
Fin
Las vacaciones casi habían terminado, y los Addams se habían propuesto demostrar a las jóvenes cuánto iban a echarlas de menos, para desagrado de Wednesday. Las cosas habían ido cambiando, poco a poco, cuando la gótica se veía preparada para dar un paso, y Enid estaba encantada. Las pequeñas cosas eran lo mejor: una flor sobre su mesilla, una sonrisa al verse por las mañanas, las casi nulas amenazas de muerte… perfecto. Uno de los planes de despedida de los Addams, un viaje a la siguiente ciudad, las privó por completo de tiempo a solas. Pugsley se pasó el día agarrado al brazo de Enid, triste por la próxima partida de su nueva mejor amiga, y su hermana estaba más que molesta. Se planteó empujarle al tráfico, pero era demasiado fácil. ¿Quizás veneno? Uno que provocase una muerte lenta y dolorosa… ¿Pero a quién torturaría si su hermano no estuviese? Solo por ello, contuvo sus instintos, conformándose con miradas asesinas y comentarios hirientes a cada oportunidad que se la brindaba. Thing intentó hacerla el día más llevadero, acompañándola sobre su hombro. Una vez volvieron a la mansión, pasada la medianoche, con preciosos recuerdos y vetados de la mitad de los lugares visitados, la hora de ir a dormir llegó pronto.
-Buenas noches, Weds-deseó la loba, con una brillante sonrisa y ojos cansados.
-Enid, espera-y lo hizo, sorprendida- Los eventos de hoy nos han mantenido apartadas. Y la insistencia de Pugsley no ha ayudado- tensó la mandíbula un instante- Estaba pensando, ¿quizás querrías pasar la noche en mi habitación?
- ¿Quieres dormir conmigo porque hemos pasado el día entero con tu familia? -ni pudo, ni quiso intentar siquiera, contener su emoción.
-Eso es lo que he dicho, supongo. Si te parece bien, me gustaría pasar algo de tiempo contigo. Y, teniendo en cuenta la hora, dormir es la opción obvia.
- ¡Claro, me encantaría! Ahora mismo vuelvo, voy a cambiarme.
La gótica se puso el pijama, completamente negro, por supuesto, y se soltó el pelo, recordando los halagos que recibió por ello la última vez. Apenas un minuto después, la rubia llamó a la puerta, esperando permiso para entrar. Su pijama era rosa y naranja, y su “más que amiga” lo odiaba profundamente. Por eso se lo había comprado: si la provocaba nauseas, era perfecto para Enid. Palmeó el espacio a su lado, y la licántropa no tardó en meterse bajo las sábanas, con un rubor suave en sus mejillas. Era completamente distinto, el compartir cama sabiendo lo que sentían la una por la otra, era obvio viendo el amplio espacio que habían dejado entre ellas. Hablaron un rato sobre el día en la ciudad, sobre sus planes para la vuelta a la academia, y sobre lo que sabía Enid de sus amigos en común por las redes, aunque Wednesday se negase a llamarles amigos. Acabaron por apagar la luz, y la seguridad que otorgaba la oscuridad las animó a acortar distancias, hablando ahora en susurros, sintiendo la temperatura cálida de una, fría como el invierno de la otra. La loba podía ver en la oscuridad, ventajas que otorgaba la licantropía, lo que la permitió disfrutar del sonrojo de la morena, de cómo sus ojos no se estaban quietos, y de cómo sus manos no paraban de jugar con las mantas.
-Estás muy callada. ¿Te has dormido?
-Aún no-respondió, acercándose apenas un par de centímetros más- Solo te estaba mirando. De día o de noche, estás igual de guapa.
-Con tus habilidades, puedes verme igual que con luz, no debería cambiar nada.
-Estaba intentando piropearte, pero vale –la dio un puñetazo suave en el hombro- Arruina el momento si quieres.
-No pretendía hacerlo-comentó, tras morderse el labio un segundo. Adorable- No soy buena manejando este tipo de… situaciones- y lo maldijo, porque disfrutaba de ellas.
