
Capítulo 6
Capítulo 6
—¿Tienes hambre?
Hubo una ligera pausa antes de que Lena susurrara:
—No.
—¿Quieres tomar una ducha? —preguntó, haciendo señas hacia la bañera de hidromasaje en la esquina de la gran suite que era suya por la siguiente semana.
La pelinegra suspiró, largo y pesado mientras seguía de pie allí, con su cara presionada contra la ventana junto con sus manos mientras se quedaba mirando hacia las brillantes luces que marcaban la gran rueda de la fortuna girando en la distancia.
—No —murmuró, haciendo contraer sus labios.
—Podemos ir mañana —le recordó mientras caminaba alrededor de la gran suite, notando distraídamente los precios del mini bar abastecido con licor y carísimos frutos secos.
—Lo sé.
—¿Quieres ver una película? —preguntó, haciendo señas distraídamente hacia la gran televisión de pantalla plana montada en la pared.
—No —susurró suavemente mientras seguía parada allí, mirando las luces coloridas.
—¿Qué quieres hacer? —preguntó, sonriendo cuando cualquier otra persona probablemente estaría enojada de que su nueva esposa estaba más interesada en presionar su linda naricita contra una ventana, mirando con anhelo hacia el parque de atracciones en lugar de pasar tiempo con ella.
—Nada —dijo con otro de esos suspiros que lo tuvo riendo entre dientes mientras negaba con la cabeza, rindiéndose.
Esta era la razón por la que amaba a esta mujer después de todo...
Lena no era como ninguna otra mujer que hubiera conocido nunca y era suya.
—Por qué no vamos a caminar y te voy a dejar comprar algunas masas fritas —sugirió, agarrando una de las llaves electrónicas de la cómoda y dirigiéndose hacia la puerta, decidiendo que no había mejor momento como el presente para probar que la teoría de su padre era la típica pendejada Danvers transmitida de generación en generación con el único propósito de joder con las cabezas de los otros.
—¡Está bien! —dijo Lena con entusiasmo mientras corría delante de la rubia, agarraba la puerta y la abría.
Resignándose a una larga noche de perseguir a su esposa, la siguió, cerrando la puerta detrás de ella y preguntándose si Lena iba a terminar siendo la primera esposa Danvers en la historia de su familia en ganarse una prohibición.
* * *
—Lena...
—¡No!
—¡Lena, suéltalo! —dijo Kara, luchando claramente por no reír mientras la pelinegra luchaba por sus derechos como persona no muy alta.
—¡Soy lo suficientemente alta! —discutió Lena, reforzando su agarre sobre la barrera que estaba entre ella y el último viaje en la montaña rusa.
—Cariño —dijo Kara, ajustando su agarre en su esposa mientras el encargado del paseo se movía nerviosamente incluso mientras ella hacía señas para que el resto de la línea se mueva a través de la puerta—, eres tres centímetros demasiado baja para este paseo.
—¡Estaba encorvada!
—¿Las diez veces que exigiste medirte de nuevo? —preguntó con un tono burlón que ella realmente no apreció, no en este momento cuando estaba siendo discriminada.
—¡Soy alta, maldita sea! —espetó mientras reforzaba su agarre en la barrera.
—Claro que lo eres —dijo Kara, reajustando su agarre sobre ella.
—¡Me voy a subir en este paseo! —espetó, más determinada que nunca a...
—¡Oh, vamos! —espetó cuando Kara por fin consiguió sacarla de la barrera y llevarla lejos del paseo que ella había esperado durante cuarenta y siete minutos en la fila para subir.
—No hay fila para la rueda de la fortuna —señaló con calma mientras Lena luchaba por liberarse e ir a reclamar el lugar que le correspondía en la parte delantera de la fila para el paseo que garantizaba que la pelinegra no sería capaz de comer otro bocado esta noche sin rezar por la muerte.
—No quiero ir a la rueda de la fortuna —dijo con un resoplido y un mohín.
—¿Quieres otra manzana de caramelo? —preguntó Kara, poniéndola de pie, al parecer creyendo que podía alcanzarla si decidía hacer otra carrera por ello.
—No, no deseo otra manzana de caramelo, señor —dijo Lena, apartando la mirada deliberadamente de la mujer que ya había traicionado sus votos de boda incluso mientras le permitió sostener su mano.
