Of Broken Dreams and Mended Hearts (Traducción)

The Avengers (Marvel Movies)
M/M
G
Of Broken Dreams and Mended Hearts (Traducción)
author
Summary
Cuando la Casa de Barnes es dejada en una masiva deuda después de la muerte de George Barnes, su hijo mayor y heredero, Bucky, es forzado a sacrificar sus propias esperanzas y sueños y a entrar en un matrimonio arreglado con Steve Rogers. Steve parece lo suficientemente amable, tiene un empleo prominente en el gobierno, y fue votado el Mejor Partido de Sociedad. Pero la Casa de Rogers es significativamente más importante en cuanto a status que la de Bucky, lo que significa que Bucky se casará con alguien por encima de él en Sociedad, lo cual conlleva no solo recompensas, sino además ciertas… expectativas y pérdidas—algunas de las cuales Bucky haría lo que sea por evitar. Y dichas oportunidades podrían venir hacia él.A menos, claro, que comience a enamorarse de verdad de su nuevo esposo…(Traducción al español del original de Kellyscams)
All Chapters Forward

Capítulo 1

“Por favor no me hagas hacer esto.”

La voz de Bucky se escucha débil y quebrada. Apenas y puede llenar la poco acogedora habitación. Es una mala habitación, en su opinión. Las paredes son muy oscuras, la alfombra rasposa bajo sus pies descalzos, y la iluminación es mala. Pero en cuanto a Capillas se trata, ésta podría ser peor.

Su madre suspira al levantarse del asiento del tocador apretado contra la pared más alejada a él y se acerca. Winifred Barnes está vestida con su mejor atuendo para la ocasión. Un largo y sedoso vestido—color champaña, la misma bebida que Bucky usará esta noche para ahogarse a sí mismo si las cosas van de acuerdo a los planes de su familia—con una larga abertura del lado izquierdo, revelando su larga y lisa pierna. Debe haber tomado gran cuidado en apretar su corsé ese día, considerando que su cintura se ve un poco más pequeña.

“Debes hacerlo, James,” Le dice, por, según Bucky, millonésima vez desde que llegaron a la Capilla. “¿Quieres ver a tu familia sin hogar? ¿A mi trabajando como costurera? ¿A tu hermana echada del colegio?”
“Sabes que no… Eso no es…” Bucky no encuentra las palabras. “No es justo.”
“Tu padre nos dejó un buen nombre y una pila de deudas.” Explica ella como si este hecho no hubiese sido taladrado en su cabeza desde apenas unos días después de que muriera su padre—solo hace unos meses. “Si no te casas con este chico, entonces todos nosotros sufriremos.”

Un dolor aprieta su pecho. Tiene razón. Para aliviar el sufrimiento de su familia, es Bucky quien debe tomar la iniciativa y sacrificarse. Winifred no puede. Está de luto—el hecho de que no esté usando negro no es otra cosa más que ella rebelándose a su modo—y no puede aceptar ningún pretendiente hasta dentro de un año. No sería adecuado, la gente hablaría, habría rumores de escándalos y un romance. El apellido Barnes sería arrastrado por el lodo.

Aunque ha sido persistente e implacable cuando se trata de encontrar cónyuge para Bucky, ahora mismo, un destello de compasión pasa por sus ojos. Pone sus manos a ambos lados de su cuello y besa su mejilla.

“Tienes razón.” Admite ella. “No es justo. Pero el mundo en que vivimos no siempre es amable con quienes viven en él.”

Su madre roza su brazo izquierdo con sus dedos. Está cubierto por el momento, la manga de su camisa negra llega hasta su cintura, pero su mano aún es visible. Brazo y mano hechos de metal.

“Lo sé.” Dice Bucky en un susurro, llevando su mano detrás de su espalda.
“Y tratándose de pretendientes, esto no parece una mala elección.”

También tiene razón respecto a eso. Los Rogers tienen un buen nombre, tienen una gran fortuna detrás de él, y de acuerdo a sus vidas públicas, son realmente buenas personas. Lord y Lady Rogers tienen asientos en el Parlamento también—son dos voces muy conocidas en el gobierno.

Steve Rogers, el único hijo y heredero de su fortuna y posición, es quien será su marido. En menos de una hora. La idea aún marea a Bucky y hace que se le revuelva el estómago. Su esposo. Steve Rogers.

Es un muchacho bien parecido, ese Steve Rogers. Desde que su madre le anunció que los Rogers aceptaron la propuesta de casar a sus hijos, Bucky había investigado tanto del hombre como pudo. Aunque fuera en fotografías, se notaba que tenía ojos de un azul tan profundo como el océano, que sonreía a las cámaras como si fuera en serio, mechones de cabello dorado oscuro que no siempre se quedan de forma ordenada en su cabeza. Bucky ha visto las entrevistas que hace—el hombre fue elegido el Mejor Partido de Sociedad hace tres años así que hay bastantes entrevistas—y Steve Rogers parece bastante amable. Se incomoda frente a las cámaras, Bucky está seguro de ello, pero no es malicioso al respecto, respondiendo preguntas como si no le molestara en absoluto. De hecho, Bucky no está seguro de haber visto a nadie que riera tanto. Su futuro esposo parece ser una persona feliz, agradable y, bueno, amable, solo algunas de las razones por las que la Sociedad lo denominó el Mejor Partido. Es solo que… Bucky no… El no…

“No lo conozco.

