
Brock Rumlow, (antiguo comandante de hydra) trabajaba ahora como mercenario, podría hacer cualquier trabajo si el precio era lo suficientemente bueno como para arriesgar su cuello.
Esa era la razón principal por la cual ahora se encontraba en una tumba egipcia robando cosas que se suponía tenían valor.
Él no veía demasiado valor en unas vasijas, pero en las armas que habían dejado junto al gran sarcófago si parecían valiosas, por lo que con cuidado de no romper nada (más de lo que ya estaba) empezó a recolectar cada objeto de la tumba junto a sus hombres, los cuales ya habían profanado más tumbas.
Hacía demasiado calor. No era su primera misión en un desierto, pero si era su primera misión en un desierto con su armadura. Usualmente los trajes de asalto que usaba en hydra eran más manejables, en cambio, su armadura actual sufría por la constante arena, la cual se metía dentro de su casco y brazaletes, haciendolo incómodo.
Esa fue una de las razones por las cuales poco a poco fue retirando su armadura. El casco fue primero, dejando ver su rostro marcado por las profundas cicatrices que habían dejado el fuego en su piel, un recordatorio constante de su fracaso en su última misión como agente de hydra.
Lo siguiente fueron, claro, sus armas; los pesados brazaletes que cubrían casi su antebrazo entero.
—Puñetera arena. —Murmuró mientras se retiraba uno de ellos, ahora luchaba por quitar la arena que se había pegado a su brazo por el sudor.
Para el alivio de él y sus hombres, la noche no tardó en llegar y con ella la bajada de temperaturas. Aunque poco importó, ya que pronto se montaron en los vehículos que tenían, rumbo a la zona de extracción.
Mientras Rumlow se relajaba y trataba de no dormirse en el trayecto, notaron un golpe seco en el techo del camión, como si alguien se hubiera subido, aunque aquello no tenía demasiado sentido pues se encontraban en medio del desierto. Pero antes incluso que alguno de ellos pudiera reaccionar, el piloto fue asesinado, provocando que la camioneta donde iban chocase sin control contra una de las muchas dunas del desierto, haciendo que el vehículo volcarse contra la arena y fuese parcialmente enterrado por esta.
En medio de la oscuridad, pues ahora no contaban con los faros del coche, los gritos de los hombres y el sonido de las balas rompieron el silencio. Rumlow permaneció inmóvil, sentado lo más callado y quieto posible para que fuese quien fuese quien los estaba atacando no fuese por él.
Uno a uno los cuerpos fueron arrastrados fuera del coche seguido como no por los gritos de lo hombres, quienes gritaban algo en egipcio, dialecto que por desgracia Brock no controlaba.
Cuando todo pareció en calma, Brock salió como pudo, solo para ser recibido por el grotesco escenario que ahora se acontecía en la arena del desierto:
Los cuerpos de los que habían sido sus compañeros se encontraban tirados a pocos metros de distancia, la sangre había sido tragada por la sedienta arena, creando unas manchas nuevas en el desierto, como si fuese agua y no la sangre que se escapaba poco a poco de los cuerpos.
En medio y como un verdugo se alzaba el responsable: Un hombre vestido con ropajes blancos que contrastaban con la oscuridad que parecía que en cualquier momento les tragaría.
Brock se mantuvo quieto, con su mano en la pistola por si debía disparar, pero a juzgar por la cantidad de casquillos en el suelo, parecía que no serviría de mucho.
Entonces el hombre se dió la vuelta, dejando a ver su máscara negra como la noche, la cual solo dejaba ver dos ojos que brillaban como la luna llena.
Ambos permanecieron quietos, aunque parecía que el hombre hablaba con un ser extraño, alguien que Brock no veía, ahora que lo recordaba... Su casco estaba en el coche, por lo que sería bastante vulnerable a proyectiles directos a su cabeza.
—¿Debería matarlo? —Preguntó al aire, esperando una respuesta que al parecer si obtuvo.
Brock apretó su mandíbula cuando vio como este asentía ante la respuesta y se preparaba para atacarle copiando su acción y activando sus armas.
Pronto el hombre se abalanzó contra él portando una extraña arma, una media luna de color del oro que parecía haberse desprendido del traje, pero que al mismo tiempo era tan afilada que con solo rozar el rostro de Brock había conseguido hacer un corte profundo que comenzó a sangrar al instante.
Lejos de frenar el avance de Brock, aquello hizo que atacase con mayor fuerza, golpeándole con un croché más que ensayado directo al rostro que hizo caer a su atacante.
