
Capítulo 2
Bucky puede ver toda la ciudad desde donde está parado al lado de su esposo. Su recepción será en el salón abovedado encima del Ayuntamiento; más prueba de qué tan por encima de los Barnes están los Rogers en Sociedad. Las paredes y techos están todos hechos de vidrio, así que sus ojos pueden ver casi toda la Isla de Manhattan. Edificios crecen del suelo, apretados unos con otros y de diferentes tamaños, una gran cadena urbana de montañas.
Vapor surge de las lejanas fábricas, largas líneas y gruesas nubes de humo blanco y gris que flotan por la ciudad. La torre de la Casa Stark se cierne sobre todo, los engranajes de bronce de la fuente de energía de la torre visibles para todo el que quiera verlos. Si Bucky aprieta su frente contra el vidrio, puede ver directo al suelo, ver a la gente en las aceras, los carruajes de caballos en las calles empedradas y los torpes automóviles maniobrando cuidadosamente alrededor de ellos. Lejos en la distancia está un globo aerostático de pasajeros, llevando a la gente fuera de la ciudad, algunos querrían ver el asunto de esta noche, otros no tienen interés alguno.
Nadie está ahí aún, salvo por Bucky y Steve y sus Casas. Lo cual no siguiere que el salón esté casi-vacío. Al contrario. Hay primos y tías y tíos de la Casa Rogers—su Casa—y la casa Barnes también, y en ese momento una tía está ocupada hablando con Steve. Por la forma en que sonríe y asiente, pero no responde más allá de un “oh sí” o “Ajá”, Bucky está seguro de que su esposo no tiene mucho interés en lo que está diciendo. Si Steve es parecido a Bucky, seguro no sabe quién es esta persona. Tiene tantos tíos y tías y primos—o al menos tenía como miembro de la Casa de Barnes—y apenas y puede recordarlos a todos. Aun así, Steve educadamente le da por su lado a la mujer mientras habla y habla.
Mientras su esposo continúa escuchando a una tía que puede o no que conozca, Bucky ve a los empleados alzar las banderas de las Casas sobre las mesas para las familias que asistirán. Conoce algunos de ellos personalmente. Está Barton, Hill, Romanov. Sus amigos Clint, Maria y Natalia estarán ahí, estaban en la Capilla de seguro, para apoyarlo. Luego están aquellos que solo conoce por sus emblemas—Casas con las que nunca se imaginaba que compartiría espacio salvo por alguna casualidad. Las Casas Fury, Rhodes, Stark, Foster—todas son lo más alto de la Sociedad. Bucky sabía que los Rogers eran de alto rango, pero no sabía qué tan alto hasta ahora. Algunas de estas Casas son las más antiguas y prestigiosas en todo el mundo, y estaban aquí para celebrar su boda.
Las banderas de esas respectivas Casas vibran cada una por un momento, cortesía del ventilador de engranes que sale de la pared al ser encendido, como si se rieran colectivamente de Bucky. No están aquí para él. Están aquí como invitados de los Rogers. A los cuales, Bucky supone que ahora técnicamente pertenece. Así que tal vez sí están ahí para él, si lo piensa de ese modo.
Bucky observa su mano izquierda, feliz de que su lugar está del lado izquierdo de Steve para que su brazo esté lejos de él, y extiende sus dedos. El anillo en su dedo, satinado y negro, su nuevo sello grabado en él, se burla de él. Añade peso a su ya de por sí pesada mano, lo cual es una gran mentira que su cerebro le hace creer. Eres un mentiroso, le acusa. Bucky sabe muy bien que el anillo no añadió nada, y que su brazo es ligero y movible y a veces mucho más útil que el real.
Luz de las altas y negras lámparas, focos largos y algunos parpadeando ante todos, se queda atrapada en sus dedos cuando los mueve. Bucky debe admitir que por sí solo, el anillo es hermoso y se ve lindo en su dedo. Las palabras—Justicia, Lealtad, Perseverancia, Verdad—brillan en plata grabadas a la parte trasera.
“Se te ve bien.”