Su madre está comenzando a perderle la paciencia. Lo sabe por la forma en que sus labios se tuercen, como si sus labios le estuvieran advirtiendo que tuviese cuidado.

“Ya lo has conocido dos veces antes,” Dice ella, como si eso fuera un consuelo. “Dos veces más de las que yo conocí a tu padre.”

Bucky no tiene un solo argumento, además del hecho de que no quería hacer esto. Seguía siendo su decisión. Podía negarse a hacerlo. Pero ¿dónde quedaría él entonces? Olvidado por su familia para empezar. Viviendo en las calles con nada más que un apellido mancillado. Nadie que fuera olvidado por su familia era bienvenido de forma agradable en Sociedad. También, y Bucky no era lo suficientemente egoísta para no aceptar que más importante aún, dejaría a su hermana, de dieciséis años, en su lugar.

Eso no era algo que él iba a permitir. No podía imaginar a Rebecca ahí dentro, en el vestidor de la Capilla #107 de Sociedad, vestida toda de blanco, con un velo sobre su rostro, siendo presentada a un hombre que ella no conocía para que fuera su esposo. Bucky le daría la oportunidad que él nunca tuvo. Como heredero, el primer hijo, un matrimonio arreglado era, con toda seguridad, su futuro. Después de que un Barnes se echara para atrás en una boda, los pretendientes tampoco estarían tan deseosos. Sería mucho más difícil, y las ofertas serían menos de las que Rebecca se merecía.

Y ya había conocido a Steve dos veces, como su madre le había recordado tan amablemente. Una vez, hacía un mes, cuando su compromiso fue anunciado y una segunda vez en el ensayo de la cena—que fue más cena que ensayo—hace dos días. No se dijeron mucho, no hubo suficiente tiempo, entre discursos y saludos a las cámaras, pero Steve era todo sonrisas, como si estuviese feliz con la idea de casarse con Bucky.

La verdad, ¿por qué no lo estaría? Los Rogers tenían una posición más elevada en Sociedad que los Barnes, Bucky no sabía exactamente qué tan elevada, pero cualquier cosa haría una diferencia. Bucky se casaba bien*, y por ello ciertas… expectativas se esperarían de él.

“¿Fue difícil, Madre?” Bucky pregunta.

Es la primera vez que lo pregunta. Nunca lo discutieron antes, pero su madre entiende.

“Lo fue…” Los ojos de ella miran hacia el chaleco de seda de Bucky y pasa sus manos por él como si se le estuviese levantando. “diferente. No… bueno… casarse bien tiene sus recompensas, cariño.”

Eso, Bucky ya lo sabe. Mejores oportunidades, más glamour, incluso más respeto, por mencionar algunos. Pero para obtener todo eso…

“¿Padre siempre fue bueno contigo?” Se pregunta Bucky, tirando ligeramente de su oreja.

Hace veinticuatro años su madre estuvo en la misma situación y luego lo tuvo a él un año después. Se casó bien, no por los mismos motivos, sino por tradición, con el padre de Bucky, George. La luz que entraba por la ventana se atenúa. Una nube pasando por el sol, tal vez. O un presagio. Bucky casi se echa a reír.

“Si, lo fue.” Su madre va hacia donde la chaqueta del traje está aún en su gancho. “No fue un cambio difícil. Aprendí rápido.” Le lleva la chaqueta y la extiende sobre el diván al lado de Bucky. Es feo, el diván, y el traje se merece algo mejor. “Aprenderás, Bucky. Y bueno, estoy segura que Steve Rogers es un hombre muy comprensivo. Te está dejando quedarte con tu apellido.”

No era inusual, pero tampoco muy común. Y Steve no se opuso en lo absoluto. Al menos eso le daba razones para estar esperanzado.

Alguien toca la puerta, la interrupción fue el tipo de sonido que asusta a Bucky lo suficiente para hacerle saltar. Winifred lo calma, poniendo una delgada mano en su hombro.

“¿Sí?” Responde por él.

La puerta se abre lentamente, los goznes chillan cuando lo hace. Bucky puede escuchar la compasión que le tienen los goznes a él y a todos los que han estado en esa situación. Deben haber escuchado muchos suaves llantos en los cientos de años que han estado ahí.

Una de las prioras asoma la cabeza adentro. Bucky espera de forma egoísta que esté ahí para decirle que Steve cambió de opinión. Tal vez tendría una oportunidad después de todo. Podría al menos empezar a conocer a alguien antes de que su matrimonio fuera negociado. Pero su tonta esperanza fue mentira.

“Lady Barnes, es hora de que vaya a dar la bienvenida a la familia.” Le recuerda la priora.

Winifred necesitaba ir afuera y dar la bienvenida a los Rogers, agradecerles por venir y por aceptar a Bucky. Lo cual significaba que Steve estaba ahí.

