Trajes y Armaduras

Moon Knight (TV 2022)
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Trajes y Armaduras
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Un día Steven se cuestiona muchas cosas entre las cuales entra el cambio de vestuario de la Deidad que los acosa a él y sus compañeros de cabeza, así que decide averiguar qué tan lejos pueden ir los cambios de la armadura ceremonial en una de sus pocas noches libres del agotador trabajo de vigilante.OKhonshu acepta, de maneras poco convencionales, que los gustos de Steven en ciertos ámbitos si son de su agrado.
Note
Lo que van a leer es un desvarío raro de mi parte que tuve durante una borrachera (y consumía irresponsablemente algunas sustancias no muy legales) a las 4 de la mañana a la vez que leía fanfics de este ship. Así qué, no se tomen esto muy en serio, que yo misme me he reído de lo que escribí.Es la primera vez que publico en esta página, así que aprovecho a decir; no tengo idea que ando haciendo, pero me veo muy bien haciéndolo, y que no he editado lo que escribí, tampoco tengo lector beta, así qué si ven errores de ortografía pueden avisarme y esas cosas. :D

Steven llegó a su apartamento con una paz mental y física bastante inusual para él. Más si se toma en cuenta que tuvo un día bastante ocupado en su trabajo, para seguido ir a pasar el rato con Layla antes de acompañarla hasta el aeropuerto para su regreso a Egipto por cuestiones de trabajo y ser avatar de la Diosa más amigable que ha podido conocer, que de paso aclaremos que aún ellos y Layla están casados y eso lo hace sentir particularmente feliz, Jake había comentado que sus reacciones hacia la mujer eran como un cachorro emocionado que quería absorber todo cariño posible a todo minuto posible. Hasta Marc le llamaba "energía de Golden Retriever". Pero, ¿pueden culparle? El mismo Marc actúa como un blandengue de ojos de corazón al lado de Layla cada que se quedan en el apartamento, o por algún milagro sus empleos se alinean y son capaces de viajar para acompañarla durante unos días.

Suspiró con una sonrisa aún postrada en su rostro con las vagas ideas de lo doméstica que se había convertido su vida, una vez aprendieron a ordenar todas sus realidades, esto de su… El estado mental del cuerpo era un trabajo en equipo después de todo, claro había días malos, algunos pésimos, aun así prevalecen los buenos y los excelentes, así que todo para él y sus amores está en ese punto. Tranquilidad.

Dejó las bolsas de la comida sobre la encimera de la cocina. Después del aeropuerto fue al mercado cercano a su casa, saludó a su amigo estatua dorada, o Crawley para sus compinches del trabajo, y regresó con rapidez a su hogar. Con todo su ánimo social agotado.

Se aseguró de que la puerta estuviera cerrada, las llaves puestas sobre la pequeña mesa a un lado junto a su bolso, se sacó la chaqueta dejándola en el perchero al lado de las otras dos que pertenecían a sus compañeros de cabeza. Se quedó algo concentrado en la de Jake, el cuero negro con la solapa del cuello bordada a mano por extraño que parezca le hizo retomar su particular idea que se abalanzó en la mañana. El traje que les da Khonshu para hacer el trabajo de Moon Knight.

Esas vendas que cambian según quién esté al frente usando el cuerpo. Puede aceptar que los trajes de Moon Knight de esos dos son cuanto menos una mezcla particular de las ideas de un luchador momificado con ciertas licencias creativas para lucir más rudos que zombies envueltos en papel de lija. Resopló. La sonrisa divertida jalando las comisuras de sus labios. Con la imagen mental de sus compañeros de cabeza en versión zombie se acercó a Gus Jr, Not-Gus y Pe'caito, deberían ser mejores para esto de los nombres de sus mascotas, pero es lo que hay, acercando la comida para peces al tanque, alimentando a sus glotones amigos acuáticos.

—Hola, mis maravillas con aletas, todo en orden? —saludó con mucho ánimo, siendo recompensado por Gus Jr. dando vueltas al reconocer los ligeros golpecitos en el tanque— Ya me lo imaginaba. Hoy ha sido un día bastante ocupado, he tenido mucho que clasificar en la biblioteca, nos llegaron varios archivos para estudios de posgrado de oceanografía y algunos ambientalistas que no reconocí del todo. Pedí prestado algunos de los mapas, la información nos ayudaría a todos cuando empecemos la búsqueda de ese jarrón que quieren el viejo pajarraco y Taweret —explicaba su día mientras los peces nadaban ajenos a todo lo que estuviera fuera de su húmedo hogar. De igual manera, eso no evitó que Steven paseara por el piso manteniendo la conversación unilateral.
"Juro que es la primera vez que les veo tan en sintonía con algo. Da algo de miedo no saber del todo que es lo que planean esos dos".

Aún no había señales de Marc y Jake por el día, al parecer se tomaron muy a pecho eso de que le darían un día tranquilo como disculpas por el desastre que ocasionaron en su apartamento la semana pasada. Le dolieron los destrozos a su viejo librero, pero lo bueno es que tenía uno nuevo, más alto y más espacioso. En definitiva, había menos libros tirados por ahí gracias a esa pequeña desgracia. Nunca le dijeron cómo sucedió aquello, pero está seguro que el matamoscas doblado y una lata vacía de insecticida para cucarachas explicaba todo el asunto por sí solo.

“¿Quiero decir, c'mon, no es tan complicado el tener objetivos en común, verdad? Se supone que son seres con eones de antigüedad sobre sus hombros y una vez agarraron confianza en uno con el otro discuten como niños pequeños…”

Dió media vuelta regresando a la cocina después de sacarse los zapatos. Ordenando las compras en los estantes correspondientes a cada uno de ellos, tenían un sistema de división de espacio una vez fueron conscientes de todas sus partes activas, entre ello estaba la distribución del refrigerador. Un estante para cada uno, ya cosas como la leche de soya o las manzanas que eran de consumo frecuente, se colocaba donde cupiera, tampoco es que tuvieran mucho espacio para darse lujos de acomodación.

"Grandes niños pequeños con apariencia de animales antropomórficos. Tengo la ligera sensación que eso sería parte de una película o serie de Disney".

Arrugó el entrecejo, divagando con ideas sobre fábulas infantiles que crean generaciones de monster fuckers o furries. Negó espantando la imagen mental que se le cruzó, no necesitaba nada de eso ahora.

Cerró la puerta del electrodoméstico.

Quizás prepararse algo decente para la cena le ayude a persuadir sus pensamientos intrusivos. Lleva todo el día ignorando activamente su curiosidad, no va a sucumbir tan rápido.

"Sí, sí. Perdón, me fui por los tejados con el tema. Me refería a…"

-

La charla entre los peces y Steven continuó pacíficamente mientras terminaba de preparar su cena. Todo lo que duró esa hora y media que le tomó en cocinar, comer y limpiar el desorden, la pregunta que no podía sacarse de la cabeza perforaba ese lado demasiado curioso de su mente. Se llevó las manos a la cabeza, jalando los mechones de su cabello, acostándose perezosamente sobre el sofá en el que llevaba rato sentado. El libro sobre su regazo abandonado hace rato entre sus infortunios.

Silencio en todo el apartamento, una sensación de tranquilidad que le entregaba perfectamente la oportunidad para dejarse llevar. Aún estaba solo en su cabeza, Marc y Jake mantuvieron activa la promesa de un día para él solo, aun así hizo una revisión de presencia. Miró todas las zonas reflectantes a su alrededor, todos los reflejos aún eran su propia persona— ¿Jake? —Un pálpito de silencio, probó con el nombre del otro americano— ¿Marc?

Nada.

No hay respuestas, no hay presencias, no hay voces. Está solo.

Pestañeo incrédulo unos segundos antes de cerrar el libro, no sin antes dejar el marcapáginas en el capítulo que se había quedado, yendo sin mucho cuidado por el lugar moviendo algunas de las cajas de almacenamiento que están intentando organizar, si un tema que no es de nuestro interés en estos momentos. Dejando disponible el espejo de cuerpo completo de tres vías frente a su cama visible para su interés.

La curiosidad un día lo va a matar, pero esto no era demasiado, que por cierto eso ya había sucedido. Si, definitivamente, no va a pensar en la Duat, no le hace falta deprimirse ahora. "Good, very gud" murmuró, observándose desde tres ángulos diferentes en el espejo, dándole la espalda a toda la habitación vacía.

—Bien. ¿Cómo puedo…? —Invocó su traje. El mítico traje de tres piezas blanco prístino que ha usado bajo el pseudónimo de Mr. Knight, pasó las manos enguantadas sobre los detalles de cada una de las texturas del saco— Sigue idéntico.

Frunció el entrecejo, poco impresionado de que la máscara no tradujera su expresión molesta. Desató la máscara que se disolvió en vendajes por alguna parte de su nuca, los ojos blancos terroríficos se apagaron en consecuencia, agradable de no verse a sí mismo con ese detalle espeluznante.

Miró hacia la ventana, la luna ya estaba alzándose en el firmamento. Tenía tiempo para seguir con esto.

Respiró hondo, recordando las palabras de sus homónimos sobre cómo podían sacar los trajes de los otros cuándo aún permanecían en llano control del cuerpo. Primer paso: Visualización. Tal cual lo hizo. Se concentró en la idea de la armadura de Marc, era el traje que más veces había visto, lo tenía igual o más presente que su propio traje, en parte por lo ridículamente detallado que está a comparación del suyo propio o el de Jake. Siempre se cuestionó por la necesidad de su Dios para tallar su firma en todos lados, siendo más llamativos las correas en los muslos, claro está que si se había burlado un poco de esos jeroglíficos pervertidos.

Se enfocó en un detalle específico, sintiendo la tela sobre su piel, moverse a voluntad propia, cambiando y adaptándose, el suave peso ondeando desde sus hombros bajando por su espalda, se movió un poco, el susurro de la tela haciendo sus movidas al ras del suelo, levantando algo de polvo acumulado en ese rincón.

Observó que tanto había cambiado su traje base con la capa añadida. El nudo de la corbata se simplificó significativamente, los detalles en las solapas se aplanaron en contornos plateados para combinar con la cadena que sujetaba la capa sobre sus hombros. Seguía sin ser suficiente, todo aún estaba plasmado con la marca no registrada de Mr. Knight. Ese aire de Agente secreto elegante que pelea con armas no letales. Detalles ligeros para favorecer una silueta simple, nada del lino áspero o las pecheras de oro macizo.

Gruñó poco entusiasta. Volviendo a corregir su traje con el mismo proceso de visualización, observando cada cambio con un escrutinio comparable a cuándo estudia sobre alguna cultura antigua y/o moderna.

Las telas se tiñeron de unos tonos más oscuros, más un traje gris de oficinista que un traje de licra negro de cuerpo entero, detalles como los pinchos en los nudillos si salieron acorde con la armadura de Jake. Solo que los que tienen parecen ser más un juego de ornamentos de un set de anillos que un arma incrustada para dar golpes más letales. Observó la capa ahora andrajosa con poca simpatía. Toda esta versión se sentía como un mixtape barato de un intento poco convincente de un superhéroe.

Muchas cosas quedaron a medias. Como si la idea estuviera ahí, a nada de ser posible, pero restringida por la poca experiencia del sastre en el tema. Suspiró, abandonando sus intentos de imitar las armaduras de sus compañeros.

Volvió a su traje base. Más cómodo con la silueta simple, y el textil más suelto. Acomodó la corbata, ordenando los pequeños detalles que tiene la necesidad de tocar o mover, disfrutando de la tela más fresca.

La fricción de la tela, se estaba concentrado demasiado en ello, lo notó desde que había regresado a casa. No era un hombre de ir desnudo o en paños menores, incluso en su intimidad, tenía ropa adecuada a cualquier clima para no sentir picazón o molestias, a veces llegaba lo suficientemente lejos como para confeccionar algunos detalles mínimos. Cortar las etiquetas de todas las camisetas, esa estúpida etiqueta en la parte trasera del cuello de las camisas no debería existir en primer lugar, pero, vive en un mundo donde la gente es imbécil a la hora de etiquetar información del lavado de las camisas y se tiene que adaptar a ello.

Desgasta los bordes de los abrigos, y los pantalones, no le gusta el topar algo duro con las muñecas o los tobillos, suele distraerlo bastante de lo que hace. Es parecido al esmalte de uñas de colores brillantes, hace que sus ojos se enfoquen en algo que no deben por demasiado tiempo.

Quizás por esos detalles le es tan difícil obtener algo más cercano a la armadura ceremonial. Aparte de la obvia necesidad de pertenencia que tiene Marc (y eso último no lo escucharon de parte de Steven). Quizás si se despoja de las ideas de que el traje tiene que ser cómodo…

Enderezó la espalda, no reconoció la suave brisa que recorrió la habitación, e hizo énfasis a la idea de cero confort que le trae el poder lunar. Las vendas se endurecieron, se ajustaron de más en su cuerpo, este cambio estaba siendo más lento que los demás. El movimiento sobrenatural llevando caricias a su piel en lugares que no esperaba se reuniera tanta atención en el modelado de sus pantalones. Se negó a mirar hasta que el proceso terminara por completo. Aun así, se encuentra atento a cada sonido de los detalles más sutiles.

No sintió el peso de una capa, pero si algo más haciendo el trabajo, similar a vendajes sueltos, haciéndole ligeras cosquillas. El sonido de algunas cuentas, quizás, pequeñas perlas resonando unas con otras al chocar. La tela alrededor de su cuerpo no se sentía áspera al tacto, pero si es ajustada, demasiado. Movió un poco las muñecas, no había muñequeras o una capa extra de mangas que le hiciera reconocer algún tipo de protección. Okay, puede que no esté viendo el resultado, pero este tipo de intriga se está cocinando a fuego lento dejando esa curiosidad peligrosa que no desea reconocer del todo.

"Noches, Steven Grant".

En el momento que decidió ver el resultado, le interrumpieron, la imperiosa voz de un ser inconfundible le hizo girar sobre sus talones, con el corazón en la boca por el susto.

—¡Khonshu! —su propia voz salió una octava más alta de lo normal, el sentimiento de ser atrapado por alguien en mitad de algo vergonzoso le revuelve las entrañas— ¿Qué haces por aquí? Pensé que hoy era nuestro día libre.

—Soy consciente de ello.

Llevó una mano a su pecho, sosteniendo de alguna manera su corazón para que no escapara de entre sus costillas, —Claro que lo sabes—, murmuró disgustado. En el momento en que la impresión bajó, alzó una ceja hacia la deidad, confundido con su presencia.

Si sabía que era su noche libre, que él apareciera solo podía acarrear malas noticias, y las malas noticias era que su tiempo de relajación se iría volando como un papalote al viento.

—¿Entonces? ¿Qué haces aquí? —apuntó con la palma abierta hacia el ente que se apoyaba críptico contra una de las estanterías, con su cabeza girada hacia los peces. Ignorando al humano hasta que este habló.

La deidad golpeó un poco el cristal de la pecera con la punta de los dedos, haciendo que los pequeños animales nadaran con temor alrededor de las decoraciones, —Llamó mi atención lo mucho que estuve siendo nombrado por uno de mis avatares—. Arrugó el entrecejo, esto era un detalle nuevo. Nunca, por mucho que llamaran a Khonshu sin decir explícitamente que lo necesitaran, tendía a aparecer. Si esto era una especie de excusa imperfecta para dar inicio a alguna otra charla u oferta para salir a otorgar justicia, Steven iba a ofrecerse el favor de no estar involucrándose en ello.

—Si, Fake Gus y yo estábamos arrastrando tu nombre por el suelo —, murmuró con su falsa bravuconería, sabiendo lo patético que sonaba todo en general.

—Claro que harías eso —, para alguien sin rostro como lo es Khonshu está demasiado seguro que es muy expresivo, hablando con desdén mientras daba una doble toma a su avatar—. Tengo cuestionamientos para ti.
—Okay?

Dió un paso hacia atrás, atento a cada movimiento de Khonshu que seguía paseándose por las sombras de su apartamento, deambulando entre los rincones como si su exagerada altura no fuese un impedimento para escarbar más profundos entre las estanterías, los desórdenes de libros apilados y los muebles que apenas le rozaban a la altura de las rodillas.

Sus ojos pasearon por la figura esbelta, perdiéndose en el rumbo demasiado tiempo, que perdió el momento en que el dios tomó asiento en la silla frente al escritorio. Haciendo que las pequeñas ruedas crujieran contra la madera, pero la silla no tenía indicios de hundirse por el peso. Raro, que haya límites en cómo reaccionan las cosas entre la entidad y la realidad a la cual está limitado a manipular, más la costumbre de verlo no le causa sorpresas.

—¿Puedes esclarecer cuáles son tus intenciones con la armadura esta noche?

Steven abrió la boca, y la volvió a cerrar de un chasquido. No había forma de explicar qué era exactamente lo que intentaba hacer, porque él mismo ya había perdido el sentido, claro, tenía una excusa. Siempre la tiene desde que su vida también consta de ser de vez en cuando un vigilante nocturno con temática lunar, principalmente desde que el semi-disuelto culto de Harrow aún intentan asesinarlos. Resopló dando un vistazo hacia su propio cuerpo, encogiéndose de hombros, intentando no mostrarse demasiado sorprendido, por lo poco que vio del fracaso de copiar las armaduras de sus amores.

