Dehya x Dunyarzad
-¡No se lleven a mi hija!
-¡Se lo ruego!
Dunyarzad miró a sus padres y quiso gritar pero su boca estaba cubierta por una soga y no podía pronunciar palabra alguna. Quería gritarles que se fueran, que ella no tenía salvación pero era en vano y mientra su padre y su madre trataban de pasar entre la multitud de sabios de la Akademiya sus vidas corrían en peligro. La situación en Sumeru nunca fue buena pero desde que aquella sequía azotó a la región las cosas empeoraron. Al ver que las cosas no mejoraban decidieron recurrir a un sacrificio humano. Los sabios dijeron que habían elegido a alguien al azar pero Dunyarzad sabía que no era cierto. Fue elegida porque llevaban mucho tiempo queriendo eliminarla a la chica enferma de Eleazar que ademas seguía a la diosa Kusalani. La arrastraron de su casa y la amarraron para que no pudiera nadar al ser lanzada al mar.
Dunyarzad miró horrorizada a sus padres que seguían tratando de alcanzarla y tomó una decisión.
Saltó al mar.
Dunyarzad sabía desde niña que iba a tener una muerte temprana pero siempre creyó que moriría en su cama por el Eleazar y que tendría la oportunidad de despedirse de su familia. Pensó en su padre y en su madre y luego cerró los ojos esperando que su fin llegara pronto.
Antes de perder el conocimiento creyó ver a una mujer frente a ella.
Dunyarzad despertó unas horas después.
-¡Pobre niña! No se cuantas veces hemos dicho a lo largo de los siglos que no queremos sacrificios y nunca escuchan.
-Y encima de todo mira el estado en que esta. La amarraron como si fuera una bestia salvaje.Mira su cuerpo, esta lleno de moretes y quemaduras de la cuerda.
Dunyarzad tuvo que parpadear varias veces para procesar lo que estaba viendo. Parecía estar en un templo dentro del agua y enfrente de ella había dos mujeres mitad pez.
-Despertó ya.
-No intentes moverte. ¿Cómo te llamas?
-Dunyarzad.
Su garganta dolía al hablar y sentía los ojos hinchados. ¿Estaba muerta? ¿Era un sueño extraño?
-¿Recuerdas lo que pasó?
-La Akademiya me sacó de mi casa para ofrecerme como sacrificio a los dioses del mar. Dijeron que la sequía era culpa del pueblo que había hecho enojar a los océanos y que un sacrificio era necesario para que la lluvia regresara.
-Que gran mentira es esa. Ellos saben muy bien que el clima es su culpa por los experimentos que realizan pero luego van y echan la culpa a inocentes. Dunyarzad, te debemos una explicación y vamos a dártela pero queremos que te lo tomes con calma. Puede que la verdad resulté sorprendente para ti pero queremos que sepas que no vamos a hacerte daño. Me llamo Kokomi y ella es Barbara. Somos seres creados hace cientos de años por la diosa Rhukadevatta para cuidar y proteger los mares. Soliamos convivir con los humanos pero cuando la Akademiya se volvió una institución avariciosa y cruel decidimos cortar el contacto con la tierra. Este lugar es el templo de Enkanomiya y por ser un lugar sagrado puedes respirar bajo el agua. Este lugar se encuentra en las profundidades y puedes estar segura que nadie va a encontrarte aquí. Para poder entrar a estas aguas tienes que ser una criatura del o que una criatura del mar te de permiso para entrar.
Dunyarzad se quedó callada por varios minutos. Lo que acababa de escuchar era sorprendente pero difícil de digerir. Aunque había escuchado hablar de las criaturas del mar y de Enkanomiya se creían que eran mitos inventados. En un solo día fue secuestrada y sacrificada, casi se ahoga y luego fue rescatada por criaturas que se creían imaginarias y llevada a un lugar que nadie creía que existía. Era mucho lo que tenía que asimilar.
-Descansa. Estas cansada tanto física como mentalmente. Si necesitas algo puedes tocar esta caracola y alguien vendrá.
Las dos sirenas nadaron hacia la puerta.
-Esperen. ¿Quién me salvó?
-Su nombre es Dehya.
Dehya durmió por días seguidos y cuando despertó se encontró con una sirena que la miraba fijamente al lado de su cama.
-¡Dehya! ¿Por qué crees que es aceptable que asustes de esa manera a la pobre chica?
-Perdón. Tenía curiosidad. Nunca he visto una humana tan cerca.
-¿Quiénes son ustedes?
