
Chapter 11
XI
El trayecto se hacía cada vez más corto, el vehículo ocupado por el chófer, la señora Candy y Diana y Steve quienes iban atrás junto con su equipaje, no tenían tanta prisa por llegar. Tiempo de ventaja para el rubio pues se iba preparando y calmando su ansiedad, no se le notaría si no fuera por sus manos inquietas que no pasaron desapercibidas por la guerrera quien no mencionó algo al respecto. Sorpresivamente la secretaria permaneció callada, cosa inusual en ella cuando las palabras le salían hasta por los codos pero la realidad es que seguía impresionada por los hechos ocurridos en tan pocos días y ciertamente no ha tenido oportunidad de sopesarlos como es debido aunque se buscaría el tiempo para hacerlo.
Se bajaron una cuadra antes a petición de Rogers puesto que quería que Etta llevara a la castaña por ropa más adecuada, se imaginaba que ella no disfrutaría de usar esa túnica todo el tiempo, además cómo explicaría la armadura que llevaba debajo, ya habría espacio para decir todo, eso sí, con el consentimiento de Diana si no ya se les ocurriría algo, las dos asintieron sin rechistar. Él insistió en acompañarlas más éstas le aseguraron que estaba todo en orden, que él fuera a hacer lo que debía aparte no se irían muy lejos, cualquier percance se lo harían saber. Steve convencido se dirigió a confrontar a su gente, al entrar colocó lo que llevaba en una esquina y siguió caminando y respirando profundamente, obviamente atrajo todo tipo de miradas pero mantuvo su postura firme y cabeza en alto en su recorrido, dando unos cuantos saludos.
Su mirada se posó en una fina figura femenina que se encontraba dándole la espalda, usando su uniforme verde y su cabello recogido como siempre, era ella apoyada en un escritorio y revisando unos reportes, el sonido constante de sus tacones en el piso reflejaba su inquietud, de a poco se aproximó y con sus manos entrelazadas la nombró. -¿Peggy?- la agente dio la vuelta enseguida y rió nerviosamente. -Steve, lle-llegaste. ¿Cómo estás? Bien por lo que veo, nosotros estamos estupendos, verás ...- de repente Carter divagaba y el soldado no supo qué hacer pues por primera vez presenciaba a Margaret Carter perder la compostura y él mismo era el causante. Entonces la abrazó haciendo que se callara, él cerró los ojos con fuerza e inhalaba su fragancia, sonrió al sentir los brazos contrarios estrujarlo de igual manera. -¡Steve!- los interrumpió su mejor amigo que portaba una amplia sonrisa yendo hacia el Capitán, intercambió miradas con Peggy y rompieron contacto. Sus facciones se suavizaron nuevamente con la presencia de su casi hermano y ambos hombres se fundieron en un cálido abrazo.
El centro de atención estaba en ellos tres hasta que el Coronel se les unió. -¿Qué es todo este alboroto?- se abrieron paso y Steven entró en su campo de visión, era cierto, él estaba vivo tal como le habían dicho sin embargo quiso comprobarlo por su cuenta. Aunque estaba impactado no lo demostró y siguió como si nada. -Rogers apareciste, muy bien. Estamos a punto de ir a casa, prepara tus cosas porque partimos dentro de poco.- Dió media vuelta y regresó a su oficina dejando a todos un poco descolocados incluido el recién llegado que ni oportunidad tuvo de replicar adecuadamente. -Sobre eso, pienso que deberíamos quedarnos un poco más. Todo lo grande se está llevando a cabo aquí o al menos en sus alrededores, si ya dimos con Schmidt considero que podríamos hallar ... Más.- el rubio compartió sus ideas sabiendo que sus colegas no pensaban tan distinto. -Sí, pero qué hay de Phillips. Va a costar convencerlo a menos que tengamos algo, ya sabes cómo es.- Carter trataba de ser realista. -Quizá si le decimos al Coronel que se vayan sin nosotros, que no hemos terminado en este lugar, nos dé chance de continuar ..- animó Bucky a los otros dos. Debían pensar detenidamente su próximo movimiento.