—Bueno… Intenté copiar la armadura de Marc, y de paso la de Jake —, dando algunos pasos en su lugar, escuchando el molesto crujido de la tela al rozar—, como puedes ver, es un fracaso total.

La quietud repentina de Khonshu le otorgó la impresión de que si el dios tuviera rostro estaría inexpresivo, parpadeando en su dirección, intentando comprender lo que escuchó de su parte. Antes de que algo similar a un cloqueo se escuchara por toda el cuarto, "¿Eso fue una risa?" Pensó Steven, poco convencido de estar escuchando correctamente.

—Supongo que —continuó hablando sin apartar la vista de la deidad— simplemente, no sé, estaría bien tener la oportunidad de dejar de confundir a nuestros aliados cada que tenemos un cambio inoportuno en mitad de una pelea o misión.

Notó como el dios se cruzaba de piernas y apoyaba su mano en la base de su pico—. Práctico, admito, es una idea factible de convivencia en el campo de batalla—, tarareando por lo bajo, considerando las palabras de Steven— De igual modo, no puedo evitar remarcar que no te has de encontrar del todo convencido de tu propio discurso.

Odiaba con la médula lo críptico que podría ser Khonshu, diciendo cosas que solo lo dejaban pensando más y más, ensimismado las ideas locas que solo alguien como él, alguien en su condición es capaz de tener. Mordió su propio labio, ya sea el inferior o el superior da igual, lo único que sabe con certeza es que el cobre se acentuó en la punta de su lengua, y la conocida magia del traje curó esa mínima herida.

—No sé. He tenido algunas ideas raras —que poniéndolas en perspectiva no solo son de ese día, lleva semanas mirando con la mente en blanco muchas cosas. Experimentando desde el resguardo seguro de sus fantasías más de una cualidad cuestionable. Que Jake o Marc no se hayan dado cuenta es un milagro en sí mismo.

—Esa es una descripción pobre para ti, Steven Grant.

La voz de Khonshu se siente pesada en sus oídos, como agua caliente, deslizándose por su espalda, quemando la piel a cada centímetro viajado. Con ello esas ideas que intenta ignorar aparecen nuevamente. Las detiene, apenas inician.

—Lo sé. Lo sé, demasiado bien, por desgracia, es lo único que… —, se encogió de hombros—, ya sabes, puedo intentar realmente.

¿Cuántos intentos llevas?—La constricción del traje aumentó, robando toda su atención de entender lo que Khonshu le preguntaba. “Eh?”

—¿Han dado frutos que cosechar?

Sus oídos captaron el silbido del viento, moviendo lo suficiente los lazos que colgaban por su espalda, haciendo tintinear las joyas que en un traje de combate no debían siquiera de estar presentes en primer lugar. Aunque, vio varias veces como algunos magos usaban anillos o tiaras que les concedían acceso a poderes. De igual modo, Steven duda demasiado de que su caso sea mínimamente parecido.

—Disculpa, no te estoy entendiendo —por el ajuste de las correas se volvía más complicado hablar. Al igual que mantener la compostura evitando que su propio cuerpo reaccione equívocamente a esto.

“Finalmente”, el dios pensó haber entendido qué quería su Avatar. Que buscaba con estas negligencias y absurdas presentaciones de su traje de combate. No había voluntad suficiente en ninguno de los tres para hacer del traje una unidad, por más que Jake durante un tiempo compartió armadura con Marc, nunca ha sido capaz de llevar el traje de Mr. Knight, lo mismo sucede con Spector. Pueden compartir solo si necesitan fingir ser el otro, pero, ya no necesitan mentiras.

Siendo de este modo lo mostrado por Steven Grant no es más que un reflejo de un deseo subconsciente que ha pasado a la conciencia. Calor, nada similar al desierto, únicamente la definición más primitiva de excitación. Sin dudas el resultado de esta noche podría ser de su completo interés después de todo.

—Está bien, Steven Grant. Ya me has dado las respuestas que necesitaba—, le avisó, permitiendo que el traje se desajuste.

Pasaron varios segundos observándose el uno al otro. Esto en definitiva se le había escapado de las manos al humano en el momento en que la idea de jugar con el traje se instaló como un gusano molesto entre los huertos de su mente en los cuales cosechaba curiosidad, simplemente perdió su rumbo.

Steven parpadeo varias veces intentando despejar algún atisbo de sueño o irrealidad dentro de las paredes de su apartamento. Todo seguía igual. Negando con la cabeza al darse la vuelta para mirarse en el espejo.

Lo que ve aún es este traje blanco lleno de correas de cuero, realzando de maneras eróticas ciertas partes de su cuerpo. Observa su pecho, parece más abultado que de costumbre, o sus muslos que nunca pensó podrían lucir tan carnosos. No hay un solo atisbo de piel visible a excepción de su rostro, pero eso no impide que las partes debajo de las correas no esté simulando una pieza de cuerpo completo de látex del cual emergen tiras de kevlar, y pequeñas joyas doradas que cuelgan, decorando todo lo que esa ajustada pieza apenas mantiene oculto de ojos curiosos. Como los inexistentes ojos de Khonshu que aún están perforando un par de agujeros en su alma.

Ve los tallados de jeroglíficos en el cuero, traduce y se siente un poco sucio que el nombre de Khonshu esté repetido tantas veces como sea necesario afirmar que el portador de este traje de “BDSM meets Coronel Sanders, psicópata en pasarela de Versace” es de su propiedad legítima.

A su vez, sintiéndose algo atrevido, imita una pose de esas revistas de moda que ve de vez en cuando por internet, no es nada comparable a quién en verdad vive para ser modelo, así que prueba algunas más y no tiene salvación. Solo está empeorando— Es obvio que no sé qué hago, parezco una de esas muñecas chuecas de película de terror que le faltan articulaciones.

—Es por tu rigidez física.

Cierto, aún tiene compañía en la habitación.

—¿Acaso sabes de moda o modelaje? —Rodó los ojos mientras la burla se filtraba en su tono de voz.

—No me consideraría experto—. Se señaló para que el castaño sea consciente de la apariencia de momia que aún tiene— Para nada un lucro de interés activo, de todos modos, si algo puedo ser conocedor contemporáneo de la humanidad es el hábito de vestimentas que tienen.

Cruzó sus brazos dejando salir una carcajada sin gracia— Me estás tomando el pelo, esto es imposible.

—¿Por qué?

—¿Cómo qué “por qué”?

—No comprendo cuál es la sorpresa con este tema-

—Se debe a que ni siquiera eres consciente de la mitad de las necesidades humanas básicas, pero, ¿Sabes sobre ropa? —No pretende sonar tan exasperado. Es solo que la idea parece incapaz de ser procesada por su cabeza.

—Sé lo suficiente para considerar que el traje de ‘Mr. Knight’ es más elegante en estas épocas que la armadura ceremonial de mi templo.

—Espera, espera… retrocede un poco —Hace un ademán para enfatizar sus palabras— ¿Mi traje te parece más elegante?

—Sí. Lockley ha platicado con ustedes que lo he portado en situaciones importantes.

El británico no puede evitar resoplar divertido—¿Como la muerte de Harrow y Ammit, no?

—Ese día lo estrené. Bastante a juego con la temática de "mafioso de televisión" que mencionó Marc.

—Era un comentario sarcástico. La verdad, no esperábamos a Jake en nuestras vidas, o que tú sigas siendo tan manipulador cada vez que te convenga y uses huecos argumentales de los tratos verbales para tu conveniencia.

—Haces lo mismo.

—Para conseguir trabajo fidedigno que genere sustento económico que pague las cuentas.

—Sigue siendo manipulación.

—Solo miento un poco en las entrevistas de trabajo, todos lo hacen.

—Es manipulación.

—Vete a la mierda, pajarraco.

—Ya estoy a su lado, gusano.

El castaño alzó una ceja, en parte atónito que Khonshu haya respondido sin perder el ritmo a su insulto y en otra parte que el cabrón de verdad esté respondiendo sin necesidad de lo equivalente en deidad egipcia a un berrinche. Así qué, será un caballero justo y le dará el punto en esta batalla. Más la guerra continuará… otro día.

El Dios claramente estaba bastante engreído, aún sin tener un rostro legible, la proyección de que estaba dibujando una sonrisa de comemierda se sentía en el aire, no literal, solamente es un tipo de intuición que desarrolló al intentar comprender las emociones bastante complicadas de la susodicha deidad. Había días completos donde solo estaba con un tipo de mirada vacía, voz plana y nada de emotividad en sus palabras, y otros que solo por la manera en que sostenía el bastón daba mucho qué decir, y hablando del bastón. "¿Dónde está?"

Cuestionó, buscando cerca de la figura aviar algún atisbo de la media luna ridículamente afilada, sostenida por madera y metales bien tallados.

—¿Mi cetro?

—Sí. Es raro verte con algo más que tu túnica y apariencia de momia, pero es aún mucho más raro que no lleves el bastón.

Si Khonshu tuviera ojos los estaría rodando con exasperación. Siempre actúa como una nancy enojada, Steven aprecia eso, le causa gracia.

—Lo dejé en mi palacio.

Grant se quedó en silencio.

—¿Disculpa? —Se acercó al Dios, incredulidad máxima en su tono.

—Está en mis dominios.

—No, me refiero, a que tienes un palacio —aclaró, solo recibiendo un asentimiento como respuesta. Se llevó las manos a las caderas estando aún de pie, no sabía qué más hacer con su cuerpo, la verdad— ¿Entonces eres como un rey o…?

Antes de qué Khonshu respondiera, la lógica misma acaba de darle tremendo cachetón a Steven, recordando a lujo de detalles todos los libros que ha leído sobre el panteón egipcio, siendo más específico con toda la información sobre la historia de Khonshu que ha aprendido a lo largo de su vida. Repentinamente, se siente bastante estúpido, y no tiene a nadie a quien culpar de su desliz.

—Disculpa, no debí-...

—Está bien —. Cierto sentimiento afligido en su tono— Es normal que se olvide que soy el primogénito de Mut.

—Sí, creo que entiendo, la cultura moderna ha tergiversado mucha de la historia de sus vidas, —Se sentó en la orilla de la cama, evitando de forma consciente el hacer contacto visual— de igual modo, sigo siendo tu Avatar —. "Por más que no me agrada la forma en que lo soy" pensó para sus adentros—Debo tener más presente tu historia que la de los demás Dioses.

—Es lo ideal.

Se aplacaron en el silencio. No es incómodo, pero tampoco es un ambiente digno de confort.

El Dios pareció entretenido con algo que no era él por algún momento, lo sabía porque aquella pesada mirada del vigilante se apartó de su cuerpo, permitiéndole respirar con normalidad una vez más. Relajó su postura lo más casual que pudo, observando el estado actual de su traje y el desastre de piezas alzar que se había convertido.

Intentó volver al suyo propio. Visualizó la idea, una respiración profunda, sintió el característico movimiento de la tela en conjunto al vórtice de magia interno, asintió para sí mismo, calmándose con la finalidad de retomar la situación desde la base. Al abrir los ojos se llevó una mala sorpresa, o bueno, una relativamente mala racha con el tema de su ropa mágica. No podía quitárselo, y ahora tampoco parece obedecer a sus gustos.

—Okay—, murmuró—, cálmate, esto no debería de estar sucediendo—. Se dijo así mismo para evitar caer preso del pánico, obvio no sirve para nada, pero, al menos, lo intentó.

Intenta una cantidad considerable de veces más, conociendo en el proceso un nuevo apartado físico en todo esto de la magia con activación mental, su respiración agitada y superficial apenas es capaz de sostenerse, el calor va subiendo sobre su cuerpo a medida que sigue practicando. No parecía lograr nada más que empeorar las cosas, tomando la iniciativa de tomar su orgullo de usuario de magia principiante y pedir ayuda al claramente experto—. Khonshu, ¿podrías?

“¿Puedo?”

Se giró a ver la figura prístina del dios, considerando sin tabúes la manera más práctica de romper ese tonto cráneo—. Me refiero a sí puedes sacarme esto.

—Oh, claro.

—Gracias—. Se desalentó de haber agradecido cuándo no sintió nada sobre su piel como resultado de la "ayuda", no fue necesario ni mirarse, solo hizo la pregunta directamente mientras intentaba cubrir el decoro de su cuerpo con una de las almohadas de la cama— ¡¿Por qué frijoles estoy desnudo?!

Gritó en voz baja. Ahora es el triple de consciente de la temperatura en su habitación, y de la mirada del dios en él.

—Dijiste que te sacara "eso".

Le lanzó una de las almohadas desocupadas al dios, viendo como este lo esquivaba sin esfuerzo alguno. Logrando solo un pinchazo de enojo en el británico—. No empecemos con esas tonterías, solo devuélveme el traje—masculló entre dientes—, y mi ropa que estaba debajo —. Agregó apresurado, ¿desde cuándo Khonshu tenía la potestad de desnudarlos? Sabe que el traje le puede hasta revivir de disparos o decapitamientos, le puede hacer crecer sus extremidades (dato random que les ofreció Layla, explicando cómo fue que creyó en todo el asunto avatar-traje-magia antes de todo el asunto de El Cairo), y está seguro que puede limpiar todo rastro de resacas mientras tomas y tomas litros de alcohol, así que este dato de la desnudez no consensuada se podría volver en otro posible problema en algún futuro, al contrario de todos los buenos aditamentos. Mierda.

Una cálida risa brotó de la deidad cuándo volvió a esquivar otro objeto lanzado. Si Steven no estuviera demasiado interesado en volver a vestirse, estaría comentando el aspecto más juvenil risueño que tiene Khonshu esta noche, y también hablaría de que se escucha muy parecido a un cuervo chasqueando el pico mientras imita a una sirena de la policía mientras ríe. Pero, tampoco es como que vaya a ser tan desagradable tan pronto. Después de simplemente quedarse sin más almohadas que lanzar, que por cierto solo tiene tres y una ya la está usando para cubrirse, su traje volvió, y con suerte su ropa debajo.

Lanzó la última, esta vez si atinando al dios, que solo tomó la almohada y se la devolvió a Steven pegándole en el rostro. Empezando una nueva disputa tonta entre ambos que no terminaría en algún lado.

-

-

Pasó el tiempo. Suficiente para escuchar como algunas de las tiendas calle abajo bajaban los portones de metal, o muchos de los trabajadores ambulantes ya se despedían uno de los otros. El ruido de la ciudad en sí mismo empezaba a descender, mientras la luna en el firmamento ascendía un poco más con cada minuto que pasaba.

Entre el dios y su Avatar, las aguas se asentaron, y Grant volvió a acomodar su habitación. Ya que por lo visto discutir como un niño pequeño con una deidad aún más infantil, en cuanto pelear sucio se refiere, es la manera más factible de convivencia que tienen.

El silencio entre ellos inevitablemente apareció. Nada molesto, solo la poca costumbre que tenían ambos en compartir tanto tiempo sin la intervención de terceros.

Se dejó caer sobre la cama. Pensativo, como siempre lo está, mirando hacia el techo aún más empeñado en ignorar sus propios inconvenientes. Sus pantalones en algún momento se empezaron a sentir más ajustados en su entrepierna, sabía que no estaba del todo excitado, tampoco parecía haber intervención del dios en el traje. ¿Cuándo fue la última vez que me masturbé? ¿Por qué estoy actuando como un niño sobre algo tan natural como mis deseos sexuales? Steven pensó para sí mismo. Volvió a mover ligeramente las caderas, lo suficiente para que el látex se deslizara contra su pelvis. Simplemente está demasiado incómodo con todo, y nada a la vez. El hecho de que no se pueda mantener quieto sobre las sábanas lo explica.

Volvió a mirar a la deidad, aún sentado mansamente en la silla al lado del escritorio, impoluto de cualquiera de sus desvaríos que por alguna razón están desmenuzando partes demasiado explícitas de vagas insinuaciones sexuales, y este siempre es un problema con Steven, sobrepensar todo hasta algún extremo que lo pone demasiado incómodo estando atrapado por su torpeza social. Claro, no es que piensa en todos los que le rodean de la manera en que ahora está pensando a Khonshu; desnudos mientras hay jadeos, gemidos, roces y muchos fluidos-... Decide es suficiente desglose personal sobre cómo lo haría con el pajarraco bastardo.

Pero, por más que lo evita, sigue volviendo a su mente esos pensamientos intrusivos que no generan ningún consuelo. Contrasta la percepción actual de Khonshu con la que ha leído en diversos libros y puede ser que su deidad ni siquiera esté interesado en los sentimientos, o el sexo.

Steven sabe que el afecto no solo se va por esas pendientes, él mismo las ha experimentado, pero eso, no le evita especular las pocas posibilidades que puede haber. Toques fraternales, platónicos, incluso por compromiso, aunque estos últimos abren nuevas cuestionables; ¿Puede cualquier humano tocar a Khonshu?, lo más sencillo sería preguntar directamente. Preguntar sobre contacto físico a Khonshu… “¿No sería como tener una conversación sobre sexo con tu jefe?” Esa mera pregunta revuelve su estómago. “Así que, se descarta el ser directo, vamos por las otras tangentes”, piensa para sí mismo.

