
Vayamos despacio
La luna llena llegó, y con ella los Addams volvieron de su viaje, con regalos para todos. Enid les aceptó algo avergonzada. Aun sabiendo que la familia era rica, la parecía demasiado. Gómez les contó sus aventuras, con Morticia añadiendo comentarios de tanto en tanto, ambos con brillantes sonrisas. La tarde estaba siendo encantadora, hasta que el teléfono de la loba comenzó a sonar, mostrando el número de su madre en pantalla. Fue perdiendo color del rostro a cada segundo, lágrimas empezando a formarse en sus ojos.
-Por supuesto, iba a esperar a la luna llena para llamarme.
-No contestes-bufó Wednesday, enfadada, mirando el aparato como si estuviese a punto de hacerlo pedazos.
-No puede ignorarlos sin más, mi pequeña víbora. Son su familia.
-La verdad, no sé si quiero contestas-la llamada terminó, volviendo a sonar a los pocos segundos.
-Estamos contigo, Enid. Adelante-animó Morticia, poniendo una mano en su rodilla.
-Okay...-tras inspirar profundamente, contestó- Hola, madre.
- ¿DÓNDE ESTÁS? ¡Aún no hemos visto tu transformación y aun así sigues con esa actitud tan infantil incluso en luna llena! ¡¿No nos has hecho esperar ya suficiente?!
-Si madre, estoy bien, gracias por preguntar-sintió una mano firme sobre la suya, y miró en esa dirección. Wednesday estaba a su lado, con ojos furibundos y la mandíbula tensa. Movió su mano lentamente, hasta entrelazar sus dedos.
-No seas ridícula, niña.
- ¿Ridícula? Debo de haber salido a ti-sonrió ante el gesto de orgullo de su amiga-No voy a volver solo para que veas mi lobo. No soy una mascota, soy una persona, y vas a empezar a tratarme como tal. O no volver a tratarme nunca.
-Soy tu madre.
-Si. Empieza a actuar como tal.
- ¿Dónde estás? -redireccionó la conversación aún con un tono demasiado alto como para ser una conversación normal.
-Oh, ¿de repente te importa? -saltó, dolida, sus garras saliendo sin permiso. Arañó la mano de la morena sin darse cuenta, y ella no hizo un gesto que lo mostrase.
-Enid, si te parece bien, seré yo quien continúe la conversación-Morticia se puso en pie, teniendo una mano
- ¿QUIÉN ES ESA?
- ¿Estás segura? –ignoró a su madre, mirando a la mujer
-Si. Creo que es responsabilidad de un adulto explicar el cómo y el por qué estás aquí-sonrió suavemente, y tras unos segundos, la rubia la entregó el aparato. Apagó el altavoz y se lo puso en la oreja –Buenas tardes, señora Sinclair. Soy Morticia Addams-caminó tranquilamente, abandonando la sala.
-Uggggh no la soporto-la licántropa dejó ir a Wednesday, escondiendo el rostro en las manos.
-Enid. Vayamos arriba, madre es perfectamente capaz de controlar la situación-tiró ligeramente de ella, quien no opuso resistencia.
-Todo irá bien, lobita, no te preocupes-aseguró Gómez.
-Gracias. De verdad-le dedicó una sonrisa triste antes de obedecer el pequeño tirón en su manga de Wednesday.
Una vez llegaron a la habitación, saltó sobre la cama, escondiendo su rostro lleno de lágrimas en la almohada. Estaba tan frustrada, y triste, y enfadada, todo a la vez. Escuchó a su amiga caminar, y alzó la vista justo a tiempo para verla desaparecer por la puerta del baño, un par de finos hilos de sangre cayendo por sus dedos. Se puso en pie, maldiciendo sus garras, abrazando con fuerza un peluche. Tras unos minutos, volvió a la sala, con su cara de póker manchada de preocupación y una venda sobre los arañazos. Enid ni siquiera se había dado cuenta de que ya no estaba llorando.
- ¿Estás bien?
-Lo estaré – se limpió la cara con la manga, se sentó y dejó el juguete a un lado, esperando que la otra lo tomase como una invitación. Y lo hizo. Muy lentamente, como un animalillo curioso, subió una rodilla a la cama, solo apoyándose parcialmente en su regazo, y la abrazó.
-Puedes confiar en madre-aseguró, con un tono algo más suave que de normal- Aquí estas a salvo.
