La Castración del Monstruo - o porqué Drácula tuvo que buscarse un nuevo empleo y abrió un hotel

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La Castración del Monstruo - o porqué Drácula tuvo que buscarse un nuevo empleo y abrió un hotel
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"My mind has touched the farthest horizons of mortal imagination and reaches ever outward to embrace infinity. there is no knowledge beyond my comprehension, no art or skill upon this entire planet that lies beyond the mastery of my hand. And yet, like Faust, I look in vain, I learn in vain... For as long as I love, no woman will ever look on me in love." [Erik - Phantom, by Susan Kay] Como trabajo de final de curso para la asignatura "Cultura de Masas y Sociedad" realicé un breve estudio sobre la evolución de los monstruos clásicos y cómo se han visto afectados por el posmodernismo y los cambios sociales.
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¿Por qué van los vampiros y los zombies al instituto? - Posmodernismo y Cambios sociales

La evolución de los monstruos más significativa se ha producido después de la llegada del posmodernismo y, posiblemente a consecuencia del mismo. Para comprender los cambios sufridos por nuestro sujeto de estudio hay que comprender exactamente qué es este nuevo paradigma social. La llegada de el posmodernismo designa “tanto la desarticulación de los fundamentos del absolutismo de la racionalidad y el hundimiento de las grandes ideologías de la historia como la poderosa dinámica de la individualización y pluralización de nuestras sociedades.” Gilles Lipovetsky [Tiempo contra tiempo o la sociedad hipermoderna] describe el posmodernismo como el “auge del consumo y de la comunicación de masas, debilitación de las normas autoritarias y disciplinarias, pujanza por la individualización, consagración del hedonismos y del psicologismo, pérdida de la fe en el porvenir revolucionario, desinterés por las pasiones políticas y militancias”. El posmodernismo ha cambiado el “voluntarismo del ‘radiante porvenir’” por el activismo empresarial, la exaltación del cambio” y de la reforma. La mercantilización de todos los aspectos de la vida se ha trasladado también a la explotación comercial de todos los monstruos, de todos los miedos.

Se buscan constantemente nuevas maneras de romper las antiguas formas de regulación social del comportamiento. No sólo eso, sino que, bajo una pretensión de ‘tolerancia’ se ha convertido a las criaturas que durante siglos hicieron temblar a grandes y pequeños en payasos de feria bajo lemas tan ridículos como “se tú mism@, se únic@, se un@ monster” [lema de la serie de TV MonsterHigh]. Pero esto es únicamente una cortina de humo, un miraje de corrección política ya que un rasgo inherente del hombre no ha cambiado y eso es su desprecio por aquello que es diferente y así “lo característico del momento [actual] es que el alma vulgar, sabiéndose vulgar, tiene el denuedo de afirmar el derecho ala vulgaridad y lo impone dondequiera”, pues ser diferente es ahora – y ha sido siempre – indecente. [Ortega y Gasset]

El cambio de ser temible a mono de feria del monstruo ha sido progresivo y lento. Sin que la sociedad acabase de darse cuenta, han ido apareciendo productos que han cambiado el imaginario colectivo y la forma en que los monstruos son visto.

Probablemente una de las primeras en instigar esta evolución haya sido Anne Rice con su saga Vampire Chronicles, centradas entorno a la vida del vampiro Lestat. Su primera novela fue publicada en 1974 bajo el título “Interview with the vampire”. En esta novela  Louis, un vampiro convertido por Lestat, narra su historia en primera persona, dejando que sea el monstruo quien dé su punto de vista en los acontecimientos.

Louis es un personaje torturado por su necesidad de beber sangre y su moralidad, que le llevan a intentar suprimir lo máximo posible su naturaleza y el Ello que amenaza con erradicar su anterior existencia como ser racional. Lestat, por su parte, abraza alegremente su naturaleza y disfruta de ella, convertido en un depredador que tan pronto está socializándose con las altas esferas de la sociedad de Nueva Orleans, como bailando  con un cadáver.  La novela de Anne Rice contribuye de esta manera a humanizar al vampiro sin olvidar que se trata, en verdad de un monstruo.

El monstruo más humanizado sea, tal vez, el hombre-lobo maldito, aquel que no puede controlarse  y que una vez al mes se convierte en un bicho peludo que corre por el bosque y caza. Es el más humanizado, pues durante 27 días al mes es consciente de su condición humana y después de cada luna llena se enfrenta a las consecuencias de sus actos. A la que se le da la voz a este monstruo se le percibe como la víctima que no puede controlar su comportamiento, la víctima que debe ser compadecida más que temida. El hombre-lobo se diferencia del monstruo interior, de Mr. Hyde,  en tanto que el primero no escoge en ningún momento el convertirse, es una condición que se le impone y que escapa a su control.

Mr. Hyde, sin embargo, es un monstruo que se acerca más a lo posmoderno. Generalmente es la consecuencia de una droga o un componente químico creado por el hombre y, en un principio, es la propia arrogancia del hombre, su desesperado intento por demostrar que se puede controlar lo incontrolable lo que le lleva a ingerir su droga una y otra vez hasta que, finalmente, el monstruo sale sin necesidad de ella. La humanización de Hyde viene dada principalmente por enmarcar sus acciones en motivaciones ‘morales’. Un claro ejemplo de esto lo encontramos en la versión musical de Dr. Jekyll y Mr. Hyde [USA, 1990] en la que Hyde se limita a matar a aquellos que se han puesto trabas al trabajo de su alter ego.  De esta manera, el monstruo se convierte en un vengador, con motivaciones y premeditación, lo que convierte sus acciones en moralmente criticables, contradiciendo así el hecho de que los monstruos son criaturas amorales.

La humanización progresiva ha llevado a una interpretación cada vez más dulce de los monstruos. Los autores eliminan aquellos rasgos que les resultan repelentes, para que el espectador pueda sentir mayor grado de empatía por los personajes. Las historias en primera persona contadas por los monstruos son cada vez menos de monstruos y más de seres humanos con colmillos largos. Roas opina que esto es así, porque el grado de narcisismo de los monstruos ha ido desapareciendo progresivamente. Solo los autores más talentosos son capaces de crear una criatura completamente narcisista y conseguir que el público no se sienta repelido por ella. Por este motivo, y dado el amplio mercado que ofrecen las historias de monstruos, estos se ven obligados a perder esta desagradable cualidad. Es un riesgo poner como protagonista al quebrantador de los tabúes sociales, pero es también el principal motivo por el cual estas historias son tan populares. El monstruo – como ya hemos dicho anteriormente – representa todo aquello que queremos, pero no podemos ser, así pues, al consumir estas historias, satisfacemos un instinto al que nuestro Yo y Super-Yo jamás nos dejarían rendirnos. 

“Desde un punto de vista psicoanalítico, el vampiro es un fantasma de la mente liberado por el Ello que es el lugar donde habita el deseo del placer y destrucción del lugar donde las sombras del inconsciente adquieren presencia y muestran lo que el sujeto quiere ocultar.“ [Roas]

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