El niño de la luna

Moon Knight (TV 2022)
Gen
G
El niño de la luna
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Summary
Jake Lockley perdió a su familia, así que tiene que irse a vivir con su tía abuela, Taweret. En medio de todo, está Khonshu que insiste en hacerlo su avatar, memorias que no lo dejan en paz y un pasado más extraño del que recuerda, y cuando cree que las cosas no pueden empeorar más, lo hacen.Porque a veces para poder subir, tienes que agarrar impulso, y eso a veces significa tocar fondo.
Note
Este es un regalo para alguien a quien le gusta mucho Jake Lockley. Espero haberle hecho algo de justicia al personaje.La canción con la que me inspiré este capítulo es la siguiente;https://open.spotify.com/track/4VCKj1eGRZ0snkb5WLgLsX?si=TPFj77bjSWipFurxEdq-5g
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Take me home

Se decidió una mañana en la que había despertado de mal humor, y tampoco es que el pájaro hubiese ayudado demasiado con ello, así que solamente se dedicó a despotricar contra el dios en harapos. 

Porque así es como él lo veía. Si tan sólo lo dejara en paz, o al menos le diera razones más que sólo ser un tipo de vigilante, podría pensar. 

Pero Khonshu no lo deja ni respirar. 

Terminó por tomar todas y cada una de las medicinas por la mañana. Y con esa acción, fue que le hizo decidirse en que elegiría el tratamiento completo. Tenía que hacerlo. 

Nadie iba a cuidarlo, si no lo hacía él mismo, tenía que salvarse a sí mismo, ahora que estaba solo. Tiene que tratar de ser egoísta. 

¿Aquellas pastillas le darían paz? No lo sabe. Pero está harto de los cuchicheos, harto de no poder verse al espejo, harto de no poder tener una conversación como los demás antes de que algo suceda que lo haga sentir alterado. 

Odia tanto la situación, que si no lo hace por amor a sí mismo, lo hará por odio. Se ayudará a través de la ira, y su auto desprecio, todo fuera por sobrevivir. 

Porque es lo que mamá le diría.

Durante unas horas, había sentido más que la pura ansiedad. Lo había hecho por fin. Aquello que tanto le daba miedo, así que sus pies no se habían detenido en todo el día en clases. Cosa que había intentado esconder o al menos, que no fuera tan molesto para otros. 

Ese día ignoró completamente a Steven, porque sentía que explotaría contra él, contándole todo lo que había estado pasando por su cabeza. Pero no puede hacer eso, no conoce de mucho al mismo. 

En realidad también siente algo de resentimiento por tenerle aprecio al rizado. Es un par de años mayor que él, y dentro de nada, se irá, no volverá a verlo. Se irá a la Universidad y él se quedará ahí solo, sin poder hablar con nadie, puesto que Lyla también se iría al ser de la misma edad que Grant. 

Seguro que los dos seguirán siendo amigos, pero, ¿qué hay de él? No puede dejar de sentir que todos le están abandonando de una u otra manera. 

Detesta tanto sentir que es abandonado, que comienza a pensar que el dolor siempre iba a estar ahí.

Así que se fue directo de la escuela, con la intención de irse a casa. Aunque a veces las cosas no le funcionan así, y termina desviándose del camino.

Pudo sentir el silencio asentarse mientras se acomodaba en el césped. 

—No quiero tomar más de estas porquerías. —susurró, con una pequeña caja llena de píldoras sin abrir. —Todos están desapareciendo…

Al menos ya no hay tanto ruido, se siente raro después de tanto tiempo tener en su mente pequeños sonidos que ni siquiera sabía que no podían estar. Pero también, quizá, sólo quizá es porque está demasiado pendiente de ellos, que han decidido esconderse de él. 

Pudo sentir las pisadas antes de tan siquiera ver que había alguien que se sentaba a un lado suyo con una sonrisa pequeña, relajado. 

—No te preocupes tanto, estarás bien. —comentó el niño, sentándose en posición de flor de loto, aunque no miró a Jake, en cambio sus ojos oscuros se fueron al cielo. Era un día precioso, debe admitir, sin ninguna nube, sin nada que fuese un mal augurio. —Todo estará bien, Jake. 

—Es mentira. —siseó el niño. Ninguno de los dos se miró. 

Jake sentía el nudo en la garganta. No puede perderlo todo de nuevo, no está dispuesto a hacerlo, a caer en aquella soledad, en todo ese silencio ensordecedor que le dolería a cualquiera. 

—Están desapareciendo… estaré solo de nuevo. No puedo hacer eso. Khonshu dejó de venir, y lo harás tú también. Me van a dejar aquí solo. —susurró, tratando de que su garganta no se deshiciera por el llanto. 

No quería estar solo, por mucho que pataleara muchas veces. Sabe que ha dicho cosas que pareciera que odia a Khonshu, o al niño de la Luna. Pero no es así. No los odia, no lo hace, le duele saber que se están despegando de él, que de seguir tomando aquél veneno que era necesario para él, las cosas cambiarían. 

