NOVIEMBRE SIN TI || DRUKARIS WEEK 2022

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NOVIEMBRE SIN TI || DRUKARIS WEEK 2022
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Summary
Hola,Por el aniversario del estreno de la Película ETERNALS en cine, decidí hacer una dinámica de escritura; una #SemanaDRUKARIS #DrukarisWeek con el propósito de conmemorar la llegada de estos personajes al UCM y también alentarlos a crear más contenido de este singular shipp.Aqui les dejo a grandes rasgos lo que traerá como propuesta esperando sea de su interés:MES: Noviembre ( #NoviembreSinTi )DINÁMICA ESPECIAL: Songfic / Drukaris weekTEMA: Rupturas amorosas, desilución amorosaSHIP/ FANDOM: Druig-Ikaris / MarvelPUNTOS IMPORTANTES:Si tienes duda con los Songfic, por favor considera que es el tipo de fanfiction que basa su trama en una canción. Yo les estoy dando una estrofa de referencia pero si hay otra parte de la canción que prefieras, adelante. Siempre y cuando se respete la canción, tu material será considerado. Espero que lo gocen tanto como yo, que planeo hacerlo al leer lo que escriban.¡Nos leemos pronto!
Note
The beginning is the end - Aaryan ShahSo please make this shit easyJust break my heart and leave me-Por favor, vuelve fácil esta mierda aSolo rompe mi corazón y déjame
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The benefits of heartbreak

Era el año de 1942, la guerra se había desatado nuevamente tan solo tres años atrás trayendo el horror de la muerte a esas tierras que ya habían pasado por incontables enfrentamientos entre sus habitantes. Sin embargo, el enfrentamiento era mucho mayor pues en esta ocasión más fuerzas de poder se veían en la necesidad de hacer frente a un régimen político que ponía en estado alerta a sus compañeros que compartían el espacio vital.

Hace solo un año Ikaris se había enlistado a la fuerza aérea tras el llamado nacional de reclutamiento contra las fuerzas del eje. Él había atendido el llamado, “era su labor patriótica” como le había dicho a Druig, quien le había pedido lo esperara para ir juntos y cuidarse mutuamente, pero el mayor no podía esperar, ni permitir que el mal avanzará, de lo contrario las tropas enemigas podrían tomarlo todo como suyo y pese a ellos habitar esa isla tan cerca del campo de batalla, no significaba que el mar que los separaba los salvaría.

Y eso quería hacer Ikaris, quería salvar a su país, a su comunidad, a su familia y a Druig.

Durante su proceso de reclutamiento y entrenamiento básico Ikaris permitió que Druig estuviera a su lado, pero día a día el saber que se marcharía y lo dejaría le quemaba en lo más profundo de su ser. Era consciente del amor que existía entre ambos, pero de igual forma era consciente de los estragos que la guerra dejaba en las personas, su padre era producto de lo ocurrido hace casi 20 años atrás pues había sido marcado por la pérdida de su hermano cuando no lo pudo proteger y murió en combate.

Se iba sin Druig por muchas razones y había decidido terminar con él antes de marcharse a la batalla para ahorrarle el dolor y pesar en caso de que pereciera durante su labor. Pero esa fue la sentencia que marcó e hirió a Druig de tal forma que le costó retomar su vida.

Ahora, un año después de que se marchara, los días del ojiazul se habían vuelto rutina, se levantaba temprano antes de la puesta de Sol, hacía un par de quehaceres, preparaba sus equipo y salía en ruta. Esa había sido su rutina por un año. Había sido su rutina para mantenerlo cuerdo. Se repetía a sí mismo que había sido necesario para evitarle al menor el sufrir de su muerte.

Sin embargo Druig estaba igual, se enfocaba en sus labores domésticas, asistir a la escuela, lo cual le hacía sentir inutil pues la mayoria de sus amigos (todos mayores) se habían ido a la guerra, también acompañaba a sus compañeras en sus obligaciones pues siempre lograba transmitirles seguridad al ser de los pocos hombres que quedaban en ese pueblo.

