
¿Mal padre?
-Bien, Jarvis. –el castaño suspiró cansado. –Quiero que me cuentes todo sin excepción alguna. –le ordenó.
-Señor Stark... la situación es algo complicada...
-Te escucho.
-Pues...
-Jarvis. –se desesperó el castaño mayor. –Adelante, te escucho...
El mayordomo tomó aire para continuar. –Hay dos cosas que quiero tratar con usted señor, la primera se trata sobre Obadiah Stane.
-¿Obadiah? –Howard se confundió. –¿Qué tiene que ver él?
-Permítame señor. –le contestó Jarvis. –Necesito que lo que le voy a decir se lo tome con calma, recuerde que estamos en un hospital y que el señorito lo necesita.
-Me estas asustando Jarvis... -habló el castaño sin entender la situación.
-Lo que quiero decir, señor Stark, es que desde que el señorito cumplió los 11 años de edad, Obadiah Stane ha estado obsesionado con el señorito y no de la mejor forma posible... él ha estado acosando sexualmente al señorito... -soltó el mayordomo observando las reacción de Howard. –Y lo sigue haciendo actualmente.
El Stark mayor al escuchar eso sintió como el mundo se le venía abajo, sintió como si agua helada le cayera encima, apretó sus puños hasta el punto de lastimarse las palmas de las manos, ¿Cómo era posible que esto estuviera pasando? ¿Por qué no se dio cuenta? ¿Acaso era mal padre? –¿Hace cuánto lo sabes? –preguntó con la mirada fría.
-Me enteré apenas ayer. –Jarvis bajó la mirada. –Lo siento señor... debí haberme dado cuenta...
-Jarvis. –lo interrumpió. –¿Por qué Tony nunca mencionó nada de eso?
-Me temo que el señorito tenía miedo... fue lo que me dijo... -el mayordomo miró a Howard. –Esos dos jóvenes que están con él, ellos lo ayudaron y han estado apoyándolo... gracias a ellos el señorito me lo contó todo.
-¿Ellos? Me alegra saber que Tony tiene en quien confiar... -frunció el ceño hasta más no poder, se levantó de la silla y comenzó a caminar de un lado a otro hasta que le dio un puñetazo a la pared lastimando su mano.
-¡Señor! –Intentó calmarlo.
-Ese gran hijo de puta. –insultó bajito pues no quería llamar la atención. –Maldito carajaula... ¡Voy a matarlo y revolcarlo en su propia mierda! –gritó en voz baja.
-Señor, cálmense por favor. –Jarvis se levantó de su asiento para calmar al castaño. –Respire, no haga nada de lo que se pueda arrepentir... recuerde que el señorito lo necesita.
-Tienes razón... -respiró hondo el castaño. –Solo hay otra cosa que quiero preguntarte antes de continuar. –cuando vio que Jarvis asintió decidió seguir. –¿Lo tocó? ¿Ese malparido llegó a ponerle un dedo encima a mi hijo?
Jarvis pensó la respuesta por unos segundos, sabía que lo que le diría le partiría el corazón a Howard. –Eso me temo...
-Ese pendejo malnacido hijo de toda su puta madre me va a conocer. –mencionó Howard con un aura oscura. –inhaló aire para tratar de calmarse, debía entender que estaba en un hospital y que su hijo acababa de salir de una operación así que no podía darse el lujo de armar un alboroto, cuando finalmente se calmó se sentó de nuevo. –Bien... ¿Qué es lo segundo que me tienes que decir?
El mayordomo hizo el mismo acto de sentarse al lado del castaño, si había reaccionado así ¿cómo reaccionaría con lo de María? De nuevo se preparó para calmar a Howard en caso de que éste quisiera armar un alboroto. –De acuerdo señor, el ataque del señorito fue provocado... -y de nuevo Howard comenzó a apretar sus puños pero no dijo nada, prefirió esperar. –Señor Stark, su esposa ha estado maltratado al señorito...
-¿Q-qué? –tartamudeó Howard, jamás se esperó eso. –¿María? –y es ahí donde recordó las palabras de Yinsen, él con muy pocas veces en las que estuvo en propiedad Stark pudo darse cuenta... "¿Qué tipo de padre soy?" siguió pensando en lo mismo, ¿Por qué su hijo jamás había mencionado nada? ¿Realmente no confiaba en él ni en lo más mínimo? ¿Cuánto tiempo su joya más preciada había estado sufriendo en silencio?
-Yo había tenido sospechas desde hace un tiempo pero no había podido confirmarlas... -Jarvis respiró hondo. –Hoy mismo el señorito me lo confirmó... me dijo que había sido su madre quien le provocó el ataque...
-Joder... -susurró Stark. –No puedo creerlo... -se llevó sus manos a su rostro en señal de frustración. –Jarvis... ¿Realmente soy un buen padre? –sollozó.