Los Rogers, siendo la familia que acepta, podrían ser los anfitriones en este pequeño asunto, pero los Barnes son los que transfieren. Una generosa suma, la dote de Steve, ha sido ya depositada en la cuenta de los Barnes. Y de acuerdo a las negociaciones tradicionales, Steve pondría un monto adicional de dinero en su cuenta mientras estén casados. Hace que Bucky se sienta como un objeto a la venta, lo cual, en cierto modo, es exactamente lo que está pasando hoy. Steve Rogers lo estaba comprando. Ese no es el modo en que se supone que lo vea, por supuesto. El dinero es para ayudar a la familia que perdió un miembro que puede cuidar de ellos. Con Bucky fuera, es una fuente de ingresos menos. El dinero de Steve compensará por algo de eso.

“Estaré ahí en un momento.” Responde Winifred a la priora, que asiente una vez y desaparece de nuevo. Posa sus manos en las mejillas de Bucky por primera vez desde que todo esto comenzó, Bucky está seguro de que ella en verdad desea cien por ciento que pudiera salvarle de esto. Abre su boca como si fuera a decirlo, y luego cambia de parecer y en lugar de eso dice, “Puedes hacerlo.”

Su apoyo no suena tan significativo como ella esperaba que sonara. Aun así, Bucky asiente y luego está solo, en una habitación que lo odia tanto como él a ella, a punto de casarse con alguien que no conoce. Después de colocarse los zapatos, Bucky se pone la chaqueta negra de vestir. Se adecúa a su cuerpo como un abrazo, aunque el abrazo es vacío y sin significado.

En el tocador en que su madre estaba sentada, Bucky posa sus manos en la superficie, viendo al espejo. El reflejo apenas y luce como él. Necesita controlarse. Estarás bien se dice a si mismo. Así es como han sido las cosas por años y años su mente dice. La sociedad no va a cambiar por tu soñador y romántico corazón.

La gente de Sociedad no se casa por amor, no usualmente. Aun así, era el sueño de Bucky enamorarse perdidamente de alguien, alguien que hiciera nudos en su estómago apenas mencionan su nombre, alguien que lo viera él como si fuera el sol de su día. Pero era un tonto sueño, siempre lo fue.

Sus manos están temblando cuando las acerca al toque final de su tuxedo. Su botonier. Es un clavel rosa—se supone que significa gratitud. Steve tendrá una rosa rosada por aprecio. Esta vez Bucky que ríe fuerte. Se supone que agradezca a Steve por aceptarlo y Steve se supone que lo aprecie por preguntar, todo esto demostrado en las flores prendidas del pecho de ambos.

Por solo un loco segundo, Bucky piensa en apretar la flor con la mano izquierda, piensa en la satisfacción de ver los pétalos rotos contra las placas de metal de la palma de su mano.

No es buena idea. Su mano le recuerda, un sonido de aire saliendo de ella mientras las piezas se mueven como los músculos de su mano derecha.
¿Quién te preguntó? Le grita Bucky.

Sin embargo, la escucha. Eso sería tomado como un insulto y Bucky no planea insultar a los Rogers. Así que en vez de aplastarla, Bucky abre el contenedor de cristal en donde está—un objeto permanente en el tocador, claro, con una tapa con goznes—y la saca despacio. Hay algo más ahí. El corazón de Bucky late con fuerza cuando ve el papel doblado con su nombre escrito cuidadosamente en él, la escritura extrañamente formal, sin embargo, aplicada graciablemente como una obra de arte.

Antes de ponerse el botonier, Bucky toma el papel y lo desdobla. Su estómago da un vuelco, pero la nota alenta su corazón a un latir similar a lo normal.
Hay un corazón dibujado en ella, no solo un garabato, un corazón con profundidad y sombras y color. Debajo de él, Creo que podemos ser felices. Por favor no salgas si no estás de acuerdo. No hay rencores. –Steve

Steve le está ofreciendo una salida. Bucky no sabe cómo sentirse al respecto. Por un lado, le da a Bucky la nueva oportunidad de no insultar a nadie—considerando que Steve esté diciendo la verdad acerca de no rencores. Si él, Steve, es el que declara el matrimonio, o compromiso, como era actualmente, terminado él mismo, entonces no habrá nada en contra de Bucky o su familia. Por otro lado, la tradición dicta que la dote sea reembolsada, y Bucky estaría de vuelta en el paso uno. Seguro, habría más oportunidades de al menos intentar iniciar algún tipo de relación, pero eso no significa que pasará. Además la única persona que alguna vez ha considerado para casarse ya se prometió con alguien más. Y tiene suerte de ser amiga de ese hombre.

No. No hay marcha atrás en esto. Bucky saldrá por esas puertas, con la frente en alto como la Sociedad lo exige y espera de él, y se casará con Steve Rogers. Puede escuchar el órgano comenzar a tocar, se da cuenta de que la nota y la oferta de Steve le han distraído suficiente y debe apurarse y ponerse la estúpida flor y meter el mensaje en su bolsillo. Si alguien lo encuentra, Steve quedaría mal, y el gesto por si solo es suficiente para que Bucky no quiera causarle a este hombre, su prometido, su casi esposo, ningún problema.

Bucky sale a prisa de la habitación que ha tratado de sacarlo desde que entró en ella. Dos prioras lo esperan afuera. Las dos se ven molestas con él por salir tarde, aunque ninguna de las dos fue a buscarlo. Sonríe forzadamente como disculpa mientras lo llevan por el largo y mal iluminado corredor. Se detienen delante de dos gruesas puertas de madera. Las puertas lo observan, burlándose de su suerte. Detrás de ellas está su futuro.