Se sentó en la orilla de la cama, su mirada hacia la pared de enfrente. Tomó algunas respiraciones profundas, y dejó caer la pregunta.

Desde que nos conocemos siempre he tenido un tipo de curiosidad —, cuidando su tono trató de dejar en claro que pasaba en su cabeza,—Quiero decir, no es desde siempre, solo…

Se encogió de hombros, jugando con la punta de sus dedos, observando como si el material de los guantes de látex era la porquería más interesante de toda la maldita habitación. Estaba nervioso, recuerda vagamente la vez que Jake intentó picarle las costillas a Khonshu, solo recibiendo un golpe en la cabeza de una muy conveniente caja de cartón que había cerca. Nunca hubo muestras físicas de ellos hacia la deidad después de eso. Aunque se intentara algo así sería como tocar una sabana envejecida al punto que se desmoronaba con el mínimo roce, solo que en vez de ser hilos la deidad se esfumaba en arena y viento seco. Un toque demasiado dramático para un ente que parecía rehuir del contacto físico.

—Tengo una pregunta, es todo.

Escuchó un chasquido de hueso, incapaz de devolverle la mirada.

“Continua”.

—¿Puedo… —Abrió la boca y la cerró varias veces muy parecido a los peces en la pecera, deseando repentinamente ser Gus Jr. disfrutando de la ignorancia del mundo seco al otro lado del cristal— ¿Puedo tocarte?

—Vaya —Diversión en su voz. El suave sonido de tela rozando lo acompaña y no puede evitar pensar que suena parecido a un golpe seco de un abanico de plumas—, es una petición inusual proveniente de ti.

—Lo sé.

No necesita recordatorios de su intromisión.

—¿Por qué? —La pregunta llegó de una forma tan genuina que dudaba realmente que Khonshu fué quién lo dijo, después de todo Steven no era ajeno a las alucinaciones visuales como auditivas, no sería raro que su mente le planteé alternativas— ¿Cuál es tu razón para pedir específicamente eso?

Oh.

Esto no podía negarlo. Si estaban teniendo esta conversación en el plano real.

Miró por toda la habitación buscando alguna excusa, no la encontró, así qué ¿Por qué no? Se dejó llevar—Es tonto—, pasó su mano por su frente, rascando un poco la piel sudorosa—. Solo tengo curiosidad, digo, siempre tengo curiosidad, ¿no? Pero esta vez es sobre ti.

Sus carcajadas sin humor y las palabras entrecortadas no hicieron nada para apaciguar la ignorancia como el interés de él dios sobre sus acciones—… Mmm, creo no comprender a qué te refieres —. Podría recalcar que es la primera vez que Khonshu actúa de esta manera, aceptando sin presunción el no comprender las cosas que están sucediendo delante suya.

—Quiero tocarte, okay? Solo saber si eres tangible para mí, nosotros, como lo es Taweret para Layla, claro cuando la amable Diosa simplemente se presenta, físicamente quiero decir.

—¿Amable?

—Es Taweret de quién hablamos—obviedad en su tono—, es amable y muy encantadora.

—¿Te agrada?

—Si—, si no conociera mejor a Khonshu juraría que está ofendido, más intrigado que molesto por estar llenando de halagos a otro ser que no es a él—, Khonshu, ja, lo siento ¿Estás intentando cambiar el tema?

—No.

Se muerde la lengua aguantando todo lo que tiene para no reír—, Estás celoso.

—Para nada.

—Claro—, asintió exageradamente mientras alargaba la "a" de la palabra—, Fingiré que te creo.

—Y yo fingiré que no hablas maravillas de otras Diosas delante del tuyo propio.

—Celoso.

Escucha un chasquido de disgusto de parte del muy obviamente celoso dios, y el alter no tarda en agregar— Hay que trabajar en esas inseguridades—, Grant dijo aquello con tanta seguridad como si fuese quién para hablar de seguridad personal en primer lugar.

—No eres uno para hablar—, bueno, al menos sabe que tiene a Khonshu para recordarle sus hipocresías—. Hmp… Sobre la otra cuestión. La de poder interactuar conmigo—. No ignoró la pausa tentativa— Es posible, para todos mis avatares, suelen ser la excepción a la regla del exilio para cualquier proveniente de los Heliópolis.

—¿Todos los avatares pueden interactuar con distintos Dioses o solo con el Dios al que sirven?

—Depende. Como todo en esta vida.

—Vaya. Eso explica porque sentimos ese viento húmedo despeinar con cariño nuestro cabello cuando aparece Taweret.

—Exactamente. Ella decide interactuar con ustedes, si fuese mutuo podrían devolver el gesto adecuadamente.

—¿Y cuándo podremos interactuar contigo? No es que quiera, digo no me refiero directamente a tocar-tocar, solo quiero saber si es posible —, se atropelló con sus propias palabras. Mordiendo su labio inferior en un intento de autocensura.

—Esa no es la pregunta que quieres hacer.

Hay un pálpito de silencio, antes de ver al Dios acomodarse sobre la silla. Su postura sigue relajada a pesar de todo, pero las intenciones detrás no son del todo claras.

Suspiró con pesadez, entregando la pregunta que tanto parecía esperar Khonshu de su parte— ¿Cuándo yo podré interactuar contigo?

—Puedes acércate.

—¿En serio? ¿Ahora?

La deidad se encogió de hombros, un gesto demasiado casual para alguien como él—, Es mejor sacar las dudas en este momento, aparte no deseo hacer consciente a Jake de que es posible para él el ser capaz de hacerme cosquillas.

Intentó guardarse una carcajada, resoplando un poco de aire, mientras cubría, o intentaba cubrir, su sonrisa. Siendo repentinamente consciente de que estaba haciendo mucho ese gesto en particular.

—Evita las burlas o me veré obligado a reprenderte —, la corriente de aire en la habitación se elevó en un intento poco fructífero de amenaza.

Quisiera verte intentarlo —aplaca altanero—, puede que no sea tu favorito, aún así sé que no eres capaz de dañar la bella cara de Marc.

Steven Grant—, dice, casi un poco divertido, ese destello en sus cuencas brillando minuciosamente— Pensé que estabas por encima de tales acusaciones de imparcialidad.

—No lo soy— Rápidamente corrige con la misma pizca de diversión. Ya riendo, sin limitarse, acompañado con el dios que solo niega suspirando dramático, murmurando algo sobre ya no tener el mismo respeto como en días antiguos.

Durante la charla tan particular no pudo evitar gravitar alrededor de Khonshu. Acercándose efectivamente lo suficiente para notar cada mínima grieta de la calavera, ahora tomándolo en perspectiva, bastante grande en comparación con la proyección del cuerpo en el que está. Dió una mirada rápida a las cuencas, asintiendo solo por confirmación extra de lo que iba a hacer. Con cuidado apoyó los dedos en la curvatura superior del pico, sorprendido de que fuese hueso sólido, casi simulando concreto recién secado y no algo poroso como pintura vieja o polvo acumulado.

"Wow" exclamó, no tenía más palabras para explicar la sorpresa táctil que sugiere la situación. Sacando su mano, cuándo el dios sacudió un poco el cráneo, el sonido de tela acompañándolo, ¿Así sonaría en tal caso de seguir teniendo plumas que lucir? La imagen mental de un halcón macho antropomorfo se asienta con curiosidad, con diversas variaciones de plumajes, no es que tuviera una idea en específica; ¿Cómo se habría visto Khonshu en sus mejores días? Aquellos milenios cuándo aún no había sido alejado de su familia, de la grandilocuencia de pertenecer a su panteón. En el ápice de su divinidad.

Retomó el tacto sobre el hueso. Hay algo en su toque, una cualidad surrealista, fantástica e irreal; como si hubiera sido arrancado de sus sueños. Con la mano izquierda redondeando la curva superior del pico, mientras la derecha se quedó sosteniendo el brazo vendado de su contrario. Ignorante de cualquier otra cosa, de alguna forma persistente en invadir el espacio personal de la deidad, cuidando como toca o experimenta la posibilidad de entender esta proyección de un ente lejano a su propio plano existencial.

—Debiste ser muy apuesto, no es así? —Steven murmuró entre dientes sus pensamientos, actuando inconscientemente de la misma manera con la que trataba los ushebti que tendían a recuperar en sus misiones, absorto en lo que estaba acaparando su atención sin pensar en estar siendo escuchado.

"No sé mucho sobre esto, pero, se supone que mientras más prominentes algunas partes del cráneo, los halcones son considerados más-..."

Entrecerró los ojos en intentos poco fructíferos de enfocar su vista, sin sus lentes era más difícil notar los detalles más pequeños, más no del todo imposible.

Hay pequeñas virutas de… ¿Plata? No, quizás es oro blanco—, una sonrisa se instaló por el segundo que el ambiente permaneció intacto. Sus ideas rondando, especulaciones sin demasiados fundamentos detrás, que solo estaban logrando que Steven actúe con mayor interés.

Cuándo sus dedos pasaron por la parte superior del cráneo, se encontró con una cuenca vacía devolviéndole la mirada, ahogando un grito de sorpresa, retomó conciencia de que estaba haciendo en primer lugar.

Un poco agradecido de actualmente no tener un rostro legible nadie notará como la sonrisa amable de Khonshu desapareció. No lo vio venir, especialmente porque su Avatar, quiero decir, específicamente Jake siempre estaba coqueteando con él en broma. En bromas tontas sin ningún compromiso real. Este sujeto, Steven, habló en serio. Y eso fue lo que inquietó a Khonshu durante ese largo segundo que mantuvo la incredulidad, sinceramente, no había pensado, ni presentido, que nada de esto sucedería y no sabía si tenía las palabras adecuadas para esta situación.

—Esos residuos metálicos en mis huesos actualmente son Urus, también conocido por mortales como metal lunar —Khonshu le explicó con calma, como si fuera completamente normal que su avatar murmure insinuaciones de su antigua apariencia física dejándose llevar de lo poco que recuerda de documentales sobre aves. Claro, no es que Khonshu necesita saber las fuentes del poco a nulo conocimiento aviar de Steven.

El londinense evitó activamente la mirada de Khonshu. Deseando una forma de ignorar la manera en que su rostro estaba entrando en calor por la vergüenza de decir aquellas cosas de el dios en voz alta mientras lo tocaba, joder, no buscaba quedar como un maldito pervertido asqueroso. Además que el traje que aún tiene puesto no le ayuda en nada.

—Gracias por tener tanta estima de mi antigua apariencia—, interrumpió, solo para evitarle a su avatar el ahogarse en un vaso de agua.

Steven por lo general tenía las palabras adecuadas para cualquier situación o simplemente las agallas de ignorar. Puede jurar por el brillo de la luna que las está buscando con cierta desesperación. Respondiendo con lo primero que se le cruzó en la cabeza.

No digas nada—, su cabeza cayó sobre el hombro ajeno, ocultando su rostro sonrojado, y las penas que está pasando—. Solo estás empeorando esto para mí.

—¿Estás seguro? — se le cuestionó a la vez que sentía unos dedos demasiado grandes pasar a través de los mechones de su pelo, asintió, aún escondido. Marc y Jake aún no parecen estar cerca del frente para cambiar con ellos y huir, sabe por mano propia lo molesto, y desorbitante, que es ser arrastrado desde el fondo de su mente hasta la conciencia. Así que, de este modo se quedará, fingiendo ser una mota de polvo, hasta tener un mínimo de valor para ver a Khonshu sin el sentimiento de que va a morir de vergüenza.

Es fresco, el aroma a incienso con un almizcle entre loto y sal es relativamente tentador, un suave arrullo a sus sentidos que suelen estar sobreestimulados, descansa en su nariz relajando poco a poco cada uno de sus músculos. Siente al dios moverse al lado suyo, soplando algo de su aliento seco sobre su cabeza haciendo que su cabello se desordene aún más sin contemplación.

—Puedes seguir tocando —Khonshu ofrece, un susurro áspero que logra mover engranajes en su interior de una manera que no sabía le son posibles.

Sonríe un poco, sabe que no necesita mirar a Khonshu para estar seguro que él sabe de su burla aún si no es dicha— Ahora eres tú el que suena como un pervertido.

—Quizás lo soy —, un halo de risa hace que el gran cuerpo del dios retumbe a lo bajo.

Siente el hueso rascar su nuca, logrando que se le lleguen a erizar hasta los vellos de las piernas—, Eso sería algo nuevo en ti.

—Llevo eones de vivencias encima, estarás seguro de que las perversiones son más antiguas que yo.

Ríe, simplemente no puede evitarlo, la situación no es graciosa. Si tiene que describirla diría que es torpe e incómoda, para nada lo que esperas de una interacción entre un dios y un humano, así que se deja expresar con solo su gran cantidad de ansiedad entremezclada con su torpeza social como único armamento.

—Pero, si puedo? —El pico apoyado sobre su cuello en un gesto tan gentil se mueve, supone es un asentimiento, por ende Steven se encuentra a sí mismo pasando la punta de sus dedos sobre los relieves de las ataduras, sintiendo cada marca o porosidad de los vendajes como una pieza única.

Acomodándose progresivamente lo más cerca de Khonshu que puede. Tocando todo lo que puede sin buscar incomodar, disfrutando de la intimidad del momento, queriendo saber tanto como todo lo que le gustaría hacer con esta oportunidad.

—Ha pasado un tiempo desde que alguien deseó tener este tipo de contacto conmigo.

Se detiene, un miserable segundo antes de continuar leyendo los pequeños grabados en el Usej. Tarareó un poco antes de hablar—¿Cuánto tiempo?

—Siglos —, si el cansancio podría mostrarse en la voz de alguien sin duda alguna es en la de Khonshu, cada que hace referencia al tiempo hay algo pesado, resquebrajado, en el fondo.

Y Steven se pregunta qué tanto sería eso en el gran esquema de las cosas para un ser tan longevo como Khonshu, ¿Serían meses para él? ¿El tiempo es pesado a su espalda?, cada día se siente como las 24 horas correspondientes, un mes seguirá contando 4 semanas, y así progresivamente, ¿un siglo es mucho o poco? Quiere preguntar, pero, algo en sí mismo sabe que esa pregunta es capaz de abrir alguna herida que la deidad busca cerrar. Después de Ammit, la luna le dió una sensación melancólica, como si estuviera de luto. El tiempo siempre es una pregunta constante, pero hoy no desea hacerla, está cómodo con su vida finita. Un parpadeo aburrido en el resumen de la existencia. Así que sabe que no importa que tanto le expliquen la eternidad, él simplemente no lo va comprender al nivel que se necesita entender.

Khonshu lo sostuvo un momento, alzando su cuerpo sobre el reposabrazos de la silla, y terminando sentando en su regazo. Las manos prácticamente enormes del dios siempre tenían un toque gentil con cada objeto que manejaba, sujetando cuidadosamente cada artefacto, cada reliquia, incluso las nuevas armas que formaban parte del traje le fueron entregadas con mucha calma. Como las ofrendas que pasaban de un dueño a otro.

Acercó la cabeza al cuello, o más bien a la falta de cuello, del dios para intentar mirar hacia adentro desde su posición. Manteniendo cierta distancia entre sus cuerpos, a pesar de estar en una posición digna de una sesión de fotos navideña con un Santa Claus del centro comercial. Pasó la mano entre la calavera flotante y la parte superior del collar Usej, sorprendido de lo fría que estaba el área intermedia. Mirando a través del agujero en el cuerpo del ente, tuvo un poco de la experiencia de que si miras al abismo, el abismo te mirará de vuelta.

Aquella oscuridad no es como la oscuridad por ausencia de luz, o por la falta de visibilidad. El interior de este cuerpo sobrenatural, a pesar de la falta de cualquier indicación, parecía tener densidad. Haciendo que su mano gravite ligeramente, asociando la situación a meter los dedos en agua.

—Sé cuidadoso con cualquier propósito que ahora mismo tengas en mente—, le avisó el dios. Claramente más en sintonía con las intenciones de Steven que el mismo.

Tomando en cuenta lo escuchado, Steven apenas bajó un dedo y lo sacó con cierta rapidez que ni siquiera tuvo la oportunidad de tocar o sentir nada. Lo cuál era raro. Ese trozo dónde se supone debería estar la garganta de la deidad, bueno, se supondría que debía sentir algo. Ya estaba viendo algunas cosas, así que era de suponer que esa oscuridad tendría algo resquebrajado funcionando a su vez.

Volvió a meter los dedos, dejándolos más tiempo ahí dentro para moverlos en ligeros círculos alrededor, rozando las orillas debajo del collar de oro macizo, encantado con la textura tan particular. Lo húmedo que estaba, a pesar de no dejar rastros de algún fluido en su mano. Sería poco provechoso el recalcar que cualquier pena que pudo sentir se había despedido de él. Saliendo por la puerta grande, con intenciones de no regresar pronto.

