motivo, se habían convertido en los guardianes de muchas aldeas. El trabajo era exhaustivo, principalmente porque las personas demandaban cada vez más y más.
Aun así, los bakus continuaban con su trabajo, devorando los malos sueños para proteger a las personas. Se dice que, siempre que exista un Baku en el lugar, este otorgará prosperidad, pero no todos los bakus decidían quedarse en un solo lugar, aprovechando la comodidad del alimento.
Yume, un joven Baku, se había convertido en samurai. De porte elegante pero una actitud un tanto ruda en un principio, Yume decidió convertirse en un errante. Deambular por el mundo, eliminando uno que otro sueño maligno para alimentarse, hasta que, en cierto punto de su vida, la conoció.
Cerise. Una bella chica, quien al principio se acercó a él como humana, en realidad era un espíritu de un árbol de cerezo, quien le pidió ayuda a él como espadachín. Su solicitud era simple, ella necesitaba encontrar a alguien importante y cumplir una promesa, por lo que necesitaba un escolta.
Aceptando la solicitud, prometiendo escoltarla y protegerla hasta que ella cumpliera su misión emprendió camino junto a ella, puesto a que, de todas formas, él viajaba constantemente. La actitud de ella hacia él era algo que solía desconcertarle en ciertos momentos, puesto a que la dulzura de ella, removía cada vez más su corazón.
En cierto punto, se encontró no solo protegiéndola del exterior, sino también de aquellos sueños tormentosos que en ocasiones solía tener. La primera vez había sido algo innato, después de todo se alimentaba de ello, pero poco a poco, comenzó a hacerlo con otro propósito, puesto a que, al llegar la mañana, ella despertaba y le otorgaba una dulce y hermosa sonrisa.
Sin darse cuenta, terminó siendo cautivado por ella, por su dulce personalidad, por su amabilidad y compañía. Aquel sentimiento que, en un principio debía ser una alegría, para él se era un conflicto del cual no sabía como lidiar. Amor, un concepto complejo en esos momentos, puesto a que a diferencia de otros que lo experimentan, para él significa un gran temor. ¿Qué ocurría si ella no estaba enamorada de él? Era un supuesto que tenía peso, después de todo ella buscaba a un hombre, y pese a que ambos durante su viaje han compartido experiencias y se han acompañado el uno al otro, eso no significaba que compartieran los mismos sentimientos.
Sus pensamientos se volvieron cada vez más pesados, impidiendo que continuara descansando, por lo que abrió sus ojos con pesar, dando un suspiro y topándose con la joven de cabello rosa de inmediato.
— ¿Pudiste descansar bien? — preguntó con una dulce y amable sonrisa ella, quien le hacía compañía cuando él tomaba sus siestas.
—… sí, gracias — tardó un poco, pero le sonrió de forma sutil, rendido. Todavía no llegaba aquel momento, por lo que trataría de no atormentarse, guardando sus sentimientos y disfrutando la compañía de ella, hasta que su viaje llegara a su fin, hasta que ella lograra su cometido y tomaran caminos diferentes.