
Karandorie— ShuangXuan.
Las cosas que me das
Son todas tan preciosas,
Como mi soledad
O una breve sonrisa tuya.
Cuándo a He Xuan le dijeron que había fantasmas en su nueva escuela realmente no creyó ninguna de esas historias, hasta que se encontró de frente con ella.
Era una chica que ya había visto antes, a pesar de lo hermosa que era siempre la veía sola, a veces la chica parecía darse cuenta de la fija mirada en su persona y volteaba en su dirección haciendo que sus hermosos y deslumbrantes orbes esmeraldas chocaran con los vacíos y fríos ojos dorado de He Xuan, la chica le sonreía iluminando todo a su alrededor.
Ese juego se seguía repitiendo como una rutina, pero lo extraño comenzó cuando sus compañeros le decían: ¿Por qué sonríes a la nada? Ella confundida les respondía si no veían a la hermosa chica afuera del salón y ellos riendo dijeron que había atrapado la atención de la famosa fantasma de la escuela, claro que en ese momento no era más que una broma, hasta que llegó el día donde la conocería oficialmente.
Fue a la parte antigua de la escuela y se quedó ahí hasta que el cielo tuvo una degradación de colores que iban desde naranja a lila oscuro, las nubes de color rojizo por el reflejo del sol.
— ¿Aún no te vas?
La voz más dulce que haya escuchado nunca, sonó detrás de ella. No se asustó ni gritó por la repentina y silenciosa presencia de la chica, solo se quedó en silencio admirando de cerca por primera vez su piel algo tostada, rizos esponjosos y brillantes, ojos de una combinación de verde y azul en el centro, con una sonrisa que derritió su corazón de hielo con demasiada facilidad cuando la vio por primera vez.
Al ver que la chica a la que saludó no respondía, supuso que la asustó y decidió sentarse a su lado para presentarse.
— Soy Shi Qingxuan, lo siento si te asusté.
— No me asusté,- dijo mirando a su lado- Me llamo He Xuan.
— Bonito nombre.
Así comenzó todo, en esa tarde de cielo naranja y nubes rosas con la brisa del cambio de estación de un frío invierno que se iba y daba paso a la cálida primavera. Desde entonces siempre se reunían en el mismo lugar, a He Xuan nunca le importó que Shi Qingxuan fuese una fantasma de hecho le alegraba ser la única que podía ver a esa belleza sonreír con alegría cada vez que se encontraban, escuchar cada dulce palabra cuando contaba sus travesuras del día o cuando iba a molestarla en clases y se burlaba de la maestra Ling cuando su pizarra era borrada por ella, todas esas cosas le dieron un significado a la existencia vacía de He Xuan.
A veces se escapaba de casa e iba a media noche para encontrarse en la azotea de la escuela para ver las estrellas en un cómodo silencio, sin prestarle atención a sus manos entrelazadas o las caricias que se daban con cariño o las miradas avergonzadas al ser pilladas observando fijamente a la otra.
A pesar de que estamos uno al lado del otro,
No podemos entrar en contacto físico
¿Nuestros corazones cambiarán gradualmente sus formas,
Al igual que lo hace la luna en fase?
A pesar del contacto frío y fantasmal de Shi Qingxuan, He Xuan solo percibía cariño y calidez con cada caricia y pronto se volvió casi adicta a ella. Para ambas era casi una tortura el fin de las clases ya que Qigxuan no podía salir de los terrenos de la escuela, apresándola y esperando a que He Xuan llegara al día siguiente y la consolara acariciando su cabello.
La soledad siempre fue una cruel realidad en su existencia al no ser notada por nadie, hasta que sintió una fija mirada que por primera vez era en ella y su felicidad en ese momento fue tal que casi quiso llorar, se aferró a esa persona como un salvavidas que evitaba que se ahogara más en ese mar de soledad. Su felicidad solo aumentó cuando notó que a He Xuan no le importaba lo que ella era y se volvió más posesiva.
No quería asustarla, pero odiaba verla conversar con otras personas y no poder ser participe en su vida como una ¿Qué eran realmente? ¿Amigas, algo más? Shi Qingxuan se sentía insegura al respecto, cuando veía a He Xuan ir a casa dejándola sola iba a la azotea y dejaba salir sus lágrimas contenidas.
Empiezo a bailar,
Sosteniendo con fuerza en mis brazos las cosas que me diste,
Como tu promesa incumplida
O mis lágrimas incansables.
Al día siguiente recibiría a He Xuan con una brillante sonrisa de nuevo, instaba a saltarse las clases para estar juntas y He Xuan siempre cumplía sus caprichos a pesar de ser regañada, no le importaba si podía estar con la que es la luz de su vida.
