Luna De Miel Infernal

Supergirl (TV 2015)
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Luna De Miel Infernal
Summary
—¡Detente! —le rogó Kara.Lena terminó de aflojar su cinturón de un tirón, desabrochó su pantalón y bajó su cremallera antes de que la rubia pudiera repetirlo.Se echó hacia atrás, dejando sus pantalones abiertos y revelando la gran protuberancia escondida sólo por sus boxers de color gris.—Está bien —dijo con dulzura.Kara respiró hondo y se relajó visiblemente.La pelinegra sabía que la estaba presionando, pero no tenía ninguna opción.Kara estaba siendo tan malditamente terca y no la escuchaba.
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Capítulo 12

Capítulo 12

 

—Nada, ¿eh? —preguntó Kara, sonando divertida mientras se inclinaba y la besaba.

—Nada —estuvo Lena de acuerdo con un gemido de placer cuando la rubia deslizó una mano por su espalda y ahuecó su trasero, acercándola más a la gran erección esforzándose por llegar a ella hasta que estuvo presionada contra su vientre.

—Entonces, ¿cómo —Se detuvo para poder besar lentamente el camino por su garganta hasta encontrar el punto sensible que sabía que la volvería loca—, un año cambiaría algo?

—Porque habría hecho mi propia maleta —anunció con un suspiro de placer mientras su barba mañanera le hacía cosquillas en el cuello.

—¿Y eso habría cambiado el curso de la historia? —preguntó con la voz ronca mientras la mano en su trasero se movía hacia un costado y...

—Oh, Dios —jadeó Lena mientras la rubia deslizaba un dedo dentro de ella.

—¿Qué habrías hecho diferente? —preguntó Kara tranquilamente como si no estuviera en el momento deslizando su dedo profundamente dentro de ella a un ritmo que seguramente la tendría gritando su nombre y rogando por más en cuestión de minutos.

—Y... yo habría — la pelinegra se detuvo para lamer sus labios repentinamente secos mientras sus ojos se cerraban y su cabeza caía hacia atrás cuando un gemido se le escapó de los labios—, nunca habría empacado ese camisón.

La rubia se rio contra su piel mientras comenzaba a moverlos a través del agua en tanto su dedo continuaba deslizándose dentro de ella, tanteándola y desesperándola por más.

—Y eso habría hecho toda la diferencia, ¿uh? —preguntó mientras la sacaba del agua y con cuidado la dejaba sobre el borde de la piscina, permitiéndole a su dedo un último y habilidoso empuje antes de apartar la mano.

—Nunca habría tropezado con la maleta, dejándote encontrar nuevas e interesantes maneras de entretenerme mientras estaba recostada en la cama, sin ser capaz de participar en la mejor luna de miel que cualquier persona podría haberme dado, lo que te obligó a inventar otro nuevo y rápido plan para salvar nuestra luna de miel.

—Odio romper tu burbuja, cariño —dijo Kara, colocando sus manos sobre las rodillas de ella y deslizándolas hasta sus muslos, separándolos gentilmente para poder pararse entre estos—, pero hubieras empacado o no esa camisola, todavía iba a planear una noche romántica para las dos. Así que, como puedes ver —dijo, deteniéndose lo suficiente para agachar su cabeza y lamer su pezón con la lengua—, nada que puedas haber hecho diferente hubiera significado diferencia alguna. Todavía habría seguido con mis planes, los que habrían terminado con el incendio, que nos pidan marcharnos, perdernos en el medio de la nada y en el ataque de ese vicioso animal.

—Nunca habríamos terminado atrapadas en ese cuarto si no hubiera tropezado con mi maleta, lo que, por supuesto quiere decir que el fuego no habría destruido nuestras maletas, y nunca habríamos sido obligados a terminar nuestra luna de miel o lidiar con ninguna de las cosas que sucedieron desde entonces. Como dije, Kara, sólo fue una mala planificación —dijo la pelinegra, terminando su explicación con un encogimiento de hombros mientras colocaba sus manos atrás sobre el cálido pavimento, echó su cabeza hacia atrás y se preparó para escuchar el necio argumento que Kara sin ninguna duda estaba a punto de darle en defensa de su teoría de la maldición.

—Sólo mala planificación, ¿eh? —murmuró Kara pensativamente mientras la pelinegra se tendía ahí, disfrutando del sol probablemente por última vez antes de que el clima se agriara y los días como estos no fueran nada más que un distante recuerdo.

—Mmmm, mala planificación —murmuró, empapándose de sol.

—Entonces, no importa lo que pasó los últimos días, ¿sólo fue mala planificación? —preguntó la rubia, sonando pensativa mientras Lena intentaba apartar los últimos días fuera de su cabeza y enfocarse en lo que quedaba, cinco días con Kara sin interrupciones, un par de días más de buen clima y ninguna razón verdadera para dejar la cama si no lo querían.

No podía pensar en ninguna manera mejor de terminar su luna de miel que pasar el resto de ésta con Kara, durmiendo hasta el mediodía, haciendo el amor en la piscina y terminando sus noches, desnudas, saciadas y sabiendo que esto sólo era el comienzo.