Él no desea más cambios. 

—Estás equivocado. 

El niño miró la caja, tratando de enfocarse en el blanco del cartón para no llorar, pero tampoco deseando contestarle. Quería seguir escuchando. 

—No me iré. Nunca lo hice. Siempre voy a estar aquí, lo sabes, ¿Verdad? 

Jake se siente frustrado, quiere golpear y gritar. Su temperamento usual sería el de ser violento y después irse a llorar a escondidas, porque ha sido demasiado, porque siente pena por la reacción que muchos le dirían que ha sido exagerada. ¿Qué emoción es la que se supone que tendría que sentir cuando está siendo abandonado de esa manera?

Esta vez, como otras, es demasiado, y presiona las almohadillas de sus palmas de las manos contra sus párpados cuando comienza a llorar. No cree poder aguantar perder a alguien más. No puede hacerlo de nuevo. 

—Te vas a ir. Te irás, y me vas a dejar, estaré solo de nuevo. Me van a abandonar otra vez. 

El niño se acerca para abrazarlo, tratando de darle confort. Pero Jake se da cuenta de que no puede sentirlo, allá donde le predican amor, sólo hay vacío, los toques no existen, y eso lo vuelve peor. Porque significa que ya están desapareciendo.

—Nunca vas a estar solo. Nunca lo estuviste, y no lo estarás. Búscame en la luna, siempre voy a escucharte. 

—¿Siempre? —hipó el niño. 

—Cuando me extrañes, siempre búscame en la luna, Jake. 

La voz se escurre en un murmullo barato, y entiende que el niño de la Luna es quizá la única persona a la que podrá ver frecuentemente en el espejo, y ahora se ha ido, por lo que sabe, esta podrá haber sido la última vez que lo ve. 

Quizá nunca más podrá hacerlo, pero eso sólo hace sino empeorar su llanto y el dolor. Quiere volver a casa, quiere estar en otro lugar que no sea ese, quiere estar en un lugar que ya no existe. Quiere poder ensordecer el dolor y los gritos que se le atoran en la garganta. Golpear todo, romperlo en miles de pedazos tal cual lo han dejado a él. 

Quiere romper el mundo por haberlo roto a él.

No está muy seguro de qué es lo que lo invita a derramar sus secretos sobre Steven, pero la próxima vez que se ven, cuando van de regreso a casa, Jake siente que han dejado de poner encima suyo un tipo de peso sofocante. 

—Tengo un hermano. 

Lo curioso, es que ni siquiera se sentía ahogado, no conocía otra sensación que no fuese esa. Pero sabe que es así cómo se siente no respirar. 

Durante un largo rato, el muchacho mayor le sigue de cerca pero no dice nada. No intenta intuir por qué, con Steven las cosas son bastante simples, no había dobles intenciones, quizá es eso en parte lo que le ha hecho hablar. 

—Se llama Marc… llamaba. Se murió. —hizo una pequeña mueca, hay un trazo amargo en la manera en la que lo dice, y se detiene, dejando que el mayor se quede a un lado. 

—Mi hermano menor se llamaba Ro. 

Jake le mira, y puede ver que el muchacho tiene una sonrisa, es casi como si quisiera a ponerse a llorar ahí mismo, pero sabe que de Grant, eso no le sorprendería. Es un chico sensible, pero le sorprende que le pica la nariz, quiere llorar también.

El menor quiere preguntarle, o bien, espera que diga más, pero Grant solamente se da media vuelta para seguir caminando, sólo entonces le sigue, al inicio trotando para poder alcanzarlo. 

—¿Qué pasó? —jadeó una vez llegando a su lado.

—Murió ahogado en el río, cerca del puente. Se cayó de ahí mientras yo estaba distraído jugando en la orilla con unas piedras. —le miró de reojo, ajustando las correas de su mochila. —Era mi responsabilidad cuidarlo. Ese día nos desviamos, no fuimos directo a casa, el día antes de ese, había llovido mucho, así que la corriente era bastante fuerte, me pidió que fuéramos, y yo quería ver si encontraba más piedras para mi colección. Estaba distraído cuando pasó, así que fue mi culpa. 

El muchacho siente un pequeño nudo en la garganta al finalizar aquello. Su madre nunca había sido una mujer fácil con la cual lidiar, pero después de eso, las cosas simplemente habían empeorado, de alguna manera. 

Antes, su madre lo trataba con amor, ahora es como si no existiera, o fuera el constante recordatorio de lo que parece que sólo ella perdió. 

Porque así es, Steven no considera que ha perdido a alguien en el sentido de la muerte. Siente que falló en mantener una responsabilidad de esa forma, con su hermano. 

Le falló a su hermano, y le falló a su madre. Le falló a todos. 

No debería sentirse ni siquiera la mitad de mal de cómo se siente, pero no tiene caso. Ni la culpa, ni el malestar devolverán a Ro. Nadie podría, lo había intentado. Pedirle a Dios, a su madre, al equipo de búsqueda, que encontraran con bien a su hermano. Pero este último lo único que logró hacer fue sembrarle más incertidumbre. El cuerpo de su hermano menor nunca fue encontrado, y él nunca podría decir adiós.