La voz está junto a su oído, una suave, tal vez hasta preocupada voz que asusta a Bucky. Se aleja un poco para ver que Steve ya no está hablando con su tía—o quien sea que haya sido—y ahora está mirándolo a él.
“Qué...” Bucky mueve la cabeza. “¿Perdón?”
Steve mueve la cabeza hacia la mano de Bucky, los dedos aún extendidos y separados.
“Dije que se ve bien.” Cuando Bucky no responde, Steve frunce el ceño. “Um, el anillo... él,” Steve trata de tocarlo y sin pensar, Bucky aprieta los dedos. “Quiero decir... Solo creo que se ve bien. Lo siento.”
Bucky parpadea una, dos veces, confundido por el hombre a su lado. Este Steve Rogers no es nada parecido al hombre que estaba frente a él en la Capilla recitando votos matrimoniales con gran confianza y luego lo alentó cuando no podía ponerle el anillo en el dedo. El Steve Rogers que está con él ahora es tímido e inseguro, pasando su peso de pierna a pierna y recuerda casi demasiado tarde que no debería pasar sus manos por su cabello.
Viendo el anillo y luego rápidamente hacia Steve, su esposo, Bucky sabe que debería decir algo. Sus labios están secos y deliberadamente trabajan en su contra.
“Gracias.” Logra decir finalmente. Bucky quiere decir más. Este hombre ahora es su esposo. Debería al menos intentar conocerlo. “¿Tú, um, los escogiste? Los anillos, digo.”
Steve asiente. “Si, lo hice. Bueno, quiero decir, la inscripción no, eso es sólo...”
“Tradición, lo sé.”
“Si.”
Tradición. El grabado en el anillo, el cual se supone que nunca debe salir de su dedo, es su manera de mostrar que es parte de la Casa de Rogers. Si se hubiera casado bajo, el emblema de los Barnes estaría en los anillos. Si se hubiera casado justo incluso él y su cónyuge podrían haber tenido su propio emblema en sus anillos. Pero no. Bucky se casó bien, ahora es parte de la Casa Rogers. Y eso convierte a Steve en la cabeza de su matrimonio. La idea revuelve el estómago de Bucky.
No convierte a Steve en el líder per se, pero si lo hace la autoridad final, y ultimadamente el responsable de la dirección y el estado de su matrimonio. Bucky debe ceder ante él. No se supone que Steve le dé órdenes, al menos no en público—tiene conocimiento de que esto ocurre en la privacidad de muchas Casas—pero Bucky sí tiene la obligación de respetarlo como si él tuviera el derecho a ser respetado.
El pecho de Bucky se contrae y tiene la súbita necesidad de llorar. Así no es como las cosas debían ser. Su padre no debía morir tan de pronto y dejar a su familia sin dinero gracias a una mala decisión de negocios, un maldito error. Bucky debía heredar el sitio de los Barnes en el Departamento de Inteligencia Militar. No se debía casar bien, con un extraño, comprometido por su, ahora ex madre. Se suponía que se casara justo o bajo. Ya perdió el brazo. Ahora ha perdido mucho más.
Hay una tibia mano en su espalda, y Bucky se da cuenta de pronto que está cruzando la estancia, siendo guiado por Steve. Siente la obvia pregunta subiendo por su garganta, pero la traga de vuelta. Deberá acostumbrarse a respetar a su esposo ahora en vez de darle a Steve cualquier razón para anular el matrimonio tan pronto.
Steve lo lleva por una pequeña escalinata a una larga habitación lejos de los invitados. Cree haber visto las palabras “Suite Matrimonial” afuera de la puerta, pero por alguna razón, su visión está borrosa. La habitación está bien iluminada. Un candelabro de cobre cuelga del techo, cristales en forma de lágrimas caen en cascada a su alrededor, dejando caer muchos bellos arcoíris por toda la estancia.
“Toma.” Steve dice, sacando el pañuelo del bolsillo de su chaqueta. “Yo... No creí que quisieras que nadie vea.”
Al principio, Bucky no sabe por qué le entregan el pañuelo. Luego Steve se acerca, con un cauteloso, casi titubeante paso, y suavemente pasa el sedoso pañuelo por la mejilla de Bucky, justo bajo sus ojos.
