No pude salvarnos , caímos
- Pero qué carajos, ese era nuestro maldito sueño. - Sam estaba exaltada.
- ¿Crees que lo olvidé? - Mon le respondió usando un tono más alto de lo habitual. - No quería que sucediera así , pero pasó , por más que quise la vida no espero y siguió , y sí , yo también tuve que seguir.
- ¿Sabes lo malditamente difícil que es pretender amar a alguien a quien no amas?
- ¿ Sabes lo malditamente fácil que era luchar por lo que tanto planeamos juntas? ¿Enfrentar a tu abuela y decirle que no querías casarte?
- Estoy harta de este sentimiento de mierda- Sam golpeó la mesa - aunque no lo creas ahora que lo veo en retrospectiva hubiera sido fácil escapar , mi abuela era estricta y tenía sus modos pero no era un monstruo , no iba a perseguirnos de por vida o algo por el estilo. Pero quise hacerla feliz a costa de mi vida.
- Lo siento mucho , sé que la querías y al final del día no puedo reprocharte por no querer decepcionar el amor que ella tenía por ti. - Mon comenzó a bajar el tono.
Sam se quedó en silencio , aun quería seguir discutiendo al menos así sabría que no estaba perdido.
- Liz, llegó a nuestras vidas de un momento a otro , Cait tenía una muy buena amiga que perdió la vida en un accidente , ella era madre soltera y cuando sucedió todo , Liz tenía 4. Cait y yo era todo lo que tuvo después de eso.
Sam se acercó lentamente a abrazar a Mon y frotó su nariz suavemente a un lado de su cuello aspirando el aroma que a pesar del paso de los años seguía siendo el mismo y conservando su dulzura.
Después de unos minutos Sam dijó: - No estamos listas, amore. Aun no
Aquella noche, después de la discusión que tuvieron , acordaron verse el próximo verano, en la misma ciudad , en aquella casa. Ambas sabían que por mucho que quisieran no podían volver a estar juntas en un tiempo inmediato , necesitaban procesar cosas, esta vez si cerrar heridas personales del pasado, prepararse para una vida.
Tres estaciones pasaron, miles de mensajes se intercambiaron , algunas llamadas también existieron. Mon regresó a Londres y luego de una charla con una buena taza de té con Cait, decidieron contarle a Liz que ya no estarían más juntas pero que seguiría viéndolas a ambas. La pequeña familia que se había formado perduraría y las dos mujeres se asegurarían de que Liz lo supiera.
En primavera, Mon se encontraba con Liz en un paseo de helado como ambas lo habían bautizado y Mon recibió una foto de Sam con un gorrito de cumpleaños y manchas de pastel de chocolate en los cachetes , Sam se encontraba abrazada a Tee, la cumpleañera, con un puchero adorable.
Mon estaba abstraída viendo la foto que le causaba tanta ternura , hasta que Liz le arrebató el teléfono de las manos.
- Munmun , ¿Quién es ella? - Preguntó Liz , ella ahora ya tenía 9 años , así que mentirle no era una de las mejores opciones.
- Una muy buena amiga de Tailandia , donde antes vivía. Y la que esta a su lado, es alguien muy especial en mi corazón.
- Munmun, se ve muy feliz cuando habla con ella y ahora también ya usa rosa , mi color favorito - Liz comentó , ya perdiendo la atención del suceso anterior y comenzando a correr hacia los juegos para niños que estaban situados en un parque al que estaban llegando.
El verano llegó y Mon voló a Tailandia , llegó aquella casa al mediodía tomó un largo baño y se preparó un café. Se sentó con los pies dentro de la piscina observando el mar esperando a que Sam llegará.
Había pasado un año, en el cuál además de hablar con Cait cada vez que se sentía agobiada , comenzó una suerte de taller terapéutico de cerámica que le ayudaba a canalizar sus emociones de una manera maravillosa.
Sam llegó en la noche, por lo que sabía ella tampoco seguía viviendo en Tailandia, se había mudado a Macao, a una cabaña (que probablemente era muy lujosa) frente al mar. Se le veía feliz, pero sobre todo libre.
Aquel verano pasó entre suspiros de cuerpos enredados entre esas sábanas de ese azul tan particular. Largos besos en la piscinas y cuerpos laxos en la bañera. Desayunos que muchas veces se convertían en almuerzos, interminables tazas de café y uno que otro cigarrillo.
Hablaron y hablaron mucho, se amaban pero no querían lastimarse más y en el recién llegado entendimiento pretendieron creer que sería mejor amarse en libertad. Llegaron a una versión renovada del acuerdo del año pasado , todos los veranos ese sería su lugar de encuentro, año tras año , salvó alguna de ellas estuviera conociendo o saliendo con alguien. No harían preguntas al respecto, salvo alguna quisiera compartir libremente los detalles y por esos casi tres meses que duraba aquella estación solo pertenecerían plenamente la una a la otra.