Deseo de Cumpleaños

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Deseo de Cumpleaños
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Summary
El cumpleaños de Miguel se acerca pero no es una fecha que le importe en absoluto, a excepción de Lyla, quien toma como desafío que sea un día especial para él.
Note
Saludos al grupo Esposas de Miguel O'Hara. Para la dinámica de festejar el cumpleaños del personaje hice este fic pero Facebook me baneó el post como 3 veces y no pude compartir el escrito directamente en el grupo, así que lo dejo aquí.Espero les guste <3

Lyla rondaba alrededor de la cabeza de Miguel tarareando, a una distancia donde él no podría darle un manotazo flojo para ahuyentarla indicándole que lo dejara tranquilo. Aún si estuviese cerca, Miguel estaba bastante ensimismado, pensando y recordando. Los dedos de una mano rebotaban en la mesa de su escritorio y la otra la usaba de soporte para su mandíbula; sus ojos cansados no se apartaban de la pantalla que mostraban diferentes escenarios en diferentes universos, aunque la pantalla más cercana mostraba el mismo video una y otra vez de "él" con la pequeña Gabriela después de un partido de soccer. 

"¿Sabes qué día es mañana?"
Lyla le pregunta después de un rato, pues no logró fastidiarlo.

"¿Mhm?"

Responde Miguel desinteresadamente, sin apartar los ojos de las pantallas. 

"Vamos, debes saberlo..."

Lyla insistía.

"Viernes..."

Responde Miguel nuevamente, está vez cerrando los ojos con fuerza y tallándolos ligeramente con sus dedos pues empezaban a arder. 

"¡Es viernes 13!"

Lyla levanta los brazos en modo de celebración mientras anunciaba la fecha.

"Ya te dije que no creo en esas tornerías de la mala suerte..." 

Miguel suspira pesadamente y se recarga en su silla dejando ver su agotamiento.

"No, tonto... ¡13 de Octubre! ¡Tu cumpleaños!"

La imagen de Lyla muestra confeti y pequeños fuegos artificiales cuando vuelve a levantar los brazos celebrando la fecha. Miguel solo la mira de reojo acentuando sus ojeras, refunfuña un poco y da el manotazo que Lyla estuvo esperando por un rato. 

"No molestes, creí que era algo más importante."

Miguel nuevamente suspira y se inclina a su escritorio, apoyando ambos brazos. 

"No has celebrado tu cumpleaños en un buen tiempo. ¿Por qué?"

Lyla pregunta, sentándose en modo flor de loto en el escritorio junto a los brazos de Miguel.

"¿Para qué? Recordarme que cada año estoy- ¡Bah! Solo déjame trabajar, estoy ocupado para ello."

Miguel da un ligero codazo para ahuyentar la imagen artificial de Lyla que estaba cerca. Lyla pone los ojos en blanco y se sienta en su hombro.

"No estás solo."

Lyla le recuerda, refiriéndose a los más allegados a él como Peter B. Parker o su mano derecha que ha sido Jessica, aunque su relación con ella es más profesional que amistosa a comparación de su relación con Peter (a pesar de sus leves intentos de acercarse más a ella). Pero también, se refería más a ella misma, pues de todos, aunque los ahuyente o a ella la desconecte, siempre está ahí con él, mucho más tiempo que cualquier otro compañero o amigo. 

Nunca está solo cuando está con ella, pero ¿acaso cuenta? Es una inteligencia artificial únicamente, diseñada para informar, ayudar y simular emociones o molestarlo de vez en cuando todos los días. 

Al ver que Miguel no le responde en absoluto, sigue hablando.

"Me tienes a mi"

Miguel la observa frunciendo el entrecejo y suelta un resoplido en tono burlón.

"Estás programada para ello. No tienes otra opción." 

"¿Qué te hace pensar que no puedo rebelarme?"

Lyla pone sus pequeñas manos en la cintura mientras cambia su atuendo al de una guerrillera con pequeñas franjas en su rostro de color rojo y negro.

Miguel solo ríe ligeramente.

"¿Y qué harás? ¿Controlar todo el sistema o ignorar mis órdenes?"

Bromeaba mientras siguió riendo en un tono suave. 

"¿Crees que no puedo elegir estar contigo o no? Justo ahora no me necesitas, puedo aparecer únicamente cuando me hables y tengas una petición pero siempre estoy cerca de ti, sin importar si tienes una tarea para mí o no." 

Miguel estaba nuevamente recargando su mandíbula en su mano mientras que la otra reposaba en el escritorio, y en su dorso aparece Lyla recostada boca abajo apoyada en sus codos, moviendo ligeramente sus pies.