—Steven—, un suave murmullo picó en sus oídos llamando su atención hacia la mirada atenta del dios lunar—, es suficiente de eso. Estás tocando en áreas sensibles.

Miró lo que estaba haciendo, pasó a ver como las grandes manos de Khonshu se apretaban de los reposabrazos de su silla, y la actitud más pasiva que obtuvo a cambio de sus tocamientos. Alejó sus manos con cuidado de la zona.

Teniendo un pinchazo propio en su interior demasiado curioso para su bien. Estaba en camino de ponerse duro, eso lo sabía con certeza. Steven quería sonrojarse por su reacción tan juvenil. Era un hombre adulto, por el amor de Dios.

Steven inclinó la cabeza hacia atrás, observando a la deidad que lo acompañaba esa fría noche, tomando la decisión de que esto no iba a avanzar hacia el lado que al parecer quería.

Intentó bajarse del regazo ajeno, siendo atraído de golpe hacia atrás. Se apoyó de espaldas sobre el pecho ajeno con un gemido. Escuchando el suave batir de tela, subproducto de una ráfaga de viento sin origen concreto.

Quiso levantar la mirada, pero sus ojos fueron cubiertos, quizás por los vendajes o correas del propio traje, más probable es que la máscara simplemente apareciera para cubrir la mitad de su rostro mientras de la nariz a la barbilla estaba expuesto. Esto estaba demostrando ser más interesante de lo que había previsto.

Algo rozó sus labios, por instinto aceptó el toque tan afable, derritiéndose entre aquellos brazos que cada noche sostenían las estrellas del firmamento, la embriagadora mezcla de excitación y adrenalina combinada con la proximidad con el cuerpo de Khonshu lo logró marear.

Las caricias sobre la ropa se sienten cada vez más desesperadas en ambos sentidos, desde la deidad que quiere tocar como de parte del humano que quiere ser tocado. Ambos respondiendo a la necesidad inherentemente sexual de la situación, con más torpeza de la cual ninguno de los dos contaba iban a tener que manejar. Las manos de Steven temblaban a raíz de su miedo, no había nada a lo cual temer, pero aquí se encontraba siendo besado por un ser que se supone no tiene boca, sintiendo un tacto más suave, manipulando su postura para que sus labios siguieran disponibles a pesar de estar relativamente dándole la espalda. Con un tipo nuevo de frío alrededor de su cuello, y masajeando la carne de sus muslos, que no es capaz de reconocer.

Intentó sostener algo reconocible de la figura de Khonshu, un banal movimiento de ponerse a tierra, para ser sorprendido al no encontrar la textura del lino rugoso al que estaba acostumbrado por ningún lado, en cambio, todo lo que había era tela suave con algunos relieves, posiblemente bordados, trazándolos con las puntas de sus dedos cuál braille siguió el recorrido de los hilos. Tanteando su camino por las piernas en un recorrido vertical hasta las caderas ajenas, pasando a los brazos donde apretó con fuerza en un intento poco fructífero de liberarse de esa tortura a sus pulmones.

Fue separado del beso con brusquedad. Aprovechando para tomar todo el aire que pudo antes de que se repitiera esa competencia desigual por el control del momento.

El dios estaba sencillamente divertido por las pequeñas reacciones que sacaba del cuerpo sentado sobre su regazo. Esos gemidos ahogados, los jadeos al tomar aire, los ligeros movimientos de caderas sobre sus piernas, la espalda curvada, el rubor hasta las orejas, todo, todo era exquisito de presenciar. Grandioso de provocar.

Jurando protección a un avatar como Marc Spector traería muchas interesantes situaciones para explorar la naturaleza humana, aunque mucha de esa información la obtuviera más de sus almas gemelas que de él, esta no sería la primera vez que un avatar compartía lecho con él, ni sería Steven Grant el último en hacerlo. De todos modos aquí se encontraba, correspondiendo besos y caricias de alguien torpe, poco capaz y temeroso como lo es el humano entre sus brazos.

Pero Khonshu no pensó en nada de esto antes, ni después, llevándolo a un beso más audaz y apasionado, uno de esos que se sienten, para personas como Steven, tranquilizantes. Los labios de Steven saben a té verde, azúcar y aceite de oliva, tanto como los suyos ahora que no buscaban nada más que haber probado todo aquello de antemano, y se sentían mucho más suaves de lo que esperaba.

Un particular sentido de curiosidad brilló en él, un ápice de hambre que no había sentido en eones, una sed insaciable de tomar tanto como sus garras pudiesen sostener. Quizás si fuese otro tipo de Dios; esto sería un momento donde ambos pudieran mostrar vulnerabilidad, algo que los uniera con fervor en el camino del destino de la protección a los viajeros nocturnos, un recorrido de algo similar al amor o el respeto. Lástima que ninguno de los dos amará al otro, y que pésimo que Khonshu no fuese un Dios tan benévolo.

Terminando ese intercambio de saliva más tranquilo que los anteriores. Viendo como los ojos marrones estaban entrecerrados, derramando algunas gotas saladas por la emoción, el pecho ajustado por el traje ceremonial subía y bajaba en un trance agitado que intentaba nivelarse.

Se levantó sosteniendo las caderas ajenas para evitar que cayera al suelo, una vez de píe, ambos hombres fueron capaces de acercarse con cuidado al espejo medio olvidado al otro lado de la habitación. Y aunque ya no estaba sentado en su regazo, Khonshu ya barruntaba que no tenía forma ni razón para luchar contra este peso que se sentía cómodo contra él y estaba listo para lo que ese hombre quisiera hacer.

—¿Esta es una apariencia digna para esta noche?

Se agachó lo suficiente para apoyar su cabeza en el hombro de Steven, rodeando su cintura con cuidado de aún mantener el mayor contacto de sus cuerpos.

La mirada perezosa se enfocó en el espejo. Unas expresiones dignas de los poemas más grandilocuentes que las poetisas serían capaces de relatar, sorpresa que despejó cualquier inquietud del hombre que se separó de él y dio media vuelta para qué se observarán cara a cara. Unos ojos vivos, llenos de esperanza, contrastados con el vacío eterno de unas cuencas, ahora semejantes a las humanas, que divisaron más de lo que debieron haber visto en todos estos eones de noches infinitas.

—¿Qué mier-... coles es esto? —Sus propias palabras se hundieron en un susurro, Sus ojos vagaban activamente en todo lo que podía ver, esto? Esto no se supone que debería ser posible, nunca lo fue antes. Sabe que ese hilo de pensamiento no tiene sentido, nunca hubiera podido esperar que un Dios de un simple satélite tuviera tanta magia en sí mismo para cambiar la apariencia misma del cosmos con solo mover una mano. Así que la idea de que pueda tener un rostro humano, o al menos más cercano a un humano, no debería ser tan chocante.

—Mi rostro.

Una sonrisa. Khonshu estaba sonriendo, le estaba sonriendo ¡Maldita paloma hiperdesarrollada! Es jodidamente atractivo.

Sintiendo su rostro calentarse decide moverse, poner algo de distancia física que aclare sus pensamientos tan peculiares—. Sí, entiendo es tu rostro, lo que no me explico es… —Hace un ademán sobre su propia cara, apuntando todo y después señalando la de Khonshu— ¿Por qué ahora tengo que saber el hecho de que puedes tener una cabeza que no sea un cráneo viejo?

La sonrisa se desvaneció cambiando por una expresión disgustada.

—Si supieran sobre esto no serían tan tontas tus reacciones, gusano.

Ofendido por las palabras de su propio avatar, el dios decide volver a levantarse recto, ya no es tan alto como en su otra apariencia, más cercana a una descripción suave de alguna criatura Lovecraftiana. Aun así, la sonrisa regresó, solo que más cercana a una burla malvada que una invitación amable.

—Mis reacciones no son tontas.

—Mis disculpas. Debería describirlas como graciosas.

Esos ojos grandes. Esos hermosos ojos grandes de color negro sin iris, ya es demasiado tarde para Steven darse cuenta de que es incapaz de voltear la mirada a otro lado—. ¿Graciosas? Nah, no soy ese tipo de sujeto —se interrumpe al chocar con su mesita de noche, sosteniendo el reloj tambaleante que amenazó con caerse al suelo.

—¿No? ¿Puedes esclarecer tu punto?

Mientras piensa que tendría más sentido que Khonshu usará una apariencia más humana para lucirse menos amenazante. Daría la posibilidad, si esta fuera la cara que vieras a la hora de que te ofrecieran él trato de ser un Avatar defensor de los viajeros de la noche, sería más creíble replantearse las ventajas antes de las desventajas. Más fácil el ser manipulado al borde la muerte, o en tu momento más bajo. De todas formas, Steven no quiere averiguarlo, solo quiere alejarse, y justamente eso está haciendo, al esquivar el intento del más alto de sostener su cadera.

Pasos torpes al intentar no chocar con ninguno de los muebles de la habitación "No, no puedo- ¡Mierda!" Exclamó al recibir un golpe en la pantorrilla con el filo de una de las patas de la cama.

—No deberías temerme, Steven Grant. Por más divertido que sea el perseguirte como un halcón a un conejito en estos momentos, mi paciencia suele ser muy limitada.

Terminando acorralado contra el estante cercano a su escritorio. La deidad siguiéndolo, alto y sonriente. Hablando con suavidad, explicándole cosas que se supone no deberían siquiera estar conversando.

—No sé a qué te refieres —. Una mano se acercó a su rostro, por instinto el londinense se agachó y bastante descoordinado pasó por debajo de él Dios—. Tampoco quiero saber. Solo hagamos como que nunca ha sucedido esto —Las telas largas que este está vistiendo se interpusieron en el campo de visión de Steven, tropezando con su propio desorden de nerd de biblioteca, logrando terminar de alguna manera sentado en la silla donde empezó todo este asunto de las caricias que terminaron en besos y ahora se transformaron en un tipo nuevo de fascinación para un viejo, ¿Joven? ¿Viejoven? Aún más atractivo dios lunar. Sí. No. Solo deidad. Khonshu solo es un Dios tonto y avaricioso, que cuando no se está comportando como un maldito prepotente, sin respeto mínimo a lo que le rodea, es fácil notar sus puntos fuertes, y lo relativamente agradable que es su compañía, y lo bien que besa para alguien que suele tener un pico en vez de boca la mayor parte del tiempo.

Sintió unas manos sostener su rostro, el tacto era frío como la noche misma, se encontró en sí mismo el gusto por esto. No había asperezas de lino, solo el roce de sus pieles relativamente sensibles—. Ese sentimiento que ha estado floreciendo en ti desde hace unos instantes debería ser atendido —. Había burla en su tono, claramente intentando provocarlo y que siguiera a la defensiva.

—¿Qué sentimiento? Lo único que siento por ti es exasperación, y posiblemente enojo la mayor parte de las veces.

—Eres inaguantable.

—¿Si? —El alter no da más pasos hacia atrás en este extraño trasfondo que están teniendo. Posiblemente, sigue con las ganas de huir, pero ya está lo suficientemente acorralado en sus propios deseos contradictorios para hacer algo significativo en contra— También lo eres.

El peli-negro se acercó peligrosamente a su rostro, el suave aroma a flor de loto inundando sus sentidos—. Lo sé, no tengo excusas —, el viento de la noche barrió la habitación, levantando una fina capa de polvo, y revolviendo las páginas de los pocos libros abiertos en el apartamento, un escalofrío bajó por su columna alentando a soltar los reposabrazos de la silla, relajar lo mejor posible su cuerpo—, Y sé que te gusta que sea así. Al menos ahora.

—No es lo que piensas.

—Claro que no. Esto es único y exclusivo de tu parte, tu mente perversa que no ha tenido el mismo tipo de descaro con aquellos iguales a ti.

Steven es sostenido por aquel par de manos, una por debajo de su muslo, apretando con más fuerza de lo necesario, y la otra se encargó de sostener su cintura. Vendajes del traje enrollándose en su brazo para mantenerlos conectados de alguna manera a la vez que cambian de posición.

Khonshu sentado, Steven nuevamente sobre su regazo. La diferencia con la vez anterior es que se están observando cara a cara. Sosteniendo sus miradas mutuas como si quisieran alejarse de la razón de por qué están tan tensos en primer lugar.

—Khonshu. Detente.

—¿Quieres que me detenga?

Se queda en silencio. Relame sus labios, jurando que aún siente los de la divinidad encima de los propios devorándolo—. No lo sé.

—Te comentaré algo, Steven— Los susurros son más suaves en esta forma. Íntimos de una manera que no tiene vocablo suficiente para definir—. Un dios como yo nunca hará algo de este sentido con alguien que no lo quiera en primer punto. Podemos detenernos, queda en tu completa potestad.

—¿En serio? —Asintió— ¿Podré hacernos detener en cualquier momento?

—Sí.

—Prometedlo—. Dijo sin una gota de vacilación en su tono, podría estar vibrando en cierto nivel de euforia, las ideas en su cabeza podrían asustarlo, no al Dios, si no así mismo. Buscaba que alguien en esta maldita ocasión pudiera poner un alto rotundo— Khonshu, prométeme que en verdad tengo la posibilidad de detenerte, detenernos, en esto.

Lo prometo —Habló con suavidad, un tono único para él—. Solo debes expresarlo. Misma intención para continuar. Iremos a tu ritmo.

Bien.

Relamiendo sus labios una vez más asintió más eufórico de lo que pretendía demostrar—, podemos seguir, solo… Necesito volver a ponerme en condición—. Miró, hacía su propia entrepierna, se mantiene particularmente duro, pero, no sabría decir si puede volver a emocionarse lo suficiente para continuar con lo que sea que tenían.

Palmas frías se apoyaron en su cintura, un toque superficial, como si el pelinegro tuviera la cantidad justa de miedo a avanzar, que en cierto modo mostraba una propuesta silenciosa.

"¿Me permites ayudarte?" Ahí estaba la oferta que claramente no rechazó. Cada poro de su cuerpo exudando emoción.

Una de las manos llegó hasta su rostro, acariciando sus mejillas, delineando sus labios, peinando los rizos húmedos pegados a su frente, jalando de ellos con la suficiente fuerza para elevar la mirada. El aliento de la deidad le provocó escalofríos en la parte inferior de la espalda mientras le lame una larga raya que sube por su cuello, deteniéndose sólo cuando golpea la base de su mandíbula. La mano libre se desliza por su cuerpo hasta su cadera y lo arrastra hacia delante unos centímetros, obligándolo a sentarse por completo en su regazo y haciendo que su espalda se arquee mientras su pecho permanece presionado contra él.

Sus labios volvieron a ser acaparados al igual que antes. Pasión desorbitada que buscaba sacarle el alma por cada bocanada de aire robado, sabía que Khonshu no necesitaría respirar, aún así estaba haciendo el esfuerzo por imitar sus jadeos en cada momento que separaba sus bocas. Aprendiendo cómo darle una capa más humana a la interacción de sus cuerpos que se frotaban con insistencia sobre la ropa. Ya fuera por mero capricho o no hacer más incómoda la situación, no era quien para rechazarlo.

El traje volvió a cambiar sobre su piel, la renovada presión sobre su entrepierna le hizo jadear. Decidido en otorgar un poco de lo que estaba recibiendo, pasó también a morder un poco más la piel de Khonshu, besándolo, en leves intentos de dejar algunas marcas en el cuello de su dios. Sonriendo para sí mismo al sentir las manos sobre su cuerpo apretar su agarre al igual que la tela en el traje.

A este punto la silla se empezaba a sentir pequeña, casi claustrofóbica. Siendo esto lo segundo que pensó Steven al intentar acomodarse, con la clara intención de desvestirlos a ambos, aunque sea de la cintura para abajo, y se le hiciese más sencillo el entregar y recibir placer en mejor calidad.

—Okay, veamos cómo hacemos esto—, se apartó con cuidado de la deidad, suspirando con pesadez al sentir el calor subir por toda la extensión de su cuerpo sin control alguno. Dió un vistazo general a su cuarto, evaluando sus opciones más cercanas—. Supongo que algo debe servir.

Sonrió con un poco de autosuficiencia plasmada en su rostro al momento en que sus ideas se iluminaron. Giró la silla donde aún Khonshu permanecía sentado, observando con recelo las intenciones poco claras de su avatar.

—Te gusta vernos en acción, no es así? —Le preguntó intentando sonar lo mayormente coqueto que puede, haciendo a su vez lo mejor posible para caminar con las piernas hechas flan hacia el escritorio. Un asentimiento de parte del dios fué la única respuesta que necesitó para continuar.

Steven se sentó sobre el escritorio, tirando algunas de las cosas que cayeron al piso de madera con ruidos sordos, dándoles un vistazo de reojo, un poco dolido de tratar así sus pisapapeles solo por su calentura.

Se revolvió un poco en su lugar, no sabía exactamente cómo iniciar la propuesta que él mismo le hizo a Khonshu, aunque la atención estaba puesta en él, en lo que podía ofrecer. Un breve recuerdo de su primera noche de pareja con Layla cruzó por su mente, la manera en que ella acaparó toda su ansiosa atención con solo una mirada, y un tipo de exposición visual de lo que tiene por ofrecer para una noche divertida siendo desenvuelto sobre la cama. Suspiró decidiendo imitar un poco de aquella sensualidad. Completamente inseguro de si podría hacerlo bien, pero compensaba con entusiasmo, eso debe valer algo, verdad?