—¿Quieres ir a mi casa? Seguro que a mi tía le encantaría tenerte de invitado. —le miró Lockley. 

Y con esa pregunta, el tema del hermano de Steven pareció quedar zanjado de momento, quizá es que en parte ninguno de los dos quería sentir que estaban tocando sus propias heridas de golpe. O quizá ya lo habían hecho, y necesitaban respirar. 

Al menos Jake sabe que Steven necesitaba que fuera así. Él podría aguantar más. Ahora que conoce a Steven, por él, sería capaz de aguantar más. Porque ahora son amigos, ¿Cierto? Quiere pensar que ahora intuye fácilmente lo que el mayor necesita. 

O tal vez sólo es Jake, que no sabe muy bien qué decir, mucho menos Steven que no parece contrariado por haberle hecho una confesión así. 

Hay algo en el ser humano que independiente de la edad, te hace tener cuidado de forma instintiva ante algunas cosas. Quizá esto era una de esas cosas.

Steven ni siquiera se molestó en hablarle a su madre, no tendría sentido hacerlo, y su padre no era mucho mejor al respecto. Para ambos, sólo existía un fantasma y su hijo muerto. Sabe que sus padres ni siquiera creen en fantasmas. 

Cuando llegan a la vivienda del menor, lo primero que hace Grant de forma tímida es gritar un “Buenas tardes”, antes de que Jake lo pasara rápidamente por la entrada para ignorar la sala. 

Sacó las escaleras para poder subir primero, indicándole que hiciera lo mismo. 

—¿Y si me caigo? 

Jake alzó la ceja, lanzando su mochila al interior de aquel lugar para bajar las escaleras y quedarse de pie, antes de jalarle suave, queriendo que subiera. 

—Bien, sube, si te caes, te atraparé. 

—Por supuesto que no. —arrugó la nariz con disgusto. Lockley pensaba que ese gesto siempre lo hacía ver como un conejo. —Terminarás con un brazo roto y yo con un chichón en la cabeza. 

—Sube, Steven, la escalera estará bien. 

—Pues claro, el que se romperá la cabeza seré yo, no la escalera. —refunfuñó suave mientras se iba subiendo con cuidado.

Aunque tan pronto estuvo arriba, el rizado olvidó cualquier miedo. El cuarto era mucho más grande que su propia habitación. Además, tenía muchos dibujos y garabatos, que de inmediato se arrastró a ver. 

Escuchó a sus espaldas que la puerta se la escalera se cerraba, una vez que Jake subió, pero no hizo caso mientras observaba algunos dibujos colgados. 

Eran figuras extrañas de sombras y ojos, y otras de cráneos de aves. 

—No sabía que te gustaran los pájaros. —le miró Steven, con una sonrisa. —¿Qué clase de aves te gustan? ¿Sabías que… —sus ojos brillaron. 

Llevaba la mochila aún en su espalda y pronto se acercó para poder jalar del brazo a Lockley, a los pies de la cama donde había un tapete, a tirarse de rodillas con él. Tomó su mochila para abrir el cierre, comenzando a buscar algo en el interior. 

Cuando sacó lo siguiente, el menor parpadeó confuso. Era un libro viejo. Tenía las hojas amarillentas cuando lo abrió, y se dió cuenta que había unas figuras dibujadas. 

—Este es Ra, es el dios del sol Egipcio. —comentó con una sonrisa. 

El menor se acercó para acomodarse a un lado, viendo aquello. 

Con cuidado, Grant le pasó el cuaderno, mientras iba explicando con avidez sobre las figuras que siguieron, de las cuales apenas si le quedó información. Dejó que sus manos viajaran a través del tiempo gracias al papel en sus manos. Su mente divagaba con todo lo que le contaban.

No podía negar que aunque no es del todo de su interés, le gusta ver a su amigo emocionado. Suelen brillarle los ojos y sonríe mucho más de lo que lo ha visto sonreír en todo lo que lleva de conocerle. 

Así que no se atreve a interrumpirlo si no es para preguntarle más cosas al respecto. 

Eso, hasta que llega a otra criatura. 

—¿Este quién es? 

—Oh, ese es Khonshu, es el que cuida a los viajeros. Uno de los dioses de la luna. Es muy interesante, aunque no suele llevarse muy bien con ningún otro dios, y casi siempre está perdiendo apuestas con Thot en las historias. —se alzó de hombros con una sonrisa. —De hecho, ¿Sabías que por eso tenemos 365 días? 

Jake pudo escuchar un golpe en la madera del ático, supo de inmediato que el pájaro no estaba muy feliz con su charla sobre él, con Steven. Pero no le importó. 

—¿Por qué? 

—Thot y Khonshu hicieron una apuesta a cambio de cinco días, como Khonshu perdió, tuvo que dárselos. Creo que tiene que ver con la esposa de Thot, que tenía que dar a luz, pero no podía hacerlo los otros 360 días. —explicó inseguro el niño. 

