Hathor's Horus

Marvel Moon Knight (TV 2022)
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Hathor's Horus
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Summary
Yaakov es el próximo faraón en la línea después de la caída del Antiguo Egipto a manos de los Persas, y se encuentra a poco tiempo de obtener la corona.Steven es un muchacho Persa hecho esclavo por los Egipcios. Habiendo sido dejado a su suerte en las arenas para morir por ser diferente.Cuando Yaakov lo encuentra, no duda en darle la oportunidad de hacer un trueque: enseñarse mutuamente las costumbres y aprender todo lo que se pueda del otro. Pero no todo es tan fácil como aprender diplomacia y política, a veces el corazón entra en juego, y puede dar muy malos tragos cuando un Imperio entero está de por medio.
Note
Antes de que comience la lectura hay que dejar en claro algunas cosas.Esta historia es por el cumpleaños de un amigo, que en un inicio iba a hacerlo con Spector, pero decidí que sería con Steven (ni modo, espérate al próximo año, o algo).Está lo más apegado que pude a la época en la que vivió Ptolomeo V. Y tiene cosas históricamente "accurate", y otras que son de invención propia. La verdad no sé qué hice, ustedes agarren, siéntense, lean, disfruten mi delirio.Yaakov o Yaa'kov, es Jake.
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EPÍLOGO

El muchacho iba mordiendo una manzana mientras tarareaba una canción. Había algo con el pop que siempre le agradaba tener alrededor cuando comía en el auto directo a la excavación. Cuando habían encontrado algo, les habían llamado de inmediato. 

El muchacho llevaba al menos quince minutos comiendo hasta que terminó. Y después de poco, llegaron al lugar. El jeep era verde, grande y resistente, malo para la arena si le preguntan a él, pero, ¿Qué más da? Tanto él como su acompañante se bajan y de ahí, entran a una tienda. 

—¿Qué encontraron? 

—Una tumba nueva de un faraón escondido.

—No hay más faraones, Marc —torció el gesto. 

—Quiero decir, es un faraón que nunca habíamos visto, parece ser que intentaron borrarlo de la historia. Pero lo dudo mucho, es bastante grande. Los saqueadores aún no han llegado a saber de ella, presumo, porque todo está intacto. Aunque hay algo curioso. Vengan, les mostraré. 

Ambos muchachos salieron de la tienda al avasallador calor del sol, mientras llegaban a un pozo a unos metros lejos de la tienda, por donde fueron bajando. Primero el más alto, luego Marc, por último él, sonriendo mientras agradecía por la ayuda. 

Marc pasó de ellos mientras encendía una linterna, les mostró las pinturas en las paredes. 

—Bien, todo lo que sabemos, es que ellos eran enterrados con sus esposas y no con sus concubinas. 

—Solían enterrarse con todo lo que necesitan en la vida eterna, como comida, bebida, joyas y también esclavos, así como también con sus familiares. Era normal que eso fuera así. Lo raro sería que nunca hubiese decidido una emperatriz. ¿Quién es el faraón? —preguntó, sus manos tocaron la pared con adoración. 

Era increíble estar pasando por eso, la emoción a flor de piel mientras miraba todo. 

El Valle de los Reyes es una zona situada en las colinas de Tebas en Egipto, sabía que había muchos que habían construido sus tumbas en aquel lugar, y si estaban muy perdidos, él solía poner de ejemplo cliché que ahí es donde se habían encontrado a Tutankamón, la de Seti I y la de Ramsés II.

—No digo que no existan otros faraones, pero es bastante raro seguir encontrando, Marc. Se han descubierto más de 60 tumbas en el Valle de los Reyes, y no todas son siquiera de un faraón. Espero que no nos hayas traído hasta aquí porque crees que es… 

Entraron a una cámara gigante, bajando escalones, era una cúpula y por dentro, había al menos 8 pisos de altura. Se le fue el aire. Dentro, había varios reflectores y rebotadores especiales para no dañar la pintura y las incrustaciones.

—Bueno, esto es nuevo. 

Los tres llegaron al suelo, y pudieron observar a la gente alrededor trabajando con todo lo que había. 

Oro, joyas, y en medio de todo, dos sarcófagos.

—¿El faraón y la emperatriz? 

—Algo así, —sonrió de lado Marc. — a ti especialmente, te va a divertir. 

—Spector, cuando tu boquita habla para otras cosas que no sean informativas, créeme que no es nada divertido. Es mayormente irritante. —bufó. 

—Oh, vamos, te gustará. 

Se codeó con él, indicando que se acercara, y pronto dejaron al menor de los tres a solas. El muchacho joven, se acercó al sarcófago de caliza, para poder ver que tenía detalles de oro.

En la Antigüedad, los sarcófagos de los faraones egipcios solían llevar inscripciones hechas en jeroglíficos, normalmente contenían información sobre el nombre, fechas de vida y muerte, y también la lista de los títulos de la persona. Tuvo que sacar sus guantes con cuidado de una riñonera que llevaba en la cintura, acomodándose el látex para volver a acercarse, inclinándose. 

Los sarcófagos de los faraones egipcios suelen tener inscripciones que describen algún tipo de detalle sobre la vida del faraón. Por ejemplo, los sarcófagos suelen contener los nombres y los títulos del faraón, así como también una descripción de algunos de sus logros y una lista de los dioses a los que el faraón rendía culto.

En este caso, lo primero que podía leer era Escorpión Rojo, siguió tocando. Tenía que murmurar la fonética para poder ir sacando palabras.

—¡Yaakov! ¡Se llama Yaakov, Jake! 

Se levantó, alzando el brazo desde el otro lado, ambos hombres voltearon al menor, y Marc soltó una risa, encantado por el menor, más que por el mal humor de Jake. 