Empezó a tocarse a sí mismo. Dispuesto a seguir la orden dictada para ver si lo animaba a acercarse. Deslizó con bastante lentitud sus manos sobre su cadera, su cintura, su pecho. Una de sus manos subió por su cuello, pasando por su mentón y llegó a su boca para empezar a ahogar jadeos con sus dedos en sus labios, mientras la otra mano exploraba el interior de sus pantalones, siendo delicado, tierno consigo mismo, cerrando los ojos para imaginarse que quien manipulaba su pene así era el dios.

Mientras pasaba el tiempo, su erección cada vez más endurecida, algo en él le estaba disfrutando demasiado de esta situación. Dando un espectáculo innecesario. Sintiéndose tonto por esperar el mismo tipo de respuesta de un ser que simplemente se salía de las normas de su realidad en variedad de sentidos. Supuso que se detendría cuando mirara la expresión ajena, pero su reacción fue todo lo contrario. Ese rostro sereno le devolvió su apuesta con una sonrisa. Interés en esa mirada.

Su respiración se estaba acelerando, al igual que los movimientos de su puño envuelto alrededor de su erección, bombeando con fuerza y rapidez.

—Mírate, Steven Grant.

La diversión goteando de aquella voz profunda, el más alto se puso de pie sin hacer el más mínimo ruido al acercarse, "Ofreciendo todo de ti para alguien que simplemente no lo valorará— estaba lo suficiente cerca para que las palabras que decía no fueran más que meros susurros dignos de los demonios más tentadores del infierno—. Tocándote con lascivia frente a aquel que te otorga las herramientas necesarias para ser un avatar digno, solo para que…"

Miró hacia la entrepierna del humano. Negando con esa sonrisa sardónica aún bastante notable.

—La desesperación se apodere de ti, de tus manos y de tu dolorosa erección. Un ser despreciable. Patético.

El insulto debió molestarlo de la manera acostumbrada, no de la forma en que sintió un jalón en su entrepierna y las ganas de querer llegar a su orgasmo en ese mismo instante.

Recibió una caricia en su mejilla, el contraste de temperatura generando escalofríos hasta la médula, se abalanzó a esa minúscula sintonía de contacto como si fuese un salvavidas. Recibiendo más de ese tipo de gestos suaves que hoy en día le abundaba más, nunca le saciaban. Ignoró cómo su alrededor se empezó a oscurecer, un tipo de negrura que no era comparable al desmayo de la muerte, un tipo de espesor que solo aparecería en sus peores pesadillas, algo que solo le recordaba a las cuencas vacías de la cabeza de halcón que acechaba la mayoría de sus noches.

El decoro se despidió de ellos hace minutos, no valía la pena seguir fingiendo ser un purista en esto. Jake solía encargarse de ayudarlo cada vez que coincidían para llevar el cuerpo, compartiendo desde el café, algunos cigarrillos hasta la masturbación. Claro, al principio pretendieron darse espacio mutuo, falsas sensaciones de privacidad hasta que una noche fría en el taxi y unas cuantas alucinaciones visuales de ambas partes, les llevó por un camino de perversión que manchó de semen la idea de hermandad que supuestamente tenía su sistema. Ahí se dieron cuenta de varias cosas, muchas de ellas se resolvieron para convertirse en su nueva actualidad. Se sentía un poco solitario sin las alabanzas del guatemalteco, pero supone puede arreglárselas siendo solo él en esta ocasión.

Detuvo los bombeos, para encargarse de acariciar la punta de su pene. Deslizando sus dedos entre las hileras del líquido pre seminal que empezaban a humedecer los roces haciéndolos más amenos.

"Kho– Khonshu". Maldita sea, suena ridículo y apenas ha comenzado a hablar.

—Si, gusanito.

—Necesito…

—Necesitas.

Quiere golpearlo. Sabe que solo son intimidaciones leves, pero con el calor de su excitación lo último para lo que tiene cabeza es para responder a la altura infantil de las repeticiones de sus propias palabras.

"Que me folles".

Sale un susurró apenas audible para sí mismo. Sabe que el otro lo escuchó alto y claro, también se esperó lo obvio.

—Si no alzas tu voz, no seré capaz de oír las plegarias que rezas.

Tomó aire. Soltó su pene, por más que duela tenerlo atrapado entre sus ajustados pantalones. Liderando una mirada suplicante a aquellos ojos vacíos y se repite en voz alta la demanda más cargada de fé que ha hecho en toda su jodida vida.

—Dios mío, necesito que me folles.

La suave mano que acariciaba su rostro se fué a perder entre los rizos desordenados de su cabello apretando en un puñado, un jalón fuerte hacia atrás, su garganta completamente expuesta a lánguidos dedos que se demoran en tallar su anatomía bajando cada vez más con anticipación silenciosa.

Khonshu se acercó a su oído, y con una voz tan humana (que le generó más preguntas) la respuesta a sus plegarias llegó—. Hijo mío, tus rezos son escuchados. Te otorgaré un poco de misericordia.

La mano libre se fué al vientre, generando algo de presión en la zona mientras llegaba cada vez más al sur del cuerpo que temblaba de anticipación, las partes de látex del traje se desenredaron, liberando su piel de la sensación de aprisionamiento, su pene salió con un salto de entre los pantalones que se deslizaban por la gracia de la magia. Rojo, palpitante y doloroso, esas eran las palabras para definir lo patético que se veía lo que se erguía orgulloso contra todo pronóstico entre sus piernas. Una pieza de carne sensible, bastante prometedora para el ser omnipresente a su lado.

Lo envolvió, un agarre experimental, tanteando como seguir con unos cuantos bombeos lentos que le administraron la información suficiente para aumentar la velocidad. Girando la muñeca una vez que era adecuado, los intervalos donde aflojaba la presión contra los que apretaba al borde de poder sentir dolor. Sintiéndose más duro que en un inicio, su fantasía no se comparaba en nada con la verdad de ser complacido por un para de manos novedosas.

Aunque, algo en él quería recalcar que solo era por la sensación de miedo a dejarse manejar por completo a un ser tan poderoso. De alguien que sabía era capaz de destrozarlo de dentro hacia afuera sin necesidad de un solo roce de presencia.

La idea era atractiva en niveles poco normales. Queriendo pedir eso. Que le destrozaran a tal nivel que volverlo a armar sería imposible. Querer sangrar.

Sintió algo afilado hacer presión en su cuello. El cosquilleo de una cortada superficial erizó los vellos de su nuca, seguido de otro más profundo, todos en lugares completamente ajenos a las partes importantes donde estaban las venas y arterias, los roces de aquello que abría heridas en su piel se detuvo cuándo la mano de Khonshu que ahí descansaba se alejó lo suficiente para que el avatar pudiera divisar que las uñas fueron reemplazadas por garras. Garras bastante afiladas.

—¿Qué opinas? ¿Te son suficientes para tu necesidad de sangrar? —No esperó a que respondiera, Steven jadeó de dolor, corcovado instintivamente contra la pila de libros sobre el escritorio. Un corte más profundo que los anteriores se extendió en una exquisita línea recta sobre su clavícula. La sensación literal de su piel abriéndose llegó cargada de un nuevo conocimiento sobre su cuerpo.

Se mordió el labio ahogando un gemido, sus manos raspaban la madera sin saber de dónde sostenerse.

El ente cósmico se colocó delante suyo. Usando los vendajes del traje para separar sus extremidades, su erección nunca desatendida fué envuelta en lino áspero en la base y bolas, sosteniendo la zona de piel tan sensible. Manteniéndose el ritmo de la paja sin planes de detención.

Otro corte en su abdomen lo hizo temblar. Aguantando sus ganas de ser muy vocal muy pronto.

La presión detrás de sus ojos a estos días ya era común. Los ligeros empujones de conciencia de alguno de sus alters lanzando consuelo con pequeñas muestras de pánico inevitable. Intentó responder devuelta, más los cortes que seguían rasgándose en su piel no daba mucho margen de maniobra.

Debe mantener el muro de su mente en alto. Si los chicos se llegan a enterar de que el Dios que supuestamente tanto odia y desaprueba le está masturbando a la vez que le susurra sus mayores fantasías al oído y, sumando a ello, que quizás comparten fetiche con ser mutilado, si… es posible que implosione de la vergüenza. Posiblemente nunca más tomaría el cuerpo. Desaparecer como cenizas al viento durante años, es claro como el agua que él no necesita esa experiencia. No queriendo ni suponer que tipo de reacciones tendrían Marc y Jake, y sabe de antemano que si esos dos se enteran, Layla también lo sabría, e inevitable Taweret también llegaría a saberlo. Por qué lo que tiene la diosa de agradable y animosa también lo tiene de metiche, como a su vez poco sentido de decoro en mantener algunos temas demasiado personales fuera de las conversaciones generales.

"Piensas demasiado, pequeña golondrina".

Abrió los ojos, no recuerda haberlos cerrado, de igual manera se enfoca en el falso hombre que sigue proporcionándole placer. Las dudas deben verse reflejadas en su expresión ya que recibe un memorando de las capacidades de él.

—Recuerda, quizás no puedo ejercer total control mental en ustedes, pero tampoco están protegidos de mis influencias—. Okay, esto definitivamente es una advertencia a temer, aunque dándole contexto tiene sentido que algo así ya haya sido usado por la deidad para mantenerlo exclusivamente a él, Steven, fuera del camino adornado como “El Puño de la Venganza” por bastante tiempo. Sabe que llevaba 2 meses concurridos antes de todo el desastre del Cairo, pero gracias a Marc sabe que realmente llevaba más tiempo dando pequeñas vueltas alrededor de forma progresiva y que procuraba mantenerlo oculto, de ahí que se le permitiera un apartamento fijo, una mascota, pequeñas cosas hogareñas para empezar a llenar huecos de una vida imaginaria.

Cosas saludables, claro que sí—. Murmuró.

Un claqueo llegó a sus oídos, y alzó la vista al dios que se mordía su propia lengua para no burlarse en voz alta. Steven no pudo evitar su risa que fué acompañada por la de Khonshu cuando ninguno de los dos pudo soportar más lo absurdo de toda esta situación. Que maldito drama más grande era su vida a este punto.

Al recomponerse, ambos, miraron a la entrepierna del británico. Frunció el ceño a la manera que su pene parecía estar pensando por su propia cuenta, "Bastardo orgulloso" murmuró en desaprobación de las reacciones de su cuerpo.

—Si te quedas mirándolo tanto tiempo… ya sabes es un poco incómodo—le explicó a su acompañante, ya que extrañamente la erección parecía emocionarse de más con la mirada atenta cuando el dueño de esa erección estaba rojo hasta las orejas—. Es la primera vez que hago todo esto con alguien como tú, digo, me agrada que seas tú. Lo que quiero explicar es, emmm… solo no tengo mucha experiencia con el dolor de esta manera. En ese caso sería mi primera vez siendo sumiso en toda la extensión de la palabra, y ni siquiera tenemos una palabra de emergencia o algo así. Lo cuál es bastante peligroso, me preocupa que nos-

—Seré gentil—. Le dijo contundente, mientras le acariciaba desde la rodilla hasta las caderas. Dejando que esas dos palabras acabaran con toda esa incesante lista de divagaciones.

Khonshu volvió a entender porque solía molestarle tanto este aspecto concreto de su avatar. Mucha charla, muchas preguntas, muchos pensamientos de los cuales era consciente. No soporta eso… la mayoría de las veces.

Se arrodilló delante del castaño y comenzó a besarle los muslos, regando besos por toda la extensión que fueron avanzando a mordidas y chupetones que juraban iban a desgarrar la piel, alrededor del miembro. Aquella lengua que degustaba el sabor de almizcle entre sangre y sudor pronto pasó por el interior de los muslos, por su ingle, y para cuando estuvo más cerca, acarició con la lengua los testículos, agarrando el escroto con las manos, para facilitar el chuparlos y lamerlos con esmero. Creando una saturación de sensaciones a causa de las emociones contradictorias, Steven no podía parar de jadear.

Aquella lengua se deslizó hacia arriba. Degustando la extensión completa de la erección, bajando con algunos besos y lametones casuales, sosteniendo entre sus dedos la punta que era acariciada sin detenimientos. Claramente degustando las reacciones más vocales resultantes de extender lo mayor posible los preámbulos. Toda una preparación para el momento de ser engullido hasta la base por la deidad.

Jesucristo… —Exclamó sin aire antes de soltar un grito por la repentina sensación caliente en sus muslos. Un dolor infernal acaparó sus piernas sintiendo como los músculos eran perforados en múltiples zonas, con una presión ejercida que amenazaba con partir sus huesos. Se cubrió la boca por el desliz, negándose a mirar hacia abajo, no quería saber la manera en que sus piernas se estaban humedeciendo posiblemente con su propia sangre, o como las heridas estaban siendo hechas.

Intentó moverse, saber si era posible escapar por si esto llega a ser demasiado, como si ya no fuese demasiado para él. Pero, aquí estaba persistiendo, más cercano a un tembloroso gato mojado que a un actor porno sensual. Aún con todas sus ganas de salir corriendo su cuerpo en sí mismo no estaba respondiendo a los gritos de ayuda en su mente. Reclamos de no poder hacer algo tan básico como huir, a que los pensamientos intrusivos le recordarán claramente que quería esto, necesita esto.

Le está gustando este tipo de miedo.

—Kho-... Khonshu ¡Khonshu! Por favor para-...— El dolor persistía, pero el placer se disparó como un géiser, como si hubiese una resistencia mental que solo debía deshacerse para alcanzarlo—. O no, yo ah! Maldición… joder!

Claro, la deidad seguía dándole una mamada, la deidad más celosa que nunca hubiese conocido. Está bastante consciente de los momentos en que Marc quería mantener sus creencias judías aún activas en su vida y los comentarios mordaces de perra sarcástica que Khonshu daba no hacían fácil el tener un hogar plurireligioso. O sea, el propio Steven nunca fué practicante de sus creencias, así que es relativamente la primera vez que es la parte receptora de esa necesidad de posesividad religiosa de su dios.

Los creyentes y feligreses debían ser una parte importante de sí mismos para los dioses. Era hasta comprensible en ciertos ámbitos. De igual manera aún había aspectos que mejorar.

Las propias manos de Steven aún cubrían su boca. Los gemidos ahogados que le quemaban la garganta, los espasmos haciendo que cada corte fuese más doloroso que antes. No iba a aguantar demasiado. "Espera". Murmuró tembloroso entre sus gemidos, volviendo a colocar su mano como amortiguador de ruido, mordiendo la piel con fuerza hasta hacerse sangrar. Intentó volver a advertir siendo en vano, no había palabra coherente que decir en su situación.

Entre tantas sensaciones que volvían papilla su lado más racional se permitió ser. Entregándose a su orgasmo en el momento en que llegó.

Se enroscó sobre sí mismo, sus piernas atrayendo lo más cerca posible a Khonshu que parecía estar imperturbable recibiendo la descarga de semen en su paladar, mientras se encargaba que la agitación del cuerpo de su avatar no se fuese en su contra y ocurriera algún accidente desagradable.

Una vez empezó a descender del pico de placer, se volvió demasiado consciente de la baja temperatura corporal de su acompañante, pero, ¿No debería su boca sentirse cálida? Recuerda perfectamente la sensación de calor húmedo que debe tener el interior de un cuerpo humano, esto es más cercano a la sensación helada que tuvo al meter su mano por uno de los huecos del cráneo del Dios, tampoco está del todo claro si esta sintiendo las contracciones de una garganta o solo es una simulación más por la apariencia externa que tiene Khonshu en estos momentos.

Miró hacia donde estaba el Dios entre sus piernas, observando cómo se liberaba de ese lío de extremidades que se hizo Grant a sí mismo. Sacó la polla con un sonido húmedo bastante vulgar, relamiendo sus labios manchados degustando cada ápice de placer que desprendió del humano.

—Steven Grant—, al nombrarlo sostuvo su rostro con una de sus manos, las garras afiladas apuntando a su piel listas para desfigurarle el rostro o dejarle ciego. Pasó saliva como pudo, escuchando el roce de las correas de su propio traje, apretarse alrededor de su pecho, cortando poco a poco su habilidad para respirar con normalidad—, para la próxima que menciones a algún otro mientras compartimos recámara no me haré cargo de la manera en que reaccione —. Esa voz era de un tono calmado, sereno e imperturbable a las amenazas que daba— ¿Entendido?

Asintió desesperado. No necesitaba pensarlo dos veces, ya es demasiado por sí solo el hecho de tener algo que ver con todo esto, y de igual modo seguir excitado sin ningún remordimiento acechándolo, es suficientemente problemático para toda una vida. Suspiró cuándo la amenazas físicas se detuvieron.