—Al menos algo sabe. No es un completo inútil. Podrías aprender algunas cosas de mí, si lo usas. 

—¿Y quién es Thot? —ignoró Jake a la voz. 

Steven pareció hojear algunas páginas antes de llegar a una donde había una figura humana con una cabeza de Ibis dibujada, con un papiro en mano. 

—Es el dios de la sabiduría. Es de los más importantes, en realidad. 

—¿Khonshu era importante también? 

—Bueno… es un poco más complicado que eso. Era el hijo de Amon y Amonet, Amon era un dios muy importante también. Así que podría decirse que Khonshu no era tan importante, pero depende de a quién le preguntes. A veces no entiendo mucho cuando leo ciertos libros. Salen cosas muy diferentes. —hizo una pequeña mueca, apenado.

Aún así, tampoco es que Jake supiera demasiado, no juzgaba al mayor por no saber la respuesta. 

Aún si el pájaro en la habitación parecía pensar distinto. 

—¿Crees que existan? 

—¿Qué cosa, los dioses? —el muchacho se había acomodado para que su espalda estuviera reclinada a los pies de la cama. 

Asintió suave, no estaba seguro de si él mismo creía a Khonshu cuando le decía que le podía dar muchas cosas. Pero sabe que quiere creerlo así, o que al menos, su mente no está muy negada.

—No lo sé. —admitió Grant. 

Siempre se ha dicho que debería de haber algo más, tiene que haberlo. Cree en un más allá, pero hablar de un dios, en singular, le hace sentir que está haciendo algo mal. Porque no puede ser que todo sea controlado por un mismo ser. 

Y de manera omnipotente, ¿Realmente era así? Tal cual, ¿Por qué deja que las cosas malas pasen? ¿Por qué no detenerlas? No lo entiende. 

—Yo creo que conozco a uno… 

Durante unos segundos trata de encontrar las siguientes palabras. No quiere alejar a Steven de su lado, así que trata de acomodarse brazo con brazo a su costado mientras mira al frente. Aquello evitaría que se miraran.

Aquello era demasiada vulnerabilidad. 

—Creo que conozco a Khonshu. Dice que puedo ser su avatar.

—Su avatar. —repitió con incredulidad el muchacho. —¿Como el de los aliens azules? 

El menor alzó la ceja para mirarle. 

—¿De qué hablas? 

—Los que tienen cola y orejitas, ya sabes. 

Lockley negó enérgicamente. 

—No, me refiero a que quiere mi cuerpo. 

No estaba muy seguro de que decirle fuera la opción correcta, pero ya estaba ahí, ya lo había dicho, ¿Qué más podía hacer? Sintió su pecho vibrar ante la idea de que el muchacho le considerara un loco…de que al primero que le cuente que tiene esquizofrenia, sea el primero en juzgarlo. 

Le tiemblan las manos, pero inhala lento. 

—¿Por qué quiere un dios tu cuerpo? 

Bueno, al menos no parecía que estuviera pensando en él de una manera negativa. Sus ojos castaños le miraban expectantes, ya había dicho bastante, podía decir más sin problemas. 

—Quiere que me vuelva en su avatar, necesita uno humano para poder presentarse… algo así, la verdad no entiendo mucho. 

—Oh, entonces eres su avatar… o algo así. —repitió. 

—Aún no he dicho que sí. —bufó al mismo tiempo que lo hizo Khonshu a espaldas de ambos. 

El pájaro cambiaba de lugar, caminando impaciente. Parece que tanto a Lockley como a él, la conversación no les gusta del todo, pero algo lo incita a seguir hablando. 

—¿Y vas a decir que sí? 

Quería responderle que no lo sabía, que no. Pero no fue capaz, sólo lanzó un mugido. 

—Creo que no. —susurra, mirando sus manos. 

No sabe si debería de confiar en cómo se siente, no cuando parece que por primera vez puede darse cuenta de que hay momentos en su vida donde la claridad que cree sentir, es falsa. 

Steven sólo parece quedarse en silencio, pero su mente maquina muchas ideas, de las cuales no verbaliza, puesto que no está listo para tener una conversación así. Quiere descansar, pero sobre todo, algo le dice que no es el momento, cuando ve las manos de Lockley temblar. 

Quizá no es el mismo tipo de temblor, como cuando su padre se acerca a él, o cuando estaba ansioso por hacer ciertas cosas. Pero reconoce que no es el temblor normal de una persona en un estado óptimo.

—Sólo será un poco, Steven, será rápido. —las manos iban deshaciéndose de los botones con cuidado, era una voz gruesa mientras después le acariciaba el cuerpo con cuidado. 

Los pulgares parecen acariciar su piel morena, es más chico, tendría quizá unos ocho años mientras se queja porque los dedos pellizcan un poco su cuerpo y se siente asustado. Tiene el corazón acelerado. 

Siente que su cuerpo está temblando, pero cuando está a punto de llorar, la mirada del hombre, que parece más animal que humana, le silencia. 

