
En menos de dos horas (parte 3)
Terminó contra el piso, el hombre encima suyo. Se sienta mareado. De la nada, un puño se estrelló en su cara. Y otro, y otro. Hasta que el lugar empezó a dar vueltas. En cámara lenta observa como otro puñetazo se acercaba, antes de eso, detuvo lo que sería su boleto al país de los sueños.
El hombre empujó el brazo apresado con la intención de liberarse, cuando no pudo, lanzó el otro que terminó igual. Volvió a mover sus brazos de manera violenta, como si no le importara arrancarlos en el proceso. Los quejidos le hacían saber que realmente sentía dolor. Sintió terror en el momento que un crujido provino del hombre.
—Señor, por favor, relájate...
El hombre reaccionó tal cual se le hubiera inyectado. De su boca, salía tanta espuma como sangre; sus ojos, en un estado de rojo extremo; y su rostro, que le faltaba una parte de su piel. Con ese estado, era obvio que jamás podría estar dando pelea. Pero he aquí, gruñéndole como un perro rabioso.
En vez de obviamente relajarse, saltó un rugido cual animal enjaulado, cuando en realidad era un ser humano (con índices de una posible sobredosis). Todo rastro de cordura quedo en el olvido, solo un ser lleno de ira que atacaba sin sentido. Sus movimientos no tenían coordinación, en un momento en que Peter pudo aprovecharlo junto con su superfuerza, logró cambiar las posiciones.
En vano volvió a suplicarle que se calmara, pero el hombre ni siquiera apareció escuchando. Podría noquearlo con un golpe certero, el problema estaba en que la única extremidad suya disponible era su cabeza. Y nunca noqueo a alguien con un cabezazo.
Debería haber otra manera, pensó.
Pero entonces el hombre volvió a arremeter con más fuerza.
Intento apretar para que el hombre reaccione, y así noquearlo en su momento de distracción. Sin embargo, a este no parecía impórtale que sus huesos fueran partidos por la mitad. Supo que no hubo diferencia alguna, de igual forma el hombre siguió avanzando con las mismas o más fuerzas salvajes. No había otra opción. Debía someterlo. Y pronto.
(No quería lastimarlo, sabía que el hombre no estaba en sus cabales. Estaba bajo una extraña dosis de algún tipo de droga. Iba a golpear a un sujeto que no tenía la culpa. Iba a herir a un inocente que no tenía la culpa)
Una observación más detallada le decía que las venas en la frente y la espuma saliendo de su boca no sería obra de una sobredosis, no que cause por lo menos una reacción tan violenta y siga con vida. Eso no quita el hecho de que algunos efectos coinciden. Maldición, está drogado (de alguna forma) y aun así le patea el trasero. Ay, golpe bajo.
Esto no tiene comparación, no recuerda haber cruzado con...
Su contrincante lo sorprenderá con un movimiento, cambio de nuevas posiciones. Y desgraciadamente, las posibilidades de ganar.
A pesar de seguir reteniendo los brazos, el tipo se las ingenio para unos dientes que parecieran armas mortales. Su preocupación de morir a puras mordidas quedado atrás al ver la saliva asquerosamente cerca de su rostro.
-Oh, no. No no no. NO. Aléjate de mí, viejo. Créeme, ya con esos dientes, a la Reina Hada no le gustará que lastimes a su cliente favorito.
El hombre, que aparentemente no está de humor, se arremetió más fuerte.
— ¿Qué tal una menta?
Las cosas no partieron bien desde ahí.
Su sentido arácnido le advirtió, pero no fue suficiente para esquivar el cabezazo, el impacto fue suficiente para que sus sentidos dieran vueltas. Lo soltó y puso las manos en su cabeza tratando de calmar el zumbido. El próximo ataque logró predecirlo y girar en el suelo. Escucho el choque entre el puño del tipo y el piso, pero ver por unos instantes como sacaba su puño del agujero que había hecho, fue, sorpresivamente aterrador.
Para cerecilla del pastel, las heridas empezaban a desaparecer de la piel del tipo.
Mierda.
Era como él.
Y luego está en Nueva York, y luego hay verde, verde, VERDEVERDEVERDE... y...