—Pensé que sería agradable saber que un faraón tuvo tu nombre. Ya sabes, con eso de que te quiere pegar la crisis de la mediana edad. 

Comenzaron a caminar de regreso con el chico mientras el mismo los volvió a ignorar.

Para los faraones y las emperatrices, los ritos eran parecidos, pero las tumbas y los sarcófagos de los faraones eran mucho más grandes y ostentosos que los de ellas. En general, los sarcófagos de los faraones eran hechos de granito o caliza, mientras que los de las emperatrices eran hechos de madera o menos costosos materiales. Bien. Este no. 

Cuando llegaron, el muchacho estaba de rodillas mientras observaba, y sólo alzó la cabeza, le brillaban los ojos de emoción. 

—Ah, ya te diste cuenta. 

—¿Mhm? —el mayor de los tres miró primero al chico y después a Spector. —, bueno, escupanlo, yo no sé leer nada de esa mierda, mi corazón. — escupió con hastio. El calor lo ponía de malas, y tampoco había dormido demasiado. Aunque se relajó cuando vio de nuevo aquel rostro. 

—Steven Grant descubierto por un Steven Grant. 

Lockley le miró. 

—Debes estar bromeando. 

Steven se levantó riendo suave, negando. 

—Para nada. Aquí dice que fue un esclavo Persa, parece ser que… se volvió consorte del Rey a los pocos meses. 

—Quería que Steven lo viera, me parece raro, el nombre no es Persa, así que mejor me pareció que era prudente que lo viera él. —explicó de brazos cruzados. 

El muchacho se levantó, quitándose entonces los guantes con una mueca. 

—No habría sido raro que el chico fuera Griego cuando era más pequeño, y se encontrara en problemas. Egipto y Persia siempre estuvieron en conflicto después de que Persia los conquistó. Ptolomeo tuvo que irse y buscó refugio en Alejandría. El muchacho debió ser capturado o llegó por accidente con los Persas y debieron… quedarselo para hacerlo también un esclavo —miró el sarcófago, consorte, pero también, amado, mío, venían sobre el mismo material. —, siempre fue un esclavo, hasta que llegó con Yaakov. 

Los tres se quedaron en silencio, pero Steven no pudo evitar pensar en las palabras exactas. 

Aquí yace Steven Grant, mi amado consorte. 

Te encontraré a la vida que vayas.

Y por unos segundos, miró a Jake, sonriendo levemente, Lockley le devolvió el gesto. Era una linda coincidencia encontrar una pareja con sus nombres, y estar juntos en esta vida. 

Claro, él no es ese Steven Grant. Y su Jake no es un faraón de hace milenios. Y eso, no importaba para nada, no, ni siquiera el hecho de que habían caído rápido el uno por el otro, ni que se habían comprometido al año, mucho menos que el destino los hubiese besado y guiado hasta ahí. 

No, ellos no eran Yaakov y Steven el consorte. 

Ellos eran solamente, Steven Grant y Jake Lockley. 

Pero se valía soñar. Y sobre todo, nadie aseguraba que estuvieran en negación de una vida pasada. 

Se amaban, y se habían jurado amor en vida y enfermedad, y en secreto, se aseguraron en su noche de bodas susurrarse palabras de afecto y ligaduras donde incluso después de la vida, se seguirían amando.

Si aquello significaba algo, y eran alguna clase de personas reencarnadas, o alguna clase de misticismo que quisieran poner dentro de esa gran noticia arqueológica, eso, decidió Steven, se lo dejaría a los próximos lectores y editores del Journal Arqueológico de Oxford.

Jake y él ya habían hecho su parte: volver a los brazos del otro.

 

𓂀

 

—¡Mamá, mamá! ¡Adivina, adivina! 

La mujer estaba cortando flores en el jardín, preciosa como un lirio, y bien vestida como la nobleza puede hacer, Cleopatra miró a su hijo. Un niño moreno de rizos, hiperactivo y totalmente devoto a su padre… y los juegos, claro.

—¿Tu padre te levantó el castigo por salir de noche? 

El niño se cohibió unos segundos, las manos detrás suyo y haciendo una mueca, ojos de cachorro habían sido suficiente para que ella dejara de lado lo que hacía, sonriendo. 

Estaba sentada en el suelo, así que le indicó que se sentara con ella. 

—Cuéntame. 

—Tuve un sueño, mamá. Soñé que conocía a mi Hathor, y regresábamos en otras vidas, y otros días.

—¿Y cómo era ella? 

—Era un niño… ¿Está mal? —preguntó temeroso, los ojos se le pusieron vidriosos, mientras ella le abrazaba con amor. —¿Está mal que mi Hathor sea un hombre? 

—Mi pequeño escorpión, claro que no. Cuéntame más. 

La mano de la emperatriz le siguió acariciando, con cuidado. 

—Bueno, en realidad fue bastante raro. Porque también lo vi como ahora, nada raro, lo vi en el palacio, y era un niño que venía de otro lugar. No sabía hablar como nosotros, pero no importa, porque era muy inteligente, ¿Sabes? Tenía las pestañas más lindas que he visto en alguien —sonrió, arrugando la nariz. —, y me decía que estaría siempre conmigo. Ya quiero conocerlo, mamá.

Ella sonrió, divertida por la inocencia del muchacho, acariciando su rostro para que la viese. 

—A veces los sueños son sólo eso, mi niño. 

—No, estoy seguro. Él es el Hathor de mi Horus. Estoy seguro. Y lo conoceré pronto.

Y por unos segundos, Cleopatra estuvo segura de que su hijo decía la verdad. 

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