-Señor... -habló Jarvis con tristeza. –Claro que es un buen padre... el señorito lo quiere mucho, siempre lo dice. Además, yo tampoco me di cuenta...
Howard se levantó del asiento. –Jarvis... voy a arreglar todo con esa mujer ahora. –caminó hacia la habitación en donde estaba su hijo. –No puedo estar al lado de una mujer que maltrate a su propio hijo... -el mayordomo lo siguió.
Cuando entraron a la habitación Howard visualizó como los dos fortachones estaban al lado de su hijo hablándole dulcemente, como si estuvieran conversando entre los tres y eso le agradó, tal vez no eran malos chicos, pero eso no importaba ahora, debía hablar con su futura exesposa. –María. –llamó a la mujer atrayendo la atención de los presentes. –Necesito hablar contigo afuera. –su voz era demasiado fría.
-De acuerdo. –la mujer se levantó como si nada y así salieron de la habitación, al ser demasiado tarde era raro encontrar gente afuera de las habitaciones, solo estaban las enfermeras y los enfermeros que de vez en cuando daban vueltas por los pasillos y habitaciones para ver si todo se encontraba en orden.
Dentro de la habitación el mayordomo se había quedado con los jóvenes, los miró con una sonrisa, su señorito había encontrado buenas personas. –Jóvenes. –les llamó a lo que atrajo la atención de los fortachones. –Ya es tarde. –miró su reloj. –Es la una de la mañana, llamaré un taxi para que puedan irse a su casa.
-No, gracias. –comentó Steve. –No tenemos la intención de irnos.
-Pensamos quedarnos... si no es mucha molestia, claro. –añadió Bucky.
-¿Y la escuela? –se extrañó el mayordomo. –¿Piensan faltar?
-Ya hablaremos con los maestros y con el director después. –dijo Steve como si nada.
-Ya veo. –comentó Jarvis. –Me alegra saber que mi señorito haya encontrado a tan buenas personas como ustedes... -miró triste al menor que todavía se encontraba dormido por la anestesia, lo más probable es que despertara en unas cuantas horas más. –Mi señorito... los necesitará demasiado... -miró a los fortachones. –No se preocupen por la escuela, que yo también hablaré con el director para que no les afecte.
-¿En serio? –se emocionó el castaño.
-Sí, no se preocupen.
-Gracias. –mencionó Steve.
-Ahora si me disculpan debo hacer algo. –caminó hacia la puerta. –¿Pueden quedarse con el señorito?
-No hay problema. –dijeron al unísono los fortachones para luego ver como Jarvis salía de la habitación.
Mientras tanto afuera del hospital se encontraba Howard y María, estaban en un punto en donde ninguna enfermera o doctor los molestaría, solo eran iluminados por las luces del edificio. –¿Qué sucede cariño?
-María. –llamó serio Howard. –¿Puedes explicármelo?
-¿De qué hablas? –la mujer se confundió.
-¡¿Cómo qué de qué?! –se enojó el castaño. –Tú más que todos sabes a lo que me refiero ¿¡Por qué carajos provocaste el ataque cardiaco de Tony!? ¿¡Por qué lo has estado maltratando todo este tiempo!?
La mujer se puso pálida, ¿Y ahora que hacía? –Yo no he hecho tal cosa...
-Por favor María. –mencionó con sarcasmo. –¡No quiero tus mentiras! Quiero que me lo expliques ¿¡Cómo rayos pudiste hacerle eso a nuestro hijo!? –Howard estaba sumamente enojado.
-¡Todo es su maldita culpa! ¡Ese mocoso nunca debió nacer! –María enfureció. –¡Yo no quería un niño, yo quería una niña!
-María... eso no es una excusa.
-¡No me interesa! ¡Todo este maldito tiempo he querido deshacerme de él! ¡Ese niño está mejor muerto! –los gritos de María hicieron que el corazón de Howard se oprimiera. –Por eso... Howard, abandonemos a Anthony...
-¿Qué? –el castaño se confundió, jamás se esperó eso.
-Dejemos a Anthony en cualquier otro lugar... abandonémoslo... vendámoslo o lo que tú quieras hacer con él y tengamos otro hijo... uno que no esté defectuoso como él, uno que realmente valga la pena. –habló María con voz suave. –Yo te amo Howard, por eso... hazlo por mí.
Howard miró a María con unos ojos muy sorprendidos, no se esperaba eso. –María... -empezó Howard con un tono de voz indescifrable. –Con lo que me dijiste... y con lo que me acabo de enterar... es imposible que te vuelva a amar... acabo de perder todo sentimiento amoroso por ti... ¿En serio me creíste capaz de elegirte a ti sobre MI HIJO? –Esto último lo recalcó más. –Porque ahora entiendo que Tony solamente ha sido mi hijo porque alguien como tú no merece ser madre, ni siquiera merece existir.