Y Peter aquí conteniéndose.
El tipo se le lanzó encima. Su boca se abre para mostrar colmillos que antes no estaban. Sin pensar dos veces, Peter dio un golpe preciso directo en las costillas. No va a negar que fue satisfactoria verlo chocar contra la pared. Con los pocos segundos de descanso que tuvieron las preguntas de su subconsciente no tardaron, ¿La pared estaba más de tres metros de distancia? (Si), ¿exagero? (Sí), ¿el cuerpo no se mueve? (Está respirando, que es lo importante), ¿Lo haría de nuevo? (Preguntas para después).
Fue demasiado, sí, pero que tu alrededor de vueltas innecesarias y ver borroso compensa cualquier sentimiento de culpa. Además, es hasta ahí donde llegaría, no quiere una pelea a muerte ni nada por el estilo.
Se tomó unos segundos para volver a respirar correctamente.
Lentamente se acercó al cuerpo. Observando con atención cualquier extremidad que se mueva, listo para la siguiente ronda. Mientras millas de cosas pasaban por su mente, siempre teniendo el mismo rostro, la misma risa. Se detuvo, preguntándose si tenía que ver su rostro. Con su pierna movió dio vuelta el cuerpo. Soltó un suspiro que no sabía que retenía. No reconocí el rostro. Era de tez blanca, cabello castaño; se veía mayor, tal vez pasando los 30; no mentiría, este hombre tenía pinta del típico vecino cascarrabias. Sacando de lado eso, las facciones no coincidían con ninguna de las anomalías.
No era él.
Quitando la experiencia de muerte, la situación se le vino encima como si hubiera recibido una cubeta de hielo sólido; en frente había un hombre inconsciente, a simple vista común y corriente (a pesar de que hace segundos parecía un animal salvaje), pero este tipo común y corriente ataco a un desconocido sin aparente razón.
La forma en que ataco respalda cualquier hipótesis de que estuviera drogado. Sin embargo, no bajo cualquier tipo de sustancias, debía ser una fuerte como para que pierda completamente los sentidos, algo que altere el sistema nervioso hasta el punto de... rayos, corromperlo, romperlo, lo que sea que le haya hecho a ese hombre.
No recordaba nada igual que esto, hasta ahora, jamás se le había cruzado algo así, nunca hallo a una persona en ese estado, ni siquiera haber oído información referente de los hombres de Fish. Esto era nuevo para él.
Hubo un gemido ahogado, y el hombre abrió poco a poco los ojos. Observo todo desorientado, como si fuera la primera vez que estuviera aquí. Luego miró a Peter, y su rostro cambió a una de puro horror. El hombre trato de escapar, pero al darse cuenta de que no podía ni levantarse, se arrastró hasta tocar la pared.
Verse cubierto de moretones (y tal vez sangre) no es una primera buena impresión, pensó Peter, ya suponiendo lo que estaría rondando por la mente del hombre. No puede culparlo, despertar en una lúgubre habitación y descubrir a una persona observándote.... en el mejor de los casos, pensara que Peter es un chiflado.
—Tranquilícese, estoy aquí para ayudarlo.
Excelente estrategia, Parker. Decir eso no te hará más sospechoso, por supuesto que no.
El hombre, que parecía que muy pronto iba a saltar por una ventana, inesperadamente, cambió tan rápido de decisión que ni Peter podía creerlo. Sí, dudo por un momento, pero luego se lanzó a sus brazos (literalmente).
—Ayúdame... por favor...
—Lo ayudare. Aguarde. De...
—¡NO!
Por instinto se alejó de él. Coloco sus manos sobre tus hombros, estando a la vista; siento un suave cosquilleo en su nuca.
—Aléjate de mí...
—Como quieras, amigo.
Disimulo bajar la guardia para tranquilizarlo. Trato de moverse para observarlo mejor, pero aquello causo que el hombre soltara un gruñido, amenazándolo con unas garras que antes no tenía.
—Oye, solo quiero ser un buen samaritano y darle una mano a un camarada americano —indago, tratando de distraerlo con su conversación causal Spider-Man.
