
Capítulo 5
Capítulo 5
—¡Déjame ir!
—No —dijo Kara, riéndose mientras mantenía su brazo envuelto con fuerza alrededor de su cintura mientras luchaba por liberarse.
—¡Por favor! —rogó, tratando de apartar sus manos para que así pudiera salir corriendo, pero la gran hija de puta que se suponía tenía que amarla y adorarla se negaba a dejarla ir.
—Después de registrarnos —prometió con una sonrisa, mientras se inclinaba y besaba la parte superior de su cabeza.
Con un suspiro de resignación, porque sabía que luchar contra la rubia ahora mismo no tendría sentido, sobre todo porque le había robado la cartera para evitar que huyera, se dio por vencida.
—Está bien —dijo con otro suspiro mientras caminaba de regreso a la recepción donde la atractiva morena, que había estado mirando a Kara desde que habían entrado, estaba esperando para terminar su registro de entrada.
—Lo siento por eso —dijo Kara con la misma sonrisa encantadora que normalmente utilizaba en Lena para conseguir que le hiciera pancakes a altas horas de la noche cuando todo lo que quería hacer era acurrucarse en el sofá con ella y ver tele basura en la televisión.
—No hay problema —dijo la morena, dándole una coqueta sonrisa mientras escribía en su teclado—. ¿Cuál era el nombre de la reserva?
—Danvers —dijo Kara, sacando su billetera.
—Gracias —murmuró la morena con una sonrisa apreciativa mientras tomaba la licencia de conducir de Kara.
—De nada —dijo Kara distraídamente mientras echaba la mano hacia atrás y devolvía su cartera al bolsillo trasero justo mientras Lena decidía probar suerte como carterista.
Mirando a su alrededor por el gran vestíbulo para asegurarse de que nadie estaba mirando, se acercó más a Kara.
Cuando la rubia le sonrió, Lena le devolvió la sonrisa, asegurándose de que se viera apropiadamente inocente.
Su sonrisa se convirtió en un ceño ligeramente fruncido mientras sus ojos se estrechaban con sospecha hacia ella.
—¿Qué...?
—Señora Danvers, tengo la suite Rey con bañera de hidromasaje y con vistas al parque lista para usted —dijo la morena con otra sonrisa que logró apartar la atención de Kara lejos de su intento de robo.
—No, lo siento. Parece que hay un error. Reservé una habitación con una cama tamaño Queen —explicó mientras Lena se movía un poco más cerca de la rubia.
—Déjeme ver qué puedo descubrir —dijo la morena, tecleando una vez más mientras Lena miraba alrededor del vestíbulo para asegurarse de nuevo que nadie estaba mirando.
Después de una última mirada para encontrar a Kara frunciéndole el ceño a la recepcionista, ella se acercó más y...
—Por favor, dime que no estás seriamente tratando de tomar mi cartera —dijo Kara, suspirando pesadamente mientras echaba su mano hacia atrás y ayudaba a la mano de ella a liberarse después de que quedara atorada al meter la mano en el bolsillo y tratara de robar su billetera.
—No, por supuesto que no —dijo con una sonrisa que esperaba que fuera convincente, pero a juzgar por la forma en que sus labios se movieron con diversión, probablemente no se lo estaba tragando.
—Triste, muy triste —dijo con una sonrisa mientras se inclinaba hacia abajo y rozaba rápidamente sus labios contra los de ella—. Sé paciente, mi pequeño saltamontes.
—Eso es fácil para ti decirlo —se quejó Lena, sabiendo que estaba haciendo pucheros y sin importarle, no cuando la rubia le impedía que el sueño de una aficionada al carnaval se hiciera realidad.
—Su reserva fue actualizada por su abuela anoche —anunció la recepcionista, alejando la atención de Kara de los hábitos de carterista de Lena.
—¿Qué? —preguntó Kara, viéndose aturdida.
—Típico —murmuró Lena con una perpleja sacudida de cabeza.
—La señora Luthor llamó anoche y pidió que su habitación pasara a ser una suite —explicó la recepcionista mientas Lena, de nuevo discretamente, extendía el brazo hacia...
—Dios, esto sólo se está volviendo más y más triste a cada momento —dijo Kara, suspirando profundamente mientras tomaba su mano con la suya y entrelazaba sus dedos antes de dirigir su atención de vuelta a la recepcionista—. ¿Cuánto cuesta la suite? —preguntó, pasándose su mano libre por la parte posterior de su cuello mientras esperaba el golpe.
—Cuatrocientos cincuenta y nueve dólares la noche durante siete noches. Eso con las tasas y los honorarios del servicio hacen un total de un poco menos de tres mil quinientos dólares —anunció con una sonrisa cortés mientras Kara hacía un sonido ahogado igual al que Lena había hecho una o dos veces en el trascurso los años gracias a su abuela.
—¿Tres mil quinientos dólares? —repitió Kara, viéndose un poco enferma.
—Sí —fue la respuesta con una cegadora sonrisa.
