
Sayaka se encontró encerrada en un apartado debido a que su celo la había golpeado, estaba esperando a que Ririka le fuera a entregar los supresores ya que ella ya estaba enlazada a Mary, por lo que sentir sus feromonas no le afectaría.
Pero al mismo tiempo se sintió vulnerable emocionalmente, pensando de forma negativa que nunca iba a poder declarar su amor a Kirari ya que sintió que no estaba a su altura aunque la haya aceptado de vuelta como su secretaria hace mucho tiempo atrás cuando perdió contra Yumeko, así que estaba llorando sintiéndose miserable.
Odiaba estar en ese estado de vulnerabilidad, era la primera vez que su celo le jugó una mala pasada cuando se encontró temprano en la mañana con Kirari para saludarla como de costumbre, haciendo que tuviera que correr lejos de ella antes de que la peliplata perdiera el control con ella y la tomara sin siquiera tener una relacion.
Pensar en todo lo ocurrido la estaba saliendodo demasiado, solo rogaba que Ririka se apresurara cuando le escribiera que se encontraba en problemas por su ciclo de celo.
Pasaron varios minutos cuando escucho que alguien golpeó la puerta.
—Soy Saotome— dijo sin emoción en su voz— Ririka tuvo que reemplazarte, pero me dijo que te pidiera perdón por no ser ella la que viniera.
No se atrevió a responder por que ya casi no tenía aliento de tanto llorar.
—¿Me estás escuchando?— pregunto golpeando levemente la puerta.
Pero al no escuchar respuesta solo suspiro.
—Te dejo los supresores aquí, cuando decidas salir, estaré por aquí cerca si necesitas algo más.
Sayaka espero escuchar como los pasos se alejaron lo suficiente para darle espacio para sí mismo.
Así que abrió la puerta y alcanzó los supresores, los cuales tomaron junto a la botella con agua que le había dejado Mary, luego se levantó de donde estaba y fue donde la Rubia pero sin mostrarse ante ella.
—Date la vuelta y acompáñame a un baño por favor— pidió con educación.
—¿Por qué?— le pareció extraña la petición.
—No quiero tampoco que me veas y otros estudiantes.
Mary suspiro pesado regañandose mentalmente por ceder a cumplirle el favor a su Alfa de venir a ver a la secretaría de Kirari.
—Como quieras— respondió sin más.
Una vez Sayaka había entrado al baño después de pedirle a Mary que le dijera si no había nadie, se tiró agua en el rostro para borrar todo rastro de que estuvo llorando, una vez se sintió mejor, salió del baño renovado.
—Gracias por los supresores y por acompañarme.
—Solo no vuelvas a preocupar a Ririka por no saber expresar tus sentimientos a la presidenta.
Mary se fue sin esperar que Sayaka le respondiera.
Cuando volvió a la sala del estudiante para encontrarse con Kirari, al entrar vio a la Alfa que tenía una mirada gélida y llena de molestia, pasó saliva mientras caminaba hasta ella.
—Perdóneme presidenta por irme así en la mañana— se inclinó ante ella.
—Sayaka— dijo esperando que la Omega la mirara.
La nombrada levantó la mirada nerviosa de ser regañada.
—¿Por qué no....?— no quiso decir algo hiriente así que cambió sus palabras— me preocupaste— admitió en su lugar.
Sayaka la miró sorprendida pero recuperó la compostura de inmediato.
—Perdón.
—Te acompañaré a casa al salir.
—No es necesario— se preocupó por los deberes que tenía Kirari como presidenta— no debe interrumpir sus asuntos por una secretaria que está... un poco enferma.
—No fue una petición— la miro seria.
La omega pudo sentir aquellas feromonas de mando que la hizo bajar la cabeza y someterse a la orden.
Al finalizar las clases, Ririka tomó el lugar de Kirari para que pudiera acompañar a Sayaka como habían conversado cuando la Alfa mayor le pidió el favor a Mary de ir a ver a la secretaria.
Así que ambos estaban caminando en silencio, Sayaka se sintió nerviosa con la presencia de Kirari a su lado, mientras que a la presidenta no se le ocurrió cómo iniciar una conversación normal con la Omega.
Sin darse cuenta llegaron al departamento donde alquilaba Sayaka.
—Sayaka...—guardó silencio un momento— necesito hablar algo contigo, ¿me permites pasar?.
La Omega se sorprendió que Kirari quisiera pasar cuando ella misma quería invitarla pero no quería sonar como que se estaba aprovechando de la situación.
—Está bien— respondió.
Una vez dentro del departamento Kirari se puso realmente seria.