Pero Druig era todo menos un inutil, era la fuerza trabajadora de toda su comunidad, se esforzaba por cubrir los espacios vacíos que habían sido dejados por todo aquel que había partido a la guerra y tras un año de trabajo ya tenía conocimientos basicos de carpinteria, mecanica, plomería y hasta arando la tierra.

Pero el vacío permanecía, no había labor, plática o problema que le interrumpiera de pensar en el mayor. Y aún así sus días eran bastante llevaderos, los problemas eran las noches, en las cuales sentía aún más la falta de Ikaris. Le faltaban sus caminatas nocturnas, sus besos en el pórtico, las cenas compartidas y su tiempo en compañía de sus perros.

Durante sus noches deseaba no estar tan cansado para poder continuar trabajando y distraer su mente, embriagarla de tareas y extenuantes actividades físicas que le nublaran la razón y pensamiento, quería seguir trabajando para así caer rendido y dormir sin ser capaz de reconocer nada ni nadie más.

Deseaba no despertar pues tan pronto llegaba el sol matutino a sus ojos, también llegaba la imagen y recuerdo de Ikaris. El hijo brillante del pueblo y guía de su comunidad.

Había pasado un años sin noticia del mayor, había escuchado noticias por otras personas pero a él nunca le escribió. Eso hundía más su ya roto corazón pues en su momento no le dio razón por la cual terminaban, solo le dejó parado en la estación del tren antes de partir con la carta de promesas por cumplir que nunca entregó, un ramo de flores que cayó, besos negados y amor fracturado.

Como bien era su predicción, la guerra duró más de lo deseado y cuando más todo se sentía perdido, un rayo de esperanza al ir a buscar y rescatar a sus compatriotas se dio. Una oportunidad de mostrar su valor. De imaginar que iría a su encuentro y le salvaría de él mismo, ¿Qué otra explicación había cuando una noche antes de su partida entre suspiros y caricias le decía que lo quería?

La rutina seguía siendo su ancla, eso y unos ojos azules que le visitaban durante la noche. El rubio necesitaba todo de sí para no caer presa de la desesperación ante la guerra atroz, las victorias al norte del continente africano se volvieron amargas al regresar al espacio europeo. Su más reciente misión sería ayudar con la salida de los hombres atrapados y rodeados en Normandía, para que todos pudieran volver a su nación.

Esa fue su última misión y al terminarla con éxito y el regreso de sus compatriotas sintió la necesidad de también volver. Druig tendría ya la mayoría de edad y si se apuraba lo suficiente volvería a casa, con él, y evitaría que fuera a la guerra. Regresaría a él y le pediría disculpas por haberlo dejado, le diría cuánto lo amaba, cuánto le extrañó y le prometería el mundo si le aceptaba nuevamente.

Se dio de baja con honores y estrellas que enmarcan su labor a su nación, pero eso valía poco al saber que un par de ojos azules le recibirán pronto. Le había escrito una carta informando su arribo por tren, fecha y hora, solicitando su presencia. El menor era un poco testarudo y orgulloso, no esperaba que accediera tan fácilmente después de pasar años sin hablarle, pero al no recibir negativa Ikaris supuso que el menor se presentaría y lo golpearía o haría un drama por atreverse a hablarle después de años sin comunicación, pero estaba dispuesto a soportarlo, le haría frente a su molestía y cuando el menor terminará lo besaría. Tenía todo planeado.

El nerviosismo le hacía sudar la manos y sentía que el traje del servicio le impedía respirar con normalidad pero aún así trató de reponer la compostura y se esforzó por lucir presentable .