No había conocido aun a esas dos sirenas. Una de ellas tenía un cabello largo y azulado y ojos bicolor mientras que la otra tenia una larga cabellera color café y un cuerpo musculoso. Dunyarzad tuvo que esforzarse para no quedarse mirando aquel cuerpo musculoso. ¿Era normal tener ese cuerpo? Ni siquiera los eremitas que había conocido solían tener un cuerpo tan radiante de...fuerza.
-Me llamo Candace.
-Yo soy Dehya.
Si hubiera tenido la fuerza se hubiera arrodillado para agradecerle.
-¡Muchas gracias por salvarme! Te debo mi vida.
-No tienes que ser educada. ¿Qué clase de ser sería si viera a alguien ahogándose y no hiciera nada para salvarlo? Aunque si viera a un sabio de la Akademiya ahogándose probablemente me reiría en lugar de salvarlo.
Dunyarzad se cubrió la boca ocultando la risa. Aunque pareciera intimidante Dehya en realidad era bastante divertida.
-Insisto, ¿si hay algo que pueda hacer por ti dímelo? Salvaste mi vida y tengo una deuda contigo.
-Entonces, ¿me dejarías ver tocar tus piernas?
-Suficiente. Nos vamos.
Candace se llevó a Dheya y Dunyarzad rio al escuchar como la regañaba por decir cosas que la hacían parecer una acosadora sexual.
Dunyarzad se fue recuperando poco a poco. Antes no tenía amigos porque la gente la solía evitar y ahora estaba rodeada de mujeres agradables. La mayor parte del tiempo se la pasaba con Dehya. Fue ella su principal maestra sobre como era vivir en el mar.
-¿Hay muchas sirenas?
-No, cuando la reina Rhukkadevatta creo a las primeras criaturas del mar eran muy pocas y con el paso de los años han nacido pocas sirenas.
-¿Por qué nunca he visto a ningún hombre por aquí?
-No hay sirenas hombres. Todas son mujeres.
-¿Y cómo nacen las sirenas?
-La magia aquí es tan avanzada que cuando una pareja quiere tener un bebe se realizan una serie de rituales para que nazca un bebe. También es posible que humanas se conviertan en sirenas aunque hace siglos que eso no pasa.
-¿Donde viven cuando no están aquí?
-En realidad pocas veces estamos en Enkanomiya. Barbara, Mona, Rosaria y Fischl suelen nadar en las aguas de Mondstad. Yelan, Beidou y Ningguang viven en Liyue. Nilou, Candace y Setaria viven en Sumeru y no se porque la mayoria de las sirenas prefieren habitar en Inazuma. Lo entiendo de Kokomi porque su novia que pertenece al clan de los cuervos es de allí al igual que Ei porque su esposa es una kitsune pero Lumine, Ayaka, Yoimiya y Shinobu les gusta vivir allí.
-¿Qué hay de ti?
-Yo prefiero estar en Sumeru, prefiero las aguas cálidas pero ahora estoy en una misión.
-¿Cuál?
-Estoy protegiendo a una princesa.
¿Princesa? ¿Había mas sirenas que no había conocido?
-Te voy a decir su nombre. Se llama...Dunyarzad.
Dunyarzad le dio un leve golpe en el brazo.
-No te burles de mi.
-No lo hago mi dama.
Dunyarzad se rió.
-Si soy tu dama, ¿debería llamarte mi guerrera?
Dehya se ruborizó.
-No digas eso. Me haces ruborizar.
La relación entre las dos chicas era fuerte y ambas buscaban lo mejor para la otra. Dehya incluso nado a Sumeru a entregar una carta explicando todo a los padres de Dunyarzad y Dunyarzad aprendió a cocinar las comidas favorita de Dehya. Las demás sirenas se dieron cuenta que se veían como mas que amigas. Su enamoramiento era obvio para todas menos las dos mujeres en cuestión quienes creían que sufrían de un amor unilateral.
-Dunyarzad. ¿Planeas regresar al mundo de los humanos? Si quieres quedarte aquí no hay problema. Incluso podrías convertirte en sirena si deseas. Sería lindo, podríamos recorrer el mundo si quisieras y visitar a tus padres.
-¿Lo dices en serio? ¿Harías eso por mi?
-Por supuesto. Lo haría porque te amo.
-¿Cómo amiga?
-Te amo como un amante.
-Dehya, yo también te amo.
Dehya tomó a Dunyarzad entre sus brazos y la besó como como tanto tiempo había soñado.