La muerte de los dioses

Star Wars - All Media Types The Mandalorian (TV) Moon Knight (TV 2022)
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La muerte de los dioses
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Summary
La pelea por la Tierra ha comenzado y los dioses no parecen encontrar respuestas.Irónicamente, las mismas, están en una Galaxia muy, muy lejana.
Note
Culpo a don Pedro por esto, en ese video falopa en el que se reía porque Oscar había dicho que Moonknigth era más fuerte que Din. No me pude sacar de la cabeza esa idea y aquí está.Como siempre, les recuerdo que no soy una autora de base inglesa, por lo que habrán errores de ortografía y gramática, tampoco soy especialista en Egipto y los personajes le pertenecen a sus propios autores, yo no percibo ingreso por esto y sólo lo escribo para divertirme y entretener a otros.
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Avatares

¿Qué era lo qué había sucedido?

¿Dónde estaban las almas que precisaba?

Ammit gruñó con fuerza en la noche egipcia, en medio de una ciudad… vacía.

_¡Arthur Harrow!

Exclamó la diosa y, ante su llamado, su nuevo avatar se adelantó, hincándose a sus pies, lo que fue imitado por sus seguidores.

_Sí, mi señora.

_¿Qué es esto? ¿Por qué no hay nadie aquí?

El humano frunció los labios y la diosa entornó los ojos.

Evidentemente, su avatar tenía una explicación. Sólo que, no era una que ella iba a disfrutar.

_Alguien liberó a más dioses que Khonshu – finalmente dijo el hombre – Esto es… demasiado elaborado para alguien como él… o su avatar con problemas mentales.

La diosa con cabeza de cocodrilo giró su rostro observando la multitud de seguidores con perfectas balanzas que se hallaban a sus pies.

Esta noche estaba destinada a ser su noche de triunfo.

No una de pérdida.

Nadie iba a impedirle gobernar a la humanidad.

Menos, después de haber vencido a Osiris y sus jueces.

Quien quiera que fuese la deidad que se había aliado a Khonshu iba a pagar gravemente su atrevimiento.

_¿Qué esperamos entonces? – le dijo a su avatar - ¡De pie mis hijos! ¡Marcharemos sobre la pirámide! ¡No impedirán que reconstruyamos la Tierra!

A su exclamación le siguieron altos vitores de los humanos que la servían.

 

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_No me estaría quejando de este cambio de look

Comentó Han Solo al observar cómo, luego de que el tipo de blanco llegase a un acuerdo con su dios – pájaro, el resto de ellos fue guiado con una deidad diferente, la cual les impuso sus manos sobre sus cabezas cambiando totalmente o en parte sus ropas.

En su caso, Sehkmet, había decidido que su estilo era bueno y sólo había modificado el material de sus ropas usuales para hacerlos suponía que más resistentes y útiles. Por ende, sus pantalones y chaqueta, habían pasado de ser marrones como los que correspondía a su rango en la nueva república, para tornarse negros con franjas de piedras naranjas y conformados por una especie de escamas muy pequeñas unidas fuertemente las unas a las otras. Sus blasters también habían cambiado y, en el lugar de sus viejas armas, se encontraban dos en color dorado, pero con unos cargadores que refulgían en la semi oscuridad de la cámara.

En conjunto, la diosa que lo observaba con una sonrisa que era una cruza entre orgullo y curiosidad, le auguraba que sus nuevos juguetes y vestimenta, le iban a costar caro a quien se le pusiera enfrente.

_Lo mismo digo

Le confirmó su esposa riendo bajo, más al darse la vuelta para hacer la broma que naturalmente tenía que hacer acerca de lo bien que se veía en cuero, su boca se cerró con asombro.

Leia… se veía increíble.

Su traje era muy parecido al que usaba la mujer que era avatar de Thoth. Sólo que, a diferencia de esta, cuyo ropaje parecía estar conformado por vendas de color oscuro muy ajustadas al cuerpo, las de su esposa eran como una segunda piel, cruzada por líneas doradas, que terminaban en hombreras del mismo color, decoradas con diversas gemas y una especie de cobertura sobre su cabeza, que imitaba la forma de animal de la diosa Pahket.

_Te ves… impresionante – confesó acercándose a su mujer.

_Como dije antes: lo mismo digo de tu traje, Han.