—¿Por qué no me dijiste lo de tu ciclo de celo?— pregunto sin poder soportar más el no regañar a la Omega.
—No quería molestarte...— desvió la mirada.
—No es la primera vez que tu ciclo de celo se presenta frente a mi pero ¿por qué huiste esta vez?— Sayaka noto en su voz y en sus feromonas que estaba molestando.
—Yo no... presidenta... es que...— retrocedió sin saber cómo explicar sus sentimientos.
—¿Es que no es suficiente ser mi secretaria y que está conmigo todo el tiempo?— caminó más cerca de la asustada Omega.
Sayaka volvió a retroceder porque el aroma de Pinos de Kirari estaba invadiendo sus sentidos.
—Lo siento!— su voz se quebró— ¡perdón por no comprender lo que sientes como Yumeko puede hacerlo! ¡Ella es una Omega más calificada para ti! yo....— cayó de rodillas llorando sin poder soportar la vulnerabilidad en su corazón.
Kirari se apareció al verla así de vulnerable frente a ella, cuando siempre solía mostrarse fuerte a pesar de las dificultades, aun podía recordar cómo a pesar de haber perdido contra Yumeko, Sayaka aún mostraba fortaleza cuando saltó de la torre de las puertas, pero ahora esto era diferente para ella.
—Eso ocurrió hace mucho tiempo, además Yumeko prefiere a Suzui— se arrodillo frente a Sayaka— y yo te prefiero a ti mi pequeña Omega.
Sayaka se abalanzó contra Kirari para abrazarla haciéndola caer de espaldas.
—Tómame por favor— dijo con desesperación, su celo había vuelto al tener a Kirari así de cerca.
—Tu... espera, aroma a Tarta de Moras, ¿volvió tu celo?— al ver el rostro de la Omega noto lo sonrojada que estaba y su respiración agitada.
—Lo que dije no es producto de mi celo, realmente te deseo— dijo aun con su voz algo rota por el llanto.
Kirari no lo pensó dos veces en tomar a la Omega en sus brazos y llevarla a la habitación.
—Espera allí un momento mi pequeña Omega— dijo recostándola en la cama.
Se quitó el uniforme y sacó una protección para que no ocurriera algún accidente por el celo de Sayaka.
—Marcame— le pidió la Omega— solo eso necesito.
—Tu tranquila— le beso la frente.
Aquella tarde hasta la noche Kirari complació a su Omega con el marcaje y su celo.
Kirari se despertó antes de lo previsto solo para poder ver a su ahora Omega dormir en sus brazos.
Sonrió al ver la marca en el cuello de Sayaka, ahora podía decir sin vacilar que era suya con todo derecho.
La Alfa rompió de liberar su brazo ya que no podía seguir durmiendo pero esto terminó despertando a Sayaka.
—¿A dónde vas?— dijo adormilada.
—Debo bañarme antes de ir a la academia— se levantó de la cama.
—Te acompañaba— dijo estirándose.
Pero cuando intentó levantarse las piernas no soportaron el fuerte dolor que le llegó en las caderas, Kirari corrió a ayudarla.
—Cuidado— la sostuvo y la sentó de vuelta en la cama— lo siento— se disculpó porque sabía que ella fue la causante de ese dolor.
—Tengo que poder levantarme— dijo tratando de intentarlo nuevamente pero Kirari se lo evitó.
—Quédate allí, es una orden, no hagas que te obligue pequeña Omega.
Sayaka terminó a regañadientes y se acostó de nuevo, mientras Kirari se iba a bañar.
Al salir del baño y vestirse, le seguramente a Sayaka a no forzarse demasiado, que descansara todo lo posible hasta recuperarse.
—Hoy en la tarde vendré a buscarte para que te mudes conmigo, de todos modos Ririka ya se fue a vivir con Mary— dijo sonriéndole
Luego solo se fue de la habitacion.
Una vez Kirari iba llegando a la sala del concejo estudiantil vio como Ririka despedía a Mary con beso en los labios de forma cariñosa, cuando la rubia notó la presencia de la gemela, no le dijo nada y solo pasó por su lado sin mirarla.
—¿Cómo está Sayaka?— preguntó la otra Alfa.
—Ella... agarro un resfriado así que no vendrá hoy— quiso ocultar el que había marcado a su secretaria.
—Está bien, la reemplazare— requerido sin querer saber más detalles.
Kirari agradeció aquello en su interior, no quería mostrar la verdadera felicidad que estaba sintiendo y le era un hermoso recuerdo el punzante dolor en su espalda por los rasguños de su querida Omega.
Entró a la sala y cerró la puerta tras de ella para iniciar la reunión mañanera como todos los días.