Si antes decía que daba miedo, eso era un niño con una sábana encima comparado con esto. Sus pupilas negras fueron reemplazadas por un rojo sangre, sus dientes crecieron monstruosamente al igual que las garras (de por sí ya eran largas). Sin embargo, la corona fue lo que pronunció con una áspera voz:
—Parker.
—Por supuesto que me conoces.
El tipo no lo tomo bien (nunca está feliz si Peter habla, lo que, es grosero).
El cuerpo del hombro se movió cuál títere controlado por hilos invisibles. Unos segundos después empezó a estabilizarse. De repente, sus ojos cayeron en los suyos, Peter no necesito a su sentido arácnido gritándole para saber que no terminaría bien. Solo con ver esos ojos llenos de locura y ansias de sangre bastaba y sobraba. Dar vuelta atrás no es una opción, ya imaginaba el desenlace de darle la espalda a esa cosa.
—Se que no es un buen momento ¿Pero debería vacunarme contra la rabia?
Y, de repente, la bestia se lanzó.
Lo esquivo por instinto, su sentido arácnido advirtiéndole de cada ataque, cuyo objetivo, para su desgracia, eran sus puntos vitales, sin darle tiempo más que para evitarlos. Tuvo que inclinar su cuerpo hacia un costado más rápido que el promedio o sabría que tan afiladas estaban esas garras.
Sus movimientos, de repente ridículamente tan precisos, no disminuían, al contrario, con el pasar de los segundos se volvía cada más imposible la probabilidad de continuar esquivando. Pensó que la estrategia de cansarlo sería efectiva, pero a este paso, terminaría siendo Peter quien bajaría la guardia.
Echo un vistazo a la habitación, buscando una ventaja. No era muy grande, pero si lo suficiente como para desplazarse. No había muchos muebles, de hecho, la cantidad era casi nula; una mesa, y unas cuantas sillas esparcidas, pero como dice el dicho: cualquier cosa puede ser un arma si lo lanzas con fuerza. Y en estas circunstancias, es una rompe-cráneos lo que tiene en las manos.
El impacto dejó aturdido a su rival por unos segundos, los cuales aprovecho para alejarse a una distancia considerable.
—No creo que nos hayamos visto, nunca te vi en mi horario de trabajo, ¿Tal vez un admirador secreto? —indago, fue ignorado y tuvo que esquivar las sillas que le lanzo.
Adivinando que quería hacerle la misma jugada, atrapó una de las sillas, y espero a que el sujeto se acercara. Para su sorpresa y frustración, se quedó quieto. Observándolo.
—Vamos, no seas tímido, solo quiero una charla de adolescente a posible lunático drogado.
Era como hablarle a una pared, una pared con garras y colmillos medio zombi.
—¿No serás de New York? Posiblemente hayas oído de la hermosa ciudad, con sus monumentos, el crimen por las calles. Te gusta el crimen, ¿no?
Esto se sentía como tratar de domar a una bestia. Lentamente ambos empezaron a caminar en círculos.
—No mentiré, no tienes aires de villano típico de New York.
Las sillas restantes aún intactas permanecían lejos. Su oponente actuaba tal que una bestia salvaje, a pesar de eso, dichas bestias tenían instintos, al ver que repetía lo mismo sabría que iba a hacer.
—Ósea, las garras y los colmillos te dan un punto, pero la falta de monólogo malvado, un disfraz llamativo...
¿Escapar? De nuevo, no va a darle la espalda. A la primera le romperá su columna. Pero una distracción podría funcionar. La poca luz puede ser una ventaja.
De repente, su sentido arácnido grita, sin embargo, no logró esquivar el gancho. Todavía estaba espectado por la aparición repentina, y ahora por los golpes.
—Lo sé, es muy duro, pero hay que aceptar la verdad.
En una oportunidad, le devuelve el golpe en forma de una patada. No es necesario medir su fuerza, ese bastardo va a volver, para su frustración y alivio. No pierde el tiempo y corre. Escucha un gruñido y volteo para estrellar su puño en la cara de su rival. Su izquierda le sigue a la derecha. Lanza sus redes, pero el hombre lo sorprende nuevamente cuando los esquiva. Tuvo suerte. Pero entonces él continúa esquivando sus redes, y es allí donde es consciente de que el sujeto no esquivo con suerte. Como si... predijera dónde está el peligro.