_¿Sigo manteniendo el toque entonces?

Le preguntó a Leia, la cual se largó a reír, para luego colgársele del cuello dándole el beso que se venía mereciendo desde el principio de esa aventura.

 

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_No quise desentonar demasiado con lo que usa tu chico, pero tenía esta idea acerca de un traje impresionante y, bueno, no pude resistirme.

Le dijo Taweret a Luke y el Jedi tuvo que aguantar la risa.

La diosa era adorable, pero, cómo le decía su compañera Bastet, ¿qué demonios?

_No, si no digo que está mal – suspiró el Jedi – Es sólo que voy a tener que… acostumbrarme

Bastante.

Mucho iba a tener que acostumbrarse.

Tenía un traje que tenía alas.

Alas.

Y que de traje… no tenía demasiado.

¡Dejaba mucho de su cuerpo expuesto!

Literalmente era una serie de partes de armadura fuertemente adornadas que cubrían su cabeza, hombros, parte de sus brazos, muñecas, parte de sus piernas y, por supuesto, con unas botas a tono.

Daba gracias a cualquier fuerza que hubiese obligado a la diosa a no dejar sus piernas descubiertas como lo había hecho con su torso. Al menos esa parte suya estaba protegida por una tela elástica resistente de color azul oscuro, sobre la que se deslizaban los mismos adornos que sobre la armadura de Din.

_Buena idea Taweret – le dijo otra de las diosas a la suya – El tocado es perfecto.

_¿Verdad que lo es? – comentó la diosa hipopotamo sonriendo entusiasmada – No sólo va a protegerlo, sino que va a verse muy a tono con el avatar de Isis.

_¿Cómo?

Preguntó Luke, mientras Din se acercaba y señalaba con su dedo la diadema que Luke tenía en la cabeza.

_¿Es un yelmo?

Preguntó el Mandaloriano, a lo que la diosa asintió.

_¡Sí! – le contestó esta para luego volverse hacia Luke – Cierra los ojos y piensa en mi nombre

El Jedi observó a la mujer extrañado, más hizo lo que le pedía y pudo sentir como sobre su rostro se desplegaba algo.

Oh, claro. Din había hablado de un yelmo.

Cuando abrió los ojos, entonces, no se asustó de observar la cámara en la que se encontraban a través de una luz azul que, como sucedía dentro de los cascos de los X-Wing, desplegaba una serie de lectores e indicadores de diversas cosas como temperatura, distancia y salidas.

_Por favor – le susurró a su pareja – Dime que no me veo ridículo con esto.

_No voy a mentirte Jedi – le confesó el Mandaloriano levantando su brazo para que Luke pudiese ver su propio reflejo – Dudo que puedas comprender lo atractivo que te ves así vestido.

El Jedi tragó saliva.

Definitivamente, no era un mal traje después de todo.

La diosa había decidido honrar su relación familiar al dios de la momificación y su yelmo no era solo un yelmo de armadura como en el caso de Din, era verdaderamente una máscara con la forma de ese dios que, por lo que podía observar, reproducía los movimientos de su rostro a la perfección.

 

 

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_No nos queda demasiado tiempo

Suspiró Kebechet al ver entrar a la cámara a su avatar.

_¿Cuánto?

Le preguntó Anubis al escucharla.

_Una hora a lo sumo, señor – le contestó la voz del jovencito al dios mientras se aproximaba – Mis hermanos han cumplido las órdenes, señora, y ya están reagrupándose en la pirámide.

_¿Los habitantes del Cairo?

_Con los Maestros de las Artes Místicas – comentó Kehmu riendo bajo – El Hechicero Supremo, no estaba muy contento.

La joven diosa se largó a reír con ganas al escuchar a su avatar.

Stephen Strange.

Enojado.

No sabía porque no le extrañaba.

_Se lo compensaré – le dijo finalmente a su avatar palmeándole el hombro – y él lo sabe.

_Creo que por eso no me estrangulo, señora

Contestó su avatar negando con la cabeza, mientras se levantaba el protector de su cara y acomodaba su capucha.

_Lo importante es que Ammit, ya no cuenta con sus almas para hacerse más potente

_Aunque sí con deidades amigas – anunció Wadjet regresando de su recorrido por la cámara de la Ennead – Faltan esculturas, puedo apostar que sus seguidores se las llevaron.

_¿Alguna importante?

