El ruido del cerrojo cediendo hizo que Scott se pusiera a la defensiva, distinguió el olor que emanaba desde la puerta de entrada, el mismo que era desprendido por las prendas en su nido, su mente estaba contrariada Peter había vuelto después de una misión bastante larga una misión que justo había comenzado pocos días después del celo del omega, que lo dejó solo cuando comenzó a presentar algunos síntomas. Claro que estaba feliz de poder verlo de nuevo pero una parte de él se preguntaba si de verdad su relación iba a soportar sus constantes separaciones causadas por el trabajo del alfa, si un cachorro podría vivir con un padre semi-ausente.
Peter por su parte se preocupo un poco al notar que su departamento estaba hecho un desastre y no habían señales de su omega, su lobo tenía miedo de lo que pudo haber ocurrido en su ausencia, por lo que a paso lento se fue acercando a la habitación que compartía con su pareja.
Lo primero que noto era el montón de ropa y objetos que se amontonaban sobre la cama matrimonial que compartían, pero luego un sonido llegó a él y le recorrió la espalda como un escalofrío, el sonido era vibrante y frío, su omega estaba en el centro del nido gruñendo como si un desconocido estuviera en su espacio, luego lo entendió, él era el desconocido. Se detuvo de inmediato, con el corazón roto, Scott seguía gruñendo y en sus ojos se veía el coraje y la tristeza que sentía y eso lo destrozó más.
— ¿Scott? Soy yo — Iba a retomar sus pasos en dirección al menor, pero solo se movió un poco al frente y los gruñidos se hicieron más fuertes.
— Yo sé quien eres, no es como que te hubiera olvidado en estos meses, aunque tal vez hubiera sido lo mejor. — El ruido infernal se había detenido, pero Peter prefirió quedarse donde estaba, procesando el peso de las palabras de Scott.
— ¿Por qué estás tan enojado? — Sus palabras salían entrecortadas, tenía miedo de que el omega lo corriera o peor, lo siguiera lastimando con sus palabras, jamás lo había visto así.
— Porque sé que no es la primera vez que te irás. Y yo no te voy a poder detener, sé cuánto amas lo que haces y lo entiendo, jamás te pediría que renuncies a eso. Pero yo no quiero que te vuelvas a ir y me dejes aquí. — Las lágrimas comenzaron a salir del omega, se sentía desesperado con toda esa situación. Y para Peter no era mejor, se sentía entre la espada y la pared, por lo que ya no le importó que Scott comenzaba a gruñir de nuevo, se acercó al nido y lo abrazó.
— No quiero que te sientas así, pero sabes que no puedo renunciar, son mi equipo y me necesitan — Por más que su voz era calmada e intentaba soltar sus feromonas para tranquilizar más al contrario sintió cómo se aferraban a sus ropas, a él llegó un aroma diferente al de su omega ese aroma a miel que tanto le encantaba había cambiado, ahora detras de la miel podía sentir un aroma más lechoso y con eso lo entendió. — ¿Estás en cinta? — preguntó con algo de miedo y aferró más al omega a su cuerpo cuando escuchó el ligero “si” que salió de sus labios.
Todo tenía sentido, Scott nunca había puesto un impedimento a que saliera de misión, pero claro, si estaba esperando a un cachorro, a su cachorro, que él estuviera lejos podía ser hasta mortal para él omega. Por algo estaba tan enojado, por algo le había gruñido.
— Mierda y yo te deje aquí — El omega asintió. — Perdoname, te prometo que eso no va a volver a pasar.
— Tu lo dijiste, no puedes dejar al equipo solo.
— Pueden hacerse cargo ellos solos un tiempo. Tu y ese cachorro son mi familia y son lo más importante.
Cuando Scott escuchó eso por fin pudo relajarse y sus gruñidos, que ya eran casi imperceptibles, dejaron de salir.
— Tenía miedo de que no volvieras.
— No te preocupes cariño, yo siempre volveré a ti.