Mientras Bucky se queda ahí de pie, conteniendo la respiración para que sus temblores se detengan, toca su bolsillo donde está la nota de Steve. Es… extrañamente aliviadora, la promesa que Steve le hizo, guardada como un secreto entre ellos. Bucky deja de temblar, justo cuando se abren las puertas.

 

~~

 

“Estoy nervioso.” Admite Steve. “¿Tú estabas nerviosa?”
Su madre, Sarah, palmea su pierna. “Si. Un poco.”
“Pero Padre te cortejó. Y ustedes se casaron justamente.*”

Mientras Sarah se sienta a su lado, su padre, Joseph, está del otro lado de la habitación, con un vaso de whisky en la mano. Sonríe a su hijo y luego a su esposa.

“Así es, cortejamos.” Aceptó él. “Y luego mi familia pidió su mano en matrimonio a su familia de mi parte. Las negociaciones salieron bien, y veintisiete años más tarde, estamos aquí para la boda de nuestro hijo.”
“Respecto a casarnos justamente, si, lo hicimos.” Continúa Sarah. “Pero estoy segura de que él no te dará problemas.”
“Eso no es…” Steve carraspea. “No me preocupa eso. Pensaremos en algo. Es que… ¿qué tal si no le agrado?”
Joseph ríe de buena gana. “A todo mundo le agradas."

Steve sonríe, un poco de color tocando sus mejillas, y baja la cabeza. Da un vistazo a la habitación y hace una mueva. Esta es una habitación mala. Es ruda y cruel hacia sus ocupantes. Demasiado oscura, dando poca esperanza a quien sea que esté ahí y que podría ser infeliz. Espera que James Barnes encuentre un poco de esperanza en la habitación en la que está.

Este arreglo, tanto inesperado como repentino, no es lo que ninguno de los dos esperaba. Cuando sus padres le dijeron que los Barnes los habían contactado respecto a la posibilidad de que Steve fuera un pretendiente de su hijo, se sorprendió. Los Barnes eran una familia muy notable, y el jefe de la casa, George Barnes, había muerto hace unos meses. No era difícil de entender por qué había súbita prisa para que Lady Barnes encontrara un pretendiente para su hijo. Dinero. Necesitaban una dote.

Lo único que Steve podía pensar era que alguien tomaría ventaja de la situación, de James—quien se llamaba a si mismo Bucky—debido a esto. Especialmente si iba a casarse bien. Alguien podría abusar de él, tratarlo mal por cualquier motivo, solo porque Bucky necesitaba hacer que el matrimonio funcionara para que su familia se quedara con la dote y el pago anual. Bucky se está casando bien, perdiendo una gran cantidad de autoridad sobre su propia vida por ello.

Steve no dejaría que eso pasara. Estaba mal—y sabía que en Sociedad esto pasaba con más frecuencia de la que la gente quería admitir—y considerando lo que Bucky había hecho por él hace años, haría lo que pudiera para pagárselo.

Con todo, Steve está feliz con el arreglo. Bueno, está de acuerdo con él. Él es, después de todo, con quien se van a casar bien. Steve se va a casar por debajo de su status, lo cual le da derecho de ser el jefe de la casa. Bucky deberá adecuarse a las reglas y costumbres de la familia Rogers, vivir su vida de cualquier modo que su jefe le diga. Adoptará su escudo—una estrella blanca con fondo azul y rodeada de cuatro anillos rojos y blancos. Pero a Steve no le importa nada de eso. Demonios, si por él fuera, él adoptaría la forma de vida de los Barnes si eso significaba que podían amarse uno al otro.

Steve siempre estuvo interesado en enamorarse, en ser feliz y compartir su vida con alguien que también lo amara. Intentó casarse con su mejor amiga, Peggy Carter. Los dos eran amigos de la infancia, y sus familias inicialmente habían arreglado su matrimonio. Se habrían casado justos y Steve tiene total confianza en que habrían sido felices para siempre.

Bueno, tal vez Steve era demasiado romántico. Pero él estaba enamorado de Peggy y ella de él. Solo que, cuando tenían diecisiete, un año antes de que las Casas Rogers y Carter pudieran anunciar el compromiso sin ningún rumor, Peggy conoció a Gabe Jones. El minuto en que le puso los ojos encima, Steve supo que ella había quedado completamente prendada. Peggy lloró a mares cuando le dijo a Steve que quería casarse con Gabe, le rogó que la perdonara—como si Steve necesitara que ella se disculpara por ello.

“Peggy, te has enamorado.” La consoló. “¿Cómo podría enojarme contigo por eso?”

Dos años más tarde, Peggy y Gabe se casaron, y ahora tenían una hija de seis años, Sharon, quien afectuosamente llama a Steve, Tío Steeb.

“¿En qué piensas, querido?” Pregunta Sarah, devolviendo a Steve a la implacable habitación.
“Solo pensaba en la Casa de Jones.” Admite, con una tímida sonrisa. “Lo siento.”
“No lo hagas,” dice Joseph mientras avanza hacia ellos, dejando el vaso en el tocador. “Solía pensar que Peggy y tú harían una excelente pareja. Pero le ha ido bien con Gabe.”