“Mierda.” Murmura, su cerebro amablemente decidiendo llegar a la habitación en ese momento.
Bucky toma el pañuelo y se limpia las lágrimas del rostro. Había empezado a llorar ahí mismo, en medio de salón. Y su esposo, la razón de sus lágrimas, es el que le ha salvado de ellas.
“Lo lamento, Bucky.” Murmura Steve y luego frunce el ceño, mirando a algo detrás de Bucky. “¿Está bien eso? ¿Puedo llamarte Bucky?”
Su pregunta llega a hacer reír a Bucky. Acompañado de un temblor y un jadeo quebrado, pero ríe.
“Bueno ese es mi nombre. Y...” Sus ojos se encuentran con los de Steve. “Digo, estamos casados.” Lo segundo suena amargo y frío, y Bucky ve que Steve retrocede con ello. “Lo siento, yo...”
“No, no lo lamentes.” Lo asegura Steve. “Ninguno de los dos estaba preparado para esto ¿verdad?”
Sacude la cabeza débilmente. “No. Esto no es lo que yo esperaba. No es que seas tú o algo...”
“No tienes que explicarte. Lo entiendo.”
Pero no hay manera en que Steve realmente lo entienda. Aunque esto fue arreglado también para él, él no es quien se está casando bien. Él no es quien no tuvo opción. Con todo, parece que Steve entiende el predicamento de Bucky. Lo suficiente para permitirle quedarse al menos con su apellido.
“Creo que deberíamos quedarnos aquí.” Le dice Steve. “Los invitados llegarán y no se supone que nos vean hasta que nos anuncien de todos modos.”
Eso sería su presentación en Sociedad como recién casados, cuando sus honorables invitados los verán como tales.
“De acuerdo.” Asiente, y ve a Steve mientras se sienta en la gran silla cubierta de cuero.
Steve sonríe hacia él, una sonrisa pequeña y tentativa, mientras abre un pequeño cajón al frente del brazo de la silla y pregunta, “¿Juegas?”
Dentro del cajón hay piezas de ajedrez, y Steve abre otro al pie de la silla, esta vez extendiendo un tablero del interior.
“¿Quieres jugar ajedrez ahora?” Bucky pregunta, alzando las cejas.
Steve se encoge de hombros. “Bueno, si vamos a sentarnos en silencio incómodo, al menos deberíamos hacer algo mientras nos quedamos aquí y pretendemos que no es incómodo ¿no?”
“Supongo que tiene sentido.”
Steve asiente apreciativamente y comienza a poner las piezas en el tablero. Bucky toma la silla a algunos pasos a la derecha de Steve, acercándola un poco más y acomodándose en dirección suya.
“¿Blanco o negro?” Pregunta Steve.
“Uh.” Bucky se toma un momento para pensarlo. La decisión obvia sería blanco, para darle la oportunidad de ir primero. Estratégicamente sería mejor que escogiera el negro, para ver el primer movimiento de Steve. “Tomaré el negro.”
Los labios de Steve se alzan, mientras él sigue viendo las piezas que ha terminado ya de poner en sus sitios en el tablero.
“¿Está bien eso?” Pregunta Bucky, preocupado de pronto de haber molestado a su esposo.
“No, no lo está.” Ríe Steve. “Estás robando mi estrategia.”
“¿Estrategia?”
“Quieres ver mi primer movimiento.” Clarifica guiñando un ojo y carraspeando extrañamente lo cual intenta disfrazar con un falso ataque de tos.
Los hombros de Bucky pierden algo de la tensión que no sabía que estaba ahí cuando Steve dice eso. Solo juega con él. Las náuseas se alejan, retirándose a algún lugar oculto en su panza y hacen tiempo para después. Sin embargo, a pesar de sus bromas, Steve descubrió a Bucky. Esa es la razón por la que quiere que Steve empiece.
“Me atrapaste.” Dice Bucky a la ligera, incluso aunque su garganta ha tomado la terrible decisión de cerrársele.
Steve alza las cejas una vez, las esquinas de sus labios vibrando con una sonrisa divertida.
“Esto es lo que me saco por casarme con un hombre militar.”