Mientras tanto Diana y Etta ya estaban en camino para reunirse con el Capitán y compañía luego de volver de las compras. Ahora la Amazona vestía un conjunto sobrio y elegante que consistía de un saco y una falda larga de tono oscuro con zapatos bajos que Candy sugirió complementar con un sombrero y unos anteojos, recogió su cabello y abotonó su blusa hasta el último broche, a decir verdad a la Princesa le agradaba su nuevo aspecto, sin problemas su armadura de combate se ocultaba muy bien debajo del atuendo, así que agradeció mucho a su nueva amiga por la ayuda, porque sí, en esos minutos a solas ellas formaron un estrecho lazo como si llevaran más tiempo conociéndose. En lo que llegaban la más joven habló. -Etta. ¿Puedo pedirte un favor?- continúo al recibir la afirmativa de la contraria. -Necesito que guardes esto en un lugar seguro y que me lo devuelvas hasta que te lo pida.- terminó y al mismo tiempo le extendía la bolsa con sus artefactos de batalla. La mujer más baja recibía las armas y puso una mueca cuando resultaron más pesadas de lo que imaginó y fue invadida por la curiosidad de saber qué contenía el saco. -Descuida, lo mantendré muy seguro.- respondió con dificultad mientras averiguaba la mejor forma de cargar todo eso.
Al momento de entrar al cuartel la castaña seguía muy de cerca a su mayor. Atrajo muchas miradas al igual que el muchacho que había ingresado instantes atrás, ella las devolvía, paseando sus ojos en la variedad de gente que tenía alrededor. Luciendo segura y simpática, respondía con la cabeza a algunos saludos y sonrisas que recibía hasta que Etta le indicó el paso hacia donde podría hallar a Rogers en lo que ella ponía a salvo su cargamento.
Poca distancia después, efectivamente localizó a su compañero rodeado de una mujer joven y bella de cabello ondulado y café claro, de aspecto gentil y rudo a la vez. El otro, un muchacho alto con ojos azules y cabello oscuro, apuesto y que se le veía relajado; sonrió por dentro, conocería a sus amigos en persona, luego de escuchar mucho sobre ellos. Permitió sentirse nerviosa y emocionada en el interior, por reflejo acomodó sus lentes y se aclaró la garganta haciendo que la miraran y dejaran de hablar.
-Es verdad, les mencioné que no venía solo. Ella es una nueva amiga.- Steve sonreía cálidamente e instó a la Princesa a saludar como le había enseñado en el tren.
Ella extendió su mano y la agente fue la primera en tomarla. -Soy Margaret Carter, puedes llamarme Peggy si quieres.- estrecharon sus manos y se percató del fuerte agarre de la Amazona más lo disimuló sin borrar su sonrisa. -Diana, Princess ...- el soldado abrió los ojos amplianente llenos de pánico así que se precipitó a terminar por ella. -Prince ¡Sí!. Su nombre es Diana Prince. Viene de una Isla, no muy cerca de aquí.- supo que habían esquivado una buena al ver a Peggy asentir. De repente un cuerpo se interpuso frente a la guerrera con una sonrisa de lado y una mirada típica de él que ya casi no usaba y no apartaba de ella. Estrechó manos con el de cabello oscuro y le dedicó una expresión cortés. -Tú debes ser Bucky.- apuntó Diana. -James Barnes, un placer conocerte.- dejó un casto beso en su dorso ganándose unos ojos en blanco de parte de Steve y una mueca de disgusto de Peggy. Los jóvenes soltaron su agarre y la chica dirigió sus ojos al trío. -De verdad es un gusto al fin conocerlos y me alegra trabajar con ustedes, por lo que he oído sé que son un magnífico equipo. ¿Por dónde comenzamos?- el rubio fue quien despejó esa duda. -De hecho en eso estábamos. Primero debemos hablar con el Coronel para que nos permita seguir acá más tiempo y ver si conseguimos rastrear a Schmidt o a sus demás hombres.- los otros dos asintieron. -Pues ¿qué esperamos? Vayamos con él, te sigo.- Steve indicó a Barnes y Carter que estarían de vuelta rápido. Y antes de que pudiera avanzar lo detuvieron por el brazo y su mano fue sostenida por Margaret. -Suerte.- susurró su amada y le dedicó una mirada llena de bastantes sentimientos y quería expresarle mucho más pero tal vez cuando estén solos. Él le sonrió y dio una caricia a los dedos de ella, después la soltó y siguió su camino con la Amazona tras él.
Todo lo que Diana acababa de presenciar la dejó pensando y reflexionando sobre temas que antes ni se habría molestado en tomar en cuenta. ¿Por qué ahora si? Antes nunca desarrolló sentimientos profundos por alguien, es más, lo veía innecesario pues sus intereses eran distintos. Pues ya no tanto.
A pesar de su confusión, hizo de lado sus pensamientos y se enfocó en lo que por el momento era más importante.