Steve no responde eso salvo por un asentimiento de la cabeza. Se pregunta si podrá decir lo mismo sobre él y Bucky.

Bucky ha estado bajo los reflectores por años. La forma en que maneja el público, lleno de confianza y rodeado de un aire de elegancia y galantería, asombra a Steve. Y porque ha salido tanto, apareciendo en todas las galas, y fiestas, y estrenos, siempre con alguien de su brazo, siempre educado y gracioso, las cámaras lo aman. A diferencia de Steve, Bucky no parece tímido respecto a estar expuesto de ese modo. No puede evitar sentir un poco de envidia por su valor y su naturaleza extrovertida.

Hace dos años, Bucky fue nombrado Novio de Sociedad. Con solo esos grandes, irresistibles ojos azul metálico y sensuales labios, Steve está seguro de que si fuera posible, habría sido Novio de Sociedad múltiples veces. Ese fue el mismo año en que a Bucky le midieron su nuevo brazo de metal. Mucho rumores circularon sobre cómo perdió el brazo algunos años antes en primer lugar, pero ninguno fue confirmado. Bucky salió de cirugía y rehabilitación con el nuevo brazo como si fuese con el que había nacido. Nunca pareció dar la impresión de que estaba molesto por el cambio en su cuerpo. La prótesis, cortesía de las brillantes mentes de la Casa Stark—una de las más viejas y más influyentes Casas de Sociedad—es hermosa. Por supuesto, Steve solo ha visto fotos antes—mangas largas la han mantenido cubierta la dos veces que se han conocido—pero la manera en que las placas embonan perfectamente una sobre otra, la forma en que el metal se mueve orgánicamente, la simetría en conjunto—es sorprendente. Bucky tiene el emblema de su familia en el hombro de esta—una estrella roja—y su sello—Del Sacrificio Viene la Gloria—alrededor de este. El estómago de Steve se aprieta al pensar en que Bucky deba cambiarlo por el emblema de los Rogers.

Ha visto a Bucky bailar, también, y como se mueve en la pista de baile como si fuera suya y de nadie más vuelve loco a Steve. Steve, ciertamente, ha tenido al chico en gran estima desde mucho antes de todo esto de cualquier modo, desde una aciaga noche cuando eran niños, un momento en la vida de Bucky que él probablemente ni siquiera recuerda.

Así que Steve tal vez está un poco emocionado hoy. El hecho de que los Barnes hayan pensado en él aún lo llena con algo de emoción. Había cientos de personas que podrían hacer aceptado ser su pretendiente. Tal vez otros lo hicieron, Steve no estaba seguro. Tal vez los Barnes lo escogieron a él de entre varios, tal vez Bucky lo hizo personalmente. De cualquier modo, Steve está aquí hoy, y nadie más.

“Estará bien, Steven,” le asegura su madre. “James tiene mucha suerte de tenerte.”

Steve está a punto de decirle que está seguro de que es de modo opuesto pero no logra hacerlo. Alguien toca la puerta.

“¿Sí?” Responde al sonido.

Una priora entra a la habitación. Sus ropas negras y blancas se ven incómodas.

“Lady Barnes está lista para darles la bienvenida.” Anuncia ella.

Un nudo—mitad emocionado, mitad nervioso—tira del estómago de Steve. Eso significa que Bucky sigue aquí. La nota que dejó en su botonier es muy poco ortodoxa, pero él quiere que Bucky sepa que tiene la opción de negarse sin mancillar el nombre de la Casa de su familia. Bucky aún tiene algo de tiempo para tomarle la palabra. Si lo hace, Steve hará lo que esté en sus manos para que asegurarse de que los Barnes no tengan consecuencias por ello.

“¿Estás listo?” Pregunta Joseph.
Steve asiente. “Tan listo como llegaré a estarlo.”

La priora los lleva por un largo corredor de piedra, antaño iluminado por velas, ahora cableado con la nueva luz eléctrica. Sigue siendo bastante oscuro. A ambos lados suyos, sus padres ponen cada uno una mano en sus brazos. Cuando llegan a las dos puertas de madera, Steve inhala largamente y recibe dos tranquilizantes apretones en sus brazos.

Ambas puertas se abren ampliamente hacia la cámara principal de la Capilla. La Capilla #107 de Sociedad es una de las más antiguas en la Isla de Manhattan. Sus paredes y pisos son de piedra, el techo con campanario hecho de madera oscura. Una fría corriente de aire permea por el lugar, la marca del otoño ya llega. Hace que las velas—los cientos, tal vez miles de velas en la cámara—parpadeen un poco. Las pequeñas y bailarinas flamas crean una especie de brillo misterioso en la cámara. Todas las entradas y ventanas están arqueadas, las ventanas con vitrales, representando funciones tradicionales de Sociedad—bailes de presentación, galas, bodas. Las bancas de madera—hechas de la misma madera que el techo están llenas con las más grandes Casas de Sociedad, sus banderas cuelgan a los lados, algunas volando alto en postes.

Al frente, Steve alcanza a ver el emblema de alas de halcón—la casa de Wilson. Sam, su mejor amigo, tendría un asiento perfecto para la ocasión. Si no fuese por eso, Steve estaría tan incómodo con esta habitación como por la de preparativos. Esta cámara es atrayente, claro, pero da el mismo miedo, lista para espantar a cualquiera que realmente no quiera estar ahí.