Se está burlando de nuevo mientras mueve un peón de e2 a e4. Bucky toma nota de lo que hizo Steve—su movida y su broma—y mueve su propio peón de c7 a c5. No parece que Steve necesite mucho tiempo para pensar en lo que hará después y simplemente mueve su alfil a f3. Bucky decide mover otro peón lo cual Steve responde moviendo un peón suyo también.
“No estaba en la milicia, ¿sabes?” Bucky rompe el silencio que no era ni raro ni cómodo. Toma el primer peón que movió y lo mueve de un lado a otro entre sus dedos. “En caso de que pensaras...”
“Oh lo sé. Pero tu familia...” Se detiene y mira a Bucky como si temiera haberlo herido. “Lo siento.”
Bucky asiente, el daño hecho y al menos aceptado, mientras pone la pieza donde quería que estuviera.
“Está bien.” Murmura.
“No lo está.” Steve discute. “Sé que no querías esto, que no lo tenías en mente. No es exactamente del modo en que esperaba que fueran las cosas tampoco pero... Trataré de hacer esto lo menos doloroso posible. ¿Está bien?”
Bucky está mirando las piezas de ajedrez, preguntándose si están de su lado o el de Steve. O tal vez son partes neutrales. De cualquier modo no ayudan. Alza la vista para ver a Steve. Un lado de su boca se mueve un poco intentando sonreír. No funciona tan bien, pero es todo lo que Bucky puede darle por ahora. Steve debe entenderlo pues asiente.
“Te toca.” Bucky murmura.
Steve toma una bocanada de aire y mueve otro peón, el cual Bucky captura con la pieza que movió previamente. El juego continúa en silencio. Steve a paso rápido y Bucky yendo más lento. Está comenzando a frustrarse. Nadie le ha ganado en ajedrez antes y se está volviendo dolorosamente obvio mientras continúan que Steve podría ser un buen rival. No es como que Bucky nunca haya perdido, pero con la facilidad que Steve juega... es como si no necesitara tiempo para pensar antes de hacer su siguiente movida. Como si tuviera confianza de que lo que sea que Bucky haga, él podrá superarlo. Así que cuando Steve suelta un ligero “Jaque mate,” la reacción inicial de Bucky es “¡No puede ser!”
Pero mientras analiza el tablero, sabe muy bien que Steve le ha ganado justamente. Bucky suspira.
“Pues mierda.” Se queja. “Exijo una revancha.”
“¿Exiges, eh?”
“Oh...” Bucky no debería exigir cosas a su esposo. No le corresponde hacerlo. “Lo siento. Yo...” Se calla cuando nota la tensa sonrisa de Steve borrarse y suspira. “Estabas bromeando.”
Se encoge de hombros. “Si. Y acepto tu exigencia. Tendremos mucho tiempo, pero lamentablemente debe esperar.”
“¿Qué?”
“Debemos irnos. Nos anunciarán pronto.”
Steve señala el reloj en la pared. Sus engranajes de metal y ruedas dentadas giran justo frente a él, haciendo que el tiempo se mueva más rápido aunque Bucky le pide en silencio que se detenga. Justo como sabía que pasaría, la náusea de antes comienza a volver, rápidamente pasando por sus venas y esparciéndose por su cuerpo. Bucky siente un escalofrío con su violento ataque.
Frente a él, Steve ofrece su mano para ayudarlo a incorporarse de su silla. Está reacio, pero Bucky pone su mano en la de él. Posiblemente consumen su matrimonio más tarde esa noche así que no hay razón para evitar el contacto físico ahora. La mano de Steve es increíblemente tibia. No como si tuviera fiebre o estuviera muy caliente—solo es tibio. Sentir sus manos juntas hace que la piel de Bucky se estremezca.
“Podemos hacer esto, Bucky.” Lo consuela Steve—y posiblemente a sí mismo, Bucky piensa—y lo hace levantarse.
Cuando se levanta, Bucky se encuentra a si mismo pegado a su marido. Siempre supo que Steve Rogers era un hombre grande, casi una cabeza más alto que él, cuerpo amplio y hombros amplios, gruesos brazos y pecho. Bucky no es un hombre pequeño en absoluto, pero se siente chiquito comparado con Steve, como si su esposo pudiera tomarlo en brazos y llevárselo.