Preguntó Isis.

_Seth – confesó la diosa serpiente – las demás… son deidades menores.

_¿Neftis?

Preguntó Isis, haciendo que su hermana girase sus ojos.

_Sólo termina definitivamente a ese infeliz – gruñó la madre de Anubis – No quiero volver a verle el rostro jamás. No ha servido para nada más que para hacernos sufrir.

_Deberán trabajar combinados – les dijo Pahket a los avatares de Isis y Taweret primero, señalando después a los de Khonshu y Thoth – Ustedes contra el avatar de Seth y ustedes contra el de…

_Ammit – terminó por la diosa Layla – Lo sabemos.

_No los maten – intervino Anubis – Tráiganlos aquí apenas puedan vencerlos. Mi madre, Wadjet y Neith, estarán aquí esperando para poder formar el círculo para encerrar nuevamente a los dioses.

_¿Y tú? – le cuestionó la Princesa al dios con cabeza de chacal - ¿Dónde estarás?

_Mi avatar y yo – contestó el dios de la momificación – Estaremos en la cima de la pirámide, canalizando a la Fuerza.

 

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El Mandaloriano frunció el ceño dentro del yelmo.

No le gustaba para nada la idea de que su pequeño se viese involucrado de esa manera en una lucha a campo abierto.

_Din – le susurró Luke sujetando su mano – Grogu estará bien. La Fuerza lo cuidará.

_Quisiera poder tener la misma confianza que tú tienes en esa cosa, Jedi

Reconoció el guerrero de la armadura plateada viendo a los ojos del visor de su pareja.

Nunca iba a poder comprender esa creencia cuasi esotérica que el rubio tenía en lo que Ahsoka Tano había descripto como un “campo de energía que conforma todo lo que está vivo”.

Lo suyo eran cosas más concretas: armas con las que defenderte, comida y agua con las que sustentarte, brazos que te dieran calor, sonrisas que te alivianarán el sufrimiento.

_¿Confías en nosotros? – le cuestionó Luke - ¿En Grogu y en mí?

_Sabes que sí – admitió el Mandaloriano suspirando – Con mi vida.

_Entonces, no te preocupes antes de tiempo

Expresó el Jedi, levantando un dedo señalándolo, lo que le provocó a Din una breve risa.

El rubio era… muy particular, aunque definitivamente parecido a su hermana en ciertas cosas.

Al igual que la Princesa, su pareja emitía opiniones que casi parecían órdenes, sólo que, a diferencia de su melliza, las de Luke eran dichas de tal manera que no necesariamente sonaban agresivas. Sino más similares a un regaño afectuoso.

Claro que, no dejaban de ser órdenes.

_Está bien Jedi – aceptó una vez que dejó de reír – Cómo tu digas.

_Vamos a ver a nuestro niño

Le dijo Luke y el corazón casi se le salió del pecho al escucharlo decir algo así, mientras el rubio lo llevaba de la mano hasta dónde estaba su pequeño, aún en brazos del hombre de traje blanco.

_¡Buir! ¡Maestro!

Exclamó Grogu al verlos acercarse y les extendió los brazos, haciendo que ambos sonriesen, para luego pasar a sujetar al pequeño.

_Buir es papá, ¿verdad? – le preguntó el de los guerreros de blanco que se llamaba Steven y Luke asintió por él.

_¿Cuántos años tiene? – les cuestionó a su vez la mujer que se hacía llamar Layla.

_Mi ad’ika tiene más o menos, cincuenta años – respondió Din y el traje del tipo volvió a cambiar.

_¿Cincuenta? – preguntó asombrado Marc - No parece de más de…

_Grogu pasó por muy malos momentos – intervino Luke – y su especie envejece muy lento, por lo que, no sería descabellado asegurar que debe estar por lo que en su especie sería más o menos los nueve o diez años.

_Eres muy valiente pequeño Grogu – suspiró Layla acariciando la cabecita de su hijo – Siento mucho que hayamos tenido que involucrarlos en esto a ti y a tus papás.

_Grogu feliz ayudar. No preocupar. Todo salir bien.

Los cuatro adultos rieron ante la expresión entre seria y tierna del pequeño, para luego observarse mutuamente.

No podían perder.

Tenían que salir de esa pirámide a acabar con la amenaza que se cernía sobre ese mundo.

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