Un órgano comienza a tocar. Steve no está seguro de dónde está el instrumento. A diferencia de otras Capillas en las que ha estado, no hay balcón en el que pudiera estar. Aun así, la música vibra por la cámara de algún lado.

Brillantes luces parpadean mientras Steve es escoltado hacia el altar por sus padres. Cámaras privadas, por supuesto. La prensa no tiene acceso a la ceremonia. Esperarán afuera, listos para echar un vistazo a los recién casados de Sociedad. El abanderado de su familia está parado justo frente al altar, una bandera con su emblema sostenida en alto. Del otro lado, está el abanderado de los Barnes, que sostiene el emblema de la Casa Barnes.

“Les doy la más cálida bienvenida a este feliz acontecimiento,” Lady Barnes saluda cuando Steve y sus padres llegan al altar. “A nombre de la familia Barnes, yo, Winifred Barnes, les agradezco a ustedes, la Casa Rogers, por aceptar a mi hijo James como miembro de su casa.”

Steve está muy ocupado viendo a Lady Barnes hacer el tradicional discurso de bienvenida para ver a sus padres asentir aunque está seguro de que lo hacen.

“El honor de agregar un miembro más a nuestra casa es nuetro.” Dijeron Sarah y Joseph a la vez. “Esperamos que la contribución de nuestra casa sea suficiente para compensar por la pérdida de un miembro de la suya.”
“Que así sea en verdad.”

Con las bienvenidas hechas y aceptadas, Steve se aleja de sus padres, da un beso en la mejilla de Lady Barnes, y se sitúa del lado izquierdo del altar. No es hasta que está parado ahí que se da cuenta de que las puertas se han cerrado de nuevo. Bucky, suponiendo que no se haya ido, estará parado justo detrás de ellas.

Steve contiene la respiración cuando la música cambia a la tradicional marcha nupcial. Desde su sitio en la audiencia, no lo ve, pero lo sabe, Sam está sonriendo radiantemente. Aquello calma sus nervios lo suficiente para hacerlo sonreír levemente. Pero cuando las puertas se abren, y ve que Bucky, Oh gracias a Dios, está ahí afuera, su corazón late el doble de fuerte.

Bucky luce absolutamente maravilloso caminando hacia él. Con un tuxedo negro con negro, el clavel rosa prendido de su chaqueta, esos ojos perforando todo a través del suave brillo de las velas—le roba el aliento. No está sonriendo, como Steve secretamente esperaba. Bueno, tomará lo que pueda tener.

Su futuro esposo es escoltado por dos prioras y luego presentado a Lady Barnes. Ella besa la mejilla de su hijo y se lo entrega a los padres de Steve, antes de tomar asiento en la primera fila a la derecha. Suponiendo que el resto de la ceremonia vaya de acuerdo a lo planeado, Bucky Barnes ya no es considerado su hijo. Será parte de la casa de Rogers, y en unos cuantos momentos estará legalmente unido a Steve. Los padres de Steve dan la bienvenida a Bucky, su madre incluso besa su mejilla—no es parte de la ceremonia, solo es como Sarah es—y lo llevan donde Steve.

Bucky bajó la mirada cuando fue entregad a Steve, incluso cuando este entrelazó su mano derecha con la suya. Steve quiere ver esos ojos desesperadamente, para ver qué está escrito en ellos. ¿Es miedo? ¿Asco? ¿Confusión? Empieza a entrar en pánico. ¿Qué tal si no vio la nota? ¿Qué si esta es la peor pesadilla de Bucky? El Abad dice cosas—ha estado ahí todo el tiempo, pero Steve apenas lo notó—y sus palabras apenas tocan los oídos de Steve antes de irse y nunca entrar del todo. En vez de eso, deciden simplemente desaparecer, dejando a Steve solo con su propio conocimiento en bodas para continuar.

Cuando las palabras súbitamente desaparecen, dejando de burlarse de Steve, se da cuenta de que se supone que él haga algo. Voltea a ver al Abad. El Abad casi rueda los ojos y mira las dos sillas del lado izquierdo del altar. Es verdad. Steve y Bucky deben sentarse ahí y esperar un poco mientras el Abad da su discurso sobre el lado sagrado y espiritual del matrimonio y la vida y esas cosas.

Su brazo aún está entrelazado con el de Bucky, del modo que debe ser cuando se levantan frente al Abad, así que Steve los guía a ambos hacia las sillas. Bucky está tenso y rígido a su lado, con la espalda derecha y los ojos sin enfocar a nada en específico.

Mientras el Abad divaga sobre el compromiso del matrimonio, la responsabilidad de hacerlo funcionar en las buenas y malas, Steve se acerca un poco y le dice a Bucky al oído, “No tienes que hacer esto.” Su voz debe asustar a Bucky, pues se sobresalta un poco. Solo sus ojos se mueven hacia Steve. “Lo prometo.” Steve continúa. “Puedes irte y me aseguraré de que todos piensen que fue mi culpa.”