—Por favor no seas quien creo que seas.
Sus redes son evitadas con un extraño tipo de gracia y rapidez, no alcanzan ni un milímetro al cuerpo del sujeto. Peter fue retrocediendo poco a poco, cosa que hizo que a la bestia se le tornara una retorcida sonrisa en su rostro, creyendo imposible, el mismo aumento el ritmo de sus ataques.
Estaba a solo segundos de quedar contra la pared, no tenía tiempo. Una salida, una ventana de segundos, necesita algo. YA.
De repente, la bestia disminuyó la velocidad, Peter no dudo en aprovechar, pateándolo, pero la bestia logró anticiparlo y capturar su pierna, dio una vuelta, lanzando su otra pierna. La bestia recibió el golpe, aun así no lo soltó, trato de torcerle la pierna, lo detuvo por poco.
Sostuvo a la bestia por el cabello, a lo cual respondió con un gruñido, y luego impactó la cabeza con su propia cabeza. De milagro, descubrió que el contrario no tenía inmunidad. Lo empujo, al mismo tiempo que Peter retrocedió, lentamente, sin quitarle el ojo.
No le gusto que la criatura no mirara, que no mostrara sus ojos, es una sentencia de muerte apartar la mirada. Pero cuando finalmente alzó la cabeza, cuando vio lo que tenía en frente, no pudo evitar volver a retroceder.
Su contrario le devolvió una sonrisa perversa, pero aquello no era la razón de su estupor, era la sangre que salía de los dientes. Y no solo de allí, sangre coteaba de las garras de la criatura. No tenía sentido, Peter no recuerda haberlo herido de tal magnitud.
La criatura, asquerosa y lentamente se lamió los labios. Aquel no observaba a Peter, no ha su rostro.
Sin creerlo, su mirada bajo hasta la abertura en su pecho que, sin detenerlo subía y bajaba al compás de su respiración. Cuando lo escucho acercarse trato torpemente de ponerse en guardia.
Esto no es verdad. Esto no es verdad. Esto no.
No va a morir. No. No. NO.
La adrenalina en su cuerpo desapareció, con cada movimiento la herida se abría. No lograba concentrarse del dolor. La criatura habrá pensado igual, la atmósfera del lugar cambio, de algún modo se sentía cual presa siendo observado por un depredador. Ya no tenía el control. Carajo, esto va ha doler.
Por una razón, el sujeto no ataco, en vez de eso, tuvieron una breve pelea de miradas. El hombre rompió el contacto, la atención de su atacante fue puesta en otro punto. Para su horror, una ventana.
—No lo harías —reto, esperando que fuera cualquier cosa menos eso.
Y su contrario le devolvió la sonrisa más descarada posible.
Antes de que pudiera hacer algo, paso en cámara, él, tratando de alcanzarlo, mientras la criatura huía sin apartar la mirada de la bendita ventana. Casi a la misma velocidad corrió hacia la ventana; el sujeto de alguna forma logro aterrizar sin complicaciones, y su figura se alejaba poco a poco hasta ser una diminuta mancha negra.
Esa cosa acaba de... carajo.
Peter metió su cabeza.
La criatura escapo, dios mío, ese lunático está suelto.
¿Qué se supone que debe hacer? ¿Llamar a la policía? ¿Llamar a ese superhéroe? ¿Qué diablos debe...?
"Mierda, mi celular. Karen.", pensó, se tocó sus bolsillos, aguardando en vano sentir la funda. No había nada. En ninguno de sus malditos bolsillos.
Escaneo la habitación, a simple vista no lo pudo ver, comenzó a buscar por los pequeños rincones, después asalto los pocos cajones que había (no pueden culpar una persona desesperada). Al final lo termino hallando en una esquina. No se molestó en mirar el estado en que se encontraba.
Recogió su celular, al sentirlo contra su piel fue como si una parte de su ser volviera. De solo imaginar perder a Karen era imposible, lo peor de todo es que podría haber pasado por una estúpida razón. Debiera estar rastreando a la anomalía, en cambio, casi pierde a Karen, un chiflado lo ataco, y para el colmo, el mismo sujeto escapó frente a sus narices. Es suficiente, no más aventuras.