—Entonces, ¿esta luna de miel no fue un completo desastre? — preguntó Kara, envolviendo sus brazos alrededor de su esposa y volviéndola a meter en el agua donde ella inmediatamente envolvió sus brazos y piernas alrededor de él y se inclinó para un beso.

—Es perfecta —le aseguró Lena con un beso que le dijo exactamente lo que ella tenía en mente para el resto de la tarde.

—¿Y esta maldición? —preguntó Kara sonando extrañamente divertida mientras retrocedía de su beso y los giraba.

—No son nada más que cuentos de señoras exageradas para asustar a las futuras generaciones —dijo firmemente, preguntándose qué necesitaría la rubia para ver que todo este asunto sólo había sido una serie de errores, y nada más.

Tal vez otro cuenco de glaseado de crema de mantequilla funcionaria, pensó con una sonrisa mientras se inclinaba para besar a su esposo cuando se dio cuenta de algo muy importante.

No estaban solos.

Tragando ese gran nudo repentino en su garganta, apretó su agarre alrededor de Kara, por alguna razón pensando que ese movimiento lo haría más sencillo, y miró por encima del hombro de la rubia a las múltiples manchas caqui, rosas y color canela.

—¿Qué estoy viendo exactamente? —susurró mientras apretaba sus ojos con fuerza y se hundía todo lo que el agua y el cuerpo de Kara le permitían sin el riesgo de ahogarse.

—Oh, ¿te refieres al grupo de personas paradas junto a la piscina, mirándonos abiertamente? —preguntó en un tono tan causal que definitivamente iba a ganarle una cita con sus puños de furia más tarde.

—¡Sí! —dijo hirviendo de vergüenza—. ¡Ellos! ¿Qué están haciendo?

—Bueno —comenzó con un suspiro de aburrimiento mientras observaba sobre su hombro—, parece que uno de ellos está intentando sacar fotografías con su teléfono celular sin que su esposa se dé cuenta.

—¡David! —soltó un horrorizado jadeo alguien, confirmando la sospecha de Kara y haciéndola enterrar su rostro contra su pecho.

—¿Y el resto? —Odiaba preguntar, pero tenía que saber.

—Parece que nuestra agente de bienes raíces no estaba perdiendo el tiempo en mostrar ambas propiedades para que yo pudiera comprarte esa vieja caja en Oak, así poder arreglarla mientras trataba de ahorrar el suficiente dinero para construir la casa de tus sueños.

—Oh, ya veo —dijo Lena, sin ser capaz de detener la sonrisa complacida que comenzó a tirar de sus labios o besar su pecho para mostrarle lo mucho que lo amaba.

De verdad era la persona más dulce en el mundo, decidió incluso mientras continuaba usando su cuerpo como escudo de los espectadores que por alguna razón todavía estaban ahí de pie, mirándolas.

—En cuanto al resto de ellos, sólo puedo suponer que uno de ellos probablemente llamó la grúa para llevarse la camioneta, el oficial de policía probablemente está aquí para multarnos por abandonar la camioneta a un lado del camino, un par de los vecinos que no querían esperar en la acera decidieron venir para ver de cerca, un chico repartidor de pizza aparentemente decidió seguir a la multitud y tu abuela está en su silla de ruedas, empujando el bastón a la cara del oficial, quien al parecer cometió el error de hacer contacto visual con ella.

—Oh, ya veo —murmuró débilmente la pelinegra, preguntándose cuáles eran las probabilidades para ella de nadar al otro lado de la piscina, saltar fuera y hacer una carrera loca por la terraza a la seguridad de las puertas dobles del patio sin ser vista.

Definitivamente no muy buenas, no a menos que por algún milagro un par de gafas flotaran milagrosamente hacia ella, dándole la habilidad de escapar de lo que se estaba convirtiendo rápidamente en el momento más mortificante de su vida, sin hacerlo peor al caerse de cara contra una pared o algo.

Bueno, al menos se podía esconder detrás de Kara hasta que todo el mundo se aburriera y siguiera su camino, decidió porque se negaba a reconocer este pequeño incidente y ceder a la necia teoría de Kara sobre que esto era alguna clase de...

—Jovencita, ¿qué demonios estás haciendo en esa piscina con ella? — demandó la terrible voz familiar, añadiéndole sólo el suficiente ácido al tono de su voz al final para que no hubiera ningún error sobre quién era el orador o por qué estaba enojado realmente.

—Por favor, dime que mi padre no está ahí —susurró con temor mientras sentía que sus piernas caían de las caderas de Kara.

—Me temo que no puedo hacer eso, mi pequeño saltamontes —dijo Kara endulzando sus palabras con un beso en su frente.

—Entonces, ¿qué puedes decirme? —preguntó con un patético quejido mientras se movía hacia un lado para poder mirar en la dirección en que sintió la mirada asesina concentrada en ella.

—Que toda tu familia finalmente apareció de visita.

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