Barbara x Rosaria
-¿Quieres tener sexo?
Barbara se ruborizó al escuchar la propuesta tan descarada. Normalmente cuando la invitaban a tener algo su respuesta inmediata era rechazarla y decirles que tenía pareja. Pero esa vez todo fue diferente. No mencionó su relación estable y amorosa de 5 años ni sus principios de fidelidad.
-Si quiero.
La sirena sonrió y fue al interior de la cueva que estaba semi oculta. Barbara se acercó y se quitó los zapatos y luego el vestido blanco que usaba. Debajo no estaba usando nada y enseguida quedó al descubierto sus hermosos pechos pequeños y su parte más íntima. La sirena sonrió al ver su estado tan indecente en el cual estaba.
-Que pensaría la gente si supiera que su diosa Barbara va caminando por la calle usando solo un vestido blanco y que cuando una mujer se lo pide enseguida se lo quita. No eres tan pura como creen.
Barbara su ruborizó al escuchar las palabras tan vulgares dirigidas a su persona pero en el fondo esas palabras la habían excitado. Estaba siendo considerada una zorra y eso la hacía querer más. Se acercó mas a la otra mujer y unió sus labios con los suyos. La chica le devolvió el beso con suavidad pero Barbara quería más y fue ella quien comenzó a lamer y morder. Los ojos de la sirena se agrandaron por la iniciativa tomada pero su sorpresa no duró mucho y siguió besando con pasión. Barbara fue la primera en separarse de ella, la sirena creyó que se separó por la falta de aire pero al contrario que ella la humana no se veía afectada para nada, supuso que por ser cantante su capacidad pulmonar debía de ser muy buena. Barbara besó su cuello y acarició sus pechos por encima de la tela que los cubría antes de finalmente quitar esa tela dejándolos al descubierto. Fue en ese momento que continuó besándola mientras que sus dos manos tocaban sus pechos , primero tocando alrededor de la areola y luego acariciando sus pezones, los cuales al no resistir la manoseada se endurecieron gradualmente. Una vez duros Barbara se separó de sus labios enrojecidos y bajó su cabeza a sus pechos, besando, lamiendo y mordiendo con suavidad. Estaba jadeando y quería que la dulce Barbara siguiera tocando su cuerpo y haciendo un desastre de ella.
De repente la mano de Barbara fue jalada y la sirena miró detenidamente el anillo que llevaba puesto en el dedo. Había olvidado quitarse su anillo que le dio su esposa el día de su boda.
-No te quitas tu anillo de matrimonio al follar con otra mujer. ¿Acaso tu esposa sabe que cuando no estas con ella te vas a acostar con otras mujeres? ¿Acaso no es suficiente para ti?
Barbara se ruborizó pero aun así siguió recorriendo su cuerpo con sus manos. Parecía que la mención de su esposa no la había desmotivado, hasta parecía haberla excitado mas.
-Amo a mi esposa pero quiero mas en nuestra relación. Me trata como si fuera alguien delicada y frágil y me fuera a romper en cualquier momento pero yo no soy así. Quiero que me lastime, que me deje tan marcada que parezca que salí de batalla, quiero que me controle al hacer el amor y sentir sus manos apretando mi cuello, rasguñandome y mordiéndome. Si me dice que me desnude lo haré y si me pide que me arrodille también lo haré. Dijiste que yo no era pura y estas en lo correcto y eso no me hace sentir mal, lo disfruto demasiado .
Barbara se interrumpió al ser jalada por la sirena y ser besada con gran intensidad. El sexo que siguió fue agresivo y salvaje y amaron cada segundo de él.
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Barbara tarareaba una canción en lo que se cambiaba. Tomó una bolsa que había a un lado y saco unas bragas y un brasier y se los pusó antes de ponerse su vestido blanco que estaba en el suelo. Recogió su cabello en dos coletas y hasta se aplicó un poco de maquillaje. Detras de ella estaba Rosaria quien se veía cansada y miraba con envidia y admiración como la otra chica se arreglaba feliz como su no tuviera su cuerpo moreteado y con heridas de su momento de pasión.
Barbara regresó a su lado y le dio un beso rápido.
-¡Te preparé tu platillo favorito!
Rosaría vio el plato llamado Ultima Cena y dejó que Barbara la alimentara. Si Kaeya viera eso probablemente moriría de tanto reír y se burlaría de ella por dejarse mimar. Alejó a Kaeya de su mente y en su lugar le preguntó a la mujer cerca de ella.
-¿Cómo te sientes?
-Muy bien.
Rosaria miró su rostro tratando de ver si estaba mintiendo. Al ver que era honesta continuó comiendo pero después de un rato volvió a hablar.
-¿Era cierto lo que dijiste hace rato? Lo de ser tratada delicadamente.
Barbara asintió levemente, evitando el contacto visual. Rosaria sonrió levemente. Era demasiado divertido y tierno que en el sexo Barbara pudiera decir las cosas tan abiertamente pero cuando su calentura pasaba tenía miedo hasta de mirar a los ojos. Rosaria quería que Barbara fuera honesta sobre sus sentimientos y llevaba mucho tiempo ayudándola a expresar sus deseos. Se alegró que estuviera aprendiendo a ser más honesta con ella y que tuviera la confianza de contarle sus fantasías. Fue su idea que pretendieran no estar casadas y que estaban teniendo una aventura.
-Te amo.
Barbara sonrió al escuchar esas palabras como si fuera la primera vez que las escuchaba.
-¡Y yo a ti!