
Día 2 - Kamaitachi
Las grandes voluntades son recompensadas ¿o es un mero capricho de los espíritus?, aquella pregunta posiblemente nunca llegue a una verdadera respuesta.
La vida suele dar giros inesperados, otorgando motivos para vivir, un verdadero sentido, o los que muchos llaman eternidad.
Isao no era una excepción, no estaba seguro de si llamarlo bendición o no, pero al despertar como un cambiaformas, tras vivir muchos años, supo que su vida debía tener un sentido.
Tardó en acostumbrarse, pero cuando logró controlarlo, decidió aprender incluso más de aquel mundo. Recorrió infinidad de lugares, conoció humanos y yokais de todo tipo. Pese a ser diferentes, la fuerza para luchar y vivir era la misma, existían yokais buenos y otros con oscuras intenciones. Los humanos eran iguales, existían diferencias dentro de su misma especie, por lo que, llegando a la esencia de todos, no existían reales diferencias entre ambos.
En ese momento lo comprendió y decidió enlistarse a la guerra adoptando la forma humana en la cual había trabajado, pues pese a él comprender que al final de todo, tanto humanos como yokais son iguales, aun existía el miedo y la discriminación. Su objetivo era volverse el protector de los débiles, tanto humanos como yokais. Lucharía para otorgarles las esperanzas de una era de paz, una luz, un sentido para existir, tal y como había ocurrido con el tiempo atrás.
No sabía si era o no una bendición el convertirse en yokai, pero aquel kamaitachi lo agradecía, y usaría esta nueva oportunidad a su favor.