
Alex y Hank
Alex venía cabreado, estaba molesto, no eso era poco, estaba furioso.
Hace poco había recibido una llamada de Warren, el jefe de Hank, quien algo preocupado le explicaba que su pareja había colapsado en la oficina, si, él estúpido de su Henry Philip "Hank" McCoy, próximamente Summers, no sabía cuando detenerse, no sabía pedir ayuda y mucho menos ser cuidado.
Y así era como ahora, hace pocos minutos, había colapsado en la oficina producto de un fuerte resfrío, al parecer la fiebre lo había derrotado, prácticamente botándolo al suelo.
Llegó en silencio a buscar a su omega, vio como Kurt le estaba dando medicinas y algo de agua, mientras un preocupado Warren lo dirigía hasta su novio, lo saludó con un movimiento de cabeza para luego agradecer a la joven pareja una y otra vez por los cuidados ofrecidos a Hank, luego con cuidado lo ayudó a levantarse y tomando por la espalda lo llevó a la salida de la empresa.
Preguntó que tan mal estaba para llevarlo en su motocicleta, pero al parecer la medicina brindada por Kurt ya había dado resultados y su omega se sentía un poco mejor, de todas formas, Alex evaluaría durante la tarde como se sentía, él de todas formas preferiría que lo viera un médico.
De inmediato lo llevó hasta la cama que compartían, lo ayudó a ponerse ropa cómoda y luego le dio algunos besitos en la frente, prometiendo volver cuanto antes con algo de fruta.
Le llevó líquido frío y algo de fruta picada, acariciando de forma tierna los cabellos de su omega quien intentaba alimentarse pese a su congestionada nariz, Alex lo encontró sumamente tierno, no pudiendo evitar abrazarlo y dejar algunos besitos en su cuello, mientras preguntaba en que más podía ayudar.
Hank de forma mimosa pidió dormir, pero específicamente, le pidió quedarse con él, sen consentido y mimado, y Alex no era nadie para negar una petición de aquellas características, no a su tierno omega sonrojado.
Horas más tarde Alex mientras cantaba alguna de sus canciones favoritas, se encontraba cocinando comida saludable para Hank, algo de sopa y ensalada, para que pudiera ponerse bien cuanto antes, pues no le gustaba verlo enfermo, le dolía saber que su omega estaba sufriendo.
Ya iba a avisar que la comida estaba lista, para saber si prefería comer en la cama o en el salón, pero lo que vio lo dejó sin habla, lo hizo apretar los puños y involuntariamente salió un fuerte gruñido de lo más fuerte de su interior.
— ¿Cómo mierda se te ocurre? — rugió fuertemente — vuelve a la jodida cama ahora — su voz de mando era demandante, ruda, sin un ápice de misericordia, mucho más ronca que su tono habitual.
Hank se quedó estático, de inmediato adoptó una posición total de sumisión, agachando la cabeza, mientras se inclinaba para así dejar en evidencia su cuello, un gimoteo salió de su garganta y no pudo evitar caer de rodillas ante Alex.
Quien en ese preciso momento pareció entender lo que acababa de ocurrir, se quedó mirando a su pareja en aquella posición y tuvo que salir, prácticamente corrió, necesitaba alejarse, salir.
Cayó de rodillas, mientras se tapaba la cara con las manos, comenzó a sollozar mientras las lágrimas caían por sus mejillas, se sentía un animal, nunca había usado su voz de mando, mucho menos con el amor de su vida, se sentía un monstruo, no podía sacarse de la cabeza la grotesca imagen de su omega en total sumisión.
Él odiaba esa parte de ser alfas, nunca le había gustado la voz de mando, pues recordaba a su padre, como él la utilizaba siempre con su madre, como la maltrataba y la humillaba, ahora se sentía como él, acababa de hacer lo que siempre negó, quizás sería igual de malo de su progenitor.
Estaba perdido en sus pensamientos, cuando sintió el fuerte y dulce aroma de Hank, como su omega lo abrazaba y comenzaba a arrullarlo.
— Perdóname Hank, yo no quise, te juro que no era mi intención — estaba de rodillas, suplicando perdón, no sabía que hacer, se sentía tan asqueado.
— Mi amor — el omega le tomó la cara con cariño — tranquilo, tu no eres como tu padre — le lamió las lágrimas intentando consolarlo — sé que tu intención era cuidarme, jamás dañarme — ahora le dio un suave beso en los labios — tranquilo mi alfa — acarició sus cabellos con dulzura — te amo alfa, te amo hoy y siempre.
— Yo también mi omega, mi dulce criatura — Alex lo acunó en sus brazos, sintiendo la paz que tanto necesitaba, porque eso sentía siempre con Hank, junto a un inmenso amor.