— A-Xuan, ven conmigo tengo algo que mostrarte.
— Bien, pero no tardemos tanto.
Ya llevaban bastante tiempo caminando y He Xuan se dio cuenta de que realmente no iban a ninguna parte y se detuvo.
— Qingxuan, no tienes que hacer esto solo debes decirme si quieres estar conmigo.
La fantasma sonrío y asintió, pero no contaba con que He Xuan se acercara y la besara. Se quedó quieta por unos segundo para luego sentir una suave lengua acariciar sus labios y se rindió ante He Xuan.
Me siento tan feliz por las cosas que hiciste por mí,
Como me encontraste
O que me estas mirando a los ojos
¡Oh tiempo, por favor detente!
Sumidas en su amor, sus caricias no se dieron cuenta de que se habían vuelto demasiado dependientes de la presencia de la otra.
— A-Xuan tengo sueño, déjame acostarme en tus muslos– pidió Shi Qingxuan utilizando ese tono de voz que hacía que He Xuan cumpliera cualquier cosa que ella pidiera.
La vio cerrar los ojos y acaricio su cabeza con cariño, pronto el sueño la invadió también y cuando despertó, Qingxuan ya no estaba no volvió a verla hasta después de semanas.
— L-lo siento y-yo no sé qué me pasó ¿Cuánto pasó desde que me fui?– preguntó asustada.
—Mucho tiempo –He Xuan la abrazó, o eso trató Qingxuan se volvió más traslucida. Ya sabía lo que estaba pasando, ambas encontraron paz en la otra y eso para un fantasma como su amada significaba cruzar al otro lado.
— A-Xuan, no me quiero ir, no te quiero dejar. No dejes que me vaya.
¿Podrán tanto mi corazón destrozado
Como mi oración congelada
Volver a una nueva vida algún día
Tal como lo hace la luna nueva?
— Debes ir y reencarnar, nos volveremos a encontrar lo prometo aún si no es en esta vida mi alma te perseguirá hasta alcanzarte. Quizá ya hemos pasado por esto y siempre volvemos a encontrarnos.
— Siempre eres tan seria, no pensé que dirías algo tan cursi… más te vale y cumplas tu promesa A-Xuan.
— Lo juro.
Un último beso casi como una fría caricia no era la despedida, era el juramento de que volverían a verse y amarse. He Xuan la vio desaparecer en ese día, desde entonces se dedicó a sus estudios y se volvió una importante doctora, pasaron quince años y todavía seguía esperando a su amada. Y siguieron pasando los años He Xuan se quedó sola en esa vida, esperando y esperando hasta que su negro cabello cual noche se volvió gris como la ceniza y dejó ese mundo.
Deseo velar por los
Lazos compartidos entre nosotros
Como mi angustia sin fin
O nuestro amor inseparable.
A pesar de que estamos uno al lado del otro,
No podemos entrar en contacto físico
¿Nuestros corazones cambiarán gradualmente sus formas,
Al igual que lo hace la luna en fase?
Empiezo a bailar,
Sosteniendo con fuerza en mis brazos las cosas que me diste,
Como tu promesa incumplida
O mis lágrimas incansables.
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— ¡A-Xuan! ¡A-Xuan! ¡Despierta de una vez!- la voz que tanto añoraba escuchar la despertó de lo que parecía un largo sueño.
— Qingxuan… estás aquí. – la agarró de la cintura y la besó, siendo correspondida enseguida. Sintió una cálidas lágrimas descender de sus ojos y cuando se separaron vio que Qingxuan estaba en las mismas condiciones. Al parecer tuvieron el mismo sueño.
— No llores estamos juntas ahora – murmuró también entre sollozos.
—Te dije que iba a perseguirte– susurró escondiendo su rostro en el cuello de su amada, inhalo su aroma y se aferró a ella.
— Sí, siempre supe que lo harías mi He Xuan, mi amor, mi alma destinada– sacó a He Xuan de su escondite y con cada frase dicha dejaba un beso en diferentes partes, frente, mejillas, labios e incluso cuando se calló siguió besando hasta que quedó satisfecha– No hay nadie más terca que tú.
He Xuan le dedicó una sonrisa llena de amor y la agarró de las caderas para subirla encima de sí.
— Pagarás por hacerme esperar.
—¡Piedad! ¡Oh, mi hermosa He Xuan! ¡Deja a esta humilde descansar!– Qingxuan se reía por las caricias que le eran dadas.
— No, tú misma lo dijiste, no hay nadie más terca que yo.
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