Capítulo 3
El viento comienza a soplar con fuerza mientras su motocicleta se desliza por ese camino por la orilla del mar, la noche desciende y las estrellas titilan en el cielo cuando finalmente detiene su carrera. No es posible. No puede ser verdad que esa chica sea su otra mitad. Una cruel jugada del destino. Sonríe amargamente al recordar su reacción de perplejidad y las primeras palabras que le dirige: No pareces humana… Yo lo siento…
Claro que no parecía humana, fue lo primero que pensó cuando levantó la vista y vio a ese ser angelical, a un ser que no podía ser de este mundo, a una sirena que acababa de salir del fondo del océano. ¿Cómo podía estar con ella? ¿Cómo decirle que no es lo que aparenta, que a pesar de verse como un muchacho en realidad es una mujer? Ese "lo siento" no era porque no le había gustado, sino que por lo que jamás podría ofrecerle: una vida normal, una familia. Y todo lo que atinó a hacer fue a salir huyendo antes de que le rechazara, a que se burlara de ella, a que… realmente se acabara todo antes de empezar.
Una fuerte ráfaga de viento le desordena el dorado cabello, como regañándole y a la vez consolándole.
-Ya lo sé… huyendo tampoco ganaba nada… ni siquiera le di la oportunidad de decirme algo más que hola. Supongo que no la veré más, no supe su nombre, ni donde vive, nada. Todo por mi cobardía.
Las semanas pasan lentamente, se despierta en medio de la noche viendo esos ojos azules como las profundidades oceánicas, ese cabello que jugaba con el viento como si fueran olas. Si al menos supiera su nombre, algo que le dijera dónde encontrarla, poderla ver aunque fuera desde la distancia, escuchar esa voz suave y dulce.
Mira la hora: ya debe levantarse para ir a clases, además hoy tiene ensayo junto con la camerata de estudiantes. Al fin conocerá a esa chica de la que dicen que es la más bonita de la universidad y de la que su amigo Ryota dice es un demonio con el aspecto de un ángel.
Mecánicamente realiza sus rutinas diarias, toma su mochila y sube a su moto para llegar a la universidad. Se detiene en la cafetería a comprar un café y un galletón de avena con pasas para desayunar.
-Hola, preciosa. Te ves radiante hoy -saluda a la chica de la cafetería-, debe haber ocurrido algo bueno, ¿no?
-Sí, algo muy bueno –la muchacha extiende la mano izquierda, dejando ver un anillo- estoy comprometida, me casaré en tres meses.
-¡Wow, felicitaciones, a ti y al afortunado que nos deja a todos con el corazón destrozado por llevarse a la chica más linda de esta ciudad.
-No pueden quedarse con el corazón destrozado, especialmente porque jamás les di motivos para que se hicieran ilusiones.
-Pero aún así… -toma su mano y la besa- una pérdida para toda la humanidad.
-Haruka Tenoh, no tienes remedio. Pensé que cuando llegara a cero tu contador dejarías de andar coqueteando con todas.
-Ya ves que no es así, el contador llegó a cero, se detuvo y la vida sigue como siempre.
-Pues debieras darle un empujoncito, las cosas no se te van a entregar siempre en bandeja.
-No, pero simplemente no puede ser, no será.
-Vaya que eres cobarde. Una gallina.
-No lo niego. Soy una gallina porque no me atrevo a volar.
-Pues tendrás que volar, Tenoh. Mira la hora.
Haruka mira el reloj que tiene en la muñeca y abre los ojos desmesuradamente.
-¡Demonios! Llegaré tarde, Ryota me matará… Adiós, preciosa, y ¡suerte!
Toma su vaso y el galletón, y corre hacia las salas de ensayo de la camerata, al doblar en una esquina vislumbra una cabellera ondulada como las olas, y unos ojos como zafiros, pero sigue corriendo.
-Definitivamente me estoy volviendo loca, ahora ya no solo sueño con esa chica, sino que creo verla.
Llega a la sala de ensayo, Ryota le está esperando y le saluda con cómico gesto de desesperación sentado frente al piano en el que toca una partitura.
-Afortunadamente llegaste, pensé que ya no venías –cierra su comentario con un acorde y se pone de pie para cederle el lugar a Haruka.
-Sabes que siempre llego, no importa que, nada me detiene.
-Nada excepto esa chica. La del contador.
-No quiero hablar de eso –niega- fue muy extraño, además ni siquiera se su nombre, y dudo que la vuelva a ver.
-Cobarde, una y mil veces cobarde. Y te lo diré hasta el fin de los tiempos.
-No me importa. Ahora, si me lo permites…
Comienza a tocar una melodía que va improvisando en ese mismo instante, no es una gran obra, pero es linda, expresa el temor que sintió de ser rechazada, el arrepentimiento por haberse comportado de esa manera con esa chica. De pronto escucha la melodía de un violín que se une a lo que toca, pareciera que fuera una conversación entre dos almas…
-Muy bien, jóvenes, pero ahora tenemos ensayo para la próxima presentación –interrumpe el director- aparentemente se ha formado un buen dúo. Michiru, tu pianista se llama Haruka, Haruka, ella es Michiru.
Las personas que le tapaban la visión se mueven y dejan ver a ese ángel caído del cielo mientras siente que la sangre huye de su rostro, la tierra se abre a sus pies porque esa criatura perfecta que conoció a la orilla del mar le mira como si acabaran de cruzar su corazón con una espada.