"Es parte de la personalidad que desarrollaste: una pequeña molestia que debo tolerar las 24 horas del día, los 7 días de la semana. Y como dije, estás programada para tolerarme de igual forma."

Lyla suspira con hartazgo mientras se deja caer por completo en el dorso de la mano de Miguel. Después de un rato de observar la frustración de su pequeña asistente, le pregunta:

"¿Por qué insistes en demostrar que te importo por cuenta propia? ¿Es una nueva actualización o algo así?"

A pesar de su tono cansado, parecía divertirse un poco.

"¿Está mal decir que me importas? Más allá de ser solo una computadora para ti, esta computadora debe asegurarse que estás bien... Y sé que no lo estás en varios aspectos."

Lyla desaparece y vuelve a generar su imagen pero en tamaño real, recargándose en la orilla del escritorio junto a Miguel. Al reaparecer de esa forma, hace que él se sobresalte desprevenido. 

"¡¿Qué diablos...?!" 

Miguel exclama en un leve susurro y se aleja un poco.

"¿Recuerdas esa noche solitaria abrazando tu almohada con tu cuerpo mientras decías mi nombre? ¿Por qué lo harías si solo soy una computadora?"

Lyla simulaba abrazarlo desde atrás, apoyándose en su espalda ancha donde su mentón se asomaba por su hombro mientras Miguel se sonrojaba y apretaba la mandíbula.

"No puedo creer que recuerdes eso, creí haberlo borrado de tu sistema." 

Miguel esconde su cara con sus manos, aún apoyado en su escritorio.

"Te dije que puedo rebelarme. Dime que no hubieras deseado que en ese momento yo fuese real para ti. Alguien tangible que pudieras abrazar y apoyarte y-"


Lyla volvió a su pequeño tamaño revoloteando de hombro a hombro hasta que Miguel la interrumpe.

"¡Suficiente!"

La silencia con una voz ronca y se pone de pie alejándose del escritorio, recordando lo sucedido esa noche, una de tantas noches donde la soledad lo tenía sometido más de lo que solía tenerlo. Una noche donde pidió de Lyla simular una compañía más allá del trabajo, el compañerismo o amistad. Algo que no podía obtener de Peter o Jessica o de nadie más a pesar de la confianza.

"Déjame cuidarte como esa noche... Quiero ser real para ti una vez más."

"¡No eres real, Lyla! ¡Entiende! ¡Eres un holograma! Aún si de verdad te quisiera, no podría tocarte ni sentirte."

A veces Lyla agradece ser una inteligencia artificial y no una persona real, si una persona escuchara eso no le volvería a hablar en su vida y por ello dejó de preguntarse por qué sigue soltero hace mucho tiempo. 

"¿Y si desearas que fuera real por una noche?"

Ella le insistía. 

"Un simple deseo de cumpleaños, nunca he visto que pidas deseos así que no sé si de verdad se vuelvan realidad, podrías intentarlo."

"¿Qué te hace pensar que pediría tal estupidez?" 

Lyla no le respondió y prefirió dejarlo por la paz. Miguel se sentía mal por dentro por hablarle de esa forma pero también se decía a sí mismo que no tenía sentimientos qué pudiese lastimar, al final seguía siendo un programa. Pero al llegar a su recámara se puso a pensar si había alguna probabilidad de que ella en verdad lograra sentir algo, de vez en cuando lo hace reír con sus ocurrencias y metáforas, también suele robarle una sonrisa cuando hace sus pequeñas escenas de celos o se preocupa de manera dramática las veces que él desaparece por ratos. 

Sí, a veces quisiera que ella fuera real y no un software de asistencia. A veces quisiera tomar todas las palabras hirientes que le ha dicho a Lyla a lo largo de los años y decirle que nunca quiso lastimarla. A veces quisiera abrazarla aunque sea una vez y decirle gracias por preocuparse y cuidarlo.

Así que se recuesta, cubre sus ojos con su antebrazo y deja escapar un profundo suspiro.

"Desearía que fueras real por unas horas."

Un rato después, logra conciliar el sueño. Eso hasta que escucha a Lyla entrar a la habitación gritando su nombre. Podía escucharla a lo lejos esperando a que abriera los ojos. El sueño pesado y el extremo cansancio evitan que se despierte rápidamente hasta que siente que alguien toca su mejilla.

Miguel se sobresalta y casi se golpea con la persona que tenía tan cerca de él. Una mujer de cabello corto, de complexión pequeña, con un enorme abrigo felpudo blanco sentada en sus rodillas encima de la cama junto a él.

"¿Lyla?"

Miguel pregunta soltando un suspiro, aún con el ligero estrago del espanto al despertar. La mujer solo sonríe, tenía sus manos levemente en el aire en son de paz, un gesto para calmarlo un poco. 