Respirando con dificultad sintiendo el corazón en la garganta, observó desde su postura encorvada al egipcio, queriendo pegarse un tiro en medio de las cejas cuándo sus manos temblorosas sin ayuda externa decidieron explorar por mínimo que sea el cuerpo delante suya—¿Puedo seguir tocándote?— Una leve ofrenda de paz, como una disculpa por su mal comportamiento. Dando una mirada de cachorro triste que a Khonshu poco impresionó.

El dios acortó la distancia física entre ambos, asintiendo, dando permiso al inclinarse sobre el escritorio con una expresión de curiosidad genuina adornando sus rasgos en un intento de comprender las intenciones de su avatar, sobre lo que sería capaz de hacer en el estado en que se encontraba. Steven por su lado sin saber exactamente cómo continuar con esto, se acercó a Khonshu, sus labios pasaron de un roce en una mejilla a descender hasta el cuello, besando y lamiendo la piel oscura con la intención de dejar marcas de diferentes tonalidades que es más que seguro desaparecerán en agradecimiento de sus poderes de curación, y la otra apariencia más monstruosa.

Deslizando sus manos con torpeza, aferrándose al cuerpo delgado que se escondía entre las capas de ropa, tirando de algunas de las joyas que decoraban sin modestia al Dios, para que fuera más sencillo el intento de desvestirlo. Dejó los brazaletes finamente tallados en un hueco vacío de la estantería cercana. Descendiendo progresivamente hasta las caderas, un poco demasiado sorprendido de la forma en que las curvas por escasas que son estaban dejando en claro que esto se parecía más al cuerpo cubierto por vendajes de momia del otro aspecto con cabeza esquelética. Delgado, firme y… grande.

Steven miró hacia la entrepierna ajena, ahora sintiendo sus manos sudorosas. Varias ideas de cómo aquello que se escondía ahí dentro podría verse, ¿Sería algo más cercano a genitales de aves o tendría una forma humana? Incluso podría ser una pirámide, esa idea sería graciosa de ver, aunque puede ser un genital completamente distinto a lo que se conoce. Quizás algo monstruoso, los tentáculos suena una propuesta exótica, aunque no se sentiría capaz de aceptar follar con algo así.

Tardándose el tiempo suficiente en su indecisión de si tocar o no tocar, llegó a desesperar al más alto, el cual le sostuvo de la muñeca y guío su mano para tocar el bulto en la entrepierna. Cuándo se sentó encima de aquello era más suave, ahora mismo esto era duro. Delineó sobre la tela hasta dónde alcanzaba la erección ajena a acomodarse entre las telas y se detuvo cuándo no estaba seguro de si quería seguir jugando al explorador con esa parte del cuerpo ajeno.

—Esto se podría considerar que estás presumiendo, sabes? —Comentó el humano, sin saber como liberar a su deidad de la ropa que le cubría, "Malditos mantos ceremoniales bellamente bordados" pensó al azar de la túnica mientras buscaba el borde superior de los pantalones.

—Puede que tenga mucha presunción la mayor parte del tiempo, aún así, este caso no lleva nada de esas cualidades.

—Claro. Porqué dijiste que no traías tu bastón contigo, pero perfectamente lo estoy sintiendo —Palmeó sobre la erección, logrando una burla sin malicia de parte de el ente.

—¿Y qué tal? ¿Te agrada lo que todavía no has visto?

Sonrió tontamente sentido como un adolescente cachondo en una de sus primeras veces— Quizás.

Consecutivamente, sus manos sacaron el miembro de la prisión de tela, mencionaría que fué sencillo, sin embargo; no sabía si el limitante eran las únicas prendas semi puestas, o si podía llegar a ser la mutua desesperación por la euforia en él que les hacía mantener el roce físico como una constante, aunque; en un modo personal Steven culpaba al pseudo sentimentalismo que estaban generando, y por lo pegajoso que se estaban tornando. Bueno, eso último ya es culpa de los múltiples fluidos que se están secando sobre su piel.

De todos modos se quedó perturbado con lo que tenía entre sus manos. Lo movió un poco tanteando el peso y lo inesperadamente duro al tacto, no quería pensar demasiado en qué quizás el miembro de Khonshu ni siquiera estaba del todo erecto ¿Lo peor de todo? Es que parecía completamente humano, hasta convencional en la estética, nada demasiado abultado, ninguna curvatura pronunciada o venas de más, esto era un pene humano totalmente creíble a dulce excepción del tamaño.

—No —Comentó exudando seriedad— No hay manera en esta vida que esta arma mortal entre en mí. No, no… es que- —Se atragantó con su propia saliva en buscas de la palabra correcta para definir el conjunto de emociones que solo mirar ese trozo de carne estaba generando. Miró entre el pene que estaba sosteniendo y al rostro del dios al cuál pertenecía. Ignoró la sonrisa sardónica que adornaba ese jodido rostro apuesto, para enfocarse en su indignación.

Inevitable en su caso; comparó el grosor con uno de sus brazos, así afirmando por completo que iban a partirlo a la mitad con solo el uso de los primeros centímetros.

—Voy a quedar liciado — Murmuró.

Hundiendo su rostro en el pecho de Khonshu, ahogando los quejidos de su poco atrevimiento. Joder, había manejado a parejas bien dotadas en el pasado, o eso puede asegurar, tanto hombres como mujeres. Pero, esto? Esto es un nivel totalmente diferente.

"Vas a estar bien". La voz de él dios era un tipo de bálsamo, deslizándose entre sus oídos con esa reverberación que agitaba cada átomo de su cuerpo— Empecemos con lo básico. Si lo haces bien recibirás una buena recompensa.

—Ah sí? ¡¿Y qué sería?! —Cuestionó abriendo distancia suficiente entre ambos para hacer contacto visual sin necesidad de torcer el cuello en ángulos incómodos.

—Abre la boca —Acató la orden. Un poco molesto de que su pregunta fuese ignorada.

Recibió un pulgar sobre su lengua que parecía interesado en deslizarse ociosamente por el músculo, raspó con la uña los dientes superiores, girando un poco la muñeca para pasar a presionar su paladar. El castaño no sabía cuál eran las intenciones del contrario, tanteando con la idea de chupar un poco el dedo intrusivo mientras lo dejaba explorar cada centímetro de su boca. Sentía la saliva acumularse en la entrada a la garganta, molesta y resbaladiza, intentó tragar siendo detenido— No tragues. Escupe —. Su mirada fué a caer al pene que aún esperaba ser atendido.

Cuándo el pulgar salió de su boca, hizo lo pedido. Dejando escurrir la incómoda cantidad de saliva sobre su objetivo. Sus propias manos empezaron a trabajar. Sintiendo como la erección reaccionaba positivamente a sus interacciones, cada apretón o deslizamiento, al mover sus manos a la vez o llevarlas con ritmos contrarios. Una vez captó la forma en que su acompañante reaccionaba a cada uno de sus intentos de ofrecer placer, fue sin dudas más sencillo perder la impresión.

El dedo ajeno volvió a raspar sobre sus labios, dejándolo entrar y repetir el proceso varias veces. El tiempo que estuvo atento a volver el pene en sus manos más húmedo y resbaladizo, ya sea con sus fluidos o los propios de Khonshu, siendo un deleite escuchar como el dios daba indicios de disfrutar de lo mínimo que podía hacer Steven por él. Puede hacerse adicto a la manera en que se pronunciaba su nombre con tanta holgura, dándole comentarios que enaltecen indirectamente su ego. Algo en sí mismo estaba un tanto orgulloso de ser el causante de sacar los jadeos guturales del Dios lunar.

Siente una de las garras afiladas pasar por la extensión de su lengua, el paladar llenándose rápidamente de sangre, no tiene tiempo suficiente para procesar esta decisión antes de ser puesto de píe. Su boca fue despejada, seguida de ser devorada en un fogoso beso. Ruidoso, molesto y para nada comparable con todas atenciones previas que obtuvo de los otros traspases de saliva, esto era Khonshu tomando su sangre directamente de su boca. Degustando cada mísera gota que inunda su paladar. Cuando lo separa lo hace caer al suelo, no con brusquedad o intenciones de dañarlo, solo una orden que se hace clara con las siguientes palabras que le escucha pronunciar.

—De rodillas, Steven Grant.

Asiente acomodándose sobre ellas. El piso de madera es incómodo cuándo se encuentra así, y las correas en sus piernas cortando la circulación no ayudan a que sea más amena la experiencia. De igual modo sigue adelante, estos pequeños detalles se sienten como retos a completar.

Mantuvo un poco más las atenciones con sus manos, extendiendo lo mejor posible el preseminal, a la vez que reunía valor al respecto. Con el sabor metálico inundando su boca empezó a lamer, manchando con su sangre cada parte de la erección ajena que intentaba probar. El dolor le aturdía, y no es capaz de probar nada más allá que el cobre de su sangre. Prevaleciente a su idea de siquiera intentarlo un poco más, lograrlo, quizás. Al menos quedando satisfecho con lo resbaladizo que lo estaba dejando.

En un movimiento, Steven envolvió la longitud en su boca. Moviendo la cabeza hacia delante y hacia atrás, se perdió en chuparle la existencia a Khonshu. Se quitó para lamer la punta y descendió por el eje como si fuera la jodida cosa más sabrosa del planeta. Abriendo su boca, tomó la polla de Khonshu de nuevo. El peso contra su lengua, el ardor mientras empujaba la parte posterior de su garganta, y el dolor en su mandíbula hicieron que su mente se vaciará de todo pensamiento excepto de sacar cada gota de semen de su acompañante.

De los tres alters, Steven era el que más podía controlarse. Reprimiendose a cada paso. De hecho, mantuvo su margen de movimiento casi perfectamente controlado mientras hacía su magia. Pero, Khonshu, podía decir que Steven estaba cerca de romper sus propias reglas de auto control por el temblor en sus muslos como si le costara todo en su mísero cuerpo el mantenerse lúcido.

Respirando por la nariz, ahuecó las mejillas y chupó. Hasta que sintió una presión en su nuca, una mano hasta dónde supo, las correas alrededor de su pecho y garganta se soltaron por completo, aun si las sentía colgando perezosas sobre su piel, ya no ejercían presión. Relajó su garganta tanto como pudo, tomando a Khonshu. Dejando de respirar en el momento en que logró meter todo hasta que su nariz hacía cosquillas en la pelvis, se quedó un momento ahí acostumbrándose a la sensación invasiva.

Retrocedió, y no tardó en volver a aquello. El picor en su garganta se volvió en un ardor que sería desagradable para cualquier otro, para Steven es una nueva forma de dolor que estaba haciendo estragos con su excitación. La mano apoyada en su nuca fué quitada, una suave caricia entre sus rizos desordenados como aviso de que ya tenía el control de sus acciones. No lo quería.

Sostuvo la muñeca contraria, y volvió a colocar la mano de Khonshu en su nuca. Escuchó el tarareo profundo de aquella voz divina.

Es lo último a lo que estuvo pendiente.

Lo siguiente que sabe a certeza es que su garganta es follada al punto que siente su mandíbula trabada, y las lágrimas recorren su rostro cada que el reflejo del vómito aparece, preguntándose cómo no se ha terminado de atragantar o el porqué sigue respirando medianamente estable por la nariz. La tela blanca empezaba a teñirse de rojo en parte por estar sosteniéndose de aquellas prendas, que aún tiene puesto Khonshu, y en otras por la absurda cantidad de saliva y sangre mezcladas con los fluidos del dios. Steven está seguro de que algunos de los sonidos que están haciendo son de algunas gotas de fluidos chocando con el suelo de madera, los más prominentes son los de su boca.

Los más sensuales, son de la voz de Khonshu dándole ánimos a la vez que lo denigra de la manera más cruel que puede. Metiéndose con cada mísero aspecto de su persona al punto que lo vuelve algo menos que humano. Palabras textuales del Dios: "Solo eres un abominable abismo, más cercano a una caverna sin límites que a la grácil dama que amas". Steve sabe que no debería sentir nada de esto tan bueno como lo es, pero es así, le gusta y no puede esperar al momento de poder hacerle lo mismo al pelinegro.

Siguieron así un rato, hasta sentir su mandíbula dormida y el calambre en sus piernas se hizo insoportable. Dió algunas palmadas a los muslos ajenos, avisando que se detuvieran. Así sucedió.

Lo primero que hizo cuándo dejó de atragantarse con la polla ajena, fué escupir en el suelo, respirando con bastante dificultad ya que procuraba no ahogarse con su propia saliva a la vez que los intentos de ponerse de pie fracasaban uno tras otro. Ignorando deliberadamente que la anatomía de Khonshu se había reajustado para él. No pidió ser ayudado, pero sabe que Khonshu lo vió lo suficientemente mal como para tomarlo por los brazos y sentarlo sobre el escritorio.

Le vió manualmente desatar las correas en sus muslos, dejándolo encargarse de limpiar un poco el desastre que debía ser su cara.

—Te sobrepasaste un poco con tus capacidades —, la obviedad en sus palabras le ganó al dios un golpe de indignación en su hombro—. No hace falta violentarme —, rodó los ojos, que al carecer de iris apenas es perceptible, manteniendo su buen humor sin perder el sarcasmo.

Intentó hablar una, dos veces. Más las palabras se marchitaban en la punta de la lengua con el regusto abrasador de la sangre que chorreaba por las comisuras de su boca ligeramente abierta. Su cuerpo se sentía menos entumecido, pero cada vez más caliente, como si hubiera carbones ardiendo en su vientre. Pensó en sí mismo como una máquina a vapor, un horno repleto de carbón listo para arder y Khonshu sería el paleador con las herramientas necesarias para mantenerlo funcionando, prendido en fuego a la espera de producir un buen humo.

Su tercer intento de hablar fué demigrante. Con un susurro áspero dió permiso a continuar, "Podemos seguir, estoy mejor", dijo, apoyando sus manos en los hombros ajenos. Cortando las distancias con un beso.

Khonshu dejó escapar un suspiro áspero y se inclinó hacia adelante para mordisquear y chupar la piel del cuello de Steven. Saboreando lo que por ahí se deslizaba. Le hizo girar sobre el escritorio, recostando la parte superior del cuerpo dejando disponibles para la preparación a su intromisión todo lo demás.

Se detuvo un momento, apreciando el paisaje. Tomándose el tiempo para masajear, apretar y disfrutar de aquellas nalgas, queriendo bendecir a Marc Spector por mantener ese cuerpo en tan buen estado físico, y de paso a Steven Grant por llevarlo de esta forma. Cuándo tuvo suficiente, avanzó. Haciendo lo de siempre hasta que su dedo índice empujó por fin, permaneciendo allí por un momento antes de que comenzara a empujarlo hacia adentro y hacia afuera lentamente. Steven se aferró a sus propios brazos, enterrando las uñas en su piel, alzado de puntillas, desesperado por mantener su culo lo más accesible para los intereses de Khonshu. Se sentía mucho, mucho mejor que sus propios dedos. El toque de Khonshu fue seguro, experimentado, e inmediatamente se concentró en la próstata de Steven cuando gimió y empujó sus caderas hacia atrás sobre el dedo.

—M-más, oh Dios mío, por favor—, tartamudeó, y dejó escapar un suspiro de satisfacción cuando Khonshu obedeció de inmediato. "Está bien", murmuró—. No me romperé. Puedes... puedes poner los tres.

La voz de Steven es aceitosa como la oliva, probablemente por todas las ensaladas que ha comido. Arrulla a Khonshu en algo que solo puede describir como un riachuelo de agua cálida. Y culparlo, él mismo tiene un poco de alma de catador, y sabe nadar muy bien.

—No empieces a tentarme, aún estoy a tiempo de saltarme las preparaciones, gusanito— dijo Khonshu, entrecortadamente.

Steven se mordió los labios, apretando dolorosamente los dedos del dios. Y luego, como si fuera golpeado por un rayo, su cuerpo se sacude y deja escapar un grito. Siente desvanecerse por un momento, su mente dando vueltas a culpa de la sobre exigencia que está teniendo consigo mismo. Ni siquiera está al límite, sabe que puede tener otros dos orgasmos sin muchas complicaciones, pero del tipo que está teniendo esta noche no sabe exactamente cuántos más puede sacar de sí mismo sin enloquecer.

Como puede mira sobre su hombro, su interior sigue ocupado con los dedos, y su pene dolorosamente sigue intentando otorgarle la ansiada liberación de eyacular, estando aún restringido por las vendas de lino que lo envuelven al borde de ser doloroso.

Sigue en ese vaivén de sensaciones. Dejando que Khonshu le siga mostrando los límites de su propio cuerpo através del sexo, el dolor y la magia, queriendo ser follado como a su vez destrozado, deseando en alguna parte el mantener la conversación, solo para calmar lo feral que se esta poniendo con cada abuso de los dedos ajenos a su próstata. Todo su cuerpo se sacude una vez más, suspirando cuando la ausencia de algo en su ano fué lo que tomó protagonismo, aparte de los gemidos, pidiendo misericordia al dios menos bondadoso que existe.