—¿Quién eres? —Escupió Brock mientras se acercaba a él con cuidado pero seguridad.
El hombre no respondió, en cambio, se levantó con una velocidad pasmosa, tirándole al suelo y quedando él encima de su pecho, acorralandole y dejándole sin posibilidad de moverse.
Brock comenzó a respirar con ansiedad al verse sometido por aquella persona, quien en un gesto que él pensó de burla, retiró las vendas que formaban su máscara y lamió la sangre que salía de su herida abierta. El azabache revolvió su rostro y clavó sus ojos ámbar en los marrones de su atacante, el cual parecía demasiado contento de tenerle así.
Entonces la pelea se detuvo. El atacante no se movió más y se dedicó a mirarle con una sonrisa felina, casi coqueta.
—¿Que mierda estás mirando? —Brock era un bocazas de manual, y eso de tener la boca cerrada en una posible situación de muerte no lo controlaba demasiado.
—A tí, lindo. —Susurró el hombre agachándose un poco.
—¿Vas a matarme ya? Porque empiezas a pesar. —Preguntó tratando de no verse afectado por como le había llamado hacia solo un segundo. No era muy común que la persona que quisiera matarte también coquetease contigo al mismo tiempo.
—Esa no es mi intención, cariño. —Susurró de nuevo con una expresión urgida, como si esperase algo que no ocurría. —No voy a matarte, no prometo no hacerte daño.
Entonces Brock sintió como el agarre de sus manos se hacía más débil hasta que desaparecía, aunque ahora las manos de su atacante estaban sobre su torso. Sus intenciones parecían bastante claras.
Brock sonrió divertido. En realidad si aquel hombre hubiera querido matarle ya lo hubiera hecho.
—No te mato porque me han dicho que no eres peligroso para nosotros. A si que te podría dar otro uso. —Sonrió. —Jake Lockley.
No, Brock no iba a ponerse a hacer preguntas ahora. La adrenalina no había abandonado su cuerpo todavía, por lo que la idea de tener sexo con un extraño no era tan mala idea. Pero había matado a todo su equipo... Bueno, daba igual, no le importaban una mierda.
—Bueno. —Se limitó a contestar mientras se movía un poco. —Aquí no. Odio la arena. —Dicho eso se levantó quitando al hombre de encima suyo. Ahora que se fijaba... Dios, era más bajito que él, mucho más.
Aparentemente la actividad de Jake había cambiado en unos instantes: de asesino serial a cachorrito. Y todo por un calentón provocado por la adrenalina.
Brock no comentó nada mientras desenterraban las partes enterradas del coche y se montaban. Era raro.
Ahora de nuevo en marcha, Brock sintió como Jake movía su mano lentamente hasta su entrepierna y comenzaba a rozarle sin vergüenza alguna.
Rumlow estaba conduciendo, por lo que tener una distracción adicional no era divertido.
—Oye, para. —Dijo tragándose un gemido. La verdad es que no recordaba la última vez que había tenido sexo con alguien.
—Solo estoy ojeando lo que voy a encontrarme luego. —Murmuró Jake con una sonrisa traviesa mientras hacia el roce más notorio, arrancando un fuerte suspiro de los pulmones de su acompañante.
Brock no estaba demasiado convencido de aquello, iba a acostarse con la persona que había asesinado a su equipo. Su rostro se contrajo en una mueca concentrada mientras miraba las dunas por las que conducía, pensando que hacer.
Jake no disimulaba su entusiasmo. Se inclinó y volvió a lamer la fina gota de sangre que escapaba de la herida aún sangrante del rostro de Brock, recibiendo un golpe en el acto.
Eso a Jake le gustaba, bastante en realidad.
Pronto ambos hombres vestidos con sus armaduras irrumpieron en un hotel barato el cual Brock no estaba dispuesto a pagar, por lo que nada más cruzar la puerta y ver al recepcionista, le apuntó con su pistola mientras sentía las manos de Jake recorrer su cuerpo sin un ápice de vergüenza.
—Una habitación. Ya. —Su inglés fue pausado, lo mejor para que el recepcionista asustado le entendiese.
Cuando esté le pasó unas llaves, Rumlow las tomó y arrastró a Jake escaleras arriba. Ahora en la habitación una nueva pelea comenzó.
Nada más cruzar el umbral de la puerta, Jake atacó a Brock, dándole una patada en la espalda que hizo que cayese de cara a la cama.
—Hijo de puta. —Gruñó Brock dándose la vuelta y saltando contra el otro hombre, quien no dejaba de sonreír.