-Howard...
-Así que déjame decirte... -tomó aire el castaño. –No te quiero volver a ver en toda mi vida, no te molestes en volver a la mansión porque ya no serás bienvenida ¿Entiendes? ¡Quiero que te largues de nuestras vidas! ¡Lárgate con tus padres o con quien sea! ¡No me interesa!
-Pero... yo te amo Howard... -los ojos de la mujer se cristalizaron.
-Ese ya no es asunto mío, me asegurare de mandarte los papeles del divorcio con mis abogados. –frunció el ceño. –Y si creíste que verías algo de la fortuna Stark, estás completamente equivocada, todo, absolutamente todo es mío y está a mi nombre y debido a que las causas del divorcio fue violencia intrafamiliar, no recibirás nada. –respiró. –Porque piénsalo, aunque contrates un abogado, son tus abogados contra los míos. Ten eso en cuenta, es imposible que ganes.
-Howard, por favor...
-¡Por favor nada! –sacó su celular y marcó al número de la sirvienta encargada. –Bueno, escúchame muy bien, no quiero que dejes entrar a María a la casa sin importar lo que te diga de lo contrario estarás despedida y toda la ropa de ella... sus cosas... haz lo que quieras con ellas, véndelas, quédatelas, lo que tú quieras ¿Entendido? –colgó.
-¿Realmente vas a dejarme? –sollozó la mujer.
-Debiste pensarlo desde el primer momento en que le pusiste un dedo encima a Tony. –el castaño trataba de calmarse.
María nuevamente estalló en ira ya no le quedaba nada por hacer, una vez que Howard Stark toma una decisión es difícil que cambie de opinión. –¿¡Sabes!? ¡Me satisface saber que dejé que Obadiah lo tocara! ¡Yo siempre lo supe desde un principio! ¡Sabía que ese hombre quería metérsela a Anthony! ¡Y nunca me importó! ¡Al contrario, yo hacía todo lo posible para que Obadiah hiciera lo que quisiera con ese inútil! ¡Porque es para lo único que sirve! ¡Sirve de puta solamente!
-Eres una maldita... -Howard estaba a punto de abofetear a la mujer por eso, ella sabía lo que Obadiah le hacía a Tony y aun así lo permitió "¿Cómo carajos pude enamorarme de alguien tan despreciable?"
El sonido de una cachetada se escuchó por el lugar y una bastante fuerte, tanto que hizo que la cabeza de María se volteara, la mujer se llevó una mano a la mejilla toda aturdida, para luego voltear a ver quién había sido el que la abofeteó.
-Jarvis... -se sorprendió Howard que por andar discutiendo con María no se dio cuenta de que el mayordomo se acercaba y éste había escuchado todo.
-No le permito que hable de esa forma de mi señorito. –se enojó el mayordomo. –Que no tiene el derecho de hacerlo.
-¿¡Vas a dejar que me golpeé, Howard!? –gritó María.
-Solo ya vete María. –suspiró cansado Howard. –Yo mismo te daría una cachetada pero Jarvis se me adelantó. –se burló. –Ahora ya sabes lo que sintió Tony cuando le pegaste. –María no muy contenta se retiró del lugar maldiciendo y con lágrimas en los ojos siendo observada por los otros dos.
-Lo siento señor... no debí meterme... es solo que... -fue interrumpido.
-No te preocupes Jarvis. –se dio media vuelta para entrar de nuevo al hospital. –Vamos. –fue seguido por el mayordomo. –Me da gusto que por fin todo esto terminara... de Obadiah ya me encargaré mañana.
-A mí también señor. –habló el mayordomo respondiendo a lo primero que Howard había mencionado ya más relajado para después caminar rumbo a la habitación del joven Stark.
María iba caminando por la calles que estaban iluminadas por las lámparas de las casas y las de las vías públicas, iba limpiándose los ojos con un pañuelo, era muy tarde como para que estuviera en la calle con una vestimenta elegante, sacó su celular y le marcó a Obadiah. –Necesitamos hablar, ven a recogerme en la tienda de 24 horas, tiene que ser en este momento es muy importante. –colgó y guardó su celular en su bolso. –Esto no se va a quedar así... todo es culpa de ese mocoso... me las vas a pagar Anthony...
Regresando a la habitación de Tony, los dos hombres entraron y vieron como Steve estaba dormido recargado en una parte lateral de la cama del menor, y Bucky estaba en la misma posición, solo que del otro lado de la cama, sentados en una silla y con la cabeza recargada en la cama junto con sus brazos. Esa vista solo hizo que un pequeño tic apareciera en el rostro de Howard. ¿Qué se creían esos niños?
Sin más Howard se sentó en otra de la sillas para descansar un poco y Jarvis al ver que no decían nada hizo el mismo acto que el Stark mayor, después de todo mañana sería un día diferente en la vida del más bajo.