—Todo estará bien, sólo guarda silencio. 

Steven se tiene que levantar del suelo, limpiándose cualquier rastro de polvo de las piernas. Eso parece quitarle un poco aquella sensación, mientras el recuerdo se desvanece de nuevo. 

No le gusta cuando parecen tan cercanos, no recuerda del todo las cosas. Pero detesta la sensación extraña que le deja cuando las memorias que él se dice que son falsas, salen a la luz. 

Tampoco le gusta cuando lo abrazan, Layla está segura de que sólo está siendo raro, pero nunca parece molestarse, en cambio sólo le da un pequeño empujón antes de seguir jugando. 

Steven agradece que a pesar de ser raro, ella siempre parece dispuesta a ser su amiga un día más. 

A veces, Steven puede ver al menor amenazando a los muchachos mayores con un lápiz, pero no sabe cómo comportarse al respecto. No piensa diferente de él, incluso por mucho que el grafito esté contra la garganta de sus compañeros. A final de cuentas, ellos se lo buscaron. 

Han dejado de molestarle hace tiempo, así que por su parte, está satisfecho, aún si cree que la violencia no es la solución.

Se ha dado cuenta que el muchacho no es buscapleitos, aún si ha comenzado a tener la fama de ello. Pero ¿Quién en su sano juicio se mete con alguien más sólo para demostrar que puede? La gente abusiva, y de ese tipo de personas, se encargaba su amigo. 

Nota el momento en el que su amigo cambia de unos ojos que parecen peligrosos, a suavizarse porque lo ven. Las sonrisas, que esperan ser provocadas en risas cuando está en mitad de una pelea, a comparación del Jake risueño y dulce que él conoce. 

Es como ver dos personas distintas en cuestión de segundos. A veces le gustaría tener la mitad de la valentía que logra percibir en él.

A diferencia de ellos, que desde que supieron que vivían cerca el uno del otro, y comienzan a esperar el uno al otro a la salida para poder irse juntos, Lyla vive al otro lado del pueblo, por lo cual es la primera en despegarse de ellos, a diferencia de los muchachos. 

Gracias al mayor, es que Lockley ni siquiera tiene que preocuparse de que hay ocasiones en las que llega a distraerse un poco, o pareciera que hay cosas que pueden ser peligrosas, aunque para él no lo parezcan. 

Ayuda tener a Grant alrededor, que siempre parece ser el centro de sus propias decisiones que le parecen, en ocasiones, cuestionables, tomando en cuenta todo. No es que lo haga responsable, pero lo ayuda a recordar que la realidad que percibe, pudiera no ser la verdad. Ha dejado de enojarse a esa idea, las posibilidades se abrían a él cuando simplemente aceptaba que habría cosas peligrosas de las cuales tendría que tener cuidado cuando incluso Steven no se lo daba a notar. 

Algunos fines de semana, el muchacho le pide que venga a comer con él y su tía. Esta idea no surgió del muchacho de manos con guantes, como es obvio, si no de Taweret, al darse cuenta de que tenían afinidad tanto Jake como Steven. 

No le preocupaba, conocía al muchacho, sabe la historia de su hermano menor, fue un trágico accidente. Y eso le da la esperanza de que tal vez ayude a su pequeño a sobrepasar ese duelo, o al menos a tratar de afrontarlo.

Ella está segura de que Grant no lo haría a un lado por sus diferencias. 

Aquel fin, Steven se quedaría a dormir, así que Jake estaba bastante emocionado cuando lo vió con una mochila extra. Seguro que cabrían bien en la cama, si quisieran, pero su tía le dijo que tendrían un par de colchas cómodas. 

Además, la escuchó decir después que era seguro que ni siquiera dormirían. 

Él está seguro de que su tía abuela tiene algo de razón. Estar con el muchacho siempre ha sido revitalizante, es probable que se distraigan toda la noche. 

Cuando llegan a casa, Jake le indica dónde dejar sus mochilas para salir a jugar a los alrededores de la casa, que básicamente en realidad se trataba de estar platicando de poco y nada, mientras después terminaban empujándose, intentando correr el uno del otro. 

Durante su estadía, había logrado darse cuenta que Grant era mucho más parecido a él, pero al mismo tiempo tan distinto, que le parecía absurdo. Ninguno de los dos gustaba de pelear, pero a diferencia del mayor, él era capaz de arrancar cabellos y patalear cuando alguien intentaba aprovecharse de él. 

A ambos les gusta el silencio, pero Steven llega a saltar cuando hay un sonido fuerte que sale de la nada, mientras que él, en cambio, se molesta. 

Además, pareciera que el muchacho camina de puntitas por toda la casa, como si no quisiera molestar a su tía. Él también hace eso, definitivamente le gusta ser silencioso a la hora de moverse. Cuando su madre aún estaba viva, era la forma en la que entraban a casa, para que su madre no se diera cuenta de la hora a la que llegaban. Si lo hacían una hora antes o después, no importaba, siempre y cuando su madre no se diera cuenta. 

