
Ir a aquel bar ubicado en la parte más recóndita del multiverso tenía de algún modo su gracia. Era un lugar fuera del tiempo y espacio al cual podían visitar siempre que desearan y necesitaran un respiro de sus vidas cotidianas. Luego de tantas misiones, era natural que muchas veces necesitaran ir allí, también para ver de nuevo a los amigos que hicieron en una determinada crisis multiversal.
Era esa última razón por la cual T’Challa había decidido ir, al menos con la esperanza de ver a alguno de ellos y compartir un rato ameno, contar algunas experiencias de su mundo y preguntar por las de otros. Saber que su universo no era tan único era algo que le fascinaba y le gustaba mucho aprender las diferencias que había de uno con otro. Esperaba ver a la capitana Peggy o a Gamora, pero esta vez se encontró con el lugar vacío.
Bueno, no totalmente, el hechicero supremo estaba allí, aunque dormía en uno de los sillones profundamente mientras que su curiosa capa con personalidad se movía por el área de la barra como si fuera el barman. Sonrió un poco antes de solo pedir un vino rojo. Debido a un hechizo del doctor, las botellas se movían por si solas tras recibir una orden y no tardaban en preparar la bebida de elección.
Estaba listo para tomar asiento en uno de los bancos para beber de su copa cuando varios quejidos por parte del otro hombre le llamaron la atención. La primera vez que vio su magia desfasarse por todo el poder y criaturas que había absorbido le pareció aterrador, pero al notar que Strange sufría con ello no pudo evitar ser más empático con él.
—Hey, tranquilo amigo, todo está bien —le hablaba con suavidad, apoyando su mano en su hombro tras acercarse. Debía despertarlo con calma, no quería que se alterara y su magia causara estragos—. Tranquilo, estoy aquí, no estás solo.
Siguió hablándole con calma. Sabía que aquel hombre había pasado apartado de las personas por largo tiempo y que prefería por mucho estar allí en lugar de su pequeña dimensión, solo. Ver como cambiaba de forma seguía siendo algo perturbador, pero ya no le espantaba tanto como antes y solo le generaba mayor empatía por el otro hombre.
Deseaba hacer más por él, más que solo sujetar su mano y esperar que reaccionara. Sabía que las pesadillas que lo atormentaban eran sobre su pasado, sobre lo ocurrido a su dimensión por su causa, era algo que nunca le dejaría en paz.
—¿T’Challa? —Su nombre pronunciado débilmente le hizo saber que por fin el hombre había reaccionado, eso era algo bueno ya que al menos regresaba a su apariencia más humana, la cual seguía siendo bastante lúgubre.
—Tranquilo doctor, todo está bien, estoy con usted —le hizo saber con una tenue sonrisa a pesar de su preocupada mirada.
—Me alegra… me alegra que estés aquí —respondió entre quedos jadeos, tratando de recomponerse. No le gustaba dormir, no por las terribles pesadillas que solía tener, pero a veces no podía evitarlo para siempre. Al menos esa vez, no despertó estando solo.
—¿Cómo se siente? ¿Necesita algo de agua?
Stephen negó con la cabeza, no consideraba que lo necesitara, aunque igual su capa voló hacia él con una botella del dichoso líquido. Suspiró, decidiendo recibirla para beber un pequeño trago, fijándose mejor en el muchacho de piel más oscura. Le aliviaba mucho que estuviera allí, odiaba despertar y verse rodeado de la nada que era su universo, aunque lo merecía ya que estaba así por su culpa. Le agradecía mucho a Uatu que le permitiera estar allí.
—Estoy bien, lamento haberte asustado con todo lo que me pasa —se disculpó, sabía que la imagen que podría dar durante sus desfases mágicos no era agradable de ver.
—No me asusta, al menos ya no, me preocupa verle sufrir de esa forma doctor —admitió, acomodándose mejor a su lado en el sillón. La capa flotante le tendió la copa de vino que dejó atrás, cosa que le hizo sonreír y recibirla.
—Descuida, estoy acostumbrado, no tienes que preocuparte.
El hechicero dio otro sorbo a su botella de agua al mismo tiempo que el príncipe de Wakanda lo hacía a su copa. Agradecía mucho las veces que era T’Challa quien estaba allí para hacerle sentir más tranquilo, acompañado, hacía que el miedo a la soledad se disipara bastante rápido.
—¿Cómo ha estado todo en tu dimensión? ¿Qué tal le va Quill como devastador? —Optó por cambiar de tema al ver la inquietud y angustia aún reflejada en los ojos de Star-lord, aquel hombre era sin dudas demasiado bueno y le gustaba tenerlo como un amigo cercano.
—Aprende muy rápido, pero discute mucho con Yondu.
T’Challa logró relajarse, quería seguirle mejor la corriente y conversar de algo más, sabía que eso era mucho mejor para Stephen que insistir en lo que le hacía mal. Estaba bien y estaría para él siempre que le necesitara.
FIN