
Son los silencios interminables.
Capítulo II: Son los silencios interminables.
Por: Monz_Loveless.
“Cada vez que confías en alguien estás tirando dados, Puedes saber cuáles son tus probabilidades con los dados, pero no con la gente”. —Xavier Velasco.
Loki había tenido conversaciones incómodas, muchísimas, pero ninguna como esa, donde sus padres intentaban con todas sus fuerzas cambiar el tema, mientras Thor y Odín se sentaban a la mesa, después de saludar con un breve y cortés apretón de manos. Loki logró sostenerle la mirada, en primer lugar, porque no se arrepentía de nada de lo que había dicho, y en segundo porque quería ver cuánto había cambiado aquél niño de ojos azules que era su compañero de juegos cuando eran pequeños.
«Hola, soy Loki, ¿te acuerdas de mi? Tengo tendencias psicópatas» Prácticamente esa había sido su presentación tácita, misma que sería un buen chiste en cuanto pudiera hablar con su hermana en libertad.
En medio de la tarta de manzana –y desconectándose de la plática como era su costumbre– Loki pudo apreciar a Thor más detenidamente, llevaba una pequeña coleta y un par de mechones rebeldes se le iban a la cara de vez en cuando, y éste los llevaba detrás de la oreja a la par que comía con modales bastante cuestionables. ¿Cuánto hacía que no lo veía? ¿Diez años? Ni siquiera recordaba el por qué no habían vuelto después de todo ese tiempo.
Loki no aportó demasiado a esa plática, no por temor a decir algo reprensible, sino que no tenía mucho que decir, siempre en su mundo.
Al terminar la comida, Frigga se ofreció a darles una visita por la granja y sus maravillosos árboles frutales, según ella; pero la invitación sólo la aceptaron Leah y Farbauti, porque Odín ya había invitado a Laufey a dar una vuelta por sus establos –como si su padre tuviera una mínima idea sobre caballos–, misma que había aceptado por una especie de “orgullo varonil” o alguna cosa de esas. Loki, que estaba demasiado acalorado, incluso para moverse, tuvo que quitarse la sudadera y sentarse en las escaleras del pórtico, simplemente quejándose en silencio y pensando mil cosas.
No escuchó los pasos de Thor, hasta que estuvo junto a él, extendiéndole un vaso de algún líquido frío y se proponía a sentarse a su lado; Loki se sorprendió, con todas las cosas que le habían pasado en los últimos días, ese simple gesto era lo más humano que había experimentado durante un rato. Lo tomó y dio las gracias, como si sólo lo hiciera por compromiso, a pesar de que no era así, y pronto un silencio largo se acomodó entre ellos.
—¿Hace calor, eh? —fue Thor quien intentó romper el hielo, de una manera tan sutil que Loki arqueó una ceja, casi divertido, antes de contestar.
—Es el mismísimo infierno —dijo antes de darle un sorbo a aquél líquido que parecía ser limonada, sólo que un poco más exótico.
—Me pareció raro cuando mi madre dijo que ustedes vendrían, hace mucho que no los veíamos por aquí —Thor tenía un acento extraño, esa era la clase de cosas que Loki no recordaba de él, aunque después de todo, era como si volvieran a conocerse. Y para evitar problemas, sólo tenía que mantener su distancia y no hacer nada estúpido.
—A nosotros también, créeme, aunque sólo yo me quedaré, lo siento por eso —comentó con sarcasmo, mientras Thor se reía, ¿se reía? De todas las personas que había tenido el gusto o el disgusto de conocer, Leah era la única que toleraba su carácter, todo ese sarcasmo e ironía, hasta ahora.
No dijo nada, mientras Thor explicaba que el calor era casi insoportable a causa del verano, que pronto llovería y que sería bueno para las cosechas, y demás cosas que Loki sólo asociaba a esos jueguitos en los que Leah se enviciaba y pasaba horas frente a la computadora, alimentando vaquitas virtuales.
—¿Por qué te suspendieron? —Thor pregunta después de su largo monólogo, en realidad muerto de la curiosidad, pues por desgracia no escuchó la historia completa. Recuerda que desde que eran niños, Loki siempre fue un tópico interesante para él, un niño de ciudad que le contaba historias fantásticas y hablaba bajito y sesgado, como recitando un poema.
—Me hubieran expulsado de no ser porque mi padre les da dinero —. Fue lo único que atinó a decir, ya quería dejar de hablar de ese asunto, pues aquella oleada de libertad que había sentido comenzaba a apagarse poco a poco, ahora sólo le quedaban sus sueños de ruptura y el apoyo de Leah.
—No respondiste mi pregunta —dijo Thor, dejando a un lado su vaso y mirándolo fijamente, y Loki recordaba esa mirada azul casi a la perfección, de entre sus memorias más pueriles.
—No te ofendas, pero no es asunto tuyo —si Thor había avanzado un paso empezando la plática con Loki, había retrocedido otros cuatro, al ver su semblante serio y su actitud ligeramente a la defensiva.