Recordó su conversación con Yoko. ¿Qué la había dicho? Que disfrutase del momento, ¿no? Y lo hizo, tirando de la chica para sentarla completamente sobre sus piernas para mantener el equilibrio, ambas manos en sus hombros. Inspiró, oliendo la tinta, los químicos y las flores que conformaban su aroma, y relajó los músculos. Y, tras unos segundos, la otra también lo hizo, acomodándose en su regazo y abrazándola de nuevo con un suspiro. Despacio, como si temiese sobresaltarla, la apartó lo justo para poder mirarla a los ojos, tomando la mano herida.
- ¿Te he hecho mucho?
-Apenas puede ser considerado una herida, no es más que un arañazo desafortunado-las vendas lo ocultaban, así que no tuvo más remedio que creerla.
-Lo siento- se la llevó a los labios, y besó el dorso. El sonrojo que apareció en sus mejillas fue más que evidente.
-No lo sientas. Tu cuerpo reaccionó acorde a la situación, yo solo estaba en medio. Ha sido un accidente-se bajó tan rápido como un gato asustado, y se cuadró a un metro de ella-Ve a lavarte la cara, estás cubierta de maquillaje. Estaré esperando en la sala.
-Oh, va-miró a la chica alejarse tras un rápido asentimiento de despedida, y se mordió el labio en su camino al baño- Te has pasado, Enid- susurró, cerrando la puerta- ¡Te has pasado!
-Contrólate-susurró la gótica, enfilando a toda velocidad hacia las escaleras-Esto es patético. Me estoy convirtiendo en mi padre.
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La noche llegó, y con ella los nervios de la rubia. Se dedicaba a caminar de acá para allá en el jardín, bajo la atenta Mirada de los Addams. No para juzgarla, o para mostrar desagrado, sino curiosidad y apoyo. Era una experiencia completamente nueva para ella. Morticia no la había contado el cómo había conseguido convencer a su madre, se había limitado a decirla que “todo el mundo es una marioneta si sabes buscar sus cuerdas”, con su usual postura elegante y una misteriosa sonrisa. Nada más. Ahora, con la luna llena alzándose, poco la importaba ese tema, solo tenía en mente el nudo de su estómago y el miedo.
- ¿Y si no puedo transformarme? ¿Y si fue algo de una sola noche?
-Los lobos son bestias ponderosas, pequeña. Una vez han probado la libertad, siempre vuelven a buscarla- Gómez palmeó su espalda- Estamos contigo, Enid. No te preocupes.
Miró a Wednesday, quien se limitó a asentir, y suspiró. La encantaría pedirla un abrazo, pero después de su momento en la habitación, había estado evitando el contacto como antaño. La preocupaba. Los pequeños avances eran perfectos, forzarlo solo había conseguido volver a apartarlas. Temía haber destruido por completo sus avances, y tener que volver a empezar de cero. Pero en aquel momento, tenía asuntos más urgentes de los que preocuparse. Podía sentirlo, creciendo, dañándola desde dentro, y lanzó un gruñido. Thing fue rápido, ayudándola a quitarse la cazadora para asegurarse de no romperla. Sabiendo que toda ropa que llevase puesta quedaría hecha girones, había decidido ponerse las únicas prendas que había traído de casa; un pequeño gesto que significaba mucho para ella. Bueno, excepto las zapatillas. La encantaban esas zapatillas. Y el sujetador, esos eran demasiado caros como para destrozarlos así. Allí, descalza sobre la hierba, cayó de rodillas, oyendo y sintiendo sus huesos romperse, recolocarse y crecer. Dolía, mucho, y gritó con toda la fuerza de sus pulmones, aunque se convirtió en un aullido a los pocos segundos. Una vez la transformación estuvo completa, se miró las manos, ahora garras, y se alzó en sus patas traseras. Era diferente que la primera vez. Más tranquilo. No estaba en una misión de rescate, así que podría respirar y disfrutar de la sensación de un nuevo cuerpo, y un nuevo espíritu. Miró alrededor, con sus ojos amarillos brillando en la noche, y fijó la mirada, dulce y amable, en la que podían verse rastros humanos, en la familia.
-Guay-susurró Pugsley.
- ¡Há! ¡Magnífico, pequeña! –exclamó Gómez, con los brazos abiertos y una amplia sonrisa.
-Que hermosa criatura. Más grande incluso de lo que pensaba-Morticia dio un paso al frente, y la bestia se sentó, intentando poder mirarla más o menos cara a cara- Eres libre de correr, aullar y cazar todo el tiempo que necesites. Estaremos esperándote dentro-asintió, y la mujer acarició su mejilla, su mano minúscula en comparación con su enorme cabeza- Dejaremos tu cazadora en el camino.