No le había resultado difícil recordar que Steven evitaba cualquier tipo de contacto prolongado, en un inicio, había sido difícil darse cuenta, pero después, es como si necesitara simplemente deshacerse de lo que sea que estuviera haciéndole sentir sofocado. 

Y aunque Jake no sentía lo mismo, sabe que tampoco le agradaría que le toquen las manos. 

Sus manos, esas que tanto han hecho por él, las mismas que su madre solía pedirle que pusiera en la mesa, antes de dañar con el cinturón. A veces la piel de los dedos se abría, y no sólo le ocurría a él, también a su hermano.

Podía ver al muchacho a su lado, los ojos cerrados y que parece dormir con placidez, está tranquilo, o eso parece. Pero puede ver que tiene el labio partido. 

Tanto su rostro como el del contrario, son iguales, a una sencilla diferencia de que él tiene una cicatriz en el puente de la nariz. Una vez su madre por accidente abrió la piel en esa área, y la cicatriz quedó ahí. 

El cuerpo era delgado, y pequeño, un poco más grande que el suyo, pero se quedó ahí, en la misma cama. Seguro que su padre los ha llevado a la habitación. Pero él está en la cama de su hermano, y no recuerda cómo llegó ahí. 

Quizá se terminó por arrastrar entre la inconsciencia. 

Llama a su gemelo, pero el mismo no responde hasta que le empuja con suavidad, no quiere lastimarlo. El gruñido que le suelta le indica que esta vez su madre se ha ido contra el otro, y no contra él.

Cuando abre por fin los ojos, lo único que pueden hacer es mirarse durante un largo rato. Es la forma en la que funciona para ellos, es la manera en la que se sienten cómodos, en la que saben que todo va a estar bien. Que ellos están bien. Se dan el tiempo siempre de ser meticulosos con las nuevas heridas, incluso de aprenderse las diferentes cicatrices que su madre les ha dado a cada uno de manera individual.

Suspira cuando sale del trance, escuchan a su tía, que les ha hablado porque parece ser que es hora de la cena. 

Cuando entran, no vuelve a hablar por un rato, no tiene mucho que decir, a veces se siente así. Está pasándola bien, olvida incluso la tragedia, sólo para ser recordado por alguna situación o algo pequeño, que lo devuelve a su realidad. 

—¿Y cómo está tu madre, Steven? 

—Bien, bueno, algo enferma. Ha estado con gripe, pero fuera de eso, está bien. —asegura el muchacho a la mayor. 

—Me alegra saber eso, Jake podría aprender una o dos cosas de ti, sabes. —sonrió con diversión. 

—¿Sobre qué, señora? —le miró con curiosidad, llevando el tenedor con comida a sus labios. 

Masticó con lentitud. 

—Bueno, en primera quizá a estar más al pendiente de su tía. —se rió suave. 

No había malicia en el comentario, pero eso no significaba que no hubiese afectado algo en la mente de Lockley. Aquello había sido como un recordatorio de que ella era la última. ¿Qué pasaría si la perdía? ¿Qué sucedería cuando se quedara totalmente solo? 

No puede siquiera comenzar a pensar en el dinero, es seguro que lo enviarán a un orfanato. Por poco sucede, ¿qué los detendría ahora de llevarlo lejos con desconocidos? 

—Siempre estoy al pendiente de ti. —murmuró Jake. —¿Cómo podría no estarlo? Eres la única persona que me queda. 

Así fue como el silencio cayó, fue de golpe, pero cada uno tuvo distintas reacciones. Grant sentía cierta curiosidad, no había lástima en sus ojos cuando buscaron los de su amigo a un lado suyo. Taweret sintió el arrepentimiento de su propio comentario, mientras Jake la miraba entonces, dejando con cuidado el tenedor a un lado de su plato. 

—Sería imposible para mí no pensar en eso. 

Lo era. 

—No quiero que vuelva a pasar lo mismo. He tratado de ser bueno. 

Se había comportado lo más que podía, siempre y cuando nadie estuviera tratando de que reaccione. Lo cual, dado su historial, los alumnos suelen apartarse, pero los que más gustaban de molestar a otros, tienen sus roces con el mismo. 

—No quiero que pase lo mismo. —repite bajo. 

Tanto Taweret como Steven se miran el uno al otro, y es que Lockley parecía tan molesto cuando dejó todo, que durante unos segundos se queda observando el plato aún a medio comer. No sabe si debería o era correcto levantarse de la mesa, pero lo hace. 

La silla se queja cuando se empuja para levantarse, mira a la mujer, que le sonríe con algo de dulzura y preocupación por igual, así que lo toma como una señal de que es excusado por levantarse de esa manera, antes de salir detrás de su amigo. 

Desde que conoce a Jake, el muchacho es diferente a todos los demás. A él en particular, no le molesta, él mismo siempre ha sido el apestado del salón, del grupo, no es que le agrade a demasiada gente, así que es raro tan siquiera pensar que tal vez se siente bien con Lockley simplemente porque el de guantes quizá no lo odia. 