—¿Te gustan estos juegos? Puto fetichista. —Gruñó de nuevo mientras estampaba a Jake contra la pared, haciendo vibrar uno de los cuadros que colgaba vagamente en la pared.
El más bajo no escondía su sonrisa pues hacía ya un rato había vuelto a retirar su máscara.
—Bueno, me gusta un poco de pelea. —Sonrió lanzando un mordisco al aire, algo que provocaron pequeñas risas en el contrario.
Jake se zafó de él de un golpe en su estómago, aunque su libertad no duró demasiado pues pronto Brock hizo alarde de su altura y fuerza, dándole la vuelta y volviéndole a poner contra la pared.
—¿Vas a intentar escapar ahora? —Brock era bastante dado a las charlas sucias antes del sexo, y durante.
Jake golpeó la pared con su puño. No era divertido si su acompañante le sometía tan rápido, aunque si era algo candente.
El juego había terminado demasiado rápido, Jake estaba totalmente pegado contra la pared, aunque despegó su cadera para frotarla contra la de Brock, notando que el pequeño juego de camino al hotel había hecho sus frutos y el pequeño suspiro que soltó.
Rumlow volvió a alejarse, sentándose en la cama con sus piernas abiertas, una clara invitación.
—Desnudate. Ahora. —Ordenó el ex comandante de hydra mientras se acomodaba un poco en sus pantalones los cuales ya estaban empezando a apretarle demasiado.
—Tapa el espejo. —Ordenó Jake mirándole de forma sería.
Brock no entendió demasiado, pero se levantó y descolgó el espejo, poniéndolo boca abajo para que no pudiera reflejar a nadie.
Jake al instante hizo desaparecer su traje, aunque obviamente tenía que retirar la ropa que tenía, a si que bajo la mirada penetrante de su acompañante se comenzó a desvestir.
—¿Que gilipollas lleva el traje y ropa? Vaya pérdida de tiempo. —Comentó Rumlow mientras se retiraba un poco los pantalones, lo máximo para poder relajarse un poco.
—No te quites el traje. Me gusta. —Pidió Jake, ahora sí poniéndose de rodillas.
"Patético" Escuchó desde lo más profundo de su mente; Khonshu, pensó mientras rodaba sus ojos. No le iba a dejar ni un momento de paz ni siquiera mientras tenía sexo.
Cuando Jake levantó la vista del suelo, vio al dios sentado cómodamente en la silla que había en una de las esquinas de la habitación.
Brock siguió su mirada y giró su rostro, solo para encontrar la silla a la que miraba vacía.
—¿Pasa algo? —Preguntó pensando que quizás había escuchado algo.
"Si, que mi Dios nos va a ver mientras lo hacemos" —Pensó en responder, pero finalmente negó con la cabeza mientras se acercaba un poco más.
—No pasa nada. Solo me aseguraba que todo estuviera correcto, cariño.
Ahora sí fijándose en lo que tendría que comerse, se dió cuenta del pequeño piercing que Brock tenía en la punta de su miembro. Si tenía ese, seguro que tenía más.
Sin esperar demasiado y viendo que Brock ya se estaba impacientando, se inclinó para comenzar con el lento vaivén, provocando un pequeño suspiro de alivio en su acompañante.
"Vaya, no sabía que tenías ese talento" —Comentó Khonshu viendo como su avatar se tragaba el miembro de su amante. Obviamente Jake le ignoró, pero no se sentía demasiado cómodo intentando ignorar el gran pájaro muerto que le hablaba mientras trataba de divertirse.
Brock no sabía los límites de su amante actual, ni siquiera habían elegido una palabra de emergencia. Bueno, sería divertido ver hasta dónde llegaba ese asesino masoquista.
Jake parecía demasiado contento mientras llevaba la longitud de Rumlow por su garganta, casi engullendola por completo y gimiendo en el camino.
Arrancaba pequeños suspiros y gemidos de la garganta de Brock, quien a pesar de sentirse en el cielo, intentaba mantener su compostura de soldado entrenado y silencioso.
En un momento mientras Jake lamia con gusto su miembro, notó que el chico se estaba masturbando, a si que se le ocurrió una idea: pisó con sus botas militares la muñeca del contrario, provocando un gruñido de su parte y que también se detuviera.
—No te he dado permiso para tocarte. Si lo quieres hacer, hazlo contra la bota. —Sonrió Brock disfrutando del juego.
Jake copió su sonrisa y con más entusiasmo del que Brock esperaba, empezó a molerse contra la bota del contrario mientras colocaba sus manos tras su espalda. Aquello provocó un nuevo interes en Rumlow, quien sin demasiada delicadeza agarró el cabello rizado de Jake y le obligó a pegar su rostro contra su miembro, algo que su acompañante no replicó.