-No será necesario-intervino Wednesday- He decidido mover mi práctica de chelo al exterior. La esperaré aquí.
-Oh. Como desees. Ve, cariño. Te veremos luego
Enid aulló, recibiendo para su sorpresa algunas respuestas lejanas. Curiosa, la bestia la pedía ir a investigar, y ella obedeció al instinto, sus poderosas patas propulsándola a toda velocidad entre los árboles. La familia se fue, con la joven regresando al poco tiempo cargando una bolsa, Lurch siguiéndola con su instrumento a pocos pasos.
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Terminó sus ejercicios, entró a por un picoteo rápido, volvió fuera y empezó a tocar algunas canciones de memoria. Justo cuando el entrar y esperar con el resto de la familia empezaba a sonar tentador, escuchó crujidos. Tímida, la chica habló desde el bosque.
-Hey Weds. ¿Tienes...tienes mi ropa?
- Sí, aquí tienes-cogió la bolsa y la cazadora, colgadas de una rama cercana, y se internó en la espesura.
-Gracias-la rubia estaba temblando, el aire frío de la noche jugando con su pelo, lleno de tierra y hojas.
-Olvídalo. Vístete dentro-la gótica se quitó la gabardina, mucho más larga que la cazadora de la chica, y la envolvió en ella- Hace demasiado frío.
-Va-se abrochó los botones antes de ayudarla a cargar sus cosas. Lurch se las cogió apenas entraron por la puerta, y le siguieron en silencio escaleras arriba. Una vez todo estaba en su sitio, la rubia se metió en su cuarto- Me voy a pegar una ducha, estoy cubierta de barro-hizo una mueca-Qué asco.
-Solo es barro, Enid- Wednesday pasó a su lado, sentándose sobre la colorida cama.
-Estar cubierta de barro, o sangre o…o cualquier cosa, no es lo mío-cogió la ropa que la chica ya había preparado en la bolsa, y la miró, curiosa- ¿Me vas a esperar aquí?
-Si te parece bien.
- ¡Claro! ¡Me daré prisa, lo prometo! -una vez ya estaba dentro del baño, se quitó la gabardina y abrió la puerta lo justo para poder meterla por la rendija- Hey, ¿Wednesday? Espero no habértela manchado.
-No te preocupes-se acercó a paso rápido, y la cogió mirando al suelo, un ligero rubor cubriendo sus mejillas.
-Okay, ¡dame 10 minutos!
Y así lo hizo, esperando pacientemente. Se dejó caer sobre la cama, admirando el techo de madera en el que había recreado constelaciones con estrellas que brillaban en la oscuridad. La había parecido...mono, del gusto de Enid, por eso se las había comprado. Cuando la chica salió de la ducha, estaba demasiado concentrada en ellas como para darse cuenta, y no la dio tiempo a levantarse antes de que la otra se tumbase a su lado, el pelo aún húmedo y una amplia sonrisa. Las cicatrices parecían haberse enrojecido a causa del agua caliente, y Wednesday las trazó suavemente con un solo dedo.
- ¿Mejor sin estar cubierta de barro?
-Mucho mejor- su respiración se volvió irregular, sorprendida ante la caricia.
-Fue una herida grave-comentó, con un destello de admiración en su voz.
-Sí, Bueno…afearme la cara con ellas es un precio muy bajo teniendo en cuenta que era para salvarte-rio, nerviosa, con el calor subiendo a su rostro. Rezó por que colase como algo causado por el vapor de la ducha.
- ¿Afear? - frunció el ceño, moviéndola la cara para poder verlas al completo- A mí me parece todo lo contrario. Son prueba de tu superioridad en la batalla.
-No es que me vayan mucho las batallas, así que…
- Una prueba de tu valor, entonces. No todo el mundo arriesgaría su vida así por una simple compañera de habitación.
- ¡No eres solo mi compi, tonta! – la dio un codazo suave- ¡Eres mi amiga!
-Luchaste contra un asesino en serie por mí. A mis ojos, y a ojos de mi familia, esas cicatrices son…hermosas- dudó un instante antes de seguir- Tú lo eres, al completo.
Se incorporó usando el codo y, muy suavemente, besó su frente, donde empezaba la primera de las cicatrices. Después pasó a la siguiente, y a la siguiente, antes de tumbarse de nuevo. Enid estaba en shock. Sus labios eran suaves, muy suaves, y tuvo que pellizcarse la pierna solo para asegurarse de que no estaba soñando.
