INTRODUCCIÓN
Odín, Padre de Todo, rey de Asgard, defensor de los nueve reinos y padre de Thor (el Dios del Trueno); ha dejado atrás las guerras, ha aprendido a manejar los nueve reinos en completo orden, a pesar que dos reinos estaban deshabitados donde tenía encadenados a dos criaturas bastante fuertes: uno era Surtur.
Con los años adquirió sabiduría y con ello logró la paz con todos los reinos, usando treguas de por medio en algunos casos pero solo existía un problema. El único reino difícil de convencer a tener una alianza para parar la guerra era Jotunheim.
Pero Odín logró su objetivo después de una última batalla con su enemigo casi eterno: Laufey, el rey de Jotunheim. Laufey no se cansaba de insistir por el poder y la gloria de Odín. Tampoco se cansaba de sacrificar a sus propios guerreros y criaturas en batallas. Laufey no aceptaba la derrota, mientras más perdía, más sostenía la idea de haber descubierto alguna debilidad de Odín y con ello dejaba en paz al rey de Asgard sólo por algunos años para luego volver a amenazarlo y empezar otra guerra creyendo que ahora tenía una mejor estrategia. Y ahora, en la última batalla, Laufey tenía la esperanza de que en sus tierras Odín estaría perdido, sin ventajas ni estrategias, Odín no conocía bien las tierras de Jotunheim, no tanto como Laufey las había preparado con miles de trampas.
Mas Odín logró vencerlo una vez más pero esta vez Laufey lamentaría esa derrota porque su hijo menor, el único en quien tenía las esperanzas clavadas, había sido descubierto. No es como si le avergonzara, no le importaba que su hijo fuera algo diferente, cuando importaba más la magia que portaba. Su nombre era Loki, los humanos habrían dicho que tenía menos de 8 años y que era la criatura más linda jamás vista. Al menos así lo pensó Odín al no poder apartar su mirada de él mientras miles de ideas nada inocentes se creaban en su mente.
Laufey dio todo de sí en la batalla para poder recuperar a su pequeño porque no le agradaba la lujuria en los ojos de Odín hacia su heredero. Hizo todo porque Loki pudiera desaparecer de la batalla pero fue en vano, el poder de Odín había despertado en toda su magnitud impidiendo que Laufey pudiera salvar al niño y peor: vencer al rey asgardiano.
Odín tomó a Loki en sus brazos, quien había caído en un sueño profundo por un hechizo que le había lanzado.
—Una sola amenaza y mato a tu hijo —fueron las últimas palabras de Odín antes de desaparecer.
Laufey destrozó su palacio por su impotencia y no haber podido salvar a su hijo. Lamentó la pérdida haciendo que todos en Jotunheim se sintieran inútiles; habían visto el poder de Odín y no estaban seguro que querer una guerra para rescatar al príncipe Loki.
En cambio, cuando Odín llegó a Asgard, se hizo cargo de mantener a Loki como un prisionero para mantener la paz con Jotunheim. Aunque nadie pudo ver al jotun, y nadie sospechó qué es lo que Odín llevaba en brazos cubierto con su capa roja.
Era Odín y nadie sería capaz de pensar lo peor de él.