Sintiéndose algo insignificante, pero de algún modo reconfortado a la vez, las dos emociones luchan dentro de él y Bucky da un paso atrás, olvidando la silla justo detrás de él. Sus corvas chocan con la silla y se habría caído de vuelta en ella si las fuertes manos de Steve no lo hubiesen atrapado primero.
“Woah. ¿Estás bien?” Steve pregunta, su voz cubierta de preocupación y miedo.
Con esas manos suyas fuertes pero gentiles alrededor de sus brazos, Bucky se siente extrañamente a salvo. Pero se aleja de su agarre lo suficiente para que Steve le dé algo de espacio.
“Lo siento.” Bucky dice, pasando su mano por su brazo izquierdo. Steve ni siquiera se había preocupado al tocarlo, no ahora, no en la Capilla–nunca. “Yo, uh, normalmente no...” Cambia de parecer y piensa en otra cosa. “¿Nos vamos?”
“¿Estás listo? Podemos esperar unos minutos más si lo necesitas.”
Niega con la cabeza, incapaz de evitar que su estómago de vuelcos. “No. Solo terminemos con esto.”
“Bueno.”
La voz de Steve es silenciosa, y Bucky no puede evitar pensar si su urgencia y sus palabras le molestan. Debe entender sin embargo, pues estira su mano hacia él sin preguntar ni decir nada al respecto. Como dicta la tradición, Bucky enlaza su brazo con el de Steve de nuevo y es escoltado de vuelta al domo.
Están en los escalones cuando la madre de Steve aparece en la cima de estos. El rostro de Lady Rogers se llena de alivio cuando los ve.
“¡Oh ahí están!” Casi exclama, pero logra mantener la voz baja. “Estábamos por enviar un grupo de búsqueda.”
Steve ríe ante el chiste de su madre. “No es necesario. Ya vamos.”
Los hace detenerse antes de llegar hacia ella, haciendo que Lady Rogers esté más arriba que ellos cuando se detienen. Los observa una vez y sonríe amablemente a Bucky.
“Te ves maravilloso, James.” Dice a modo de cumplido.
“Bucky.” Corrige él. “Mi nombre... Digo si eso... Puede llamarme James... Si quiere. Um..”
Se calla cuando la mano de ella cae en su hombro, sus dedos, suaves y lisos, justo contra su cuello.
“Está bien, Bucky.” Lo tranquiliza. “Lo estás haciendo bien.” Luego ríe. “Te ves tan nervioso como Steve lo estaba más temprano.”
“Mamá,” Resopla Steve. “No estás ayudando.”
De hecho, y Bucky no estaba por decirlo en voz alta, escuchar que Steve estaba lo bastante nervioso para que tuvieran expresiones similares hoy es de mucha ayuda.
Lady Rogers ríe. “Vamos. La Sociedad no esperará para siempre.”
El estómago de Bucky se comprime, sus entrañas moviéndose en su contra, cuando ella vuelve al salón. Justo como en la Capilla, comienza a temblar, como si ir ahí a ser anunciados solidificara aún más este evento—aunque, en cierto modo, lo hace. Una vez que sean presentados oficialmente, la Sociedad lo reconocerá como miembro de la Casa de Rogers. Como si Steve supiera qué pensamientos pasan por su mente en ese momento, aprieta un poco su mano en un modo casi protector. Acerca su otra mano y la pone sobre la de Bucky.
Al principio, el instinto de Bucky es alejarla. No es tan frágil, no necesita que este hombre con quien su única interacción ha sido un juego de ajedrez, lo protega del gran, malvado mundo. Pero si se aleja del gesto, justo antes del anuncio además, Steve podría tomarlo como él siendo irrespetuoso, y luego...
“¿Estás listo?” Gruñe Bucky.
Steve toma su mano de nuevo en la suya. “Lamento mucho todo esto.”
Su corazón rueda los ojos ante Steve.
“Basta. No estás ayudando.”
“Ok. Lo siento. Digo... lo...” Steve suspira. “Olvídalo. Vamos.”