Khonshu presiona su pelvis firmemente contra las nalgas de Steven, proporcionando fricción con su polla dura. Steven hace un pequeño ruido de pánico, como si se estuviera dando cuenta de la imagen completa de lo que está a punto de suceder. El Dios no puede evitar reírse de la actuación del chico. Gimiendo con la cara presionada contra la nuca del humano mientras Steven trata de levantarse, frotando su trasero contra la erección debajo suya en el proceso.

Es reacomodado, girado como una almohada cuando se calienta y buscas el lado frío, escuchando de fondo el rechinar del escritorio que le genera cierta sensación de deja vú que no debería tener. Recordando a brevedad una noche que claramente no vivió en una casa completamente distinta a su apartamento, ¿Es eso un recuerdo de Marc o de Jake? Supone rápidamente que no está en la condición necesaria para otorgar sentido al revoltijo que es su mente en este momento. De todas formas el londinense ahora solo se encarga de gemir el nombre del Dios de la Luna entre los jadeos arrebatados por el contacto brusco entre sus cuerpos.

Podía sentirlo abrirse paso en su ano, esta vez con su polla, acompañado de la delicadeza más cambiante que podían darse el lujo de tener en esta situación. En su mayoría movimientos lentos y profundos, permitiendo apretar los músculos de su recto en un truquito que adoraba hacer mientras veía como Khonshu titubeaba al tomar retroceso asegurándose de no parecer tan encantado con la situación, desde su perspectiva Steven casi podría afirmar que el dios parece no querer salir de ahí nunca.

"Eres cálido".

Si no fuese por la cercanía física entre ambos es posible que no escuchara ese susurro. Un tipo de adoración inesperada al cuerpo mortal que un dios como Khonshu rara vez daría, por no decir nunca.

Tu eres frío —Esos ojos negros se elevaron al igual que las comisuras de los labios, un resoplido fué la respuesta—. Quiero decir, físicamente… Tu cuerpo es frío.

—Puedes culpar a mi magia nocturna de ello.

—¿Cómo funciona eso?

La cabeza de Khonshu se ladea un poco, y Steven piensa en una paloma, se detiene todo movimiento pélvico entre ambos la tensión sigue en aumento cada que la conversación toma más protagonismo que el sexo, ninguno de los dos se queja. Supondrá que así será hasta que ambos estén saciados tanto en conocimiento como en placer mutuo.

—Asociación, más que connaturalidad, mis poderes están ligados a diversas facetas de mis aspectos —, a la vez que explicaba acariciaba el rastro de marcas que dejó entre los muslos del mortal— y claro, mi magia. Ahora mismo estoy ejerciendo como dios del cielo nocturno y la noche está fresca, posiblemente llueva cerca del amanecer.

—Si hace calor serías cálido.

—Exacto.

Una mano cayó sobre su pecho, apoyándolo aún más sobre el duro mueble sintiendo el balanceo de caderas reanudarse con lentitud suficiente para que sea ciertamente molesto, nada negativo, solo esa picazón de mandar al carajo toda preparación física por la necesidad de placer que se siente tan lejana como presente, un tipo de velo que solo está a un arrebato de parte de ellos para follar como un par de animales en celo.

Su corazón aún retumba de entusiasmo. Esto se siente desordenado, aunque funciona para ambos, eso es lo único que importa.

Me gusta así como está—, Las palabras se resbalan en su lengua, pesadas, le recuerdan a la miel, bueno aunque el regusto ceroso se quede en el fondo de su paladar— El frío, es lo que quiero decir —. Un asentimiento, una confirmación silenciosa mientras continúa adaptándose al tamaño de Khonshu.

Cuando Khonshu sacó su polla hasta que solo quedó la punta, y empujó lentamente hacia adentro, solo para detenerse en la próstata de Steven, empujándola con insistencia, dejó escapar un fuerte gemido. Sus dedos agarraron inmediatamente los brazos de Khonshu para sostenerse mientras estaba recibiendo las embestidas que fácil se describirían como mucho y demasiado.

—Dios mío, no te detengas.

No se dio cuenta de que lo había estado diciendo en voz alta. Pero Khonshu lo escuchó claramente, y cuando empujó dentro, el chasquido de sus caderas no fue nada suave. Fue como si se hubiera roto la presa y se hubiera desatado el infierno, o más apropiado decir que era el cielo. Steven solo podía aguantar por su vida cuando Khonshu finalmente tomó lo que quería, de la manera que quería, tal como lo había prometido. Su polla era un peso pesado por dentro, un rápido deslizamiento de calor que hizo que Steven gritara el nombre de Khonshu en sílabas entrecortadas.

Desconocido totalmente de esta manera en que su cuerpo podía configurarse en nombre de la excitación se volvió muy consciente de todo. Desde el cómo colocaba las manos, de la forma en que sus piernas se enroscan alrededor de las caderas de Khonshu. Necesitando más fricción, contacto de cualquier tipo que su desesperación sea capaz de aceptar para apaciguarse.

Otros momentos eran erráticos, un subidón de adrenalina mutua que lograba maravillosamente una coordinación de sus caderas en busca del preciado orgasmo. Que por parte de él, estaba a la vuelta de la esquina. Khonshu le había quitado dos veces el poder sentir su ansiado clímax. Llegando al punto de que el avatar use sus confiables manos en su desatendida erección.

Grant dejó de apreciar los rasgos de su acompañante en el punto exacto que su cuerpo se tensó, queriendo cerrar sus piernas con el impedimento obvio de la postura en la que están. Entendiéndose lo justo de sus propias palabras entrecortadas pidiendo “No te detengas” y varias repeticiones de la palabra "más" al pelinegro.

Iniciando una secuencia brusca que su mente difusa en el placer con suerte captó. Sus manos fueron plantadas sobre su cabeza sostenidas sin piedad por las correas de su propio traje, su erección ahora desatendida se balanceaba entre ellos con obscenos sonidos que eran cubiertos por sonidos aún más obscenos que hacían sus caderas en cada embestida donde la polla del dios se encuentra golpeando su próstata.

El olor cobrizo de la sangre que goteaba de sus heridas como a su vez la picazón de los lugares donde los cortes y moretones se formaban es demasiado, lo hacía temblar, gemir, jadear. Reverberaciones no solo del estado tan extremo de su cuerpo, de la necesidad de más, está necesitado de tacto de este tipo, único y repulsivo.

Alguien que le de igual pasarse de la raya con él, que no lo trate con la delicadeza de una vasija de cristal, o que parezca se mueven sobre cáscaras de huevos. Quiere ser aplastado, aprisionado, herido, atado, mordido, follado hasta el límite de su cuerpo sin ningún tipo de remordimiento. Sin pensarlo, solo entregarse a este tipo exacto de dolor donde de alguna manera tiene control.

Se retracta del pensamiento de que la anatomía de Khonshu se había adaptado a él, aquí había pasado algo ya sea por su fisionomía sobre estimulada o por un aspecto religioso-mágico, ya que estaba claramente sintiendo que empujaban su estómago. Quizás está teniendo una alucinación por placer ¿Eso siquiera existe? Steven no lo sabe, seguro lo averiguará si siguen así. Lo bueno es que seguirán así.

Su orgasmo es menos que magistral, pero es todo lo que necesita. Una liberación que le permita un descanso breve antes de seguir. No hay un grito o gemido alto, tampoco una actuación erótica del clímax, se agarra de lo poco que tiene al alcance, desenredó las piernas de la cintura ajena y se extiende como un gato, espalda curvada con espasmos musculares que es posible le generen un calambre de lo fuerte que se está revolcando en su escritorio jadeando por un poco de misericordioso aire. El semen disparado entre sus cuerpos manchando su torso es ignorado cuándo entre bocanadas de aire los labios de Steven fueron acaparados con fervor.

Una lengua invasora se mueve por su zona bucal, mientras unas manos aprietan posesivamente sus caderas posiblemente dejando impresos algunos moretones sobre su piel. Es empujado una vez más para quedar recostado en el mueble a la espera de la baja eufórica de su cuerpo a ese estado de masilla sin huesos que queda después del orgasmo. Intenta separar a Khonshu de él pero se encuentra correspondiendo al beso con la misma intensidad, aspirando aire de los pequeñísimos intervalos que se le permiten para no desmayarse.

Está adormilado. Pero es incapaz de cerrar los ojos, la energía aún se siente vibrar por cada fibra de su cuerpo, y capta demasiado tarde que el traje está haciendo de las suyas a orden de su verdadero dueño. La sensación de ardor en su pelvis se desvanece, todo lo demás se queda, sabe porque, y de igual manera intenta preguntar.

Se separaron del beso como puede haciendo un sonoro chasquido, y sin buscarlo termina golpeando la parte posterior de su cabeza con la madera. Escucha un murmullo de disgusto, y el dolor de cabeza se va con eso—. Gracias, eh… —Toma una respiración profunda, eso sirve de un carajo ya que su voz sale rasposa— Lo que quiero decir, entonces si vamos a tener otra ronda, no?

Solo recibe una mirada plana como respuesta.

Oh, okay. Solo preguntaba —se desploma haciendo algunas señas apaciguadoras con sus manos. Todo en él sigue zumbando, se siente… exacto.

—Casi se me olvidaba que puedes llegar a ser increíblemente despistado—. Las manos que lo sostienen cambian de lugar, ahora apoyándose en la parte trasera de sus rodillas antes de verse levantadas al ser doblado sobre sí mismo con relativa sencillez para tener sus piernas presionando contra su cuerpo, el culo en alto, y ahora tiene una expresión de comprensión, el único que ha llegado al orgasmo es él.

—Sigo bastante sensible.

—Seré gentil.

Es la mentira más obvia del mundo, y no hay fé que le respalde.

El más alto se arrancó el collar Usej que aún colgaba de su cuello, las cuentas sueltas de oro envejecido cayeron sin importancia por el lugar, lo poco que le quedaba de ropa se esfumó con la suave brisa helada que parecía siempre seguirle.

Dando un espectáculo del cuerpo que se resguarda detrás de los telares de diferentes tonos de grises, plata y oro. La vista era lo que Steven se imaginó que podría haber debajo de los vendajes de momia en el cuerpo con cabeza aviar, solo que nunca esperaría un cuerpo que al igual que el rostro de su dueño no sabe afirmar si es del todo femenino o masculino, adornado con las cicatrices oscuras que se pierden entre las mismas sombras que parecían consumir la silueta de esa imitación de cuerpo humano, tatuajes envejecidos, desteñidos, pocos, pero igualmente interesantes. Un cuerpo modesto, pero deseable y divino. Si ese era el frente, ¿cómo sería de espaldas?— Mierda, solo te vuelves más atractivo por minuto.

Si sigues dando alabanzas será posible que termines esperando una cría mía—. Escupió en el agujero aún dilatado, alineando la erección con su entrada una vez más.

—No creo que me moleste… en gran medida de las cosas.

No hubo respuesta verbal, solo un empujón fuerte que le hizo temblar. Lo tenía nuevamente dentro suyo, haciéndole suspirar de alivio que todo volviera a retomarse. Esa presión sabía bien.

Movimientos erráticos, si antes eran rápidos, esto sería el siguiente paso. El más alto ya buscaba sólo su propio placer a su gusto personal, la próstata del hombre rara vez era tocada en esta posición que tenían ya que en algún momento de las embestidas ambos ya estaban sobre el mueble que rechinaba y golpeaba en ruidos sordos la pared compartida con su vecino. Si había algo de misericordia en todo esto, pedía que no fueran a quejarse del ruido en éste momento. Si un Khonshu molesto era una fuerza a respetar, no se imaginaba un Khonshu frustrado de no poder tener un orgasmo adecuado.

Sus manos fueron desatadas a favor de que las correas mantengan sus piernas cerca de su torso en ese ángulo que le provocaría un infernal dolor de espalda al día siguiente.

Terminó sosteniéndose de los hombros contrarios, clavando sus uñas con fuerza en la piel oscura, una capa fresca de sudor se adhería a esa falsificación de piel humana. Tenía ganas de besarle y dejar marcas, muchas marcas, quizás de sus dientes o chupetones que dejarán la piel más oscurecida. Las ideas de sus intenciones revoloteaban en multitud de posibilidades. El británico volvió en sí cuándo notó que la habitación empezó a aclararse, como si alguien hubiese encendido cada lámpara y bombillo. Mirando a su alrededor notó que no era, efectivamente, ninguna de las lámparas. El brillo provenía de las ventanas, como un faro en mitad de un tormenta la luz de la luna que estaba reflejada en cada mínimo objeto bañando el cuarto en una claridad plateada.

Siluetas bailaban en los bordes de su visión, causando algo de mareo, a la vez que todo se fugaba fuera de lugar. No había forma de describir ese tipo de estado, ya que entre tantas disociaciones que ha tenido en los últimos meses y vértigos por adrenalina, no había sentido nada similar a esta especie de ingravidez.

La respiración de la deidad se tornó pesada, la reverberación en su tono de voz regresó a lo que estaba acostumbrado a escuchar. Jadeos suaves se escapaban de esos labios al conjunto de pocos murmullos con el nombre de Steven de protagonista, y quizás algunas maldiciones en algún idioma antiguo que en otro momento preguntará qué significan.

—Esta bien, mi señor, lléneme con su semilla —no tenía idea de porqué estaba diciendo esas palabras, pero se sentían correctas. Súplicas que no eran del todo verdades y tampoco del todo mentiras— Lo quiero todo. Preñeme, permítame adorarlo por todo el placer que me ha estado brindado esta noche. Usame como más te plazca, siendo yo tu fiel avatar necesito todo de usted.

Hicieron contacto visual por un miserable instante. Si por algún casual hubiese estado presente algún tercero en la habitación habría notado el brillo blanquecino en los ojos del avatar, como a su vez la oscuridad, proveniente de Dios, consumía esa tenue luz. Una conversación sin diálogo.

Las luces parpadearon amenazando con explotar los contenedores sintéticos que sostienen las bombillas y lámparas. Un par de sonrisas cómplices se extendieron en ambos rostros, el pedido se llevó a cabo; Sin palabras, sin nombres, sólo forzando violentamente el aire en sus pulmones con un fuerte gruñido de placer. La energía se desbordaba de la figura encorvada de Khonshu llenando el interior de su avatar. Disfrutando este tipo de vinculación con más interés del que alguna vez admitiría tener.

Un zumbido acaparó sus oídos, subiendo de volumen lo suficiente para ser incómodo hasta detenerse de golpe. Yéndose así toda la ambientación paranormal dentro del apartamento, esas luces plateadas se atenuaron hasta que la habitación quedó a oscuras, siendo medianamente iluminada por la pecera al otro lado del piso. Dejando desconcertado al británico que parecía encontrarse al borde del desmayo por la sobre estimulación.

Una mano sostuvo su barbilla girando su cabeza hasta quedar haciendo contacto visual una vez más con él; al cual quedó claro le gustaba mucho ser visto de esa manera.

Recibiendo un beso rápido, apenas unos roces que repitieron un par de veces más hasta que sus cuerpos se relajaron lo suficiente para saber qué hacer a continuación. Tantear las posibilidades de la siguiente ronda, explorar qué más hacer o cómo seguir jugando con las posibilidades de un traje que respondía a doble voluntad. La noche seguía siendo joven, la madrugada estaba lejos.

El primero en desenroscarse de la postura fué Khonshu. Dejando un momento en soledad al humano que con piernas temblorosas procuraba sentarse un poco más erguido, la sensación general del cuerpo era comparable a ser atropellado por un camión y salir ileso de ello.

Cuándo pudo apoyarse contra la pared se dignó a mirar el desorden hecho. Libros, pisapapeles, sus materiales de oficina en general, cuadernos y papeles tirados sin decoro por todos lados, la sangre, su sangre, pegajosa se deslizaba por el mueble posiblemente hasta manchar el piso, en pequeños ríos rojos metiéndose entre las grietas y divisiones de la madera. Sería un fastidio limpiar todo esto sin descansar un mínimo antes.

No quería dejarles pistas a sus compañeros de cabeza de las atrocidades que estuvo haciendo en nombre de su calentura. Sabe que las reacciones serán completamente desorbitadas, y lo peor es que culparan a Khonshu al completo de esto, quizás ese pajarraco merecía una reprimenda o dos de vez en cuando por sus propias acciones, pero esto era consensuado. No hubo manipulación. Solo un muy cachondo Steven dejándose llevar por la oportunidad de probar algo que ansiaba.

Se llevó las manos al rostro, mientras estrujaba su cara, en un intento de despejar por completo la bruma post-orgasmo de sí mismo. Saltó un poco en su lugar al sentir algo frío, chocar con su piel desnuda.

Alzó la mirada y se encontró con el Dios, aún en su forma más humana, ofreciéndole un vaso. Al aceptarlo y observar que había en el interior notó que el líquido era agua, no dudó en tomar aquello como si su vida misma dependiera de ello. Solo para que la inclinación del vaso fuese nivelada, miró a aquellos ojos vacíos, inexpresivos, sintiendo vergüenza por sus acciones poco pensadas, tomando más lento esta vez. Sorbos calmados que no amenazan con ahogarlo.

