Noelle x Lumine
Lumine no esperaba iniciar su día siendo golpeada con una concha pero eso fue exactamento lo que sucedió. Su intención era pasar un día relajado en la playa y todo iba bien hasta que sintió un golpe en la cabeza producto de ser golpeada por un objeto tirado en su dirección. Rapidamente volteó, tratando de encontrar a la persona culpable pero el lugar estaba vacio. Lo único diferente que había en ese lugar era una concha color blanco y rosa tirada en la arena. Era la cosa que le tiraron. Tenía que admitir que era una concha muy linda y única en su especie y Lumine la recogió, admirándola y preguntándose de donde había salido porque ese tipo de concha no se veía en esa playa. Sonrió, la persona que la atacó había perdido un objeto muy valioso y se alegraba, eso se merecían por haberla atacado.
Al día siguiente fue atacada por otra concha aunque afortunadamente esa ocasión no le dio a ella. Cayó a un lado de ella. Su atacante otra vez no era visible y eso era extraño y algo aterrador porque no había un lugar donde esconderse y no había manera de que alguien pudiera correr tan rápido como para escapar de allí. Miró al mar pero eso era una idea aun más ridícula. ¿Quién podría estar dentro del agua aguantando tanto tiempo la respiración solo para aventarle algo? Suspirando, se agachó y recogió el objeto. Era otra concha hermosa solo que esta era rojo brillante. Aunque no era experta en todas las especies de conchas marinas, estaba bastante segura de nunca haber visto una igual. ¿De dónde sacaba esa persona tantas especies desconocidas?
Los días siguientes que visitaba la playa también le aventaron con más conchas y cada una era diferente y hermosa. Afortunadamente ya no era golpeada pero su curiosidad iba en aumento.
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-Tienes un admirador secreto.
Tal vez tenía razón su hermano. No había otro motivo que explicara porque a diario le tiraban una concha que no era de ese lugar, bonita y encima de todo nunca había visto ni rastro de esa persona. A pesar que no sabía quien las mandaba, Lumine guardaba todas las conchas en su habitación como un objeto precioso.
-¿'Por qué harían eso? ¿Qué ganan con darme a mi esas conchas?
-De seguro esa persona esta enamorada de ti pero tiene miedo de acercarse a ti, es como Mika .Creo que es un lindo lo de los regalos.
Lumine enterró sus cara entre sus manos. Solo su hermano consideraba que el acoso era lindo. .....Aunque no podía negar que las conchas la hacían feliz y que le gustaría mucho conocer a su "admiradora".
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Lumine enfermó y tuvo que quedarse durante una semana en su casa recuperándose. Durante ese periodo de tiempo no recibió ninguna concha y se preguntó si era porque no sabía donde vivía o si ya se había aburrido de ella. Debía de sentirse alegre que ya no tendría a alguien acosándola y que su cabeza ya no corría peligro pero en su lugar se sintió triste y desilusionada.
Al octavo día regreso a la playa y dispuesta a disfrutar del aire libre que no había podido sentir por culpa de su enfermedad se acostó a tomar el sol, cerrando los ojos y escuchando el sonido del mar. Era tan relajante que terminó quedandose dormida. Cuando despertó, cerca de ella había un total de ocho conchas. Las recogió y guardó con delicadeza y buscó por los alrededores pero no encontró a nadie.
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Lumine tenía un plan y estaba dispuesta a que tuviera éxito. Tomó una concha, la primera que recibió y la dejó en la suave arena con una nota dentro y luego se fue. En la noche que regresó la misma concha estaba en su lugar junto con otra y la nota estaba desaparecida.
Lumine sonrió. La anota que había escrito decía que quería conocerla y que se vieran al día siguiente al mediodía.
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Lumine estuvo atenta todo el tiempo y mirando a los alrededores, dispuesta a ver a la persona llegar.
-Hola.
Lumine soltó un grito y se dio la vuelta de donde provenía aquella voz que habló con timidez.
Era una chica que estaba en el mar. Era muy linda, con cabello corto plateado pero lo que la impactó fue que en lugar de tener piernas tenía una cola de pez.
Era una sirena.
Eso explicaba porque nunca la había encontrado y porque cuando se quedó en casa no fue con ella.
-Hola, me llamo Lumine. ¿Cuál es tu nombre?
-Me llamo Noelle.
Noelle era muy tímida evitaba mirarla a los ojos.
-Gracias por las conchas, son muy lindas . Las tengo guardadas en mi cuarto y me encanta mirarlas.
Era visible la felicidad en la cara de Noelle al escuchar las palabras tan lindas.
-¿Por qué me das esas conchas? Te estoy muy agradecida pero no entiendo porque yo.
-Es porque me gustas desde que te vi pero me daba miedo acercarme a ti por lo que quise darte esos regalos sin que me vieras. Lamento que te haya golpeado el primer día. Era la primera vez que te dí algo y no calculé bien la fuerza con la que tiré la concha.
Lumine rio al recordar eso. Aunque ese día estuvo muy molesta ahora miraba ese recuerdo con dulzura.
-No te preocupes. Valió la pena ese golpe si tuve la oportunidad de conocerte.
Noelle sonrió ruborizada. Ambas continuaron platicando durante mucho tiempo y en los días siguientes Noelle ya no se escondía de ella.