Huida
Despertó sintiendo un ligero vacío. Había escuchado que Einstein solía dormir pensando en algún problema matemático especialmente difícil y así su cerebro podría trabajar en la solución mientras dormía.
Al parecer funcionaba.
Cuando entre abrió los párpados y se encontró con la mirada hacia el techo de la habitación, sabía lo que debía hacer.
Steve había dormido en el sofá. Hacía eso cuando discutían y normalmente él le seguía para dormir con él en la sala de estar. Pero no esa noche.
— Tony... — Se levantó el rubio de inmediato al escuchar sus pasos.
— Hola. — Habló casi en un susurro y a penas mirándolo. — Estuve pensando y...
Steve se acercó rápidamente a él, a punto de abrazarle. Stark le detuvo.
— ¿Qué ocurre? — Rogers le miró preocupado.
— Creo que lo mejor será que me mude un tiempo. — Le miró esta vez de frente. Sus ojos estaban hinchados. Aún cuando no llorara, se veía así últimamente.
Rogers le miró con incredulidad, destrozado. — No... Me... ¿me estás dejando?
— No. — Negó Tony, pero se alejó un paso. — Sólo quiero pensar. Quiero cuidar de mí. Recuperarme. Y también... sería bueno que sepas lo que es estar sin mí.
— Pero casi no nos vemos y ahora estamos juntos.
— Por favor... sales con tus amigos. Estás conmigo y a la vez no. Te dejaré disfrutar con ellos. Podremos hablarnos por teléfono, hacer videollamadas. Sólo quiero estar un tiempo lejos... Puedes quedarte aquí. Hacer fiestas o lo que sea. — Su voz se entrecortaba a la vez que algunas lágrimas emergían.
— ¿No me estás dejando? — Volvió a preguntar Steve. Él lloraba esta vez un poco más.
Tony volvió a negar y se limpió el rostro con el dorso de la mano. — No... — Acarició sus brazos e intentó sonreírle un poco. — Iré a empacar.
Volvió a la habitación. Tomó una maleta y la llenó con las primeras prendas que encontró. El plan era irse lejos. Se dirigiría al aeropuerto y ahí pensaría en el destino.
Salió, halando la maleta y observando su móvil. Había solicitado un taxi por aplicación.
Steve se cubría el rostro.
No sabía qué decirle. Claro que le dolía verle así, pero sólo de esa manera entenderían ambos si era mejor estar juntos o si debían tener una vida a parte.
Sintió vibrar su móvil, indicando que el auto había llegado.— Te cuidas...
Susurró antes de irse.
En el camino apagó el celular. No quería ver los mensajes del rubio. Mientras tanto se sentía como un zombie. Veía por la ventana y no ayudó que al llegar observara a cientos de personas animadas por irse o llegar.
Debía pensar qué haría ahora.
Hogar... ¿Dónde era eso? No con sus padres y ya no con Steve. Lo primero que le vino a la mente fue el tiempo que pasó en el MIT. Adoraba esa escuela.
Compró un pase de abordar en dirección a Massachusetts. Sólo de ida.
Todo lo realizó en automático. Esperar la hora, registrar la maleta, entrar al avión, colocarse el cinturón, cerrar los ojos durante el trayecto, esperar el aterrizaje, buscar su maleta, solicitar otro taxi.
Observó los mensajes de Steve.
"¿Dónde estás?"
"¡Iré por ti al aeropuerto!"
"Estoy en la entrada 3"
"Espero que no vayas a otro país"
"Estoy preocupado"
"RESPONDE MIS LLAMADAS"
"Tony, lo siento"
"Lo siento"
"Vuelve"
"Te espero en casa"
No le escribió de vuelta.
Rentó un departamento también por aplicación. ¿Cuánto sería un bien tiempo? ¿Un día? ¿Un fin de semana? ¿Todo el mes?
Sólo quería una cama y no pensar en nada.