Está claro por su expresión que Bucky está seriamente considerando tomarle la palabra. Eso lastima a Steve, aunque no sabe por qué. No conoce a Bucky, ni había planeado cortejar a Bucky tampoco, pero aun así duele. Pero Bucky inhala largamente y niega con la cabeza.

Responde, “No. Estoy bien. Puedo hacer esto.”

Pero no quiere hacerlo, Steve se da cuenta de eso. Lo hace en contra de su voluntad, para proteger a su familia de bajar en la jerarquía de la Sociedad, y Steve nunca ha sentido más admiración por alguien en toda su vida. Como el sello de los Barnes dice, Bucky está dispuesto a sacrificar su felicidad, dejar ir lo que en realidad busca, solo para proteger a su familia. Steve desearía que hubiera un modo en que pudiera demostrarle la cantidad de respeto que siente por Bucky. Incluso si lo intentara, no tiene la oportunidad. El Abad está envolviendo sus palabras en un lindo paquetito para que todos las lleven consigo—incluso si Steve apenas y las escuchó, y no estaría sorprendido de que Bucky tampoco lo hubiera hecho—y es hora de que ambos vayan a pararse frente a él de nuevo.

Bucky se levanta primero, un rápido, un nervioso movimiento que le dice a Steve que si no se apuran va a correr o a llorar o a desmayarse o algo parecido. Está esperando por Steve pues se supone que vayan juntos. Steve se levanta y camina con él hacia la larga banca de rodillas que fue puesta enfrente del Abad para ellos.

Parado frente a ella, Bucky luce inseguro, como si nunca hubiera hecho esto antes y no estuviera seguro de poder hacerlo sin caer al suelo. Si los Barnes no van a la Capilla, ese podría ser el caso, posiblemente nunca lo ha hecho, así que Steve lo toma gentilmente del brazo para asegurarlo. Al principio, Bucky parece desairado, como si la idea de necesitar ayuda para una tarea tan simple fuera indigno. Pero los tensos músculos bajo la mano de Steve se aligeran y, aunque Bucky ni siquiera le ha dirigido una mirada desde que caminó al altar, asiente, aceptando la ayuda.

Se ponen ambos de rodillas, Steve fluido y con gracia, Bucky tengo y tambaleante, incluso con la ayuda de Steve. Sin pensar, Steve inmediatamente entrelaza sus dedos y pone sus codos arriba de la banda. Bucky lo hace también, pero le toma algunos segundos saber qué hacer con sus manos. Parece que no importaba mucho que hubiesen ensayado esto, Bucky probablemente no puso atención.

Cuando el Abad se acerca su banca con un frasco en mano, Steve no puede evitar preguntarse si Bucky está confundido. Los ojos de Bucky se abren bastante cuando el Abad toma algo del aceite para ungir y le pone un poco a Steve en la frente, luego contiene la respiración cuando le hace lo mismo a él. Steve baja la cabeza, Bucky hace lo mismo, pero solo cuando el Abad pone su cabeza contra la de Steve, y va a hacer lo mismo con Bucky.

“Benditos sean estos niños,” Dice el Abad, “que vienen a casarse hoy. Libres sean de todos sus pecados para que puedan entrar al sagrado matrimonio con almas frescas y limpias.”

Les da unas cuantas bendiciones más antes de pedirles que se pongan de pie y estén frente a frente. Steve se gira, también Bucky, pero Bucky mantiene la vista baja. Un fraile les trae sus anillos en un cojín de satín. Son negros, de plata, y tienen grabadas afuera las palabras justicia, lealtad, perseverancia, verdad—el sello de la Casa de Rogers—al cual Bucky tendrá que adaptarse.

Steve toma el que es para Bucky cuando el Abad le dice que lo haga y lentamente, con calma, le dice sus votos a Bucky.

“Yo, Steven Grant Rogers, te acepto a ti, James Buchanan Barnes, como mi legítimo esposo. Con gran felicidad te recibo en mi vida para que juntos seamos uno. Mis votos me unen a ti con la promesa de que seré tu amado y fiel esposo. Siempre voy a utilizar mi superioridad sobre ti para mantenerte a salvo,” Hay una reacción visible por parte de Bucky cuando Steve dice eso, “Prometo a ti mi más profundo amor, mi completa devoción, mi más afectuoso cuidado. Y así a lo largo de mi vida, sin importar lo que nos espere, prometo a ti mi vida como un amoroso y fiel esposo.”

Steve duda. El anillo debe ir en el dedo de su mano izquierda, la mano de metal de Bucky. No está seguro si eso es lo que Bucky querrá. Pero Bucky la pone frente a él, extendiendo sus dedos de metal—la acción causa un silencioso sonido de aire—y Steve desliza el anillo en el tembloroso dedo. Puede escuchar la rápida ingesta de aire que viene de su casi-esposo y Steve ve sus ojos moverse de un lado a otro como si buscara algo y no está seguro de qué. Finalmente posa sus ojos en el anillo de Steve. Prácticamente lo arrebata del cojín y se prepara para decir sus votos. Su boca se abre y cierra unas cuantas veces antes de que un solo sonido salga de ella. Steve no puede evitar preguntarse si quizás las palabras duelen mientras tratan de salir de su garganta.

