
El comité
Capítulo 3
El comité
Despertaste pensando en Agnes. Asumiste que los nervios por conocer al resto del vecindario te estaban atormentando pero pensar específicamente en ella te distraía, de alguna forma, de las posibles catástrofes que podrían suceder por tu falta de habilidades sociales. Pensaste en la visita que hiciste la noche anterior (¿Realmente sucedió? comenzabas a dudar), el té que bebieron, su actitud cambiando repentinamente y la corta distancia en la que se encontraron. Su sala, sus adornos, su falta de fotografías, su mirada penetrante y el timbre de su voz. El abrazo reconfortante que te dio antes de irte a casa, como si nada hubiera pasado.
Fuiste al baño a darte una ducha y alistarte, en tu calendario salía sábado, ¿cuándo diablos habías tenido un sábado? ¿eran todos los días tan parecidos que no lo recordabas o realmente antes no habían fines de semana? definitivamente eso era algo que podrías preguntarle a Agnes ya que estaban un poco más en confianza. Curiosamente, tu guardarropa ya no era el de siempre, y no recordabas si la noche anterior podías notar los colores.
"No puede ser, ¿qué está pasando?" Soltaste en voz alta. toda la decoración de tu casa había cambiado, y no tenías a quién decirle que algo andaba mal pero se hacía tarde y sólo quedaba esperar hasta poder comunicarle tus inquietudes a Agnes. Ni siquiera sabías por donde empezar, si eran los colores, la ropa o la decoración de absolutamente todo.
Te bañaste y te cambiaste de ropa, una blusa con estampado de líneas horizontales y un pantalón acampanado acompañado de unas botas y unos aros grandes de fantasía. Bajaste las escaleras para ir por un café y el timbre sonó. ¿Quién más podría ser sino Agnes? Te sentías nerviosa, ¿qué dirías? Habías oído que Dottie Jones no era fácil de tratar y temías que ocurra algún malentendido.
- ¿Annie?
Escuchaste la voz de Agnes, casi cantando. Había llegado.
- ¿Annie, estás en casa? ¡No te puedes escapar esta vez, cariño!
Al parecer, Agnes sabía muy bien que tú no solías socializar pero era un poco vergonzoso que ella esté enterada. Abriste la puerta y la viste frente a ti. Su estilo había cambiado y se veía especialmente llamativo. Se había soltado el cabello en un peinado voluminoso que lucía hermoso en su rostro, notaste que el broche que antes tenía en su ropa se había convertido en un collar, y su sonrisa seguía igual de cautivante.
- ¡Pero mírate!- Sentiste su mirada pasar de arriba hacia abajo como un escáner, y sus cejas se alzaron para después lanzarte una mirada juguetona. - ¿dejé el horno encendido o eres tú la que ardes?- Dijo Agnes con su mirada puesta sobre ti. - Interesante este cambio, ¿no crees?
- El cambio...-murmuraste. - Agnes, sobre eso...
Pero Agnes te interrumpió con más cumplidos.
- Eso lo discutiremos más adelante querida, el día recién empieza.- Agnes te guiñó un ojo. - Pero déjame decirte que esta combinación te queda de maravilla, vas a crear tendencia y Dottie Jones se va a desmayar de la envidia, ¡Ja, ja!- Dijo Agnes para después tomarte del brazo. - ¿Nos vamos, cariño? Quiero presentarte a las demás, y ya sabes...- Te tomó con un poco más de firmeza, Su boca se acercó a tu oreja, casi chocando con ella causando un escalofrío en tu espalda y empezó a susurrar en ese tono intimidante y oscuro con el que habló la noche anterior. -...Cualquier movimiento sospechoso de Wanda, vienes a decirme, ¿te queda claro, querida?- Volteaste a verla de inmediato, tus ojos estaban muy abiertos, querías asegurarte de que era la misma persona la que te estaba hablando. Su otra mano pasó a quitar un mechón de cabello de tu cara y pudiste notar un brillo púrpura en sus ojos. Asentiste con la cabeza.
- Buena chica.- Te sonrió y juntas caminaron un par de calles. Agnes había vuelto a ser la de antes, haciendo comentarios sobre Dottie Jones, lo difícil que era de tratar y las plantas de su casa, le pediste consejos para hablar con ellas pero tu vecina insistió en que ella se encargaría de presentarte y si era posible, de contar cosas sobre ti. De algún modo ella sabía muchas de tus cosas, y no sabías cómo sentirte al respecto.