Si lo trata bien, es porque no lo odia, le agrada tanto como Jake a él. 

Aún así, está preocupado por él. Las pequeñas charlas extrañas que lo ve tener al aire, siempre pensó que tal vez era la forma en la que el muchacho ve el mundo y se le facilitaba ordenar sus ideas. Pero las cosas ya no son así, no cuando su intuición parece forzarlo a ver que hay algo que no está bien. 

Cuando Steven sube las escaleras, su cabeza es lo primero que entra por aquel agujero, curioso de ver si Jake está ahí, sabe que lo ha visto subir. 

Puede observar que está sentado en uno de los lados de la cama, parece abrazarse a sí mismo, así que entra con cuidado para no asustarlo. 

—Jake… ¿estás bien? —la sutileza de su peso al lado del menor, hace que el mismo ni siquiera se mueva, sólo se acomoda con cuidado para pegarse a su lado, el calor es lo suficientemente cómodo para hacerlo buscarle. 

El mayor sólo lo deja hacer, entre incómodo, y no queriendo alejarlo. A pesar de todo, es Jake, es… agradable, y lo necesita en esos momentos. 

—Yo… creo que siempre he pensado que la gente escucha cosas. 

—¿Qué tipo de cosas? 

Jake se alzó de hombros. 

—¿Khonshu? 

El menor asintió levemente. 

—Yo siempre creí que la gente leía por diversión. Resulta que muchos de ellos lo hacen porque en realidad son obligados. —dijo Steven, casi de nuevo, demasiado sorprendido por ese hecho.

Jake se quedó en silencio unos segundos. 

Era surreal que realmente estuvieran teniendo una charla así.

—Pero está bien ¿Sabes?, es decir… Bueno, hay muchas cosas que he creído normales durante mi vida. —explica esta vez el mayor.

—Pude lastimar a alguien, pude lastimarte a ti. 

—Pero no lo hiciste. 

—No, pero igual fue peligroso. 

—E imprudente. Todo un niño, un novato. 

Lockley suspiró pesado, el pequeño ardor en el pecho mientras asentía. 

Esta vez, el muchacho tuvo la valentía para hablar, contándole algunas cosas que recordaba, y otras que no. ¿De qué serviría mentirle, y cuál era el punto? En algún momento, Steven planeaba irse, eso seguro. 

Aunque cuando se lo mencionó, el muchacho parpadeó confuso. 

—Antes de la Universidad, voy a trabajar para poder pagar la matrícula. —explicó tranquilo. 

No eran ricos, y si su madre tuviera el dinero para ayudarlo con la Universidad, en primer lugar no se lo daría, en segundo, es probable que lo gastaría todo en algo más que no fuera él. 

Así que se había decidido por no entrar al menos un año y ahorrar lo que pudiera. Por eso, siempre podía estudiar también para el examen de ingreso y aplicar para una beca de escasos recursos, quizá. U obtener ayuda por medio de alguna organización. Sabe que no puede fiarse de sus padres. 

Y jamás le pediría a su padre algo. 

—¿Y qué hay de Layla? 

—Hará un año un voluntariado en el Cairo, ¿Puedes creerlo? Me da envidia. Su papá es arqueólogo, así que realmente no es tan difícil, pero es algo que ha querido desde siempre. 

—Pensé que tú también. 

El muchacho se quedó en silencio. Sí, también le habría encantado ir al Cairo y empezar a aprender de primera mano todo lo que pudiera sobre Egipto. 

—Aún no. —suspiró con una sonrisa. —Necesito ahorrar, aunque no he tomado la decisión. Aunque, aún estoy esperando, porque la universidad de Londres me hizo una oferta. —admitió con las mejillas rojizas. 

Parecía abochornado de eso, pero Lockley solamente le miró curioso. 

—Pero si eso es grandioso, Steven, tienes que ir. 

El muchacho le miró, haciendo una pequeña mueca. 

—Aún estoy pensando, no he decidido nada. 

—Bah, yo no sé qué decidiré. 

Ni siquiera está seguro de que tenga opciones. 

¿Qué clase de vida podía tener una persona que ha sido diagnosticada tan joven? Y después de saber que la edad era lo más bizarro, sería extraño. 

No tendría futuro, algo se lo dice. Las cosas irían mal, porque nadie quería tener a un loco cerca suyo. Nadie nunca le daría la oportunidad, ni siquiera está seguro de que Steven siga del todo sintiéndose cómodo con él, o al menos lo duda. 

Es válido, después de todo, podría hacer daño. No quiere que sea así, pero parece que su vida no ha comenzado, y ya ha sido completamente destrozada por un diagnóstico del cual no tiene control. Lo peor es que, realmente podrán decirle que es una locura tan siquiera pensar en integrarlo a la sociedad. Y tendrían toda la maldita razón. 

Puede sentir los dedos y las garras que se deslizan en el interior de su mente, parecen tan amenazantes, le dicen que se irá en espiral. Pero entonces una mano le toma y le da un apretón. Se tiene que concentrar en el presente. 