—¿Te gustaría jugar alguno de los juegos? —preguntó la rubia, utilizando su debilidad contra ella.
Lena mordisqueó su labio inferior mientras miraba alrededor, notando los juegos rodeándolos, jactándose de grandes premios con los que definitivamente podría verse acurrucándose, y asintió.
—Podríamos hacer eso.
* * *
—Estoy muy cansada —murmuró Lena con un leve lloriqueo cuando se subió a la gran cama, lanzando los zapatos mientras iba.
—Yo también —dijo Kara, dejando caer todo el botín que había ganado para ella en el suelo junto a sus maletas.
—Eso fue muy divertido —dijo la pelinegra con una sonrisa somnolienta cuando se acurrucó en su lado y cerró los ojos.
—Me alegra que te hayas divertido —dijo la rubia, complacida más allá de las palabras de que había sido capaz de darle a Lena el día perfecto.
—No puedo esperar a mañana —dijo, su pequeña sonrisa adormilada volviéndose traviesa, haciéndole saber que todavía estaba determinada a subirse en esa condenada montaña rusa.
No es que Kara había esperado que se rindiera.
La rubia no lo haría.
Además, sabía cómo mantenerla distraída, pensó cuando agarró las llaves del coche.
—Voy a correr a la tienda. ¿Necesitas algo?
Lena negó con la cabeza mientras se acurrucaba en la almohada.
—Estoy bien.
—Regresaré pronto —dijo, mirándola por un momento, todavía incapaz de creer su buena suerte.
—Mmm bien —balbuceó la pelinegra, viéndose como si estuviera a punto de caer en coma.
De alguna manera, resistiendo el deseo de ir a la cama y tomarla en sus brazos, abrió la puerta y se obligó a marcharse con el recordatorio de que Lena estaría allí esperándola cuando regresara.
* * *
Lena contó hasta veinte antes de abrir los ojos, entrecerró los ojos cuando se estiró y agarró sus lentes.
Una vez que los tuvo puestos, se quedó mirando a la puerta durante otro minuto, asegurándose de que Kara no iba a regresar antes de saltar de la cama y precipitarse a la gran ventana.
Con cuidado de permanecer oculta detrás de la gruesa cortina color beige, se asomó por la ventana y vio cuando Kara caminó hacia su camioneta y se subió.
La pelinegra la vio durante otro minuto, asegurándose de que realmente estaba saliendo antes de soltar la cortina y apresurarse hacia la bolsa que su abuela había empacado para ella.
Mordiéndose el labio, buscó entre la ropa, empujando los pantalones a un lado, blusas y bragas hasta que encontró lo que estaba buscando.
Sacó una caja de regalo, la que había comprado hace meses pero que nunca pudo encontrar el valor para usar y la colocó a un lado antes de volver su atención a su maleta y sacar una bolsa pesada.
Una vez hecho esto, agarró su gel de ducha, maquillaje, loción, perfume y la caja y se dirigió hacia el cuarto de baño.
Diez minutos después estaba afeitada, depilada, mimada y usando el modelo de encaje color rosa que había llevado como un capricho.
Está bien, así que incluso ahora estaba nerviosa acerca de usar esto, pero no tenía mucha opción en el asunto.
O usaba esto o su conjunto de bragas y camiseta de los Yankees y aunque Kara amaba a los Yankees, dudaba que ese conjunto de ropa en particular transmitiera el mensaje correcto esta noche.
Estaba decidida a tener una noche romántica con su esposa e iba a hacer lo que fuera necesario para que eso sucediera, incluso usar pillerías rosas con el aspecto de pertenecer a una conejita de Playboy.
Sin estar segura de cuánto tiempo él iba a tardar, agarró la bolsa y rápidamente se puso a trabajar, colocando velas alrededor de la habitación, conectando su iPhone en el estéreo, creando el ambiente con un poco de música, y empezó el largo proceso de llenar la bañera del jacuzzi con agua caliente.
De pie, miró alrededor de la habitación para ver si se había perdido de algo cuando se vio a sí misma en el espejo y gimió.
Sus gafas eran todo menos sexy y esta noche definitivamente quería verse de esa manera para su esposa.
Con una sonrisa de emoción, caminó hacia la cómoda, apagando las luces en el camino para crear el ambiente correcto, y puso las gafas en el borde de la cómoda.
El entusiasmo corría a través de ella cuando se dirigía a la cama y...
Se tropezó con su maleta.