- Bueno...- solaste una pequeña risa. - Pocos saben sobre mí, ya que casi no salgo más que para trabajar o hacer compras al supermercado. - Agnes te sonrió, aún tomándote del brazo y te respondió.
- Yo sé todo sobre todos aquí querida, y sé muchas cosas sobre ti...aunque quisiera saber más. Veamos...vives sola...te gusta pintar, te gustan los musicales, adoras el halloween pero no te entusiasman las fiestas de fin de año...¿algo más? oh...me temo que eso es privado. - Te quedaste boquiabierta al escuchar a Agnes decir detalles que jamás le habías contado a nadie en ese vecindario, ¿Cómo sabía todo eso? imaginaste que ella sabía más que tú con respecto a las risas.
- Hemos llegado. ¿lista?- Dijo Agnes con su gran sonrisa. Sentiste que tu rostro ardía y bajaste un poco la cabeza.
- Si...eso creo. - Contestaste, y Agnes inmediatamente levantó tu mentón con los dedos de su mano libre, buscando tu mirada.
- Vamos a saber por fin de que se trata todo esto.- Dijo Agnes- - Las risas, los cambios, y todo este circo. - Agnes continuaba observándote como si fueses una planta exótica, tú sólo asentiste con la cabeza de nuevo.
Dottie Jones abrió la puerta antes de que ustedes crucen el jardín de su casa, estaba parada con las manos en la cintura y el ceño fruncido, parecía enfadada. Te miró como si hubiera un insecto entre sus flores y luego se dirigió a Agnes.
- Llegas tarde, Agnes. - Dijo Dottie fríamente. - ¿Quién es ella? - Le preguntó sin mirarte. El rostro de Agnes pasó de tener una expresión alegra y animada a un aire de ligera incomodidad, sin dejar la sonrisa.
- ¿Tarde? ¿sabes siquiera qué hora es?- El comentario te llamó la atención, siempre luchabas por recordar si es que pasaban las horas, o cómo rayos funcionaba el tiempo. - Quiero presentarte a Annie, a ti y al resto del comité. Hoy tendremos la reunión para la fiesta de Halloween, y Annie está muy interesada. - Dijo Agnes, haciendo que Dottie vuelva a mirarte con esa expresión de haber visto un insecto desagradable.
- Hola...-Dijiste, tratando de que tu voz se escuche al menos hasta donde Dottie estaba parada.
- No mencioné que necesitábamos un nuevo miembro, pero...como sea. Entre más, mejor...supongo. Pasen.
Dottie abrió la puerta y entró de nuevo a su casa, cruzaron la sala para llegar a la puerta del patio trasero.
- Como te comenté, no es fácil de tratar, pero ya te acostumbrarás.- Te susurró Agnes, tomando tu brazo nuevamente. - De todos modos, nuestro objetivo es vigilar a alguien más.- Su voz sonó aún más siniestra meintras caminaban. Ahí podías ver a algunas caras conocidas, entre ellas, la de Wanda Maximoff.
Sentiste la mirada de la mujer pelirroja, era de curiosidad debido a que apenas habían cruzado palabras pero pudiste percibir que algo no andaba bien con ella. Te transmitía una especie de energía difícil de descifrar y no te agradaba en lo más mínimo por más sonrisas que te dirija. Había algo falso en ella, sentías que, de algún modo, nada de lo que diría sería digno de confiar.
- Ven conmigo. - Te susurró Agnes, tomando tu brazo como si fuesen a una cita en un restaurante costoso y te guió con su característica elegancia al espacio donde todas estaban reunidas, incluso moviendo un asiento para tí. No pudiste evitar mirarla a los ojos al sentarte y estabas segura de que su sonrisa te puso las mejillas coloradas. Dottie Jones alzó las cejas y abrió la boca para hablar, pero Agnes la interrumpió.
- Parece que ya estamos todas, ¿verdad?- Comenzó Agnes con su gran sonrisa. - ...y como siempre son bienvenidas ideas nuevas y mentes jóvenes, ¡quiero presentarles a Annie, una nueva integrante que se animó a unirse hoy!- Agnes hizo un gesto de presentarte a un público y aquello te tomó por sorpresa, lo único que cruzó por tu mente fue alzar la mano y sacudirla mientras decías "Hola a todas" con una sonrisa tímida. Agnes posó su mano en tu hombro y sentiste que apretó suavemente. Tragaste saliva. Agnes siempre encontraba la manera de ponerte nerviosa. - Annie, te presento a Dottie Jones, la anfitriona, Wanda, por allí, y tú, querida, ¿cual es tu nombre?