—Tienes razón —dijo él, mientras se levantaba y se sacudía los vaqueros con la mano que no sostenía el vaso, pero para su sorpresa, no estaba ni molesto ni ofendido, cosa que hizo que Loki se sintiera como la peor persona del mundo, aún así, decidió no retractarse ni relatar aquella experiencia, que había sido dolorosa más que traumática, y reveladora en todos los sentidos.
Loki siguió mirando hacia el horizonte hasta que Thor volvió a hablar. —Más tarde iré con unos amigos al lago a beber algo, puedes venir si quieres —eso sí que no lo había visto venir, y de estar Leah presente le seguirían dos semanas de interrogatorios y pequeñas risitas.
Por un momento quiso decir que sí, pero al final su instinto de resguardo lo hizo declinar la oferta de la manera más cortés que conocía. —Gracias pero… tengo tarea y…tampoco vengo de vacaciones, así que…—estaba tanteando las palabras para no sonar tan cruel, hasta que el otro lo interrumpió.
—De acuerdo, entiendo, nos vemos entonces —dijo resignado, mientras se acomodaba el cabello detrás de la oreja –una especie de tic nervioso–, para después desaparecer de la vista de Loki. ¿Es que Loki era idiota y no sabía distinguir un gesto de amabilidad de una conspiración en su contra? No de momento, toda su intuición, presentimientos y demás, estaban completamente alterados.
***
En cuanto sus padres volvieron –Farbauti con una canasta llena de fruta y su padre con algunas cervezas encima, seguramente–, decidieron que era hora de irse, de bajar la maleta de Loki de la camioneta y de despedirse, a pesar de que se verían en un par de semanas más, para el cumpleaños de Thor, y para decidir si Loki volvía a casa o se quedaba ahí el resto de sus vacaciones, otro mes y medio más, a ojos de él, era una prueba de fuego, si podría pasar más de una semana sin internet, porque bien podía prescindir del contacto humano y de la vida de la ciudad, en general.
—Te voy a extrañar —dijo Leah cuando abrazó a Loki, y a él se le hizo raro, porque no lo hacían muy a menudo, cuando ella era más pequeña apenas y se hablaban, ahora que había crecido, Loki podía ver mucho de él en ella, saber que no eran tan diferentes, y que juntos eran un verdadero peligro para la humanidad.
—Estoy en una granja, no en la luna, tengo un celular perfectamente funcional, pequeño hobbit —fue lo que obtuvo a modo de respuesta, mientras la estrechaba entre sus brazos ligeramente y le revolvía el cabello para hacerla enojar. Quiere contarle algunas otras cosas, pero supone que ya habrá tiempo de contarle todas esas cosas que aún no le contaba, más porque las consideraba nimiedades sin relevancia, sólo el por qué no quería volver a ver a Thor a pesar de que eran muy pequeños.
Sus padres le recitaron todo un manual sobre los buenos modales que había aprendido en casa, que debía ayudar a las labores en la granja, ser amable y sobre todo, terminar todas esas tareas pendientes, algo así como no ser él, en absoluto.
Una vez que sus padres se han ido, Frigga le enseña su habitación dentro de esa casa de muchas puertas, está a un par de habitaciones de la de Thor, los divide el baño y algo que parece ser un estudio pero que está lleno de cajas y parece abandonado.
—Tu madre me dijo que el verde es tu favorito, así que me tomé la libertad de comprarte una colcha —desde que recordaba, ella siempre había sido muy amable con él, era parte de su personalidad, su carácter, siempre buscaba hacer felices a las personas que la rodeaban, por alguna extraña razón. Él da las gracias, y le dice que ha sido un gesto muy dulce.
Lo deja solo para que se instale en su habitación provisional, Loki comienza por sacar un par de libros y cuadernos de la escuela, los bota con desdén en la mesa que está junto al ropero, tiene una lámpara que también parece nueva; después prosigue con la ropa, sacando las playeras meticulosamente, y acomodándolas en el mueble de al lado, de manera que pueda verse su estampado y así elegir cuál usar, igual que en su casa.
***
Loki no sabe cuánto tiempo lleva inmerso en ese libro, pero estaba dispuesto a leerlo más de una vez, y de ser posible, tatuarse una de esas frases que a esas alturas le parecían épica pura.
“El inglés necesita de un verbo fatalista para emplear la expresión “enamorarse”: to fall. O sea que el enamorado no exactamente asciende a un estado superior, sino al contrario: cae. Tropieza, se distrae, es estampado”. 1
Pasó por sus dedos las hojas hasta que le ardieron los ojos y nota que es demasiado tarde para hacer tarea –tampoco es como si estuviera dispuesto a hacerla-, supone que ya es tarde pues ya sólo está una luz encendida cuando se asoma por el pasillo. Tal vez pueda escabullirse un rato para deambular por allí, ya que no hace calor e incluso encender un cigarrillo ya que goza de algo de privacidad.
