Lo que merecemos

Marvel Cinematic Universe The Avengers (Marvel Movies)
M/M
G
Lo que merecemos
author
Summary
Algunos días, Tony es feliz por haberse enamorado de Loki. Otros días, Tony se siente tan culpable, que la idea de que merece ser castigado no lo abandona.

Chapter 1

 

Tony había cometido muchos errores en su vida, pero aún no era capaz de decidir si acostarse con un enemigo declarado era uno de ellos. Su mente se había rendido al caos, y lo único que se repetía a sí mismo para intentar que la culpa no lo destrozase tanto, era el hecho de que él nunca había pensado en ello antes de que sucediera. De hecho, si alguien le hubiera dicho que acabaría follando con el aspirante a conquistador que había destrozado New York, él no lo hubiera creído. Siempre le había gustado pensar que tenía cierto criterio. Que, a pesar de ser un playboy que quizás había experimentado más de lo necesario en su vida, con más personas de las que podía recordar alguna vez, tenía ciertos límites.

Límites que nunca cruzaría.

Bueno… al parecer, Tony era la mierda Stark que todos pensaban que era. Tan inmoral y egoísta como creían que era, y él se había negado a aceptar. Porque ahora no podía seguir creyendo que las miradas de desaprobación de los vengadores estaban injustificadas. Que la continua mueca de decepción que se formaba en el rostro de Pep (y ella siempre se apresuraba a intentar ocultar), era inmerecida. Que todo lo que los tabloides le habían acusado de ser (arrogante, egoísta, ególatra, irresponsable y narcisista), eran exageradas. Porque ellos habían tenido razón: no había nada que valiese la pena en él.

Darse cuenta de ello le hizo querer ahogarse en su maldito whisky, lo cual probablemente lograría si continuara bebiendo de aquella forma. Incluso si no era realmente algo nuevo, eso de derrumbarse en su ático mientras tomaba trago tras trago esperando que su continua e incesante línea de pensamiento se desdibujase, se sintió agotado.

Antes, había sido por lo que en verdad significaba ser Anthony Stark: el hijo de Edward Stark, el niño genio, el heredero y posterior director ejecutivo de Industrias Stark.

(La presión, la vigilia de la sociedad, las críticas y sentirse como si no tuviera tiempo para descubrir quién diablos era en realidad).

Después, había sido por todo lo que había ido mal en su vida: una explosión, dolor en su pecho, sentirse muerto, una cueva, un amigo muriendo, regresar a un mundo que había dominado y disfrutado sintiéndose fuera de lugar…

(Pesadillas que lo dejaban despertándose en la noche con un grito atorado en su garganta; la traición del hombre al que había considerado un padre).

Y finalmente, cuando había creído que había superado todo lo malo en su vida, cuando al fin había tenido un pequeño respiro de normalidad, había sido la invasión: los chitauri invadiendo, destrozando todo.

(La lucha frenética, el miedo cuando emprendió una misión suicida con tal de salvar New York. El vacío. El miedo que sintió cuando supo que el futuro no era nada más que horror y muerte).

Ahora... Se trataba de un dios, un enemigo público. Los ojos verdes más hermosos que jamás había visto y por los cuales felizmente perdía el sueño. Parecía que Tony jamás tendría un descanso de los malvados, pero al final, ¿a quién podría culpar más que a sí mismo? Si no bastaba más que una cara bonita para hacerle olvidar todo lo demás. Cuando pensaba en ello, no estaba del todo seguro de cómo le había dado una oportunidad a Loki en primer lugar. Pero, ¿había tenido siquiera la posibilidad de rechazarlo? El mago era tan magnético, tan misterioso, que Tony no se había resistido a la perspectiva de poder desentrañarlo. El inventor resopló ante la línea de sus pensamientos. Había tenido opciones. Simplemente había actuado con impulsividad y las había descartado.

Esa era la verdad, admitió, mientras continuaba bebiendo en su silencioso ático.