El pequeño juego continuó, Jake movía su lengua con maestría y Brock se dejaba llevar tratando de no terminar demasiado rápido, notando como también la cadera se Jake se aplastaba contra su bota en un intento de conseguir fricción suficiente como para poder masturbarse cómodamente. En un descuido, Jake cerró su mandíbula fruto de un espasmo sufrido por una ola de placer que sacudió su cuerpo. Brock saltó en su sitio y le abofeteó, tomándole por el cuello cuando se alejó.
—Ten más cuidado, tus colmillos son como los de un puto perro. —Gruñó mientras apretaba, mirando la sonrisa de Jake quien no había desaparecido en ningún momento. Mierda, el chico le estaba gustando demasiado.
Cuando le soltó y le dejó de nuevo en el suelo, Jake colocó sus manos sobre las piernas de Brock y se levantó un poco.
—Golpeame otra vez. —Susurró a un muy sorprendido Brock.
—Ponte boca abajo sobre la cama. —Murmuró robándole un beso después. Aquello dejó mudo a Jake, pero contestó con rapidez, colocándose boca abajo con su trasero erguido esperando los golpes.
Jake escuchó como Brock retiraba el cinturón de sus pantalones, algo que le impacientó un poco más. Jake mantuvo sus ojos cerrados para evitar ver al pajarraco sentado en la silla. Le diría algo, pero no quería quedar como un loco ahora.
Antes de sentir los golpes, el de cabello rizado sintió unas pequeñas caricias primero.
Los golpes resonaron por toda la habitación, acompañados por los gritos ahogados de Jake.
Uno, dos, tres... Brock no paró hasta que su trasero estaba tan rojo que brillaba.
—Para. —Gimió moviendo sus manos para protegerse.
—No seas dramático. —Brock murmuró mientras arrojaba el cinturón sobre la cama y se tumbaba sobre él, intentando no aplastarlo con su peso. —Eres un puto enano. —Susurró directo a su oído. —Me va a divertir verte mientras entro.
Lentamente se fue retirando, bajando entre besos hasta el trasero maltrecho de su amante, abriéndolo ligeramente para comenzar con otro juego. Pronto comenzó a lamer su entrada, escupiendo y metiendo sus dedos de vez en cuando, arrancando largos gemidos de Jake, quien impaciente estaba esperando que entrase de una vez.
Jake gemía sin vergüenza mientras la lengua y dedos de Rumlow le abrían y preparaban. Sus manos se aferraban a las sucias sabanas de aquella cama, hasta que buscando más profundidad movió su mano en busca del suabe cabello del más alto, tomándolo en un puño y atrayéndolo a él, sintiendo ahora a la perfección la barba de un par de días de su amante.
Brock estaba demasiado ebrio de poder en ese momento. Jake se había mantenido sumiso esperando una oportunidad para atacarle de nuevo, algo que no desaprovechó cuando Brock estuvo a su altura. En un movimiento que él no se esperó Jake acabó sentado sobre su vientre.
—Ahora me toca. —Susurró. Tomó el cinturón y ató las manos de un sorprendido Rumlow a la cama.
El azabache no luchó, se dedicó a acomodarse en la cama aún con Jake encima.
—¿Esto te gusta? Eres un hombre con muchos fetiches. —Rió Brock mientras veía como Jake acariciaba su chaleco.
—También me gustan los hombres con traje. —Sonrió. —¿Condón? —Preguntó, recibiendo una respuesta negativa por parte de Rumlow. Bueno, quien no arriesgaba no ganaba.
Jake bajó poco a poco hasta sentir la erección de Brock, moviendo un poco su cadera para torturarle un poco ya que sabía que ahora mismo tendría que dolerle.
—Matame o montame. Pero las dos cosas no. —Gruñó Brock abriendo sus piernas un poco más, buscando algo más de roce y comodidad.
—Ahora yo estoy al mando, y no te doy permiso para hablar, mi amor. —Dicho eso se inclinó para besarle.
Aquello estaba empezando a ser semi romántico. Para ser dos asesinos sin escrúpulos, darse besitos durante el sexo era bastante tierno.
—Tengo que saber tu nombre. No voy a gemir al aire. —Comentó Jake alzándose de hombros.
—Brock. —Murmuró sorprendido. —Ahora vamos.
Jake, quien estaba ya al límite de su control, se levantó lo justo para alinearse en la erección de su amante, bajando ahora poco a poco, respirando mientras se colocaba se rodillas sobre el cuerpo de Brock.