En cuanto el tren paró fue el primero en salir, el torbellino de gente le mareó junto con el humo que destilaba la locomotora, pero aún así se mantuvo firme en los andenes buscando al menor. Sus ojos buscaron alrededor y no veía nada por la cantidad de gente que venía a recibir a los suyos. Veía como muchos eran recibidos entre abrazos, besos y demás jubileo. Se sentía celoso pues no podía seguir esperando y aguantando las ganas de por fin ver a su amado y llenar de besos ese bello rostro que seguro ahora se mostraba más maduro pero sus ojos permanecían tan puros como lo era el azul de sus iris.

Cuando se fue despejando la terminal siguió buscándolo pero no encontró. Tal vez estaba subestimando el enojo del menor y no le quedaba más que ir hasta su casa. Por cartas a su mejor amiga, sabía que el castaño cumplía cierta rutina y para esa hora seguro ya estaría en su hogar cansado de los trabajos de su día a día.

Se presentó ante la fachada y tocó con vehemencia su típico ritmo que le hacía saber a Druig que era él quien se presentaba, pasaron un par de minutos y al abrirse la puerta vio unos chinos castaños desalborotados y unos ojos azul claro como los de Druig pero no era él quien se presentaba, era su hermana menor Amy. Su sonrisa se volvió en una cara de confusión pues todos en su familia sabían del código de sus toquidos y por más molesto que hubiese estado el menor en otras ocasiones, aún así se presentaba a la puerta para hablar o gritarle.

— Ahh… Hola Amy, ¿Se encuentra Druig?

— Ikaris… — Dijo en un suspiro —

La actitud de la menor le preocupó, ella no solía comportarse de esa forma ante él.

— ¿Pasó algo?

— Ikaris, él no está. Él ya no está.

El rubio no entendía a qué se refería, presentía lo peor y para él en ese momento lo peor significaba que alguien más había robado del amor que Druig le había profesado a él.

— ¿Dónde está? — Preguntó con inquietud, pues en ese mismo momento iría a robárselo de ser necesario. Druig no podía amar a alguien más, se repetía mientras corría a la dirección que le había pasado la castaña.

El pueblo había crecido y al correr vio en varias ventanas una foto de Druig con las letras “Gracias por tu trabajo y servicio”. Ikaris sabía, gracias a las cartas con Sersi, que Druig había ayudado a hacer crecer ese pueblo al trabajar con todos y ayudarlos y estaba agradecido con el afecto que mostraba la gente pero no tenía tiempo de leer más de lo que se mostraba a los pies de la foto, debía ir a recuperar el amor del castaño.

Cuando llegó a las esquinas donde Amy le había contado se encontraba su amado no había algún edificio ahí y pensó que se trataba de una broma; sin embargo sí había una valla de piedra que separaba el pastizal del camino. Se acercó con curiosidad y al ver dentro se dio cuenta que habían tumbas, entonces recordó que Amy le había dicho se encontraba en la D-8.

Como pudo saltó la valla y corrió hacia las tumbas tratando de encontrar la fila D, columna 8. Cuando por fin dío con ella vio efectivamente la tumba con el nombre de Druig y un epitafio diciendo “Héroe de Normandía”.

Cayó de rodillas ante el shock, no creyendo lo que veía, pero sentía la tierra bajo de él, veía las flores secas que se mostraban frente a la tumba y por primera vez sintió la falta del menor.

Había llegado tarde, muy tarde y lo había perdido.

Ni siquiera él, Ikaris, yendo a la guerra y dejando a su amado en casa había logrado mantenerlo a salvo. Por supuesto que el necio de Druig encontraría la forma de ir incluso aunque no tuviera la mayoría de edad. No sabía cómo pero sabía que en las playas de Dunkerque se habían perdido muchas vidas. Y de entre ellas, la de Druig.

No había ya más que hacer, lo había perdido todo y no tenía un plan para esta situación ni forma de volver las cosas a sus lugar o a Druig con vida. Solo le quedaba continuar con su vida ¿Pero qué vida? Si todo se había ido con el menor.

Se obligará a continuar, nuevamente con su rutina, pero no sería suficiente.

Nunca se sentiría suficiente para hacerle honor a su amor.

Solo le quedaba anhelar.

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