Una mujer sentada al lado de Wanda contestó. "Geraldine"
- ¿Y cual es esa nueva idea que propones? - Dottie Jones se dirigió a ti secamente. Te observaba como si fueses un mapache que se ha metido a su jardín y esté esperando al exterminador de plagas. Agnes habló por ti nuevamente y aunque ella te haya puesto en esa situación incómoda, no podrías estar más que agradecida por su agilidad mental.
- Halloween, señoras. Concurso de disfraces. ¿De verdad no se te había ocurrido, querida Dottie? - Dijo Agnes en un tono burlón mientras que tú esperabas a que suenen las risas. No sonaron desde que entraron al patio. Cruzaste miradas con Wanda Maximoff nuevamente, la mujer sólo sonreía y de vez en cuando comía algún bocadillo a escondidas junto con otra mujer sentada a su lado, llamada Geraldine.
- ¿Qué opinas, Maximoff?- Dottie preguntó. - ¿Estarías dispuesta a colaborar para un evento así?
Wanda casi se atragantó con la galleta que estaba comiendo, y ahí fue cuando volviste a escuchar las risas a pesar de que nadie en el patio reía. Miraste a Agnes, y esbozó una media sonrisa antes de que tú te pongas de pie a pasarle un vaso de lo que parecía ser limonada.
- ¡oh! Gracias...Annie, ¿verdad?- Dijo Wanda mientras trataba de volver a respirar correctamente. Asentiste con la cabeza y volviste a tu lugar, para después sentir un suave apretón de la mano de Agnes en tu hombro.
- Escuchaste eso, ¿verdad? Tenemos algunas cosas que discutir, cariño. - te susurró al oído de pronto. - Y después de todo esto, iremos a mi casa. ¿Entendido? - Agnes pasaba la mano por tu hombro y te causaba escalofríos en la espalda.
Habían llegado a un acuerdo en hacer el concurso de disfraces en el mismo lugar donde se llevó a cabo el de talentos y Wanda sería quien presente porque nadie eligió a Dottie. Tenían pocos días para preparar sus disfraces pero notaste que Wanda no se veía en absoluto preocupada por tener tan poco tiempo. Las risas sonaban cada que ella decía algo o cometía algún torpe error y tú fingiste tomar notas del concurso cuando ealmente anotabas todas las veces en las cuales las risas sonaban desde un lugar lejano.
Apenas acabó la reunión del comité, oíste a Dottie quejarse de la idea pero Agnes no le prestó atención y te llevó a su casa con la misma sonrisa confiada con la que entró al patio. Algunas mujeres saliendo de ahí hablaban entre ellas, posiblemente preguntándose quién diablos eras tú y qué tipo de relación tenías con Agnes, quien te tuvo bajo su cuidado toda la tarde.
Las cosas se pusieron extrañas al llegar a casa de Agnes, quien cerró la puerta y se dirigió a tí rápidamente.
- Es hora. Ven conmigo. - Te dijo con una sonrisa siniestra. podías ver como sus pupilas se hacían más pequeñas. Te llevó de la mano hacia una puerta que conducía al sótano, pisando fuerte al bajar los escalones que cada vez se veían como salidos de un calabozo abandonado, con raíces y ramas de árboles muertos por todas partes. Agnes lucía algo alterada, o ansiosa, pero estabas segura que quería hacer algo. - ¿Sabes quienes pueden escuchar esas risas lejanas, cariño? nadie más que tú, yo, Wanda...y posiblemente la anciana esa que a veces anda rondando por aquí, una tal Hart. y te diré por qué. - Agnes continuaba guiándote hacia su sótano, y cada vez te sentías más confundida. Agnes podía verlo en tus ojos y eso la hacía sonreír más.
- Agnes, ¿Qué es esto? - Tenías los ojos muy abiertos, una luz púrpura emanaba de una entrada que jamás imaginarías que estuviese en el sótano de Agnes. La mujer reía y su risa hacía eco. Te sentías confundida porque otro nombre tuyo venía a tu mente, muchas cosas sobre tí aparecían de pronto, todas juntas, al punto de ser abrumador.
-Agnes...espera...
Te condujo a la entrada sin escuchar una palabra. El lugar era una especie de calabozo con una tenue luz color púrpura que teñía ligeramente todo lo que tocaba, incluso a ustedes. Estaba lleno de símbolos que desconocías por completo, estantes y repisas con frascos, cráneos, y libros antiguos apilados. Agnes se paró frente a ti y sostuvo tus hombros, con la misma sonrisa siniestra. Esta vez pudiste ver claramente cómo sus ojos brillaban con una intensa luz violeta.
- Somos brujas, T/N.