
Para Reo su vida estaba casi hecha, con tan solo 25 años ya era la CEO de Mikage Corp, había terminado todos sus estudios perfectamente y ya conocia casi todo el mundo. Solo había un problema y era su vida amorosa, sus padres la habían estado presionado a que buscará marido desde que era tan solo una niña más nunca le habían llamado la atención ningún hombre con el que sus padres le organizaban citas.
Cada semana eran al menos tres citas diferentes, con ningún chico congeniaba y no se veía a futuro con ninguno de ella. Era tan estresante ser de las pocas herederas que aún no tenía pareja y que todos hablarán de eso a sus espaldas, se sentía como una rechazada. Incluso pensó en aceptar el trato de su padre de casarla con uno de los hijos de sus socios, aunque claro luego de leer el contrato se dió cuenta que realmente debía estar loca para aceptar algo así.
Reo estaba cansada no podía más, necesita un serio descanso de todo, el trabajo, las citas y su propia familia la tenían cansada de todo. Ese mismo día tras salir de una desastrosa cita fue directo a un bar demasiado lujoso para "ahogar sus penas" cómo decía su amiga Chigiri, la pelirosa varias veces le había dicho que ahí encontraría su futura pareja tal como le pasó a ella, aunque claro Reo no le creía.
-Igual no pierdo nada por intentar.
Se acomodo su vestido blanco y entro en el bar, la música era un jazz suave, las luces tenues y el ambiente más relajado le ayudaron a que calmara un poco sus nervios.
Con cada sonido de sus tacones goleando el mármol más hombres la volteaban a ver aunque ella no les devolviera la mirada, era conciente de que es atractiva ademas de ser la heredera con más dinero de todos los que ahí se encontraban.
Camino derecho hasta la barra al fondo de todo, con cuidado se subió en una de las sillas, a su lado acomodo su bolso y espero al bartender.
-Bienvenida señorita Mikage, es un honor tenerla acá.
Reo automáticamente subió la cabeza y no espero encontrarse con ella.
Una chica alta, con el brazo derecho lleno de tatuajes, el pelo blanco extremadamente corto y despeinado. Para la chica de pelo morado aquella bartender era la mujer más bella que alguna vez había visto.
-Buenas noches.
Devolvió el saludo con su sonrisa más coqueta mientras se acomodaba un mechón de cabello tras la oreja.
-¿Que le puedo ofrecer?
La chica tenía una mirada aburrida e inexpresiva pero en sus labios se veía un atisbo de sonrisa que intentaba ocultar.
-Dame un whisky en las rocas.
Vio a la chica frente a ella preparar con rapidez y delicadeza el trago y dejárselo frente a ella con cuidado.
Para Reo el resto del mundo dejo de existir, ahora eran solo ellas dos en una batalla de miradas intensas. La música no era más que un ruido sin sentido, la gente a su alrededor no existía y no habían estrellas mas brillantes que aquellos ojos grises que examinaban los suyos con curiosidad.
-¿Cómo te llamas?
-Nagi Seishiro para servirle señorita.
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Así pasaron los días, Reo empezó a ir más seguido aquel bar con tal de ver a Nagi y hablar con ella un rato.
Y las días se volvieron semanas, y las semana se volvieron meses. Hasta ese día en el que todo cambiaría. Cómo era costumbre Reo volvió a ir en la noche y se sentó como siempre en la barra, espero a que Nagi apareciera y tal como arte de magia está se presentó frente a ella.
-Buenas noches Reo ¿Cómo estás?
-Hola Nagi, mejor ahora que te puedo ver.
La sonrisa de la albina se hizo más grande, para los clientes habituales y sus compañeros de trabajo era raro verla así pero desde la llegada de la pelimorada al bar la chica sonreía más.
-¿A qué hora terminas turno?
Ni siquiera la misma Reo espero que esa pregunta saliera de su boca, ambas sorprendidas se vieron a los ojos por un rato.
-Salgo a las 3 am que es cuando cerramos.
-Perfecto
Después de eso ambas de quedaron en silencio pero Reo se quedó ahí sentada hasta las 3 am esperando a la albina.
-¿Se puede saber señorita Reo que es lo que planea?
La perezosa sonrisa de la más alta se asomaba por la esquina de sus labios,
ambas salieron y enseguida subieron a la limosina de la heredera.
-Sabes, en estos últimos meses me he dado cuenta que me gustas Nagi y me gustaría pasar mi vida contigo.
-¿Que?
Para Nagi era algo imposible, jamás creyó que la chica que le gustaba también gustará de ella ¿Pero que dirá la prensa?
-Reo tu también me gustas pero ¿No te preocupa que digan los demás?
Claro, no había pensado en eso, lo que dirían sus amigas, sus padres y la prensa.
-¿A quien le importa si ambas nos amamos? Nagi, he vivido toda mi vida en "el que dirán los demás" estoy cansada de eso, solo quiero estar contigo y estoy segura de esto.
-Reo yo..
-Si te gustó acéptame, no importa que digan los demás.
Tras eso Nagi le dió un suave beso a Reo mientras acariciaba la mejilla de la contraria, era un beso lleno de amor y ternura que demostraba los sentimientos que tenían entre si, así se dirigieron a la casa de Reo.
Ya mañana ella solucionaría las cosas con sus padres, por ahora solo quería disfrutar de la sensación de los labios de Nagi junto a los suyos y la calidez que sus brazos le daban.