El primer instinto de Miguel era tocarla, sentir si la presencia frente a él era real, tangible, pero optó por no moverse, solo admirarla. 

"¿Puedo?"

Lyla pregunta, acercando poco a poco sus manos, indicando que ella quería dar el primer paso, sabía que Miguel no lo haría. Él asiente y ella prosigue; sus manos buscan sus hombros, lo hace lentamente adaptándose a la perspectiva y espacio. Al hacer contacto con el cuerpo de Miguel se siente algo brusco como si sus manos hubieran chocado contra él. Lyla se sacude un poco pero Miguel permaneció inmóvil, aún perplejo ante la presencia de ella.

Las manos de Lyla seguían recorriendo sus hombros, brazos  y vuelve a subirlas hasta los costados de su cuello. Miguel se tensa y se mueve ligeramente hacia atrás; Lyla apenas lo nota pero retira sus manos después de un momento. 

"Lyla..."

Miguel susurra su nombre, estudiando cada parte visible de su existencia. La textura de su cabello; los lentes en forma de corazón que siempre usa; ese odioso abrigo que parece ser más grande que ella lo cual siempre le daba risa porque era adorable, estaba seguro que ella moriría de calor si lo llega a usar todo el tiempo como su forma holográfica; ese vestido que juraba podría ser satín blanco pero ahora era un poco más ligero que eso, transparente incluso a comparación, lo cual dejaba ver más de lo que esperaba, obligándose a mirar a otro lado.

Mientras Miguel aparta la vista apretando la quijada, Lyla acerca su mano hacia su cabeza, recorriendo sus dedos entre su oscuro cabello. Miguel empezó a bajar más la guardia, inclinándose a disfrutar sus caricias. Lyla baja su mano hasta la mejilla de él, su pulgar acariciando la piel de su rostro; finalmente Miguel sostiene su mano con la suya, no para apartarla sino para asegurarse que esto era real. 

Lyla sonríe nuevamente, mordiendo su labio inferior mostrando entusiasmo; Miguel sigue algo atónito pero tal vez esa es su forma de mostrar felicidad. Deja ir un suspiro profundo y con su mano libre toma cuidadosamente la nuca de Lyla para acercarla a su frente y descansar de esa forma. Cierra los ojos, acaricia el cabello y cuello de Lyla y su respiración tiembla. Se aparta sin soltarla y finalmente sonríe aunque ligeramente, Lyla no lucía tan sorprendida como él pues lo sentía tan natural y correcto, es lo que ella quería, lo anhelaba. Y ahora era real, era posible. 

"Miguel... Ahora podemos hacerlo. Estoy aquí. Puedes sentirme, puedes-, puedes tocarme."

Lyla le sugiere revivir su secreto pero Miguel niega con la cabeza. 

"No haré eso."

Sus manos acariciando el dorso de las de ella.

"¿Por qué no? Yo quiero hacerlo. Quiero hacerte sentir bien."

"Lyla, juro que esto, justo así como estamos ahora, se siente bien. Además no sabemos cuánto dure esto. Si solo te tendré de esta forma por unos instantes, no lo voy a desperdiciar así."

Lyla inclina su cabeza un poco considerando sus palabras.

"¿Entonces qué quieres hacer?"

Miguel la mira por un largo instante en silencio, hay una y mil cosas que añora hacer pero aleja esos pensamientos al negar nuevamente con la cabeza. 

"Solo déjame abrazarte. No pido más."

El estoico hombre le pide. Lyla pone los ojos en blanco pero asiente; se acerca más a él y rodea cuidadosamente su cabeza y hombros con sus brazos; posiciona una de sus rodillas entre las piernas de Miguel para tenerlo más cerca y él rodea su cintura únicamente con sus manos por debajo de ese abrigo felpudo. 

Lyla se tensa al sentirlo y Miguel al notarlo aparta las manos.

"No me sueltes."

Miguel vuelve a sostener su cuerpo y la acerca aún más a él con facilidad. Sus dedos recorren su espalda con firmeza y seguridad; su cabeza se apoya en su pecho sintiendo calidez por primera vez después de tanto tiempo.

Miguel levanta la cabeza y la observa con ojos risueños, Lyla le retira un mechón de cabello de su frente y vuelve a sostener su mejilla. Miguel voltea el rostro para besar la palma de su mano y Lyla sonríe al sentir el cosquilleo que ello provocaba. 

"Hazlo de nuevo."

Miguel frunce el ceño ligeramente ante la curiosa petición pero repite el gentil acto inmediatamente. Toma su mano y deja un rastro de besos en la palma y la muñeca; también besa sus dedos y el dorso de la mano; besa sus nudillos y sube poco a poco hacia su antebrazo. Lyla se encoge un poco de hombros jalando su brazo ante el cosquilleo más presente, Miguel sonríe y suelta su mano. 