—Mierda —susurró Kara en voz baja, tan baja que casi se le perdió, pero no se perdió la forma en que le soltó la mano y alcanzó su billetera o el hecho de que tomó su tarjeta de crédito, dispuesta a endeudarse para darle una luna de miel perfecta.
—¿Está la habitación que mi esposa había reservado originalmente todavía disponible? —preguntó Lena, decidiendo ignorar la expresión de asombro del rostro de la recepcionista cuando dijo esposa, ya que estaba bastante segura de que vería mucho esa expresión y, probablemente, debería acostumbrarse.
—Lena, está bien —dijo Kara, entregando su tarjeta de crédito a la mujer, que parecía aún más confusa por el gesto que por el hecho de que Kara se hubiera casado con alguien como Lena.
—La suite ya está pagada —dijo la empleada con el ceño fruncido y desconcertada.
—¿Por quién? —preguntó Kara frunciendo el ceño mientras Lena suspiraba, preguntándose cuándo aprendería su abuela.
—La señora Luthor pagó por la habitación como también proporcionó un crédito para cubrir el servicio de habitaciones y cualquier incidente.
—¿De qué está hablando? —preguntó Kara, pareciendo aún más confundida, lo que significaba que cuando la abuela le había llamado anoche para darle un informe de la situación nunca había esperado que ella se lanzara en picada y se hiciera cargo.
Pobre... ya aprendería.
—Esa mujer es astuta —murmuró Lena con un suspiro mientras hacía un gesto para que Kara guardara la tarjeta de crédito, porque sabía que su abuela había encontrado una manera de sortear sus reglas.
Otra vez.
—Le voy a pagar de vuelta —soltó Kara con los dientes apretados, no sonando del todo feliz por eso, lo que sólo la hizo amarla más.
La mayoría de las personas que conocía habrían simplemente sonreído mientras guardaban su billetera, más que felices de tener a su abuela pagando, pero Kara no.
No, definitivamente Kara no, decidió ausentemente mientras contemplaba la furiosa expresión en su rostro.
También estaba contenta de que su abuela no estaba allí en ese momento, porque estaba bastante segura que ese bastón no podría protegerla de Kara.
—Hay una nota en la reserva, señora Danvers. La señora Luthor dijo que este era su regalo de bodas y que si alguna de las dos hacía algo como quejarse entontes los golpearía con el bastón hasta dejarlas sin sentido — leyó la recepcionista en voz alta con una agradable sonrisa que hizo que Kara diera un suspiro de derrota.
—Está bien —dijo, sin sonar particularmente feliz por ello.
—También hay una nota aquí acerca de su equipaje —añadió ella, haciéndoles fruncir el ceño.
—No tenemos ningún equipaje —señaló Kara mientras regresaba su tarjeta de crédito a su cartera.
—Su equipaje fue entregado a su habitación esta mañana cortesía de la señora Luthor. Creo que tuvo a un asistente haciendo sus maletas y entregándolas poco después de que su abuela cambiara sus reservas — explicó la recepcionista, colocando dos llaves electrónicas en el mostrador delante de ellos—. ¿Hay algo más con lo que les pueda ayudar?
—No, estamos bien —dijo Kara, viéndose un poco perdida mientras recogía las llaves electrónicas y las ponía en su bolsillo.
—Bien —dijo Lena con un gesto firme mientras señalaba hacia la puerta principal—. Ahora podemos pasar a asuntos más importantes.
Con eso, se movió hacia la puerta de entrada sólo para encontrarse a sí misma cogida en brazos por Kara.
—Oh, ¡vamos! —dijo, tratando de salir de sus brazos, pero la gran bastarda se negó a soltarla.
—Vamos arriba —afirmó con calma mientras la llevaba por el vestíbulo hacia los ascensores.
—Podemos ir arriba luego —señaló Lena mientras seguía luchando para liberarse.
—No, haremos esto bien —dijo con firmeza mientras pulsaba el botón de llamada del séptimo piso.
—¡Ir allí es hacer lo correcto! —explicó, preguntándose por qué estaba luchando contra ella en esto.
—No.
—Pero...
—¡No!
—¡Pero van a cerrar en pocas horas! —señaló desesperadamente mientras trataba trepar por encima de su hombro cuando entraron en el ascensor.
—Van a abrir mañana —explicó con calma mientras las puertas del ascensor se cerraban lentamente detrás de ellas.
—¡Pero todavía hay varias horas de diversión antes de que se termine el día!
—¡Dije que no, mujer! —dijo, ajustándola para que fuera lanzara por encima de su hombro y fuera incapaz de liberarse.
—Pero...
—¡Dije que no! ¡Así que deja de tratar de arruinar mi jodida noche especial! —espetó con el dramatismo típico de los Danvers.
Rodando los ojos, porque sabía que era inútil perder el aliento tratando de hacer entrar en razón a su irracional esposa, se dejó caer sobre su hombro y se relajó, esperando el momento perfecto para escapar de sus garras.