Es cuando se da cuenta que Grant le ha tomado la mano enguantada para darle un pequeño apretón.

Es una acción tan simple, pero le da un vuelco en el estómago, porque la sonrisa dulce del muchacho lo hace sentir seguro. 

—Todo estará bien. Todavía hay tiempo. —los ojos castaños le miran con un total cariño. 

Entiende lo que significa que el muchacho haya decidido tomarle la mano de esa forma. Siempre le ha rehuido al contacto, que ahora ni siquiera se atreve a decir nada. No quiere romper la atmósfera tan linda que ha creado los dos. 

La mano se siente cálida, dulce. No necesita nada más.

—Está bien. —la voz sonó tan baja, que duda que el contrario le haya escuchado. 

Puede sentir el calor a través del guante viejo, la mano del mayor es más pequeña, y no hay cicatrices en ellas. Son manos limpias, con uñas bien cuidadas, no puede evitar sonreír porque si acaso tiene una ampolla que apenas se está formando, gracias a la escritura.

Entonces se levantó. 

—Ven, vamos a un lugar. —le jaló con cuidado, a lo cual Steven sólo asintió curioso. 

Ellos dos podían salir adelante, todo tendría que estar bien, de una u otra manera. 

No tardaron mucho en salir de la casa, para llegar a un cementerio. 

Por parte del mayor, no le gusta demasiado estar en ese lugar, pero ha ido ocasionalmente y ha llegado a acostumbrarse a las ideas macabras que pueden surgir gracias a su activa imaginación.

Sigue de cerca a Jake, que parece muy concentrado en sortear algunas tumbas mientras él sólo se concentra en tratar de ignorar la única que él conoce. No ha venido en un tiempo, seguro que necesita ser limpiada y unas flores nuevas. 

Cuando llegan, el mayor choca con la espalda del muchacho, quejándose por ello. 

Se da cuenta que han llegado a un par de tumbas, que parecen bien cuidadas. 

—Estos son mis papás. 

Esa simple frase, parece desencadenar una conversación que pensó que sería pesada, demasiado seria para muchachos de su edad, pero Steven no es así, jamás ha sido callado, a pesar de su timidez, así que a pesar de todo, comienza a presentarse, y a hablar de sí mismo. Y eso, es suficiente para decirle a Jake que ha hecho la decisión correcta, que seguramente le espera más mierda en el futuro, porque así es siempre, se vuelve más difícil, pero si encuentra amigos como Steven Grant por el camino, no todo puede ser tan terrible. 

Lo que no sabe el mayor, es que la pasión que desborda hace que Jake olvide todo por unos minutos, deja de recordar el ardor en su espalda, gracias a su madre, deja de recordar cuando estaban en el suelo en dolor, deja que todas las malas memorias fluyan, no se aferra a ellas, en cambio, se deja ser manchado por el entusiasmo de Grant.

Porque le gusta sentir el cariño con el que habla de él a sus padres, como si sus papás no supieran quién es Lockley en realidad (no, pero ¿enserio, lo sabrían? ¿lo reconocerían y sabrían todo lo que Steven les estaba diciendo?), y que a pesar de no conocerse demasiado, le gusta imaginar que quizá dentro de unos años, ellos dos estarán en un lugar diferente, pero si tiene suerte, seguirán estando juntos. 

No se dan cuenta cuando de un momento a otro, han vuelto a jugar entre ellos. 

Es extraño aprender a ser de nuevo un estudiante solamente, a tratar de entender que hay cosas que están fuera de sus manos, pero que puede controlar cómo reacciona a eso, o más importante, podría comenzar a preocuparse qué hacer con lo que sí puede controlar. 

Después de tantos meses, años, lo que parece su vida entera, ya no importa si su madre lo obligaba a algo en el pasado, jamás podrá recobrar a su hermano gemelo, Marc se ha ido, no podrá tenerlo de vuelta. La paz tendría que llegar en algún punto, esta vez no se trata de la paz absoluta, pero es suficiente con los pequeños momentos. 

La figura de un niño esta vez, puede observarlos a lo lejos, está sentado en una de las lápidas gruesas, le gusta ver desde lejos cómo es que se mueven. Se ven tan lejanos. Pero la noche está cayendo y la luna se ve desde tan temprano, grande, blanca y redonda.

¿Lo veré pronto? —pregunta, porque no querría verlo fallecer, o irse de este mundo tan pronto como le ha sucedido a él. No hay nadie alrededor, pero puede sentirlo, quizá siempre lo haga, de una u otra manera. No necesita una habilidad especial como super oído, o la esquizofrenia de su hermano, sabe que el viejo pájaro está cerca. 

—No lo creo, no. 

Khonshu ha cerrado su trato, y Lockley ha decidido. 

—Bien. —el niño parece satisfecho.

Así que simplemente sonríe, mientras los observa irse entre risas y bromas. Pareciera que el mal clima, se volvería pronto en una temporada soleada.

Y espera, que Lockley nunca olvide que si lo necesita, puede buscarlo en la luna. 

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