Su voz es casi confiada, un poco autoritativa, y Steve inhala largamente antes de subir las escaleras de nuevo. Bucky lo sigue, su corazón haciendo todos los intentos por salir de su pecho. Se mueven rápidamente a las puertas dobles de vidrio mate donde dos guardias—con gran suerte de ser asignados a un evento tan prestigioso—esperan para abrirlas para ellos.
Steve les da el visto bueno tan pronto como están cerca y Bucky casi jadea con los cambios que han hecho en el salón. Pero se contiene. Años de experiencia y práctica en Sociedad toman su cuerpo y pone una sonrisa en su rostro, alza la mano izquierda y saluda. A su lado, Steve hace lo mismo.
Luces vienen de todos lados, la prensa con permiso en el momento para documentar el evento. Bucky está casi feliz de que estén ahí por una vez. Esto es algo a lo que está acostumbrado, gente corriendo a tener una foto suya y de su pareja—bueno, marido, en este caso—brillantes focos haciendo su mejor esfuerzo de cegarlos, gritos y hasta silbidos. Todo le da un sentido de normalidad, de rutina, mientras Steve lo escolta al salón, pausando justo cuando están adentro.
Tras algunos momentos, con el ruido de aplausos aún sonando, un heraldo silencia a todos soplando su cuerno. Toma un momento, y otro sonido del cuerno, antes de que el lugar esté tan callado que el mínimo sonido será fuerte. El heraldo golpea su vara una vez y se aclara la garganta.
“¡Presentando en Sociedad.” Anuncia, su voz fuerte, clara, y cada palabra causando un poco más de dolor a Bucky. “De la Casa de Rogers, casados hoy en la Capilla #107 de Sociedad, Steven Grant Rogers y James Buchanan Rogers!”
Los ojos de Bucky se abren cual platos. Todo se congela—su mano saludando, su rostro, la habitación a su alrededor—todo se detiene en un instante. Se le dijo que podía quedarse con su apellido aun casándose bien en otra Casa. ¿Fue acaso una mentira? ¿Fue solo para hacer que el intercambio entre las familias fuera perfecto? Steve está en todo su derecho de quitarse su apellido, por supuesto, pero prometió que no lo haría. Con un nudo en la garganta, observa a Steve.
Pero Steve está gruñendo algo al heraldo y entre más habla, el hombre se pone más pálido. Cuando ha terminado, el heraldo se ve más asustado de lo que Bucky se siente. Batalla con su boca un momento, sus labios abriéndose, cerrándose, abriéndose grandes y luego cerrándose de nuevo, hasta que logra obtener un poco de control sobre sí mismo de nuevo. Se aclara la garganta y se para derecho mientras ve a los presentes de nuevo.
“Mis más sinceras disculpas,” Exclama. “Se me ha llamado la... la...” Que un heraldo titubee dice muchísimo. Steve debe hacer sido bastante serio y firme en lo que sea que haya dicho. “Se me ha llamado la atención al haber cometido un error en esta presentación, y el Joven Lord Rogers ha... Pedido que yo...” Se aclara la garganta de nuevo. “Esta presentación...”
“Solo comience de nuevo.” Le dice Steve.
Bucky no sabe si está molesto o divertido o un poco de las dos, pero la cara del heraldo está roja y asiente.
“¡Presentando a la Sociedad,” Anuncia de nuevo. “De la Casa de Rogers, casados hoy en la Capilla #107 de Sociedad, Steven Grant Rogers y James Buchanan Barnes!”
Toma un momento, un momento de sorprendido e inseguro silencio que casi dura demasiado, pero la concurrencia estalla en aplausos. Son silenciosos y educados al principio, pero cuando el rostro de Steve se suaviza y su sonrisa aparece de nuevo, se vuelve más fuerte y entusiasta. Así que Bucky aleja sus ojos de él para saludar junto con Steve, y Steve se mueve al frente de nuevo, llevándolos más adentro del salón.
Bucky realmente no puede creer que ha pasado. El heraldo no debía anunciarlos de ese modo, y cuando Steve lo escuchó, su reacción inmediata fue corregirlo, incluso si eso significaba causar una especie de espectáculo. Nadie ha hecho algo así antes, al menos no por Bucky.