Se había dejado llevar la sorpresa de que había más en el mago de lo que se veía a simple vista, y había terminado cayendo más profundo de lo que jamás habría podido imaginar. Porque no, follar con Loki no era algo que hubiese creído que fuera capaz de hacer. Incluso si no era ciego, y había notado que el chico era un jodido Dios, había querido creer que él no era tan puta como todos decían, y tenía cierto criterio. Así que no, no lo había imaginado, pero había terminado sucediendo.

La cuestión era que, follar con Loki, quizá podría pasar por un error. Quizás podría olvidarse y perdonarse. Pero Tony era egoísta y egocéntrico, y había hecho algo aún peor. Él había ido, y se había enamorado de Loki.

Tony no se hacía ilusiones... Él no merecía ser perdonado.

 


 

Comenzó con un encuentro inesperado que, quizás, el ingeniero debería haber esperado.

En sus últimas batallas (esas en las que Loki parecía divertirse jugando con los vengadores, sin causar daños reales), los insultos se habían intercambiado entre el aclamado héroe y el declarado villano. Insultos que algunas veces rayaban un extraño coqueteo, y si bien los vengadores lo notaron, no dijeron palabra. Al fin y al cabo, eran Tony Stark y Loki (el dios del caos), de quienes estaban hablando. Ambos eran lo suficientemente desvergonzados como para intentar desestabilizar al otro a través de insultos que buscaban ser humillantes (porque sí, parecía que ser arrojado por una ventana la primera vez no le había enseñado a Tony ninguna lección).

Así que, tal vez debió haberlo esperado, pero no lo hizo.

Cuando el descarado dios se había manifestado repentinamente en su ático, deshabilitando a JARVIS, el ingeniero había entrado en pánico. Sin sus trajes, sin su fiel amigo, y con los vengadores completamente ajenos a la presencia de Loki, Tony había notado por primera vez cuánto el mago jugaba con ellos. Cuánto les permitía sentir que tenían la mínima posibilidad de derrotarlo cuando estaban lejos de poder hacerlo, porque con un movimiento de sus manos, el genio se había encontrado a su merced, y Tony… Joder, él en realidad se había asustado.

El miedo le hizo retroceder y tropezar, caer al piso y arrastrarse, intentando alejarse de Loki… Porque, de repente, no era solo Loki quién estaba allí para lastimarlo. Era Raza amenazándolo para construir el Jericó mientras se encontraba capturado por los Diez Anillos. Era Obadiah arrancándole el reactor del pecho, como si no le estuviese arrancando el corazón fuera de su cuerpo. Eran Vanko y Hammer, y cada persona que había intentado y logrado dañarlo desde que tenía uso de razón…

Tony había estado aterrorizado al ver a Loki en su ático, al saber que perdería si luchaba por su vida. Porque maldición, no era estúpido: había visto al chico luchar, y sin sus trajes, él no necesitaba hacer los cálculos, porque conocía los resultados (él no tenía oportunidad). No era como durante la invasión, cuando Loki no había sido consciente de que JARVIS podía salvarle la vida controlando los trajes. En ese momento se encontraba solo, y a merced de alguien que tenía motivos para hacerle daño, (que era más de lo que algunos habían tenido antes como impulso para dañarlo).

El ingeniero sabía que no podía luchar, y lo único que podía hacer era intentar escapar. Pero de repente recordó todos los sucesos en que había estado a merced de alguien más, y se acurrucó en el suelo, preparándose para el dolor que sin dudas llegaría, y...

Nada.

El dolor nunca lo alcanzó.

Tony ni siquiera había sabido que estaba sufriendo un ataque de pánico hasta que comenzó a salir de él. Hasta que una voz suave y tranquila lo ayudó a regresar.

La voz le dijo como respirar, y Tony respiró.

Le aseguró que estaba a salvo, y Tony le creyó.

Le dijo que no había venido a hacerle daño, que solo había querido hablar, y, cuando la voz le preguntó si podía abrazarlo, Tony susurró un pequeño «sí»

Porque era humano, y tonto, y débil, y necesitaba demasiado sentir que no estaba en aquella cueva; que su reactor de arco seguía en su pecho… y tal vez, si hubiese alguien abrazándolo, entonces nadie más podría hacerle daño.