“Yo…” Traga saliva y se limpia la frente con el dorso de la mano. “Yo, James Buchanan Barnes,” Steve apenas y puede escucharlo y el Abad le dice que hable claro para que los testigos puedan escuchar. Bucky aprieta los párpados un momento y comienza de nuevo. “Yo, James Buchanan Barnes, te acepto a ti, Steven...uh...Grant Rogers, como mi legítimo esposo. Con gran felicidad vengo a mi nueva vida contigo.” Sus votos suenan mecánicos, un discurso que ha practicado muchas veces frente al espejo. “Del modo que has prometido a mi tu vida y amor, también yo felizmente te doy mi vida, y,” La voz de Bucky tiembla, al igual que su labio inferior, “con confianza...” Niega con la cabeza y tal vez debe forzar la siguiente parte. Steve casi puede verlo intentar tragarse las palabras, “me entrego a tu autoridad en nuestra unión. Voy a vivir primeramente para ti, amándote, obede...obedeciéndote, cuidando de ti y siempre buscando complacerte. La Sociedad me ha preparado para ti y siempre te fortaleceré, ayudaré, consolaré y apoyaré. Por ello, en la vida, sin importar lo que nos espere, prometo a ti mi vida como un... obediente y fiel esposo.”

Bucky trata de ponerle el anillo en el dedo a Steve. Pero sus manos tiemblan tanto que apenas puede guiar la joya a donde debe ir. Steve aleja su mano y gentilmente toma la mano de su futuro esposo entre las suyas. La mano de Bucky es suave, fría y sus dedos largos y delgados. Tal acto debe ser lo último que Bucky esperaba pues alza la vista, finalmente dando oportunidad a Steve de verlo a los ojos.

Están cubiertos de miedo, miedo que gradualmente se convierte en confusión. Parece que hay susurros y murmullos de la audiencia, pero Steve apenas y los escucha por encima del palpitar en sus oídos. La mano en las de Steve deja de temblar tanto.

Steve se acerca tanto a Bucky que sus frentes casi se tocan para decir suavemente, “Sigue siendo tu decisión.”

Los ojos de Bucky se cierran de nuevo, despacio esta vez, y Steve daría lo que fuera por saber qué imágenes pasan frente a ellos, pues cuando los abre, están mucho más tranquilos. Toma la mano de Steve con la que tiene libre—Steve no puede explicar la calidez que pasar por él ante el frío toque de metal contra su piel—y pone en anillo en su dedo.

Ahora que sus votos y anillos han sido intercambiados, el Abad está diciendo más cosas, Steve sigue sin escucharlas. Está demasiado perdido en el abismo de los ojos de Bucky. Son como hielo—hielo en el océano Ártico, frío y refrescante, brillando con la luz del sol y la promesa de algo nuevo.

No es hasta que el Abad dice las palabras ‘beso’ y ‘sellar’ y ‘para siempre’, que Bucky baja la cabeza de nuevo. Solo que en vez de miedo o nervios ahí, Steve ve, lo que él piensa que es timidez. Le parece raro, extraño incluso. Por lo que sabe de Bucky Barnes, no hay nada tímido en él. Steve posa sus dedos bajo el mentón de Bucky, haciendo suavemente que levante la cabeza. Bucky lo mira a los ojos, sus labios apretados suavemente bajo sus dientes. Un tirón tentativo en sus ojos. Es como si estuviera confundido entre querer besar a Steve y sellar sus vidas y alejarse de él y correr.

Steve se mueve lentamente, dando a Bucky la oportunidad de alejarse si eso es lo que quiere. Las paredes hablan, Steve lo sabe, esperan a que el matrimonio sea declarado. Tal vez Bucky también las escucha, porque cierra los ojos y se acerca, pegando sus labios a los de Steve.

El beso que confirma su matrimonio—además del anuncio del Abad, lo cual causa que la audiencia estalle en aplausos—es tímido y cuidadoso, pero Steve puede sentir algo ahí, aún más cuando Bucky toca sus caderas con sus manos. Pero Bucky se aleja, como alguien lo haría de un choque eléctrico.

Un beso. El primero de ambos, y fue por su boda.

Bucky se da vuelta para ver a la multitud, y Steve se da cuenta que la calidez en su mano es porque Bucky la está sosteniendo. Hay una sonrisa en el rostro de Bucky, pero no una que Steve haya visto en fotos o entrevistas, sino una profesional. Bucky está sonriendo mentirosamente, con experiencia y talento, mientras saluda a las familias y casas que están ahí para celebrar la boda, para celebrar el primer día de Bucky en la Casa de Rogers. La mano de Steve se alza, una respuesta automática al saber que Bucky está saludando. Pero no puede verlos a todos. Está muy ocupado mirando a su esposo pretender que sonríe. Porque es hermoso. Cada centímetro de él. Steve quiere que esa sonrisa sea real. Espera poder hacerla real.

Luego Steve mira la bandera alzada del lado de su esposo. Tal vez la sonrisa de Bucky es esperar demasiado. La bandera ha sido cambiada de la insignia de Barnes a la de Rogers.

La vida de Bucky en la Casa Barnes ha acabado oficialmente.

 

~~

*Casarse bien: Casarse con alguien por arriba de tu status social

*Casarse justamente: Casarse con alguien de tu mismo status social

Forward
Sign in to leave a review.