Se detienen en medio del salón. Bucky no se había fijado en ello, pero aparentemente, Steve pretende tener un primer baile. No sabía que habría baile en esta boda pues no había sido involucrado en los detalles. Por supuesto, es lo que prefiere pues Bucky ama bailar. Cuando Steve se detiene, se aleja lo suficiente para girarse a verlo. Alza los brazos, claramente listo para tomar el control, luego los baja un poco como si no estuviese seguro de que eso es lo correcto. Como Bucky parece no molestarse por que tome el control, y se da cuenta que discutir por tal cosa en frente de las Casas más altas de Sociedad probablemente no se vea tan bien, toma la mano de Steve mientras puede, ignorando la inquieta sensación que corre por su cuerpo cuando su mano izquierda descansa sobre el hombro de Steve.
Tan pronto como están en posición, la banda—otro grupo de gente lo bastante afortunada de estar ahí—comienza a tocar. Bucky reconoce la pieza de inmediato y mira a Steve mientras este comienza a moverlos a ambos, rígidamente y con absolutamente nada de gracia.
El trovador comienza a cantar.
“I’ve been looking so long at these pictures of you
That I almost believe that they’re real”
“¿Te gusta esta canción?” Bucky pregunta y luego se queja cuando Steve lo pisa.
¡Auch! Grita su pie. ¡Ten cuidado!
Calma. Regaña Bucky. No dolió.
“Mierda. Lo siento.” Steve mueve la cabeza. “Si, uh, me gusta.” Dice. “Pero es tu favorita, así que pensé...”
“And we kissed as the sky fell in holding you close
How I always held close in your fear”
“¿Cómo supiste eso?”
“Entrevistas.”
Bucky sonríe. “¿Viste mis entrevistas?”
Un sonrojo sube a las mejillas de Steve. “Sí.”
“¿Después de aceptar?”
“Um...” Steve luce avergonzado. “Después y... más o menos antes, también.”
“Screamed at the make-believe
Screamed at the sky”
Aquello de hecho hace reír a Bucky. Se siente un poco halagado. Un poco nervioso, también, pero halagado aun así.
“He visto las tuyas, también.” Admite, no queriendo que su esposo se sienta tonto. “Tus entrevistas, digo. Cuando te escogieron como ‘mejor partido’ y luego cuando aceptaste el premio.”
“Ah, entonces parece ser que tengo un poco de ventaja.”
“No, en realidad no.” La voz de Bucky es más ligera de lo que pensó que sería hoy. Steve es, hasta ahora, muy agradable. “¿Sabes cómo es todo durante las entrevistas? ¿Decirle a la gente lo que quiere escuchar y eso?”
“Oh, lo sé. Nunca dijiste que ésta fuera tu canción favorita. Mencionaste otra. Pero estabas mintiendo.”
“Hold for the last time then slip away quietly
Open my eyes but I never see anything”
Steve tiene razón. De hecho, Bucky está seguro de que sólo mencionó esta canción una vez. La banda que la toca es poco conocida, y bastante controversial entre la Alta Sociedad. Y aun así, Steve está haciendo que la banda la toque. Porque de algún modo sabe que esa es su favorita.
“¿Cómo es que tú...?”
“Te emocionaste al hablar de ella. La otra,” Steve niega con la cabeza. “No. No te interesaba. Estabas hablando para las cámaras.”
Bucky hace la cabeza para un lado, mordiendo su labio. “Así que, tú, ¿tú elegiste esto para mí? ¿Porque sabías que me gustaba?”
“Pues... sí, yo...” Aprieta los labios. “Quería darle a mi esposo algo lindo.
“Looking so long at these pictures of you
And never hold on to your heart”
Hay un millón de cosas pasando por su mente—buenas, malas, temerosas, esperanzadas—ninguna de ellas ayuda a formar una idea coherente. Bucky no sabe qué decir, así que no dice nada y continúa dejando que Steve lo mueva de forma incómoda por la pista de baile.
“There was nothing in the world that I ever wanted more
Than to feel you deep in my heart”