-Wow. ¿Y eso?
-Bueno, tú besaste mis heridas, ¿cierto? Aunque yo no fuese la causante directa, sí te hirieron por mi culpa. Solo estoy imitando tu actuación. A no ser que prefieras que sea él quien las bese.
-Iugh, qué asco-hizo una mueca- Te dejo el besar a asesinos en serie a ti, gracias.
-Me arrepiento inmensamente de ello. Debería haberlo descubierto mucho antes, mis habilidades están cuanto menos oxidadas.
- ¿Fue tu primer beso? –preguntó, aun imaginándose la respuesta.
-Si. Una terrible forma de malgastarlo-esperó unos segundos antes de preguntar, la curiosidad siendo más fuerte que ella- ¿Fue Ajax el tuyo?
-No, no lo fue. Pero si mi primer novio oficial-el silencio cayó entre ellas, tenso, demostrando que había algo que ninguna se atrevía a decir. Tras un par de minutos, la loba se arriesgó a hablar- Vale, Wens, puedes ignorarme si quieres, no quiero forzarte ni nada, pero todo el mundo está venga a decírmelo, y ya no sé qué pensar. ¿Te…te gusta alguien?
- ¿Gustar? ¿En qué sentido? - sintió sus ojos clavarse al techo, incapacitándola para mirar a la otra, aunque lo intentase.
- Ya sabes. Románticamente hablando.
-Oh-ahí estaba, la pregunta que más temía. Tenía dos opciones: admitir sus sentimientos, arriesgándose al rechazo y haciendo incómoda su relación, al menos por un tiempo, o mentir, saboteando sus opciones, pero saliendo de allí con su corazón y su amistad intactas. Pero no podía mentir a Enid, y lo sabía. Así que no lo hizo- Sí.
- ¿Y…quién es? – la chica la miró, pero ella mantuvo los ojos en las estrellas, ignorando la mirada cargada de esperanza que la dedicaba.
-Pensé que ya lo sabrías, parece que todo el mundo lo sabe. Por razones que no alcanzo a comprender, parece que he acabado…sintiéndome atraída por ti- ya no había marcha atrás- Pero no te preocupes, no pretendo incomodarte. Te daré todo el espacio que necesites, la mansión es lo suficientemente grande como para…
-Hey, ¡estás asumiendo que voy a rechazarte!
-Bueno, no soy exactamente tu tipo.
-Lo sé. Eres narcisista, agresiva y das mal rollo a veces. ¡Y eso me gusta! Te lo dije antes, y te lo repito. No deberíamos, pero funcionamos. Eres valiente, lista, detallista…a tu forma, y súper guapa. Y la forma en la que te vuelcas con tus pasiones me encanta, ¡y tienes tantísimos talentos! La mayoría son raros, pero ¡hey!, eso mola. Y…
-Enid. Si sigues así, vas a conseguir que prefiera el rechazo- Sus mejillas ardían, y empeoró cuando volvió al fin el rostro para mirarla, cientos de arañas despertándose para correr por su estómago.
-Aww, ¿te da vergüenza? - rio, pinchando su mejilla con el índice- Adorable.
-Cuidado, podría hacerte tragar tu propia lengua.
-Oh, por favor, no puedo tomarte en serio estando así de roja- la guiñó un ojo antes de mirar al techo, ella haciendo lo mismo al segundo- No hace falta acelerar las cosas. ¿Poner etiquetas y así? Si necesitas tiempo, podemos ir todo lo despacio que necesites.
-Bien-relajó los hombros. Tras su última experiencia, llevarlo despacio sonaba fantástico.
-Bien-Respondió, una sonrisa leve asomando a sus labios-Deberíamos bajar.
-Sí, mi familia nos estará esperando. Bueno, esperándote- Se puso en pie, y la tendió una mano que la rubia aceptó sin dudar.
-Espero que no tengan las expectativas muy altas con la transformación. No he hecho nada especial, que yo recuerde.
-No te preocupes, cara mía-la gótica besó sus nudillos, su rostro serio, pero sintiendo su estómago arder- Me aseguraré de que se comporten.
-Guay-no entendió el italiano, pero sabía que Gómez se lo llamaba a Morticia constantemente, y no había mejor señal que esa para demostrar que era algo bueno. Tenía tantas ganas de besarla…pero se limitó a sonreír, caminando hacia la puerta una vez la soltó.