Luna De Miel Infernal

Supergirl (TV 2015)
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Luna De Miel Infernal
Summary
—¡Detente! —le rogó Kara.Lena terminó de aflojar su cinturón de un tirón, desabrochó su pantalón y bajó su cremallera antes de que la rubia pudiera repetirlo.Se echó hacia atrás, dejando sus pantalones abiertos y revelando la gran protuberancia escondida sólo por sus boxers de color gris.—Está bien —dijo con dulzura.Kara respiró hondo y se relajó visiblemente.La pelinegra sabía que la estaba presionando, pero no tenía ninguna opción.Kara estaba siendo tan malditamente terca y no la escuchaba.
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Capítulo 7

Capítulo 7

  

—Pero...

—No.

—Pero, y si nosotros...

—No —dijo la rubia con firmeza, tratando de no sonreír, sabiendo que acababa de desencadenar otro ataque de miradas asesinas.

—Podrías llevarme sobre tu espalda —Lena se apresuró a explicar antes de que Kara pudiera interrumpirla—. ¡Ni siquiera sabrías que estaba allí!

Suspirando, colocó suavemente la bolsa de hielo en su tobillo y se sentó en la cama junto a ella.

—No.

—Pero...

—No puedes dejar esta cama. El médico te dijo que tenías que mantenerte fuera de ese pie durante un par de días —le recordó, preguntándose cómo iba a congraciarse con ella.

Tenían cinco días restantes de su luna de miel, tres de los cuales Lena estaba confinada a la cama gracias a una torcedura de tobillo.

Un cosquilleo de ansiedad se deslizó por su columna vertebral cuando vio su tobillo hinchado, mientras la advertencia de su padre de esperar un año antes de llevar a Lena de luna de miel se repitió en su cabeza, haciéndole preguntarse si tal vez había algo de verdad en la maldición después de todo.

Pero, con la misma rapidez, desechó la idea.

Lena se había quitado las gafas y tropezado.

Eso fue todo.

Era algo que le había visto hacer incontables veces y algo que la pelinegra probablemente seguiría haciendo cuando estuvieran viejas y canosas.

Quizás debería considerar comprar un seguro para mantener sus gafas en la cabeza...

—Mira —dijo Lena, inclinándose y sacó la bolsa de hielo de su tobillo y lo lanzó a un lado para que pudiera balancear sus piernas sobre el lado de la cama—, mi tobillo está bien.

—No me digas —dijo Kara con indiferencia mientras se sentaba en la cama y esperaba.

—Se siente genial —dijo con una enorme sonrisa, sin duda con la esperanza de que sería suficiente para convencerla de que estaba más que dispuesta para un día en el parque.

No lo estaba, pero la rubia no dijo nada.

Solamente se sentó y esperó por ello.

Con una pequeña sonrisa triunfante, Lena se puso de pie, dio un paso, jadeó de dolor, saltó alrededor un poco mientras mascullaba:

—¡Oh, auch, maldita sea, auh! —Hasta que finalmente regresó a la cama, se sentó con calma, puso el pie de nuevo en la almohada, colocó la compresa de hielo en su tobillo, suspiró y preguntó—: Entonces, ¿quieres ver una película?

Riéndose entre dientes, Kara agarró el control remoto y se lo entregó.

 

* * *

—¿Lena?

—¿Hmmm? —murmuró, luchando por mantener los ojos abiertos.

—¿Tienes hambre? —preguntó Kara a la vez que lo sentía poner suavemente otra bolsa de hielo contra su tobillo punzante.

—No —balbuceó, rindiéndose a abrir los ojos y sólo los mantuvo cerrados.

Era eso o seguir sentada allí, aburridísima.

Hoy fue probablemente el día más aburrido que alguna vez había pasado en un viaje y desafortunadamente, estaba incluyendo todos los viajes en los que había estado con sus padres, cuya idea de vacaciones perfectas eran partidos de polo, desfiles de moda y cirugías estéticas.

Habían pasado las últimas cinco horas sentadas en una cama, viendo televisión muy mala y comiendo mientras la pelinegra luchaba contra la urgencia de quedarse mirando por la ventana a las luces brillantes gritando su nombre.

—¿Quieres que salga corriendo y vea si puedo encontrar un libro para leer?

Lena negó con la cabeza mientras cuidadosamente se volvía de lado dándole la espalda, con cuidado de no desplazar la bolsa de hielo que descansaba contra su pie.

—Estoy bien —murmuró, decidiendo que dormir a través de los siguientes días era probablemente la única forma en que iba a sobrevivir esto.