Así que... Así fue como empezó: con un héroe roto y un villano que sostuvo sus pedazos.

Así fue como Tony descubrió que había mucho más en Loki de lo que jamás hubiese imaginado.

La cuestión era que, si hubiera sido algo de una sola vez, un poco de sexo furioso entre enemigos, quizás Tony no se estaría sintiendo tan culpable. Pero no había sido así. No había sido así en lo absoluto.

Porque primero hubo noches sin sexo (y mierda, Tony llevaba demasiado tiempo sin conocer a alguien antes de pasar a la acción). Solo un humano y un dios milenario intercambiando historias de infancias solitarias e infelices. De decepciones y heridas que, incluso si sanaron, dejaron cicatrices. De mentiras y verdades que tardaron demasiado en salir a la luz.

Hubo besos suaves, y el ingeniero jamás se sintió tan perdido, y al mismo tiempo tan seguro, como siendo sostenido por el dios, mientras lo besaban como si fuese algo frágil y precioso. Cuando sostuvo al dios entre sus brazos, luego de que Loki (muchas noches después de que lo suyo había comenzado) le contase la verdad sobre su nacimiento, sobre la coronación de Thor y ser torturado por Thanos, Tony lo supo. Lo supo, y no hubo miedo ni culpa cuando la revelación lo golpeó: él se había enamorado.

Así que esa es la historia de cómo empezó. De cómo un héroe susurró un suave “te amo”, y un dios que podría tener a alguien mejor, a cualquiera en el jodido universo, respondió: “yo también te amo, mi mortal”, mientras depositaba un suave beso sobre su reactor de arco… Pero ese no es el modo en que acaba.

Ese es solo el comienzo.

Porque el amor no lo es todo, y el ingeniero lo sabía bien. Porque con el tiempo, llegó la culpa, y llegó para quedarse. Para aplastarlo, para recordarle que su amor estaba mal. Que era indigno de ser considerado un héroe, y que, no importaba que él supiese la verdad sobre Loki, el resto del mundo era ajeno a las luchas del dios, y si lo suyo salía a la luz, ambos serían condenados.

Cuanto más pasaba el tiempo; cuanto más caía por el mago; cuanto más difícil era ocultar lo inmensamente feliz que era con Loki… Más la culpa lo golpeaba. Estaba allí para susurrar que era un cobarde. Que los vengadores jamás lo perdonarían si la verdad salía a la luz. Que todo lo que había construido se derrumbaría bajo sus pies. Que perdería a Pepper, y a Rodhey, y a cada persona que, contra todo pronóstico, aún no lo había abandonado.

La culpa lo perseguía, y él la descartaba todo el tiempo, porque por Loki soportaría cualquier cosa, incluso vivir escondido. Pero entonces... Entonces fue cuando la verdad lo golpeó: no solo él vivía escondido, ocultando su amor. Loki también llevaba aquel peso luego de todo una vida viviendo una mentira creada por sus supuestos padres. Ahora, cuando debía ser libre, Tony lo obligaba a guardar silencio sobre su amor, y Loki se merecía algo jodidamente mejor que vivir ocultándose. Algo mejor que momentos robados mientras jugaban a interpretar al heroe y al villano, y, si Tony no fuera Tony jodido Stark... Él lo tendría.

Así es como sigue la historia: con un héroe aún roto, que, incluso siendo sostenido por el amor de su vida, no dejaba de romperse un poco más. Porque Tony había arruinado cada cosa buena en su vida, y también estaba arruinándolos a ellos.

Así fue como llegó a una conclusión: Tony no merecía ser perdonado. Lo sabía, y algunas veces... Sentía que incluso merecía ser castigado.

Castigado por meterse en esa situación. Por haber tenido algo que no debía tener y por anhelar algo que no debería querer. Merecía un castigo acorde a su culpa, y, quizás si era suficientemente castigado, aprendería de sus errores, y Loki estaría a salvo de su destrucción.

Por eso es que así es como sigue la historia: con un héroe aún roto, que, incluso siendo sostenido por el amor de su vida, no dejaba de romperse un poco más.