Arlecchino x Columbina
Todos los humanos que Arlecchino ha capturado morían de miedo solo por el hecho de estar en su presencia y era algo que disfrutaba, pero la humana que acababa de capturar era diferente. En ella no había miedo alguno y al contrario actuaba de manera relajada. Dormía todo el tiempo y cuando estaba despierta platicaba con ella como si fuera una vieja amiga y no una sirena que podía decidir si ahogarla acabando con su vida dolorosamente.
-¿Si eres consciente de lo que soy?
-Por supuesto, la venda que cubre mis ojos me protege del sol molesto pero no me impide ver lo que tienes debajo de tu torso.
-¿Y no tienes miedo?
-No, siento muchas cosas pero miedo no.
Arlecchino estaba acostumbrada a ser una cazadora que veía el mundo entero como su presa y esa era la primera vez que no se sentía de ese modo, era la primera vez que se encontraba con alguien que estuviera a su altura y aveces incluso sentía que si Columbina así lo decidía podría convertirse en la presa. Era patético tener cierto temor a una chica pequeña que se veía tan frágil. Debía mostrarle lo peligrosa que podía hacer. Estiró su mano y tomó su rostro, asegurándose que si intentaba moverse no iba a poder. Columbina seguía sin mostrar temor, incluso sonrió.
-Podría acabar contigo en este mismo instante.
-Mm.
-Si quisiera ser misericordiosa contigo cerraría mis manos en tu cuello delgado y apretaría hasta que ya no puedas respirar y si quisiera ser mas cruel te devoraría. Me encantaría hacerte gritar y escucharte rogarme que pare.
Cualquier persona normal se asustaría al escuchar esas palabras.
Columbina no era normal.
-Es lo mas interesante que has dicho desde que te conocí. ¿Lo prometes? ¿Prometes que vas a ahorcarme y devorarme? Debo advertirte que no planeo morir por el momento, ya que por fin encontré un juguete que me entretiene tanto sería tonto dejarlo ir tan pronto por lo que mi asesinato tendrá que posponerse. La parte de comerme por otro lado... estoy deseosa por intentarlo aunque dudo que me hagas rogar, nunca lo he hecho pero si lo consigues entonces estoy dispuesta hasta a casarme contigo.
Arlecchino la soltó. Fue una tonta al creer que podría controlar a Columbina, todo ese tiempo vio a Columbina como si fuera un juguete sin darse cuenta que quien era el verdadero juguete era ella. Por primera vez sintió temor pero descubrió que con el temor venía algo mas. Había excitación, estaba emocionada por la idea de tener a su lado a alguien como ella.
Columbina se acercó a Arlecchino y la jaló hacia ella, uniendo sus labios con los suyos. Arlecchino tuvo poco tiempo para disfrutar de aquel beso ya que pronto se separó de nuevo. Sus pequeños dedos recorrieron su espalda hasta que se posaron en su sujetador. Columbina le quitó la única prenda que vestía y comenzó a acariciar sus pezones hasta que estos se endurecieron. Arlecchino era un desastre jadeante, gemía al sentir aquellas manos acariciando y pellizcando sus pechos. Columbina se detuvo y se quedó sin moverse mirandola fijamente.
-No te detengas.
-Si quieres que siga entonces debes rogarme. Pídeme que siga tocándote.
Maldita Columbina.
-Te lo ruego, sigue tocándome.
Columbina hizo un gesto como si estuviera reflexionando.
-Suenas muy altanera, tal vez deberías decirlo mas educadamente. Intenta usando la palabra "por favor".
.Por favor, te lo ruego. Necesito que me toques.
Columbina sonrió.
-Eso esta mejor.
Se puso detrás de ella y comenzó a besar su cuello mientras que sus dos manos tomaban sus pechos y comenzaba a torturarlos. Su mano derecho la soltó para comenzar a descender hasta que llegó a su parte más íntima.
Arlecchino siempre actuaba con frialdad pero una simple humana había sido capaz de reducirla a un estado tan desastroso. La criatura marina descendiente de tiburones sedienta de sangre ahora actuaba desesperadamente rogando incluso que se la follaran.