La deidad asintió con la cabeza complacida de que los cuidados hacia su avatar se llevarían a cabo, y que fueran aceptados. Así, en silencio, con la magia del traje, la mayoría de sangre en su cuerpo desapareció junto a los cortes más profundos, deleitándose con la sensación conocida de la magia, cosiendo su cuerpo desde lo más profundo de su ser. El vaso vacío que fue dejado sobre el escritorio mientras su rostro era revisado por manos gentiles. Suaves caricias que le apartaban los rizos desordenados de su campo de visión, dejando reposar los dedos entre las hebras en su nuca. Un tipo de presencia acogedora, como si su cuerpo estuviera acostumbrado plenamente a esto desde siempre.

Steven podría jurar que su corazón tartamudeó incapaz de comprender de dónde salió tanta atención desinteresada hacia su persona de parte de una entidad como Khonshu, de todos modos no iba a contrariar esto o negarse a esta atención. Se sentía cómodo, seguro y, lo más importante, correspondido. Pasaron algunos minutos en silencio, solo siendo mimado.

Descansado, como si el regusto de ser sanado por el traje estuviera activado al 200%, parecido a ser drogado con morfina, no es que sepa cómo es que se siente ser drogado hasta las pestañas con morfina, pero si tuviera que exponer al respecto diría que la sensación actual en todo su cuerpo es muy parecida a eso.

"Gracias", murmuró arrastrando la lengua. Recibiendo bien a gusto un beso en la frente como respuesta inmediata. Observando desde su lugar la forma en que Khonshu se desenvuelve a través de la habitación, dejando una toalla limpia cerca de la cama, desapareciendo en el baño dándole una idea por el sonido del grifo abierto supone que puede estar llenando un cuenco con agua— ¡Oye! ¿Necesitas algo?

—No.

—¿Estás bien?

—Si. Para ser el inicio de la noche eso fué… agradable.

Sabe lo complicado que es para Khonshu ser completamente abierto con sus emociones, expresar que tanto o que tan poco le desagrada algo que lo involucra. Suele explotar significativamente cuando algo lo abruma, sin contemplaciones, solo brumas inquietantes de un ser cósmico traduciendo sus ideas a un plano inferior a él.

¿A qué quiere llegar con ese pensamiento? Claro está que a la presión agradable en su pecho por ser considerado algo bueno para su Dios. Siempre es así. Da igual lo mucho que se odian en el campo de trabajo, si hace algo bien la aceptación del hecho innegable es recompensada. Haciéndole ganar más ego del que ya tiene.

Su buen ánimo vaciló. Sabe que el de ojos oscuros tenía su propia secuencia, un conjunto de pasos con estructuras distintas y metódicas, el entrenamiento de un soldado hecho para un propósito. Estaban haciendo esto para algo, siempre había alguna cosa que llevaba a Khonshu a experimentar con nuevos aspectos del mundo material. Ya sea de lo más mundano como cuestionar cómo se usa un teléfono o porque algunas pastas son llamadas ‘‘penne’’, hasta obligarles a tener un paseo de carretera por toda Rusia oriental en busca de un tipo de pergamino perdido en el tiempo. Claro, nada de esto explicaría porqué seguir adelante con estos juegos de placer con el mal llamado gusano, pero tampoco hay manera de comprender del todo que pasa por esa cabeza literalmente hueca.

Cuándo la deidad dejó de dar vueltas por la recámara acoplando los detalles necesarios para la segunda ronda, el alter no tuvo tiempo de descender del escritorio sin que su mente una vez más sintiera que lo convertían en un revoltijo de sin sentidos.

Observó a Khonshu más tiempo de lo debido, eso ya lo entendía con solo notar el ceño fruncido, pero, tenía preguntas y no dudaba que iba a conseguir las respuestas.

—¿Dónde está tu pene? —Okay, esa quizás no era la forma en que debió preguntar. Hasta puede admitir que es increíblemente estúpido, aparte de desubicado.

—Lo dejé en el baño.

Dudó de esas palabras. La repentina seriedad en el rostro, y voz de Khonshu le tomó por sorpresa, y cierto pánico. Ya que la idea de un pene cortado en el suelo de su baño era la línea que iba a poner en esto, más si podía suceder que se olvidaran del apéndice mutilado y alguien más lo llegara a ver.

—¿Qué? ¿Es enserio?

"No". Se burló de la reacción del británico, fascinado con esas formas de que él humano tardaba en procesar algunas cosas, mientras en otras era el más avispado, en este turno le tocó ser el tonto del cuál burlarse.

—Oh.

Una suave risa, su voz más acoplada a esta forma de expresarse como un ente más allá de la dualidad, —Soy una entidad cósmica, Steven—, detalles más, detalles menos. Sigue siendo un trozo de bruma oscura dotado de conciencia práctica, puesto a un servicio que cumplir—; No estoy atado a los aspectos más mundanos del género, o en este caso, del físico. Sigo siendo Khonshu, tú Khonshu, el cuál pensó que sería bueno tenerte tomando de mí, adorándome como corresponde según los deseos que has puesto delante de esa linda mente tuya. Rezando por devolver una pizca de lo que te he otorgado.

Steven miró el cuerpo que se pavoneaba delante suyo con retomado interés. Los cambios eran mínimos pero bastante distintivos, a donde hubieron ángulos rectos ahora caían curvas, nada escandaloso en comparación de la primera presentación física, apenas un par de pechos pequeños que parecían caber en la palma de su mano, y la diferencia, quizás, más drástica; un coño. Su mente estaba estancada con mil ideas de aquello. Era como tener la caja de Pandora entre sus manos con la posibilidad de abrirla a solo una decisión de distancia.

—Mi interior no se sentirá del todo convencional para ti, aún en esta forma —. El aviso lo espabiló, volviendo a retomar el ritmo de la situación mientras ahora era él el que acortaba las distancias con Khonshu.

—Te refieres a… —La presión indescriptible de frío fangoso volvió a enrollarse entre sus dedos, y pene, teniendo un espasmo con solo la memoria muscular activa.

—Ya lo notarás.

Una sonrisa suave. Una mano ofrecida. Una cama preparada para ambos. No sería raro que simplemente se hubiera dejado llevar desde un principio. Este dios sería su perdición de alguna manera u otra.

No cambió mucho después de eso. Volvieron a las bases de la adoración, el abajo y su Dios-Diosa arriba. Fluidos pegajosos, piel sudorosa y los sonidos más lascivos que nunca había escuchado.

Cada orgasmo que le proporcionaba a Khonshu era como si controlara la atracción misma de la luna sobre las mareas, la humedad del agua proveniente de su interior y la suavidad de la espuma se recogía de sus labios cada que su dios tomaba de la sangre que de ahí brotaba. Muy tarde había recordado la naturaleza más primaria de la deidad en su cama. Chons el dios caníbal de menor rango, convertido en aquél que manejaría los cielos y se llevaría las desgracias de la noche devueltas a la Duat.

Un ente hermoso, y con poca misericordia. Sin dudas podía darse palmaditas en la espalda, felicitarse por lograr de alguna manera traer a una bestia a deleitar los placeres de la carne a su recámara, y dejarla satisfecha.

Cuándo pudo alinear la entrada de su vagina con el miembro del avatar, Khonshu soltó un suave suspiro al momento que el castaño entró por completo en él con un movimiento decidido y lento, dándole la degustación completa de la sensación invasora en su coño. Moviendo voluntariamente sus caderas a son de estimular la situación hasta dónde más pudiese.

Tal como avisó todo estaba equivocadamente mal ahí dentro. Teniéndolo al límite, como a su vez en una lejanía tan abrumadora que era imposible pragmatizar. No había un límite en ese falso cuerpo humano. Quedando cero dudas de que este ente lo estaba devorando poco a poco, consumiendolo a la vez que él arrancaba trozos pequeños que masticaba ociosamente para sacar la mayor cantidad de sabor de ello.

—Un muy buen avatar, atento cuánto menos—masculló alejando un poco al alma más joven para tener un margen de movimiento un tanto más amplio en sus movimientos— No tengas la idea de ser pulcro —le avisó, haciéndole recordar que podía ser tan brusco como gustase en este punto tan ambiguo.

Las horas pasaron volando. La última vez que Steven miró el reloj sobre su mesa de noche eran pasadas las 10 de la noche, y después de aquello está claro que pasó más tiempo de lo que en realidad se traduciría en el plano humano.

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Abrió los ojos. Desconcertado. Tardó más de lo que usualmente esperaría tardar para reubicarse en el lugar donde está, sobre que estaba haciendo o el cómo terminó en la situación en la que estaba. Teniendo la cabeza dando tumbos, y las piernas entumecidas. Todo vibra en un particular buen sentido.

Siente algo tibio presionando su espalda en toques suaves, rítmicos ya que escucha un suave silbido acompañando la escena. Que por cierto está tumbado en su cama boca abajo, el peso en el colchón cambia por un momento cuándo el sonido de agua chorreando de un trapo estrujado acapara su interés. Intenta moverse, el olor a sangre está mareándolo un poco.

—Despertaste.

Es una afirmación contundente de una voz aún más contundente.

—¡¿Khonshu?!— Exclamó intentando ponerse de pié, fracasando en el proceso, ya que una mano es presionada entre sus omóplatos, obligándolo a quedarse tirado en la cama.

—Soy yo —, la manera en que esas palabras fueron dichas son un intento de tranquilizarlo, intenta de nuevo volver a levantarse dándose cuenta de que su cuerpo se siente como si acabara de ser atropellado por un tren, situación que podría ser perfectamente viable teniendo en cuenta su vida tan particular, —Mantente abajo, mi gusanito, aún no terminó de sanar tus heridas y limpiar tu cuerpo.

—¿Sanar? — Su voz sale ronca. Le escuece la garganta como si le hubieran pasado un fierro caliente entre las cuerdas vocales.

—¿Recuerdas lo que estábamos haciendo? Previo a tu pérdida de conciencia.

Tiene sentimientos encontrados con esa pregunta. Ya sea por la preocupación genuina que proviene de su Dios, hasta las pequeñas ventanas de recuerdos que llegan en su vigía con fuertes desvaríos entremezclados.

—Follamos… Rudo, bastante rudo.

Los recuerdos son cada vez más intensos. Está seguro que en algún momento incluso puede visualizar algo similar a una navaja apuñalando algo, posiblemente a su propio cuerpo. Si, quizás, sería una clara alerta de que algo no está bien, si todo lo que recuerda le parece, se siente, adecuado, incluso algo sexy, ya que cada acto violento es acompañado con el recuerdo físico del placer y la imagen mental de tener a su Dios montando su pene o viceversa, siendo Steven el que lo cabalga como si fuera a morir por no hacerlo. Está cómodo con todo lo que recuerda. Al final eso es lo importante.

—Eufemismo.

—Lo sé. Lo sé…

Se quedaron en silencio. El castaño entrando y saliendo de la sensación de adormecimiento que tenía. No deseaba dormirse, pero todo su ser le exigía agarrar prestadas las horas de morfeo, recostarse en su cama sin importar el estado en el que esté, y dormir, a de ser posible durante una semana completa.

Se dejó atender, tal como pasó después de la primera ronda. Manos frías tocaban su piel en los lugares indicados para apaciguar el dolor, la magia del traje vibraba debajo de cada músculo rasgado, no sentía ropa puesta, su pijama debió ser quitado en algún momento para asegurar el cuidado posterior.

—Steven Grant —, No respondió, solo movió un poco su cuerpo dándole la idea al Dios de que era escuchado, — Voy a darte la vuelta, quiero asegurarme de no dejar rastros preocupantes a los otros dos.

Cierto, había pedido entre el calor del momento que esto solo fuera entre ellos, al menos por lo que respecta a esta primera vez que compartieron cama. Fue el primero de los tres en follar con Khonshu. Si alguien le hubiera dicho que esto pasaría, quizás se le hubiese reído en la cara, negar rotundamente y evitar toda posibilidad con la deidad. Pero, eso no es lo que sucedió, todo lo contrario. El dios egipcio de la luna que ahora le estaba cuidando con tanta paciencia, mientras que hace menos de una hora le había follado hasta saciar cada perversa fantasía desde los rincones más profundos de su cabeza. Todas y cada una de las barbaries que eran activadores para Marc o sentencias a los ataques de pánico de Jake.

—¿Estaré siendo contradictorio?

Preguntó en voz alta una vez su cuerpo terminó de ser acomodado en la cama. La pregunta no iba hacia nadie en particular, sin embargo buscaba la resolución en su Dios. En Khonshu.

Este lo miró un momento, antes de continuar con su tarea autoimpuesta—. Deberás ser más específico.

—Todo lo que hicimos esta noche claramente es todo lo que odian Marc y Jake, incluso creo que Layla no esperaría nada de estas cosas de mi parte, así qué —tragó en seco— ¿Estoy siendo contradictorio?

—No lo considero. Eres tu propio individuo, —abrió la boca con intención de llevar la contraria a esas palabras, siendo interrumpido antes de siquiera decir algo— no empieces el discurso de la flor, entendido? —no le quedó de otra que cerrar la boca con un chasquido. Poniendo todo de sí en escuchar a su contrario.

Una vez seguro que no iba a ser interrumpido, la deidad continuó su explicación.

—Eres tu propio individuo, sin importar a que estás conectado o las razones por las que vives como vives o experimentas este plano mortal de la forma en que lo haces. Si estas vivencias experimentadas fueron tus verdaderas pasiones, no hay nada en este plano que te las pueda negar.

Arrugó el entrecejo, no se siente muy convencido por ese discurso, aunque comprende a que se refiere Khonshu. Después de todo, Steven Grant no es un sentimiento, es solo su propia persona haciendo lo que le plazca.

—Mientras tus pasiones no hieran a los viajeros de la noche, y sea consensuado, cualquier experiencia de coito solo queda ser disfrutada. Estás aprendiendo, permitirte disfrutarlo no es condenatorio —, su campo de visión fue obstruido por el rostro sereno del pelinegro. Alzando la mano para acunar ese rostro, lleno de cicatrices, bellamente tallado por los aspectos más fantásticos del cielo nocturno, sonrió.

Alzó como pudo su otra mano, atrayendo al que fué su acompañante esta noche a un abrazo. Cálido y firme, decidiendo obviar cómo se tensaba y relajaba con el tacto tan íntimamente no sexual.

La madrugada siguió, el suave arrullo de las primeras gotas de lluvia eran buen recordatorio del inicio de la madrugada. Giró para observar el reloj sobre su mesa, tal como se los esperaba ya eran las 2:48 a.m. Volvió su atención al peso apoyado sobre su pecho, los rizos desordenados de un ser mucho más alto que él, mientras se acurrucaban como dos nutrias en un río evitando ser llevados por la corriente.

¿Si te despiertas a la mañana sin tener idea de lo que pasó, qué haré? —Eso también era un detalle a preocuparse con Steven, sus problemas de memoria no eran únicos del DID, venían con él de fábrica como su mecanismo de defensa. Olvidar sucesos que marcaron emociones muy fuertes era su asunto, ya fueran eufóricos o traumáticos, todo un conjunto de detalles eran borrados, calificados y devueltos poco a poco mientras su mente intentaba torcerlos para nunca estar seguro de nada propio.

Khonshu arregló el cabello de Steven hacia atrás, volviéndolo a despeinar, ya que le recordaba más a Marc si todo estaba muy ordenado, si es un detalle que el humano notó y prefirió ignorarlo, el Dios silenciosamente agradeció. Gentilmente, manteniendo su jugueteo con los rizos rebeldes, se quedó a su lado como una compañía reconfortante durante el tiempo que le tomara al humano generar una respuesta favorable.
—Me vas a encantar de nuevo.

—¿No intentara matarme?— no perdió el ritmo. Haciendo sonreír al hombre debajo suya.

—Podría patearte.

—Estúpido.

La tonta y orgullosa sonrisa en el rostro de Steven cuando dijo eso, el resoplido que Khonshu dejó escapar y el beso que compartieron después de eso, se sentía como si los planetas se hubieran alineado, como si acabaran de llegar a casa para saludar a sus seres queridos después de una misión demasiado peligrosa para querer recordar prontamente.

Sencillamente, no dejaban de sonreír el uno al otro, cómodos de alguna manera con sus estados actuales y miradas.

Cuándo la lluvia llegó a su mayor apogeo, Steven ya había caído en un estado profundo de sueño, vestido con el pijama, asegurándose de que no volvería a despertar hasta que los rayos del sol se asomen por el horizonte. El Dios terminó de limpiar el desastre de sangre, y otros fluidos, por todo el apartamento. Un poco de magia, que nadie notaría u extrañaría que estuviera dispersa en el hogar de un avatar. Devolviendo su forma física a lo que todos estaban acostumbrados a ver de él. Lo último que hizo fue dar un vistazo al hombre dormido, aceptando a regañadientes que lo sucedido con Steven Grant había sido provechoso, y le gustó. No había nada de amor, ni lealtad mutua, pero sí entendimiento. Podrían trabajar más adelante con sus diferencias en todo lo demás.

La luna se abrió camino entre las espesas nubes de lluvia, llevando con su resplandor a la deidad. Otro día tendrán mayor tiempo disponible para saber todas y cada una de las capacidades del traje. Hoy solo les tocaba descansar.