-No te preocupes. Aprenderemos juntas.
-A pesar de mis muchos, muchos fallos, parece que te mantienes firme en tus intentos de… tener algo conmigo.
-Sip, muy firme. Súper firme.
-Bien-casi se permitió suspirar- Hoy sentí… celos. Cuando Pugsley decidió no soltarte en todo el día, con sus abrazos y ese cariño exagerado que tanto parece gustarle. Teniendo eso en cuenta, parece que mis propias intenciones se mantienen inquebrantables.
-Está bien saberlo-sonrió, y sus colmillos, ligeramente más largos que la media, brillaron en la oscuridad- Nos iremos pronto, quiero despedirme en condiciones de mi nuevo amiguito.
-Enid. ¿Puedo pedirte algo?
- ¡Pues claro! Lo que quieras.
-Podría…-para su propia sorpresa, dudó. Estaba nerviosa, algo que odiaba con todo su ser, e intentó tragarse el sentimiento, como hacía con toda emoción que amenazase con salirse de su control- ¿Podría besarte?
- ¿Qué? ¿Te refieres a un beso…beso? - sus ojos se abrieron ante la muy agradable sorpresa.
-Si. Si te niegas, no sería ninguna ofensa.
- ¡No!¡O sea, si! Si, si puedes. Por favor, hazlo- puso una mano en su cintura, tanteando terreno- Llevo un tiempo queriendo hacerlo, pero no quería agobiarte. Prefiero que vayamos a tu ritmo.
-Lo agradezco-susurró, posando una mano ligeramente temblorosa en su mejilla- El respeto y la paciencia con la que me tratas son tremendamente satisfactorios. Me hacen sentir… segura.
-Así es exactamente como quiero que te sientas conmigo.
Tras unos segundos de caricias suaves, acompañados de gestos tímidos, la gótica cerró el espacio que las separaba, apenas rozando sus labios. El beso fue dulce, y cálido, y Enid sintió de golpe la necesidad de aullar a la luna. Sus garras no aparecieron, cosa que agradeció, y cuando se separaron, la loba pudo ver la satisfacción en el rostro de la otra. Si la quedaba aluna duda, se borró por completo cuando, con manos mucho más firmes, Wednesday la empujó con fuerza, poniéndola boca arriba, subiéndose a ella al instante y besándola de nuevo, mucho más hambrienta. Abrió la boca al sentir un mordisco suave en su labio inferior, y suspiró cuando la morena profundizó el contacto. Tras un tiempo, cuando la necesidad de oxígeno se hizo presente, la joven volvió a tumbarse a su lado, ambas con el corazón desbocado y la respiración irregular.
-Cara mía...-susurró, tomando su mano para besar sus nudillos. Aquello no tenía nada que ver con su anterior experiencia con Tyler. Las arañas que sentía en su estómago se habían vuelto locas, y lo único en lo que podía pensar era en hacerlo otra vez, y otra, y otra.
-Si no quieres hablar de esto, no pasa nada, lo de que no me importa ir despacio va totalmente en serio, pero... ¿qué somos? Porque, bueno, esto voy a tener que gritárselo a Yoko, y querría saber qué palabras usar cuando lo haga.
-Si quieres que seamos más que amigas, que así sea-respondió, y Enid estaba segura de que nunca había visto a la joven tan guapa, con ese precioso sonrojo, el pelo revuelto (era su culpa, y la encantaría hacerlo de nuevo) y la sonrisa más suave y dulce que jamás había visto en sus labios- Las etiquetas son confusas, y complican las cosas, pero ser tu novia es un título al que podría acostumbrarme.
-Esto es…genial-el cuerpo la pedía tirarse a sus brazos, pero se contuvo, abrazándola con suavidad. Solo cuando la otra respondió al contacto afianzó su agarre.
-Es tarde, y mis padres habrán planeado más excéntricas formas de demostrarnos su profunda tristeza por nuestra partida. Deberíamos descansar.
-Claro-besó su frente y se acomodó en el abrazo- Buenas noches.
-Buenas noches, amore.