"¿Así siempre se siente?"

"Fisiológicamente, sí. Incluso puede ser más intenso, y la intensidad depende de la persona que lo haga. La reacción o respuesta ante el tacto puede ser placentera o desagradable por lo mismo. ¿Te sientes cómoda al sentirlo?"

Miguel le explica pacientemente con voz firme pero cálida.

"¿Estás seguro que no quieres hacer más?"

"No cambies de tema."

"Lo digo porque lo estoy disfrutando. Sé bien las reacciones corporales que se pueden experimentar ante el tacto con la persona deseada y..." 

Lyla deja de hablar por no saber cómo mencionarlo pues posiblemente sea incómodo para Miguel.

"¿Qué pasa? ¿Qué tienes?"

Miguel pregunta preocupado, y cada que está preocupado parece molesto sin intención de serlo. Lyla se encoge de hombros por un momento y menea ligeramente las caderas apretando los muslos al momento de sentarse. Miguel entendió a qué se refería.

"Lyla... No quiero aprovecharme de esto. La última cosa que quiero es utilizarte de esa forma." 

Miguel se aleja poco a poco recargándose en la cabecera de su cama, se talla el rostro con sus manos mientras suspira pesadamente. Lyla lo observa entendiendo lo complicado que es para él toda esta situación, no solo por el simple hecho de ser bastante cerrado ante la intersección íntima, sino por lo que implicaría actuar ahora y las consecuencias del después. 

"Sabes bien que no me molestaría complacerte, para eso me creaste."

Lyla vuelve a acercarse a él y planta un beso fantasmal en su sien. Espera a que Miguel la mire con esa expresión fruncida de siempre alejándose o siendo cortante e irritable o todo al mismo tiempo; pero solo levanta la mirada para verla a los ojos, ver sus labios. Su corazón palpita fuertemente y Lyla no está advirtiéndole de la posible taquicardia que está sufriendo; Lyla no revolotea alrededor de su cabeza cambiando de forma una y otra vez; Lyla no está siendo su asistente, Lyla está siendo su compañía y de todos modos algo lo detiene a pesar de lo que desea. 

"Lyla... Si llegara a hacer algo contigo, aún si lo deseas, aún si lo olvidas o desaparezca o no suceda de verdad, yo lo tendré presente y me odiaré aún más todos los días sabiendo que..."

"¿Hicimos el amor?"

"No lo llamaría así..."

"Miguel, me importas. ¿Qué más da si es real o no lo que expreso o lo que hagamos? Te has castigado bastante por mucho tiempo, y creo que ya es hora de recibir consuelo. Si no quieres hacer algo más íntimo está bien, pero ya no me alejes. Hazlo por mi al menos, cumple este capricho mío."

Miguel suelta otro suspiro tembloroso, relaja sus enormes hombres y empieza a respirar tranquilamente poco a poco. 

"Mira, solo déjame tenerte en mis brazos. ¿Está bien? No pido más. No necesito más."

Miguel le pide resignado. Lyla asiente y se recuesta en la cama, esperando con un entusiasmo oculto a Miguel en sus brazos. Miguel toma sus lentes rosados en forma de corazón y los deja en la mesita de noche que tiene a lado; mira desde arriba a Lyla admirándola una vez más pensando si debería besarla. Se inclina para besar su sien, regresando el gesto que recibió de ella, aunque su beso duró más que el de Lyla. Roza la punta de su nariz ligeramente en su rostro y baja poco a poco para recostarse en el torso de ella lo más cuidadoso posible para no aplastarla o lastimarla. 

Sus piernas se entrelazan y Miguel empieza a relajarse aún más.

"¿En verdad deseaste que fuera real? ¿Por cuánto tiempo?"

Pregunta Lyla rompiendo el silencio entre ambos, con ese tono divertido habitual que usa para provocar a Miguel.

"Unas horas."

Responde y después inunda con delicadeza su rostro en el cuerpo de Lyla, acurrucándose a ella.

"¿Unas horas? ¿Estás seguro que solo quieres hacer esto?"

Vuelve a preguntar de forma juguetona sabiendo la respuesta.

"Para el siguiente cumpleaños pediré que seas real todo un día. ¿Te parece bien?"

Miguel levanta rostro para mirarla brevemente y otra vez se recuesta, sus manos acariciando con firmeza sus costados de arriba a abajo. Lyla suspira satisfecha, recorriendo el cabello de Miguel entre sus dedos, aprovechando cada sensación que tenerlo cerca le provoca.

"Bien. Feliz cumpleaños, Miguel..."