Se acercó hacia una ventana para observar y comprobar que la calle no tuviera conexión a la de antes. No vio nada que conectará por la ruta del hijo deforme de Jacob y Edward. No podía escalar en su estado, sin embargo, no ve ninguna escalera. Pero tampoco civiles ni cámaras que pudieran captar a un adolescente trepando una pared. Sabía que, si iba a arrepentir, demonios, se arrepiente de haber elegido la derecha. No estaría así, si tan solo no hubiera ido por la maldita derecha.
Y siguió soltando todos los insultos al universo que le tocó mientras escalaba la pared, sintiendo en el proceso como la herida se abría.
Al llegar al techo, sintió que la dura realidad lo golpeaba en forma de su reloj roto, soltó una maldición cuando del aparato empezaron a salir chispas. Lo que anteriormente aparentaba ser un aparato común, ahora ni siquiera servía para ver la hora. Era un milagro que todavía se mantuviera en su muñeca (probablemente gracias a esos dos finos hilos). Antes de arruinarlo aún más, se lo quito con suma delicadeza.
Sobre sus callosas y sucias manos no daba un buen aspecto. Se dijo a sí mismo que es por el mal fondo. Esto tiene solución, todo tiene solución, repetía en su mente una y otra vez. Se percato de que le temblaban las manos... No, de que todo su cuerpo temblaba. Con lentitud, coloco el reloj en una mano.
Se detuvo, justo antes de presionar. Levanto la cabeza, como si esperara encontrar algún apoyo de un ser, pero no, solo estaba Peter. Suspiro, precio el botón.
Y no ocurrió nada.
Mierda.
Mierda.
No. No. No. NONONO-
No ahora. No aquí.
—Simplemente no, por favor —suplico.
Si vuelve a ver esa cosa, jura que lo matara.
¿Tal vez pueda llamar a Layla? Aun que, si lo hace, tendrá que decirle lo que paso, y ella le dirá a O'hara, y entonces O'hara le dirá que tuvo razón, y lo enviará a su universo, y todo su esfuerzo será en vano. Y... volverá a ser igual que antes.
—N-nada que un par de ajustes no pueda resolver.
Queriendo sufrir, saco su celular del bolsillo.
Para encontrarse con la pantalla mucho rota.
—Por favor. Por favor. Vamos, funciona.
Como si alguien hubiese escuchado sus plegarías, milagrosamente encendió. De la alegría dio un salto y un grito masculino, se arrepintió al recordar que se supone que está en una misión secreta. Miro a ambos lados, asegurando de que nadie estuviera espiando y dio un grito silencioso (¿Se le puede llamar grito?)
¿Qué importa? Tiene a Karen, aunque no esté para ayudarlo, sigue estando ahí. Su sistema fue dañado, pero solo necesita unas herramientas y ya estará como nueva.
Algo le dice que sus dos horas pasarán a una eternidad.
No debe ser tan difícil. Ya ha arreglado montones de cosas antes.... en su universo... en la comodidad de su departamento, con sus herramientas... sin la presión de quedarse atrapado en un universo donde hay un lunático que probablemente cause un apocalipsis zombie- lobo... y que tal vez sea el responsable por dejarlo escapar cuando debía-
... No.
Basta de escenarios que definitivamente nunca pasaran....
... pero que si terminaran pasando definitivamente no sería su culpa.
—Seguro que los relojes crean portales son igualitos a los que se consiguen en la esquina ¡Sí! Pan comida, súper fácil.
En el mejor de los casos, tal vez solo tenga que soportar la agonía de desaparecer de la existencia de este (estúpido e inútil) universo. No tiene herramientas, Karen no responde, no sabe dónde está, no tiene forma de contactar a la Sociedad Arácnida. Y ni siquiera atrapo a la estúpida anomalía.
《¿Qué quieres de mí? Maldito universo》
Miro el cielo estrellado, esperando una respuesta que jamás llego.
—Supongo que serán más de dos horas.
Soltó un suspiro, en su mente calculando cuanto le descontarían por faltar al trabajo.