Jake no se movió, con sus ojos cerrados se dedicó a relajar su cuerpo tratando de adaptarse a la longitud de Rumlow, la cual le había quitado suficiente aire al entrar.
Gimió un poco cuando trató de acomodarse de nuevo, colocando sus manos sobre el pecho de Brock, quien había abierto aún más las piernas tratando de ponerse lo más cómodo posible para su amante.
—Muevete ya. —Gimió al mismo tiempo que movía su cadera, algo que Jake contestó con un gemido doloroso, pero obedeció.
El miembro de Brock era más grande de lo que había pensado en un principio, a si que empezar a correr y montarle tan alegremente estaba siendo complicado.
Finalmente el cuerpo del más bajo se relajó y pudo empezar con un pequeño vaivén algo doloroso.
La cadera de Jake se movía de arriba a abajo de forma lenta, sin bajar del todo, tratando de acostumbrarse mientras al mismo tiempo estimulaba a Brock, quien gemía plácidamente.
Poco a poco su cuerpo se fue acostumbrando, y lo que antes fueron pequeños movimientos, pronto se convirtieron en largas embestidas y movimientos circulares cada vez más rápidos.
Ambos hombres habían comenzado a gemir sin control alguno, ignorando el echo de que habían asaltado a un hombre para conseguir aquella habitación, pero la verdad es que o no les importaba, o ya se habían olvidado de aquello.
Jake mientras trataba de no caerse de encima de su amante, puso sus manos sobre la pechera de este, aferrándose a ella mientras Brock trataba de soltar sus manos.
—Si me sueltas podría agarrarte. —Suspiró entre gemidos.
Jake lo pensó, pero era más divertido tenerle encadenado.
—Podría tocarte. —Siguió intentando convencerle.
—Puedo llegar sin manos. —Gimió mientras se movía.
Rumlow se rindió y echó su cabeza hacia atrás, escuchando como Jake se reía con malicia al hacerlo. Había perdido.
El más bajo continuó montándole, soltando un gemido mayor al notar como Brock había decidido cooperar y mover también su cadera, haciendo que su miembro tocase su próstata de forma fugaz.
—Mierda, Brock. —Suspiró inclinándose un poco sobre su amante. Estaba bastante cerca de llegar y si Brock a demás le ayudaba con las embestidas estaba seguro que llegaría en cualquier momento.
Con sus fuerzas casi renovadas, Jake comenzó a dar botes más pequeños pero a moverse más rápido, arrancando nuevos gemidos del azabache quien trataba de seguirle el ritmo sin titubear.
Los gemidos poco a poco se tornaron en gruñidos desesperados pues ambos estaban tan cerca que les estaba costando incluso moverse de forma no errática.
Brock fue el primero en llegar, soltando un fuerte gemido mientras sus piernas y estómago se contraían y su cadera trataba de no moverse más, aunque la sobre estimulación de Jake estaba haciendo el orgasmo intenso pero doloroso.
Jake no tardó demasiado en llegar, descargándose sobre Brock sin vergüenza alguna, aún moviéndose un poco mientras lo hacía.
—Mierda. —Susurró Brock, sintiendo como Jake se tumbaba a su lado, pero sin desatarle. —Hey. —Trató de llamar su atención, aunque Jake estaba disfrutando del la nubecita en la que se había quedado tras el orgasmo.
Cuando Jake por fin se dió cuenta, se tumbó sobre Rumlow y le miró con ojos enamorados mientras suspiraba. Antes de que Brock pudiera objetar algo, los labios de Jake tomaron los suyos de forma posesiva, mordiendo su labios sin cuartel mientras se besaban.
—Ahora, desatame. —Murmuró entre el beso, sintiendo como los brazos cansados de Jake desataban el cinturón y le dejaba libre. —Molte grazie.
Su primera acción fue abrazarle y darse media vuelta, quedando ambos tumbados en la cama.
"Aaaw, que romántico, el psicópata se ha enamorado" —Jake escuchó la burla del dios. Si Khonshu había estado hablando antes, no le había prestado atención.
Jake se acomodó entre los brazos de su amante. Estaba demasiado tentado a dormirse.
Brock se acomodó, abrazando el cuerpo de su amante todavía más, Jake podía sentir a la perfección el calor que Brock emanaba, algo que finalmente le hizo perder la batalla y cayó en brazos de Morfeo.
Mientras Jake aún dormitaba, notó como Brock le besaba barias veces la frente, algo que le hizo relajarle todavía más. Quizás aquel hombre podía ser una potencial pareja... Si aguantaba a los dos otros.