—Lo siento por esto, cariño —dijo Kara cuando se movió en la cama y se acurrucó detrás de ella.

—No es tu culpa —le recordó mientras trataba de decidir entre soñar con el paseo en esa montaña rusa en la que condenadamente bien estaría pasando tan pronto como su tobillo estuviera mejor y todos los juegos del carnaval que ella iba a jugar... y ganar.

Kara suspiró profundamente mientras envolvía su brazo alrededor de ella y con cuidado la acercaba más.

—Voy a compensarte —prometió la rubia mientras besaba la parte posterior de su cabeza.

—Está bien —dijo Lena adormilada cuando sintió que empezaba a quedarse dormida.

—Este viaje no tiene que ser un total desperdicio —dijo Kara algunos segundos después mientras besaba su cuello.

—¿Hmmm?

—Bueno, sólo estaba pensando —dijo la rubia, se detuvo para sacar suavemente su blusa hacia un lado para que pudiera besar la parte superior de su hombro desnudo—, que podría haber alguna forma de rescatar esta luna de miel.

Sintiendo sus labios tirar en una sonrisa, la pelinegra preguntó a la ligera:

—¿Qué tienes en mente?

Kara volvió su cabeza y besó su cuello:

—Esto y aquello —dijo distraídamente contra su cuello mientras pasaba la punta de sus dedos por su costado.

—¿Involucraría este plan tuyo salir de esta cama? —preguntó Lena en torno a un gemido mientras la rubia movía su mano sobre su pecho y le daba un apretón suave mientras presionaba ese gran bulto entre las piernas contra su trasero.

—Esa es la belleza de este plan —susurró mientras se movía suavemente contra la pelinegra—. Si lo hacemos bien, no tenemos que salir de la cama durante los próximos cuatro días.

 

* * *

—¿Todavía no está terminado?

—¡No! Sólo mantén tus ojos cerrados —dijo Kara, tratando de no entrar en pánico, pero fue una batalla rápidamente perdida.

¡Mierda!

—¿Todo está bien?

La rubia miró sobre su hombro para asegurarse que Lena todavía estaba en la cama y completamente ajena a lo mal que había conseguido joderla.

Cuando la localizó, tendida allí todavía usando la venda que había hecho para ella y ese sexy modelo que había usado la noche anterior cuando la había encontrado dando saltitos alrededor de la habitación de hotel y maldiciendo a su bolsa, casi suspiró de alivio.

—Todo está bien —dijo la rubia tiernamente mientras volvía su atención de nuevo a la bañera de jacuzzi sólo para liberar otra sarta de maldiciones cuando se dio cuenta de que las burbujas ahora se estaban desbordando sobre la parte superior de la bañera en el suelo de baldosas blancas de mármol debajo.

¡Mierda!

Todo estaba bien.

Esta no era la jodida maldición, sino sólo mala suerte.

Sólo estaban teniendo un poquito de mala suerte, eso era todo, en silencio cantaba para sí misma a la vez que se estiraba una y otra vez manejando torpemente los controladores para los chorros, pero no podía averiguar cómo cerrar las jodidas cosas.

Sin saber que más hacer, se estiró y cerró el agua, pero eso no pareció ayudar.

¡Mierda!

Desesperada por arreglar este problema antes de arruinar todo, se estiró sobre las velas que había colocado alrededor de la bañera y agarró el montón de toallas dobladas que el servicio doméstico había dejado para ellos.

Las lanzó en el suelo para absorber el desastre, lo que probablemente habría ayudado si no hubiera derribado varias velas en el proceso.

Probablemente tampoco habría hecho daño si hubiera sabido que las burbujas de la solución del baño de burbujas eran inflamables bajo las circunstancias adecuadas, algo que la rubia estaba pensando unas cuatro horas más tarde mientras estaba parado en el abarrotado estacionamiento, con la mirada fija en los empapados, restos quemados de sus maletas que la seguridad del hotel había dejado caer a sus pies hacía algunos minutos junto con una educada petición de que quizás estarían cómodos alojándose en algún otro lugar.

—Fue un gesto realmente dulce —dijo Lena mientras estaba sentada en el capó de su camioneta, moviendo la sábana alrededor de ella para poder empujar sus gafas hacia arriba en su nariz cubierta de hollín.

Kara no dijo nada, porque realmente no había nada qué decir.

Simplemente siguió allí de pie, mirando hacia abajo a las bolsas en ruinas mientras esperaba a que el departamento de bomberos buscara lo que quedaba en su habitación de hotel, las llaves de su coche, para que pudiera conducir a Lena a casa y poner fin a su luna de miel.

 

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