Baja intentando no hacer ruido, aunque todo se complica con ese piso de madera lustroso. Deja la puerta de la entrada sin cerrar, para no tener que fingir una excusa si es que llegara a quedarse afuera; avanza por el jardín y atraviesa por un pequeño huerto, hay luna llena y el único sonido es el aire que pasa a través de las copas de los árboles y las plantas. Quizá estar ahí no es tan malo, es lo único que piensa mientras le da una calada más al cigarro y suspira.
De repente, escucha un gemido lastimero a través del eco del viento, y se queda muy quieto, preguntándose si ha sido su imaginación, pero lo escucha de nuevo y ésta vez más fuerte, la piel se le enchina y por un momento duda en ir. Su curiosidad ha sido la principal causante de sus problemas, es por eso que comienza a avanzar hacia el establo, que es de donde parecen provenir los ruidos, mira la entrada y una luz alcanza a brillar dentro, no sabe en qué momento ha tirado el cigarrillo, y quizá lo lamente después, porque esos ruidos comienzan a ponerlo nervioso.
Una vez que se ha decidido a entrar, pasa su ojos a través de las siluetas de los animales, escucha un crujido detrás de él, y por instinto se gira, al borde de un ataque de pánico, es cuando ve a Thor, sosteniendo una lámpara.
Pega un brinco y se agarra el pecho, como si el corazón fuera a salírsele por ahí, Thor tiene el cabello revuelto y la camisa a cuadros arremangada hasta los codos, Loki nunca ha tenido tantas ganas de golpearlo.
—¿Qué haces aquí? —pregunta agitado.
—Tú y tus malditas preguntas. ¡Casi me matas del susto! —Loki grita, no puede evitarlo.
—Ayúdame, no tenemos tiempo —Thor lo toma del brazo y jala, rompiendo todas las reglas del espacio personal, pero no le da tiempo de responder, avanzan entre los animales hasta que llegan a donde está una vaca, que está echada sobre paja y sufre, entonces Loki comprende que de ella era de donde provenía aquél terrible sonido.
—Sostenla —dice Thor mientras le da la lámpara y se acerca a ver al animal, le acaricia la barriga y la cabeza y dice algo que Loki no alcanza a escuchar. Se detiene un momento a meditar, antes de volver a centrar su atención en Loki.
—Tienes que ayudarme, va a parir y no puede hacerlo sola —Loki abre los ojos como platos, así que por eso el terrible sufrimiento.
—¿Qué? —él no recibe respuesta, Thor está demasiado ocupado planeando algo.
—No, estás loco, hay que llamar un veterinario o algo—. Loki no logra procesar cómo es que su apacible paseo nocturno pasó a transformarse en una labor de parto.
—¡No hay tiempo, Loki! ¿Te da asco? —Pregunta Thor con cierto desdén en la voz, una cosa es que Loki sea un chico citadino que jamás había tenido la necesidad de presenciar algo como eso, y otra muy diferente el que sintiera repugnancia o peor aún, que se negara a ayudar a un animal en desgracia.
—¡Claro que no! Me da pánico, que es diferente—. Contestó indignado, Thor pareció suspirar aliviado, antes de decirle qué hacer.
Loki tendría que jalar un poco del becerro una vez que comenzara a salir, mientras Thor lucharía por mantener de pie a la vaca, con una especie de cinturón que le rodeaba las costillas al animal y que a su vez estaba unido a una cuerda y a una polea en el techo de madera del establo. En pocas palabras, Thor usaría la fuerza bruta para tirar de la cuerda y Loki lucharía por no desmayarse cuando el pequeño animal comenzara a nacer.
—Tú puedes hacerlo, Loki.
—Guarda tus ánimos para tu vaca, ¿quieres? —Thor rió y le dijo que su nombre era “Manchas” y él no pudo evitar burlarse de su falta de originalidad. La plática algo sosa ayudó para que Loki se sintiera menos nervioso y siguiera las indicaciones al pie de la letra, empezando por los guantes y todo lo demás; ahí supo que definitivamente nunca sería médico ni nada por el estilo.
Después de algunos minutos, que parecieron horas para él y seguramente también para Manchas, al becerro le dio por terminar de nacer, dejando a Loki perplejo mientras retrocedía un par de pasos para que el animalito luchara por ponerse de pie de inmediato; así de rápido.
Thor soltó poco a poco la cuerda para dejar descansar a Manchas y acercarse a acariciar al nuevo habitante de ese establo. —Buen trabajo, ahora tendrás que ponerle nombre —le dijo mientras le daba unas palmaditas efusivas en la espalda, y por primera vez desde que había llegado a ese lugar, Loki sonreía de verdad y Thor podía recordar esa sonrisa desde que eran niños.
—Te vas a llamar Caos —dijo, sin pensarlo mucho mientras se acercaba a acariciarlo, haciendo reír a Thor, hubo un instante en el que, a través del pelaje aún húmedo de Caos, la mano de Thor y él se rozaron, y para su sorpresa no apartó la mano, le sonrió y le dijo que también era pésimo poniendo nombres.
Loki pudo deducir que con el paso de los años, seguía sintiendo algo extraño en el estómago cuando de Thor se trataba, y eso era una revelación terrible.